16 de Noviembre
¡Tú papá es Dios!
Por Riqui Ricón*
Yo hice la tierra, el hombre y
las bestias que están sobre la faz de la tierra, con mi gran poder y con mi
brazo extendido, y la di a quien yo quise (Jer 27.5).
Al meditar sobre el Amor de Dios, el
sacrificio de Jesús y el maravilloso Plan que Él tiene para tu vida, debes
siempre mantener en tu mente el hecho de que Él es el Único Todopoderoso Dios,
creador del cielo y de la tierra así como de todo lo visible y lo invisible. No
hay nada que Él no pueda hacer, excepto mentir; Dios lo sabe y lo conoce todo
acerca de ti, aún tus más íntimos pensamientos pues, no hay cosa creada que
no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta (He
4.13).
Tener esto presente te dará la perspectiva
correcta de Su Amor, Su Sacrificio y Su Plan para tu vida.
¡Él, el Soberano y Todopoderoso Dios, quien
no le rinde cuentas a nada, ni a nadie, quien no depende de nada, ni de nadie, Él
decidió amarte, bendecirte e incorporarte como parte de Su familia haciéndote
Su Hijo(a)!
… en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
¿Puede Él hacer esto? ¡Claro que puede! ¡Él
es Dios! ¡No le rinde cuentas a nadie!
¿Es esta la voluntad de Dios? ¡Así es! La
Biblia, la Palabra de Honor de Dios, lo expresa maravillosamente desde Génesis
hasta Apocalipsis.
¿Por qué lo hace? La Escritura dice que lo
hace porque te ama.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él
(Jn 3.16-17).
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de
Dios (1 Jn 3.1a).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
Propio Hijo antes que perderte a ti!
¿Cómo puedes estar seguro(a) de todo esto? Responder
esta pregunta es de lo más sencillo del mundo: ¡Escrito está! Lo dice la Biblia
que es la Palabra de Dios y, si Dios lo dice, entonces, Él lo va a cumplir. Si
Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar. ¡Dios no puede mentir!
Es algo realmente asombroso que el Único
Eterno e Infinito Dios te ame tanto que haya preferido entregar a Su propio Hijo
Jesucristo antes que perderte a ti para que, de esta manera, una vez
justificado(a) y perdonado(a), Él te
hiciera Nacer de Nuevo, pero ahora como Su propio Hijo(a).
¿O pensáis que la Escritura
dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela
celosamente? (Sgo 4.5).
Ahora, no solamente eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo sino que, además, el glorioso Espíritu de Dios habita
en ti y contigo. Es por Él y con Él que sabes que sabes, que Dios, el
Todopoderoso, es tu Papá.
Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).
Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Así que, si tienes semejante Papá; si el
creador del cielo y de la tierra y de todo lo visible e invisible es tu Padre;
si Aquel que no le rinde cuentas a nada ni a nadie es ahora tu Papá, en verdad,
¿qué te preocupa?
Como dijera alguien por ahí, con justificado
asombro, ¡para Papito que te cargas!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Así que, el día de hoy,
sin importar lo difícil de tus problemas o lo tremendo de tu enfermedad,
necesitas trasladar tu confianza y tu atención hacia Aquel que tanto te
ama. No te enfoques en tus
circunstancias, ni en tu realidad. Pon tus ojos en la Verdad y mira atentamente
en la Perfecta Ley, la de la Libertad.
¡Tú eres Hijo(a) del Dios Altísimo! ¡Tú eres
Hijo(a) del Todopoderoso Dios!
Confía en Jehová, y haz el
bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate
asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda
a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la
luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal 37.3-6).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy puedo acudir
confiadamente a Tu Presencia pues he hallado gracia delante de Ti. Tú me amas y
yo te amo a Ti. Por Amor me has hecho Tu Hijo(a) y puedo confiar plenamente en
Ti creyendo Tu Palabra. Así que, amado Señor Jesús, ya no voy a temer. Me
someto a Ti y a Tu Palabra, resisto al diablo y a sus mentiras y éste tiene que
huir de mi vida. No recibo ni me pongo de acuerdo con enfermedad alguna; ni con
la pobreza o la escasez; ni la tristeza o la depresión; ni el fracaso o la
derrota en ningún área de mi vida. Por el contrario, como un(a) Hija(o) del
Dios Altísimo yo me pongo de acuerdo con la Biblia, la Palabra de Dios, y
recibo en este día, salud plena; prosperidad en todas las cosas; victoria sobre
todos mis problemas; así como el gozo y la paz que sólo Tú, mi amado Dios,
puedes dar. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Y estoy
determinado a vivir la vida plena y abundante que Tú, Jesucristo, compraste para
mí al precio de Tu propia Sangre. ¡Dios, el Todopoderoso, es mi Padre! Así que,
si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios?
¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente
oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás
diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a
este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 31 Ro
6 /
1 Sam 15 / Sal 60
Romanos
6
Muertos al pecado
6
1¿Qué, pues,
diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En
ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4Porque somos
sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en vida nueva.
5Porque si fuimos
plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo
seremos en la de su resurrección; 6sabiendo esto, que nuestro
viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado
sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el
que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8Y si morimos con
Cristo, creemos que también viviremos con él; 9sabiendo que
Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se
enseñorea más de él. 10Porque en cuanto murió, al pecado murió una
vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11Así también
vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro.
12No reine, pues,
el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias; 13ni tampoco presentéis vuestros miembros al
pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios
como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos
de justicia. 14Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Siervos de la justicia
15¿Qué, pues? ¿Pecaremos,
porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 16¿No
sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois
esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la
obediencia para justicia? 17Pero gracias a Dios, que aunque erais
esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a
la cual fuisteis entregados; 18y libertados del pecado, vinisteis
a ser siervos de la justicia. 19Hablo como humano, por vuestra
humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros
para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación
presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
20Porque cuando
erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21¿Pero
qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque
el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados
del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación,
y como fin, la vida eterna. 23Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
1
Samuel 15
Saúl desobedece y es desechado
15
1Después Samuel
dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel;
ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. 2Así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele
en el camino cuando subía de Egipto. 3Ve,
pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él;
mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y
asnos.
4Saúl, pues,
convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez
mil hombres de Judá. 5Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso
emboscada en el valle. 6Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y
salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos;
porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando
subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.
7Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que
está al oriente de Egipto. 8Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero
a todo el pueblo mató a filo de espada. 9Y Saúl y el pueblo
perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los
animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron
destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.
10Y vino palabra
de Jehová a Samuel, diciendo: 11Me pesa haber puesto por rey a
Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se
apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. 12Madrugó
luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a
Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y
dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. 13Vino, pues,
Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la
palabra de Jehová. 14Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de
ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? 15Y
Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de
las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás
lo destruimos. 16Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo
que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di.
17Y dijo Samuel:
Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus
de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? 18Y Jehová
te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles
guerra hasta que los acabes. 19¿Por qué, pues, no has oído la voz
de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?
20Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y
fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he
destruido a los amalecitas. 21Mas el pueblo tomó del botín ovejas
y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios
en Gilgal. 22Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los
holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que
la grosura de los carneros. 23Porque como pecado de adivinación es
la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste
la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.
24Entonces Saúl
dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus
palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues,
ahora mi pecado, 25y vuelve conmigo para que adore a Jehová.
26Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la
palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.
27Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y
éste se rasgó. 28Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de
ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. 29Además,
el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es
hombre para que se arrepienta. 30Y él dijo: Yo he pecado; pero te
ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y
vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios. 31Y volvió Samuel
tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová.
32Después dijo
Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él alegremente. Y dijo
Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. 33Y Samuel
dijo: Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo
entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en
Gilgal.
34Se fue luego
Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. 35Y nunca
después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se
arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.
Salmos 60
Plegaria pidiendo ayuda contra
el enemigo
(Sal. 108.6–13)
Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Mictam de David, para
enseñar, cuando tuvo guerra contra Aram-Naharaim y contra Aram de Soba, y
volvió Joab, y destrozó a doce mil de Edom en el valle de la Sal.
1 Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste;
Te has
airado; ¡vuélvete a nosotros!
2 Hiciste temblar la tierra, la has hendido;
Sana sus
roturas, porque titubea.
3 Has hecho ver a tu pueblo cosas duras;
Nos hiciste
beber vino de aturdimiento.
4 Has dado a los que te temen bandera
Que alcen
por causa de la verdad.
Selah
5 Para que se libren tus amados,
Salva con tu diestra, y óyeme.
6 Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;
Repartiré a
Siquem, y mediré el valle de Sucot.
7 Mío es Galaad, y mío es Manasés;
Y Efraín es
la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi
legislador.
8 Moab, vasija para lavarme;
Sobre Edom
echaré mi calzado;
Me regocijaré sobre Filistea.
9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?
¿Quién me
llevará hasta Edom?
10 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,
Y no salías,
oh Dios, con nuestros ejércitos?
11 Danos socorro contra el enemigo,
Porque vana
es la ayuda de los hombres.
12 En Dios haremos proezas,
Y él hollará
a nuestros enemigos.
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