viernes, 31 de mayo de 2019

¡Cómo derrotar a los gigantes!



2 de Junio
¡Con tu fe!
Por Riqui Ricón*


Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? (1 S 17.26).
Cuando Dios instruyó a Samuel para que ungiese a David por rey de Israel le dijo, He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero (Hch 13.22).
Tener un corazón conforme al corazón de Dios y obedecer Su Palabra es la característica más distintiva de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues es la esencia del ser hecho(a) de Nuevo.
Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne (Ez 11.19).
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Lo interesante aquí es comprender que tú, sí, tú, también tienes esa misma cualidad. Lo único que hay que saber es que, sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
El simple hecho que estés leyendo este devocional es prueba fehaciente que tienes fe (o que la estás buscando).
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
La forma más sencilla que he encontrado para explicar este versículo es: fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, pues si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).
David no venció a Goliat con honda y piedra, lo venció con su fe en Dios al declarar a todo el pueblo de Israel, incluyendo al propio rey Saúl, que Goliat era un incircunciso. ¿Qué estaba diciendo David con eso? Estaba estableciendo su victoria: Ese gigante bravucón no tiene un pacto con Dios, ¡Yo sí!
No fue su experiencia de enfrentar leones y osos lo que le daba valor a David. De hecho, lo que le permitía enfrentar a leones y osos era saberse dentro de un pacto con Dios, estando consciente que Dios jamás falta a Su Palabra.
Cuando Goliat seguía sus tácticas de temor insultando a David por sus dioses, éste no se amedrentó, no prestó atención a las ofensas, ni a lo alto de la estatura, ni a la musculatura del gigante, sino que se fortaleció en el Señor y en el poder de Su fuerza, poniendo sus ojos, mente y corazón en la Palabra de Dios. David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo, declarando en voz audible: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos (1 S 17.45-47).
¿Te das cuenta? David no venció a Goliat con honda y piedra. Lo venció con su fe, poniendo la Palabra de Dios en su boca.
Esa, precisamente, fue la instrucción que Josué recibió de parte de Dios para entrar y poseer la tierra prometida.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
El día de hoy, Dios te está diciendo lo mismo, haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia, ponla en tu mente, boca y corazón porque ENTONCES (ni antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Al igual que Josué y David, tú puedes enfrentar a tus gigantes con la certeza de vencerlos sólo porque Dios lo ha dicho así en Su Palabra.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
¿Cómo no va ser esto verdad si el Amor que Dios siente por ti es tan grande que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¿Cómo no va ser esto verdad si, de acuerdo a la Palabra de Dios, Él lo hizo con el propósito expreso de justificarte, perdonarte y, así, establecerte como Su propio(a) Hijo(a)?
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
Dios no te ha dejado, ni te dejará. Tú eres más especial para Dios de lo que David era, pues, a través de la muerte y resurrección de Jesucristo, ahora tú eres el especial objeto del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús: ni más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto… Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (He 7.22; 8.6)
Éste, el Nuevo Pacto, es un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Tiene un fiador y una garantía.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
¡Cristo Jesús en persona es tu fiador en el Nuevo Pacto y el Espíritu Santo es tu garantía!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Sea cual sea la situación que estás enfrentando el día de hoy, tú no necesitas honda, ni piedra; lo único que tienes que saber, Y CREER, es que Dios te ama y ha comprometido Su Palabra mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesucristo, para hacer de ti una Nueva creatura, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Recibe esto mediante la fe, creyendo que esto es así sólo porque está escrito en la Palabra de Dios. Él lo ha hablado, acerca de ti, y lo va hacer; Él lo ha dicho, respecto a ti, y lo va a ejecutar. Dios no miente. Ahora tienes a Cristo Jesús como tu fiador y al glorioso Espíritu de Dios como tu garantía. ¡No hay forma que puedas perder!
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos (Zac 4.6).

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero decirte que no importa lo que pase a mi alrededor, yo te alabare y te adoraré, pues ahora sé lo que has hecho por mí y dentro de mí. Gracias, Señor Jesús, porque Tú, siendo Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Todo por amor a mí, para hacerme un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Gracias por Tu Sangre! Con ella lavaste todos mis pecados. ¡Gracias por Tu resurrección! Con ella venciste a la muerte y me diste la Vida Eterna. ¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! Bendito Espíritu Santo, ¿qué te puedo decir a Ti? Que te amo. Que te adoro y cada día Te necesito más y más. Tú eres mi amigo, mi consejero y mi ayudador. Gracias por ser la promesa del Padre la cual Jesús dijo vendría sobre mí. Espíritu Santo, Tú eres mi garantía, las arras de mi herencia para la redención de la posesión adquirida. ¡No hay forma que pueda perder! ¡Todas las cosas me ayudan a bien! Yo, _______________ (tu nombre aquí), he sido llamado(a) conforme al propósito de Dios, mi Padre. Quien me predestino para que fuese hecho(a) conforme a la imagen de Su Hijo, para que Jesús fuese mi hermano mayor.  Dios, el Espíritu Santo, está en mí y conmigo. Jesús, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Padre celestial, si Tú no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios? Dios es el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, el que también resucitó por mí, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti soy muerto(a) todo el tiempo; Soy contado(a) como oveja de matadero. Sin embargo, creo y declaro que, antes, en todas estas cosas, Yo, _______________ (tu nombre aquí),  soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor y Salvador. Así que, Satanás, tú vienes a mí con problemas y enfermedades y aflicciones; mas yo vengo a ti en el nombre de Jesús, el Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Dios, mi Padre, te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Jun     2                                 Ro 8  /  1 Sam 17  /  Sal 62

Romanos 8
Viviendo en el Espíritu
8
1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
26Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

Más que vencedores
28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero.

 37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

1 Samuel 17
David mata a Goliat
17
1Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. 2También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. 3Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. 4Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. 6Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. 8Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. 10Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.
12Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. 13Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama; 14y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. 15Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. 16Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.
17Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos. 18Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.
19Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. 20Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. 21Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. 22Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.
24Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. 25Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. 26Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? 27Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.
28Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. 29David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar? 30Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes.
31Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. 32Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. 33Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. 34David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 36Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. 37Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. 38Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. 39Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. 40Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
41Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. 44Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. 45Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
48Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
50Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron. 52Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento. 54Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda.
55Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió: 56Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven. 57Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. 58Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.



Salmos 61

Dios, el único refugio
Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.
     1     En Dios solamente está acallada mi alma;
De él viene mi salvación.
     2     El solamente es mi roca y mi salvación;
Es mi refugio, no resbalaré mucho.
     3     ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre,
Tratando todos vosotros de aplastarle
Como pared desplomada y como cerca derribada?
     4     Solamente consultan para arrojarle de su grandeza.
Aman la mentira;
Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón.
Selah
     5     Alma mía, en Dios solamente reposa,
Porque de él es mi esperanza.
     6     El solamente es mi roca y mi salvación.
Es mi refugio, no resbalaré.
     7     En Dios está mi salvación y mi gloria;
En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.
     8     Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos;
Derramad delante de él vuestro corazón;
Dios es nuestro refugio.
Selah
     9     Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;
Pesándolos a todos igualmente en la balanza,
Serán menos que nada.
     10     No confiéis en la violencia,
Ni en la rapiña; no os envanezcáis;
Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.
     11     Una vez habló Dios;
Dos veces he oído esto:
Que de Dios es el poder,
     12     Y tuya, oh Señor, es la misericordia;
Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.

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