¡Salvado(a) para
reinar!
Por Riqui Ricón*
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y
me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo
la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima,
como piedra de jaspe, diáfana como el cristal… Y oí una gran voz del cielo
que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que
estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me
dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo:
Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere
sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El
que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo... Y
no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y
sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus
frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de
lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán
por los siglos de los siglos (Apo
21.10-11, 3-7; 22.3-5).
Necesitas poner
mucha atención a las lecturas Bíblicas del día hoy pues estás leyendo el final
del Libro. Y, ¿sabes una cosa? Efectivamente, la Palabra de Dios dice
claramente que al final: ¡Tú ganas!
No es solamente el
hecho de que en Cristo Jesús tú eres más que vencedor(a) en todas las cosas,
sino que, además, se revela claramente aquí, cómo el Plan de Dios, Su deseo,
siempre ha sido que el cielo venga aquí a la tierra. No es que tú te vayas al
cielo sino que, ¡Dios viene a la tierra a vivir y reinar juntamente contigo!
La mayoría de los
creyentes piensan que lo mejor que les puede suceder es irse a vivir al cielo,
mientras que el Plan Divino, revelado en las Escrituras, es que Dios viene a
hacer morada contigo y lo más maravilloso es que desea que tú reines con Él.
Tu cuerpo mortal
será glorificado y revestido de inmortalidad para que, con todo tu ser,
espíritu, alma y cuerpo, comiences a disfrutar de la victoria que Él, el Alfa y
la Omega, el principio y el fin, adquirió para ti al PAGAR con Su Vida todos
tus pecados en esa cruz y al haber vencido al pecado y a la muerte, te hacer
partícipe de la Vida Eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los
que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste
la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran
en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste
su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día
de Madián… Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado
sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y
confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de
Jehová de los ejércitos hará esto (Isa
9.2-4, 6-7).
Jesús es el Mesías
Salvador, Él es la Promesa de Dios, tu Padre, para traer salvación a todos los
hombres. Él es ese niño nacido, que nos fue dado, que tiene el principado sobre
Su hombro y cuyo nombre es, ¡Admirable! ¡Consejero! ¡Dios Fuerte! ¡Padre
Eterno! ¡Príncipe de Paz!
Date cuenta que el
precio que se pagó por ti no fue la vida de cualquier persona sino la del
unigénito Hijo de Dios. Es por esto que Jesús tiene todo el poder y la
autoridad no solamente para justificarte y darte el perdón de tus pecados, sino
también para trasladarte de las tinieblas a la luz venciendo a la muerte para
hacer de ti una Nueva Criatura al darte la Vida Eterna de los Hijos de Dios.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¡Tú ya NO eres la
misma persona que antes eras!
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de
incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Has Nacido de Nuevo
de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios y ahora, Tú eres una
nueva especie de ser que no existía antes: ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo!
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de
tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y
nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la
tierra (Apo 5.9-10).
¡Por Su Sangre tú ya
fuiste redimido(a) –comprado(a) y hecho(a) libre- para Dios de todo linaje,
pueblo, lengua y nación y YA FUISTE HECHO(A) para Dios rey (reina) y sacerdote
(sacerdotisa) Y REINARAS SOBRE LA TIERRA!
Ni las guerras, ni
la violencia, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni el rencor, ni el dolor, ni la
soledad, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades,
ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada te podrá separar del amor de Dios, ni de Su propósito para tu vida,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Amado(a), tú ya has
sido apartado(a) por Dios para reinar sobre todo problema, enfermedad o
aflicción. No necesitas esperar a que Jesucristo venga por segunda vez para
comenzar a ejercer autoridad y dominio sobre toda circunstancia adversa que
estés enfrentando el día de hoy. ¡Eres un(a) Rey (Reina)!
Para siempre se acordará de su pacto. El poder de sus
obras manifestó a su pueblo, Dándole la heredad de las naciones. Las obras de
sus manos son verdad y juicio; Fieles son todos sus mandamientos, Afirmados
eternamente y para siempre, Hechos en verdad y en rectitud. Redención ha
enviado a su pueblo; Para siempre ha ordenado su pacto; Santo y temible es su
nombre (Sal 111.5b-9).
Dios no puede mentir
y Su Palabra, la Biblia, es sí y amén para los que le creen.
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se
juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer
mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí,
No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3).
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, es hermoso saber que me has predestinado para reinar juntamente con
Cristo Jesús. ¡Gracias! Sé que he vencido y que venceré. Me resisto a aceptar o
creer cualquier palabra o pensamiento de fracaso y de derrota. Yo soy lo que Tú
dices en Tu Palabra que soy: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para
reinar y gobernar sobre la tierra; gobernar sobre mi vida, mi salud, mis
finanzas y sobre toda circunstancia adversa. Gracias Jesús por amarme tanto que
diste Tu propia Vida para que yo, ahora, pudiera vivir una vida plena y
abundante. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a cambiar mi
forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin importar las
circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y declaro que
soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado, justo(a),
santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y esa es la
Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y pensamientos
negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues
yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una Vida Plena y
Victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de
Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida
prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo,
_____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que
el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré
lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de
mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las
heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la
sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás
en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Está escrito! Lo creo y lo recibo en
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo
que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 18 Hch 25 / Rut
1-2 / Sal 47
Hechos
25
Pablo apela a César
25
1Llegado, pues,
Festo a la provincia, subió de Cesarea a Jerusalén tres días después. 2Y
los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos se presentaron
ante él contra Pablo, y le rogaron, 3pidiendo contra él, como
gracia, que le hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una celada para
matarle en el camino. 4Pero Festo respondió que Pablo estaba
custodiado en Cesarea, adonde él mismo partiría en breve. 5Los que
de vosotros puedan, dijo, desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este
hombre, acúsenle.
6Y deteniéndose
entre ellos no más de ocho o diez días, venido a Cesarea, al siguiente día se
sentó en el tribunal, y mandó que fuese traído Pablo. 7Cuando éste
llegó, lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando contra
él muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar; 8alegando
Pablo en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni
contra César he pecado en nada. 9Pero Festo, queriendo
congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo dijo: ¿Quieres subir a
Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? 10Pablo
dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no
les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. 11Porque si
algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si
nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A
César apelo. 12Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo,
respondió: A César has apelado; a César irás.
Pablo ante Agripa y Berenice
13Pasados algunos
días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea para saludar a Festo.
14Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso al rey la causa de
Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Félix, 15respecto
al cual, cuando fui a Jerusalén, se me presentaron los principales sacerdotes y
los ancianos de los judíos, pidiendo condenación contra él. 16A
éstos respondí que no es costumbre de los romanos entregar alguno a la muerte
antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda defenderse de la
acusación. 17Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin
ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al
hombre. 18Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron
de los que yo sospechaba, 19sino que tenían contra él ciertas
cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo
afirmaba estar vivo. 20Yo, dudando en cuestión semejante, le
pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. 21Mas
como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto,
mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César. 22Entonces
Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él le dijo: Mañana
le oirás.
23Al otro día,
viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los
tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído
Pablo. 24Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que
estáis aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual
toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces
que no debe vivir más. 25Pero yo, hallando que ninguna cosa digna
de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a
él. 26Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he
traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de
examinarle, tenga yo qué escribir. 27Porque me parece fuera de
razón enviar un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra.
Rut
1-2
Rut y Noemí
1
1Aconteció en los
días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de
Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos
suyos. 2El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer,
Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de
Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.
3Y murió
Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, 4los
cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre
de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. 5Y murieron
también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos
hijos y de su marido.
6Entonces se
levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo
de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. 7Salió,
pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a
caminar para volverse a la tierra de Judá. 8Y Noemí dijo a sus dos
nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras
misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. 9Os
conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las
besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, 10y le dijeron:
Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.
11Y Noemí
respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más
hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? 12Volveos,
hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese:
Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,
13¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de
quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo
yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.
14Y ellas alzaron
otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con
ella. 15Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y
a sus dioses; vuélvete tú tras ella.
16Respondió Rut:
No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú
fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y
tu Dios mi Dios. 17Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré
sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará
separación entre nosotras dos. 18Y viendo Noemí que estaba tan resuelta
a ir con ella, no dijo más.
19Anduvieron,
pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en
Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta
Noemí? 20Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me
ha puesto el Todopoderoso. 21Yo me fui llena, pero Jehová me ha
vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado
testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?
22Así volvió
Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y
llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
Rut recoge espigas en el campo de Booz
2
1Tenía Noemí un
pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se
llamaba Booz.
2Y Rut la moabita
dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.
3Fue, pues, y
llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella
parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec. 4Y
he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con
vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga. 5Y Booz dijo a
su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
6Y el criado,
mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió
con Noemí de los campos de Moab; 7y ha dicho: Te ruego que me
dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y
está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.
8Entonces Booz
dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y
aquí estarás junto a mis criadas. 9Mira bien el campo que sieguen,
y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando
tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.
10Ella entonces
bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en
tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?
11Y respondiendo
Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la
muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde
naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. 12Jehová
recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de
Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
13Y ella dijo:
Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y
porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus
criadas.
14Y Booz le dijo
a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y
ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que
se sació, y le sobró. 15Luego se levantó para espigar. Y Booz
mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y
no la avergoncéis; 16y dejaréis también caer para ella algo de los
manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis.
17Espigó, pues,
en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa
de cebada. 18Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo
que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber
quedado saciada, y se lo dio. 19Y le dijo su suegra: ¿Dónde has
espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido.
Y contó ella a su suegra con
quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado
es Booz. 20Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues
que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han
muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los
que pueden redimirnos. 21Y Rut la moabita dijo: Además de esto me
ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega.
22Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con
sus criadas, y que no te encuentren en otro campo. 23Estuvo, pues,
junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la
cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.
Salmos 47
Dios, el Rey de toda la tierra
Al músico principal. Salmo de los hijos de Coré.
1 Pueblos todos, batid las manos;
Aclamad a
Dios con voz de júbilo.
2 Porque Jehová el Altísimo es temible;
Rey grande
sobre toda la tierra.
3 El someterá a los pueblos debajo de nosotros,
Y a las
naciones debajo de nuestros pies.
4 El nos elegirá nuestras heredades;
La hermosura
de Jacob, al cual amó.
Selah
5 Subió Dios con júbilo,
Jehová con
sonido de trompeta.
6 Cantad a Dios, cantad;
Cantad a
nuestro Rey, cantad;
7 Porque Dios es el Rey de toda la tierra;
Cantad con inteligencia.
8 Reinó Dios sobre las naciones;
Se sentó
Dios sobre su santo trono.
9 Los príncipes de los pueblos se reunieron
Como pueblo
del Dios de Abraham;
10 Porque de Dios son los escudos de la tierra;
El es muy
exaltado.
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