5 de Mayo
¡Como la luz del sol!
Por Riqui Ricón*
Así perezcan todos tus enemigos,
oh Jehová; Mas los que te aman, sean
como el sol cuando sale en su fuerza (Jue 5. 31a).
La Biblia, las Palabras que han salido de la
boca de Dios y no mienten, dicen claramente que tú, porque amas a Dios, eres
como el sol cuando sale en su fuerza. Esto significa que, sin importar las
circunstancias o aflicciones que estés enfrentando el día de hoy, estás
destinado(a) a vivir una vida plena llena de fortaleza y vigor, con gozo y
alegría como el sol en su esplendor.
Pues han
nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará
para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).
No estás ni tirado(a), ni abandonado(a), ni a
la deriva; como si estuvieras atado(a) a las azarosas casualidades de esta vida
incierta. ¡No! ¡Nada de eso! Tú eres un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de
Señores. Has sido creado(a) de Nuevo como espíritu incorruptible a través de la
Sangre de Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Miren
con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que
somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque
no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
Es el Amor del Padre quien te ha establecido,
ahora, como Hijo(a) Suyo(a) y te ha señalado con propósito y destino en la
vida.
Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados (Ro 8. 28).
Es más, por ese Amor que existe entre tú y
Dios, Él ha comprometido Su Palabra en que todas las cosas, las buenas y,
especialmente, las que parecen malas, Él, Dios Todopoderoso, tu Padre, las
volverá en un bien para ti, pues Tú has sido llamado(a) por Él, conforme a Su
propósito.
Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma (3 Jn 2).
El propósito de Dios para
tu vida no puede ser más que bueno, agradable y perfecto. El propósito de Dios para
tu vida es que brilles con la fuerza del sol, que seas cabeza y no cola, que
estés arriba y nunca más abajo.
El Señor
te pondrá en el primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de
los demás, y nunca por debajo, con tal de que atiendas a los mandamientos del
Señor tu Dios, que yo te ordeno hoy, y los pongas en práctica (Deu 28.13 DHH).
Es claro en la Biblia que el propósito de
Dios para tu vida es que como Hijo(a) del Dios Altísimo seas próspero(a),
tengas salud y vivas una vida plena de amor, gozo y paz.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).
Así que, no permitas, de ninguna manera, que
las aflicciones de la vida te desconcierten y te aflijan, pues lo único que
pretenden es robarte tu identidad como Hijo(a) de Dios. Satanás, como un león
rugiente, quiere llenar tu corazón con miedo en lugar de fe para que pierdas la
fuerza de tu esplendor. ¡No se lo permitas!
En lugar de eso, dile a tu alma, dile a tus
emociones, pensamientos y sentimientos: Marcha,
oh alma mía, con poder (Jue 5. 21b).
¡Tú eres como la luz del
sol en su fuerza! Absolutamente todo lo que está sucediendo en tu vida se cambiará,
de acuerdo a la Palabra de Dios, en un bien mayor, en algo que en lugar de
hundirte te ayude y te proyecte a mejores cosas.
Así ha sido el
testimonio de millones de creyentes y tú no serás la excepción.
Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
(Ro 8. 14-15).
Ahora, gracias al Gran Amor con que Dios te
Ama y al sacrificio de Jesús, quien pago todos tus pecados en esa cruz, el
Espíritu Santo da testimonio a tu
espíritu que eres Hijo(a) de Dios.
Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro
8.2).
¡Ya no estás más en esclavitud para vivir con
miedo y temor, pues la ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús te ha hecho
libre de la ley del pecado y de la muerte!
Tienes todo el derecho y la libertad para
tener comunión con Dios llamándole Abba, Padre, Papá, Papito.
Pues no habéis recibido el espíritu
de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro
8.15).
Es este tu Padre amoroso quien te asegura que
aún los problemas en casa, con tu familia, Él los resolverá de forma que sea un
bien mayor para todos.
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa
(Hch 16.31).
¡Si puedes creerle a Dios! ¡Al que cree todo
le es posible!
La victoria que vence al mundo y a todo
problema, enfermedad y situación adversa es tu fe; creerle a Dios; creerle a Su
Palabra estando convencidos que si Él lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si
Él lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres (Jn 8. 31-32).
¡Gracias, Señor Jesús, puedo confiar en Tu
Palabra! ¡Tu Palabra me ha hecho verdaderamente libre!
Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud,
sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mat
5. 14-16).
Así es, amado(a), tú eres la luz del mundo, eres
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y has sido dejado(a) en este mundo,
por tu Padre, con el propósito de que brilles y que con tu vida des luz a todos
aquellos que aún viven en tinieblas; para que ilumines a aquellos que viven llenos
de temor y angustia, sin saber quiénes son, ni por qué están en esta vida, a
aquellos que viven sin Dios y sin esperanza.
Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais
pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1
P 2.9-10).
Lo asombroso de la Palabra de Dios es que es
la Verdad y tiene el poder en sí misma para capacitarte y habilitarte en ser lo
que Dios dice que eres. Así que, no
importa si te sientes capaz o no de ser luz y anunciar las virtudes de Dios; Él
dice que eres luz y que debes anunciar Sus virtudes, entonces así es. Es
Palabra de Dios y esa es la Verdad; eres la luz de este mundo, eres como el sol
que sale en su fuerza.
Practiquen
el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león
rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe (1 P 5.8-9a NVI).
Lo que realmente importa es que dejes de
prestar atención al diablo y sus mentiras con las que pretende anular tu fe,
pues te aseguro que si has llegado hasta aquí en esta lectura, entonces tú eres
un(a) creyente. Tú le crees a Dios. Tú crees la Palabra de Dios. Y al que le
cree a Dios, ¡TODO le es posible!
Y muchas veces el espíritu lo arroja al fuego o al agua,
para matarlo. Si puedes, ayúdanos. ¡Ten compasión de nosotros! Dijo Jesús: ¿Cómo "si puedes"?
Para el que cree, todo es posible (Mar
9.22-23 CST).
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, hoy estoy determinado(a)
a creerte, mi Señor. Creer a Tu Palabra, la Biblia, y aceptar y recibir mi
identidad como Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. Soy la luz de este mundo y
estoy dispuesto a brillar con Tu Amor que ya ha sido derramado en mi corazón
por el Espíritu Santo que me ha sido dado. ¡Gracias! Todo lo puedo en Ti,
Cristo Jesús. Tú eres mi fortaleza. Resisto, en Tu nombre Jesús, al espíritu de
temor, a la enfermedad, a la pobreza, el resentimiento, el odio y todo aquello
con lo que el ladrón me quiere hurtar, matar y destruir. Recibo y declaro una
vida abundante llena de Tu Plenitud. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy como la luz del sol cuando sale en su
fuerza! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 5 Hch 16. 16-40
/
Jue 4-5 / Job 35
Hechos
16. 16-40
16Aconteció
que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía
espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17Esta,
siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos
del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. 18Y esto lo
hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al
espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en
aquella misma hora.
19Pero viendo sus
amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas,
y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20y presentándolos a
los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra
ciudad, 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni
hacer, pues somos romanos. 22Y se agolpó el pueblo contra ellos; y
los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23Después
de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que
los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los
metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
25Pero a
medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los
oían. 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal
manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron
todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27Despertando
el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se
iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28Mas Pablo
clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí.
29El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se
postró a los pies de Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en
el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32Y le hablaron
la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33Y
él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en
seguida se bautizó él con todos los suyos. 34Y llevándolos a su
casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
35Cuando fue de
día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres.
36Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han
mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz.
37Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia
judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos
echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos.
38Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados, los
cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos. 39Y viniendo, les
rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad. 40Entonces,
saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los
hermanos, los consolaron, y se fueron.
Jueces
4-5
Débora y Barac derrotan a Sísara
4
1Después de la
muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de
Jehová. 2Y Jehová los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el
cual reinó en Hazor; y el capitán de su ejército se llamaba Sísara, el cual
habitaba en Haroset-goim. 3Entonces los hijos de Israel clamaron a
Jehová, porque aquél tenía novecientos carros herrados, y había oprimido con
crueldad a los hijos de Israel por veinte años.
4Gobernaba en
aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; 5y
acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el
monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio. 6Y
ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo:
¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el
monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la
tribu de Zabulón; 7y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a
Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo
entregaré en tus manos? 8Barac le respondió: Si tú fueres conmigo,
yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. 9Ella dijo: Iré
contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano
de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.
10Y juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil
hombres a su mando; y Débora subió con él.
11Y Heber ceneo,
de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y
había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.
12Vinieron, pues,
a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de
Tabor. 13Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros
herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el
arroyo de Cisón. 14Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque
este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido
Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres
en pos de él. 15Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y
a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del
carro, y huyó a pie. 16Mas Barac siguió los carros y el ejército
hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta
no quedar ni uno.
17Y Sísara huyó a
pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey
de Hazor y la casa de Heber ceneo. 18Y saliendo Jael a recibir a
Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a
la tienda, y ella le cubrió con una manta. 19Y él le dijo: Te
ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de
leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir. 20Y él le dijo:
Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare,
diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no. 21Pero Jael
mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se
le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la
tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió. 22Y
siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré
al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía
muerto con la estaca por la sien.
23Así abatió Dios
aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. 24Y
la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de
Canaán, hasta que lo destruyeron.
Cántico de Débora y de Barac
5
1Aquel día cantó
Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo:
2 Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel,
Por haberse
ofrecido voluntariamente el pueblo,
Load a
Jehová.
3 Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes;
Yo cantaré a
Jehová,
Cantaré
salmos a Jehová, el Dios de Israel.
4 Cuando saliste de Seir, oh Jehová,
Cuando te
marchaste de los campos de Edom,
La tierra
tembló, y los cielos destilaron,
Y las nubes
gotearon aguas.
5 Los montes temblaron delante de Jehová,
Aquel Sinaí,
delante de Jehová Dios de Israel.
6 En los días de Samgar hijo de Anat,
En los días
de Jael, quedaron abandonados los caminos,
Y los que
andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.
7 Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído,
Hasta que yo
Débora me levanté,
Me levanté
como madre en Israel.
8 Cuando escogían nuevos dioses,
La guerra
estaba a las puertas;
¿Se veía
escudo o lanza
Entre
cuarenta mil en Israel?
9 Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel,
Para los que
voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.
Load a
Jehová.
10 Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas,
Los que
presidís en juicio,
Y vosotros
los que viajáis, hablad.
11 Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos,
Allí
repetirán los triunfos de Jehová,
Los triunfos
de sus aldeas en Israel;
Entonces
marchará hacia las puertas el pueblo de Jehová.
12 Despierta, despierta, Débora;
Despierta,
despierta, entona cántico.
Levántate,
Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.
13 Entonces marchó el resto de los nobles;
El pueblo de
Jehová marchó por él en contra de los poderosos.
14 De Efraín vinieron los radicados en Amalec,
En pos de
ti, Benjamín, entre tus pueblos;
De Maquir
descendieron príncipes,
Y de Zabulón
los que tenían vara de mando.
15 Caudillos también de Isacar fueron con Débora;
Y como
Barac, también Isacar
Se precipitó
a pie en el valle.
Entre las
familias de Rubén
Hubo grandes
resoluciones del corazón.
16 ¿Por qué te quedaste entre los rediles,
Para oír los
balidos de los rebaños?
Entre las
familias de Rubén
Hubo grandes
propósitos del corazón.
17 Galaad se quedó al otro lado del Jordán;
Y Dan, ¿por
qué se estuvo junto a las naves?
Se mantuvo
Aser a la ribera del mar,
Y se quedó
en sus puertos.
18 El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte,
Y Neftalí en
las alturas del campo.
19 Vinieron reyes y pelearon;
Entonces
pelearon los reyes de Canaán,
En Taanac,
junto a las aguas de Meguido,
Mas no
llevaron ganancia alguna de dinero.
20 Desde los cielos pelearon las estrellas;
Desde sus
órbitas pelearon contra Sísara.
21 Los barrió el torrente de Cisón,
El antiguo
torrente, el torrente de Cisón.
Marcha, oh
alma mía, con poder.
22 Entonces resonaron los cascos de los caballos
Por el
galopar, por el galopar de sus valientes.
23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová;
Maldecid
severamente a sus moradores,
Porque no
vinieron al socorro de Jehová,
Al socorro
de Jehová contra los fuertes.
24 Bendita sea entre las mujeres Jael,
Mujer de
Heber ceneo;
Sobre las
mujeres bendita sea en la tienda.
25 El pidió agua, y ella le dio leche;
En tazón de
nobles le presentó crema.
26 Tendió su mano a la estaca,
Y su diestra
al mazo de trabajadores,
Y golpeó a
Sísara; hirió su cabeza,
Y le horadó,
y atravesó sus sienes.
27 Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido;
Entre sus
pies cayó encorvado;
Donde se
encorvó, allí cayó muerto.
28 La madre de Sísara se asoma a la ventana,
Y por entre
las celosías a voces dice:
¿Por qué
tarda su carro en venir?
¿Por qué las
ruedas de sus carros se detienen?
29 Las más avisadas de sus damas le respondían,
Y aun ella
se respondía a sí misma:
30 ¿No han hallado botín, y lo están repartiendo?
A cada uno
una doncella, o dos;
Las
vestiduras de colores para Sísara,
Las
vestiduras bordadas de colores;
La ropa de
color bordada de ambos lados, para los jefes de los que tomaron el botín.
31 Así perezcan todos tus enemigos, oh Jehová;
Mas los que
te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza.
Y la tierra reposó cuarenta años.
Job 35
35
1Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:
2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:
Más justo
soy yo que Dios?
3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello?
¿O qué
provecho tendré de no haber pecado?
4 Yo te responderé razones,
Y a tus
compañeros contigo.
5 Mira a los cielos, y ve,
Y considera
que las nubes son más altas que tú.
6 Si pecares, ¿qué habrás logrado contra él?
Y si tus
rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él?
¿O qué
recibirá de tu mano?
8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,
Y al hijo de hombre
aprovechará tu justicia.
9 A causa de la multitud de las violencias claman,
Y se lamentan
por el poderío de los grandes.
10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,
Que da
cánticos en la noche,
11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,
Y nos hace
sabios más que a las aves del cielo?
12 Allí clamarán, y él no oirá,
Por la
soberbia de los malos.
13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,
Ni la mirará
el Omnipotente.
14 ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él?
La causa
está delante de él; por tanto, aguárdale.
15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,
Ni inquiere
con rigor,
16 Por eso Job abre su boca vanamente,
Y multiplica
palabras sin sabiduría.
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