1 de Mayo
¡Tiempos emocionantes!
Por Riqui Ricón*
Por tanto, se detuvieron allí
mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba
testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos
de ellos señales y prodigios (Hch 14.3).
En la lectura del día de
hoy, la Biblia nos muestra como Pablo y Bernabé estuvieron
en la ciudad de Iconio predicando el evangelio durante bastante tiempo; mientras
que el Señor les concedía el poder de hacer grandes milagros que demostraban el
origen divino del mensaje que predicaban.
Y ellos, saliendo, predicaron en
todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que
la seguían. Amén (Mar 16.20).
Hoy en
día, en pleno siglo XXI, somos testigos de las mismas señales que acompañan la
predicación de la Palabra de Dios: cáncer, diabetes, VIH y muchísimas otras
enfermedades son sanadas mediante la oración y la imposición de manos. Los
matrimonios y las vidas destruidas de cientos de miles de personas son
restaurados en este preciso momento por el Poder y el Amor contenidos en el
mensaje del Evangelio.
Y estas señales seguirán a los
que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mar 16.17-18).
Es
evidente que Jesús lo dijo así en Su Palabra y esto es una realidad el día de
hoy.
En
verdad que estamos viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la
humanidad. El mensaje de la Biblia, el Evangelio de Jesucristo, sigue siendo
tan real y eficaz como lo fue en la época de Pablo y Bernabé.
Quizá
tú no te sientas hoy con la fe suficiente (ni con el Poder) para realizar
milagros a nombre de Jesucristo. Quizá hoy estás enfrentando problemas
particulares que te impiden pensar en otra cosa que no sea cómo solucionarlos.
Quizá pienses que hoy no es el día indicado para hablarte de la fe, los milagros
y el Poder de Dios. Pero, quizá sí.
¡Quién me diera quien me oyese!
He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi
adversario me forme proceso (Job 31.35).
Ante la adversidad, ante
las dudas, problemas y aflicciones, que le embargaron más allá de sus fuerzas y
recursos, Job terminó por declarar que su confianza estaba en el Todopoderoso
Dios.
A Jehová he puesto siempre
delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto
mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente (Sal
16.8-9).
Tú has hecho a Jesucristo
el Señor y Salvador de tu vida, por lo tanto Dios es el que te guarda y no
serás conmovido(a) por ningún problema, ni enfermedad o aflicción. Puedes, con
toda seguridad, darle alegría a tu corazón y que se goce tu alma; y que tu carne
también repose confiadamente en la Palabra de Dios.
Bienaventurado aquel cuyo
ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios (Sal
146.5).
¡Tú eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo! Tu esperanza es una certeza segura pues has puesto tu
confianza en Dios Todopoderoso.
Pacientemente esperé a Jehová, Y
se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego
en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y
temerán, Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su
confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.
Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con
nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos,
No pueden ser enumerados (Sal 40.1-5).
La palabra pacientemente
significa aquí, constantemente, persistentemente. Y sin importar la magnitud de
lo que estés enfrentando este día, Dios pondrá tus pies sobre la peña y
enderezará tus pasos.
Sólo tienes que creerle a
Dios, creyendo Su Palabra.
Este es el único secreto
para vivir una vida dichosa.
Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Así que, recuerda
siempre que el poder y la fe del Evangelio emanan no de cómo tú te sientas el
día de hoy, ni de qué tan grandes o difíciles son los problemas que estás
enfrentando. El poder y la fe del Evangelio emanan de tu confianza en la
Palabra de Dios.
Dios no es un simple mortal
para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a
cabo lo que dice? (Num 23.19).
La Biblia es la Palabra
de Dios y ésta es la Palabra de Honor del único Dios Todopoderoso, y es Él mismo
quien afirma en Su Palabra amarte tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo
antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Dios no te ha dejado a
merced de tus circunstancias, ni te dejará. Dios te ama y tú eres muy
valioso(a) para Él.
Como con Pablo y
Bernabé, hoy en día, Dios respalda a aquellos que creen; Dios respalda a
aquellos que creen en Él y lo demuestran creyendo Su Palabra, pues, al fin y al
cabo, Dios respalda Su Palabra de Honor.
Por tanto, os digo que todo lo
que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá (Mar
11.24).
Tal vez estés pensando:
- Mira Riqui Ricón, yo
ya leí eso y lo puse en práctica; me puse a orar y no sucedió nada.
Pues tienes que saber
que el secreto no está en que ores sino en que creas que lo recibirás por la
simple y sencilla razón de que Dios lo dijo así, y si Dios lo dijo, entonces,
Él lo va hacer, si Dios lo hablo, entonces, Él lo va a ejecutar.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
¡Primero el cielo y la
tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplir Su Palabra de Honor!
Es interesante notar cómo
Job, en medio de la adversidad, buscó un abogado en Dios. Pero, ¿cómo funciona
esto hoy en día?
Hijitos míos, estas cosas os
escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Jn 2.1).
Ahora, tú tienes un
abogado en Cristo Jesús.
Job buscaba ser
justificado delante de Dios.
Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él (2 Co 5.21).
Tú has sido justificado(a)
por Dios.
Job quería hablar con
Dios.
Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro (He 4-14-16).
Tú tienes libre acceso a
la Presencia de Dios, pues ahora eres legal y legítimamente un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha
dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos
conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 BAD).
¡Tú eres, ni más ni
menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿Por qué esto es tan
importante para creer?
De cierto, de cierto os digo: El
que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará,
porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Si no crees, no podrás
hacer las cosas que Él hizo y, entonces, no podrás cumplir el propósito por el
cual estás en este mundo.
Jesús le dijo: Si puedes creer,
al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
Recuerda, ¡sin fe es
imposible agradar a Dios!
Tú crees que Dios es uno; bien
haces. También los demonios creen, y tiemblan (Sgo 2.19).
Los demonios, como la
mayoría de los seres humanos, creen en Dios y tiemblan. Pero, no es suficiente
con creer en Dios, es necesario creerle, creerle a Él creyendo Su Palabra.
Tú has sido destinado(a)
a realizar grandes cosas para el Reino, así que, no te dejes abrumar por las
circunstancias que te rodean, ni aún por tus emociones y sentimientos, y confía
en la Palabra de Dios y Él dará testimonio de la Palabra de Su Gracia
concediendo que por tu mano se hagan señales y prodigios tal y como la ha
prometido.
¡Son tiempos
emocionantes!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado que siendo yo un(a)
pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para pagar todas mis deudas y así
hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús. Oh Dios, es algo tan
asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la cruz,
por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a),
perdonado(a) y santificado(a). Abba, Padre, gracias
por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto
mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi
Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable
otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a).
Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo
creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que
se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si
no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo
no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si
soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que me justifica. ¿Quién
es el que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún, Tú, Señor,
eres el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? A todos esos males se refieren las Escrituras
diciendo: "Por ser fieles a tu causa nos persiguen a muerte sin descanso;
nos tratan como a ovejas destinadas al matadero".Por
causa de ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas cosas yo,
___________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me
amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo
soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y
cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre,
me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No
recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la
angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios,
ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)!
Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 1 Hch 14 / Jos 22 / Job 31
Hechos
14
Pablo y Bernabé en Iconio
14
1Aconteció en Iconio
que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que
creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. 2Mas los
judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra
los hermanos. 3Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo,
hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la
palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos
señales y prodigios. 4Y la gente de la ciudad estaba dividida:
unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. 5Pero
cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a
afrentarlos y apedrearlos, 6habiéndolo sabido, huyeron a Listra y
Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, 7y
allí predicaban el evangelio.
Pablo es apedreado en Listra
8Y cierto hombre de
Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que
jamás había andado. 9Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en
él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10dijo a gran
voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11Entonces
la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua
licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros.
12Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el
que llevaba la palabra. 13Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo
estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y
juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14Cuando
lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron
entre la multitud, dando voces 15y diciendo: Varones, ¿por qué
hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os
anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo
y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16En las edades
pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17si
bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del
cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros
corazones. 18Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir
que la multitud les ofreciese sacrificio.
19Entonces vinieron
unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y
habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que
estaba muerto. 20Pero rodeándole los discípulos, se levantó y
entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. 21Y
después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos,
volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22confirmando los
ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles:
Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de
Dios. 23Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado
con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
El regreso a Antioquía de Siria
24Pasando luego por
Pisidia, vinieron a Panfilia. 25Y habiendo predicado la palabra en
Perge, descendieron a Atalia. 26De allí navegaron a Antioquía,
desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que
habían cumplido. 27Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia,
refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto
la puerta de la fe a los gentiles. 28Y se quedaron allí mucho
tiempo con los discípulos.
Josué
22
El altar junto al Jordán
22
1Entonces Josué
llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, 2y
les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés siervo de Jehová os
mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado.
3No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el día
de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová
vuestro Dios. 4Ahora, pues, que Jehová vuestro Dios ha dado reposo
a vuestros hermanos, como lo había prometido, volved, regresad a vuestras
tiendas, a la tierra de vuestras posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio
al otro lado del Jordán. 5Solamente que con diligencia cuidéis de
cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que
améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus
mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda
vuestra alma. 6Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a
sus tiendas.
7También a la media
tribu de Manasés había dado Moisés posesión en Basán; mas a la otra mitad dio
Josué heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente; y
también a éstos envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido.
8Y les habló diciendo: Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas,
con mucho ganado, con plata, con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid
con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos. 9Así los
hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, se volvieron,
separándose de los hijos de Israel, desde Silo, que está en la tierra de
Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, de la
cual se habían posesionado conforme al mandato de Jehová por conducto de
Moisés.
10Y llegando a los
límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén y los
hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al
Jordán, un altar de grande apariencia. 11Y los hijos de Israel
oyeron decir que los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de
Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites
del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12Cuando oyeron esto
los hijos de Israel, se juntó toda la congregación de los hijos de Israel en
Silo, para subir a pelear contra ellos.
13Y enviaron los
hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de
Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, 14y
a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus
de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los
millares de Israel. 15Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a
los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les
hablaron diciendo: 16Toda la congregación de Jehová dice así: ¿Qué
transgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel para
apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos altar para ser rebeldes contra
Jehová?
17¿No ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún
limpios hasta este día, por la cual vino la mortandad en la congregación de
Jehová,
18para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os
rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación
de Israel. 19Si os parece que la tierra de vuestra posesión es
inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Jehová, en la cual está el
tabernáculo de Jehová, y tomad posesión entre nosotros; pero no os rebeléis
contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos altar además del
altar de Jehová nuestro Dios. 20¿No cometió Acán hijo de Zera
prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y
aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.
21Entonces los hijos
de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron
a los cabezas de los millares de Israel: 22Jehová Dios de los
dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por
rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy. 23Si
nos hemos edificado altar para volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar
holocausto u ofrenda, o para ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová
nos lo demande. 24Lo hicimos más bien por temor de que mañana
vuestros hijos digan a nuestros hijos: ¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de
Israel? 25Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y
vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová;
y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejasen de temer a Jehová.
26Por esto dijimos: Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni
para sacrificio, 27sino para que sea un testimonio entre nosotros
y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer
el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, con nuestros
sacrificios y con nuestras ofrendas de paz; y no digan mañana vuestros hijos a
los nuestros: Vosotros no tenéis parte en Jehová. 28Nosotros,
pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan a nosotros, o a nuestras
generaciones en lo por venir, entonces responderemos: Mirad el símil del altar
de Jehová, el cual hicieron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios,
sino para que fuese testimonio entre nosotros y vosotros. 29Nunca
tal acontezca que nos rebelemos contra Jehová, o que nos apartemos hoy de
seguir a Jehová, edificando altar para holocaustos, para ofrenda o para
sacrificio, además del altar de Jehová nuestro Dios que está delante de su
tabernáculo.
30Oyendo Finees el
sacerdote y los príncipes de la congregación, y los jefes de los millares de
Israel que con él estaban, las palabras que hablaron los hijos de Rubén y los
hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello. 31Y
dijo Finees hijo del sacerdote Eleazar a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad
y a los hijos de Manasés: Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros,
pues que no habéis intentado esta traición contra Jehová. Ahora habéis librado
a los hijos de Israel de la mano de Jehová.
32Y Finees hijo del
sacerdote Eleazar, y los príncipes, dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos
de Gad, y regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos
de Israel, a los cuales dieron la respuesta. 33Y el asunto pareció
bien a los hijos de Israel, y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no
hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que
habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34Y los hijos de
Rubén y los hijos de Gad pusieron por nombre al altar Ed; porque
testimonio es entre nosotros que Jehová es Dios.
Job 31
Job afirma su integridad
31
1 Hice
pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues,
había yo de mirar a una virgen?
2 Porque
¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad
el Omnipotente desde las alturas?
3 ¿No
hay quebrantamiento para el impío,
Y extrañamiento
para los que hacen iniquidad?
4 ¿No
ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos?
5 Si
anduve con mentira,
Y si mi pie se
apresuró a engaño,
6 Péseme
Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi
integridad.
7 Si
mis pasos se apartaron del camino,
Si mi corazón
se fue tras mis ojos,
Y si algo se
pegó a mis manos,
8 Siembre
yo, y otro coma,
Y sea arrancada mi siembra.
9 Si
fue mi corazón engañado acerca de mujer,
Y si estuve
acechando a la puerta de mi prójimo,
10 Muela
para otro mi mujer,
Y sobre ella
otros se encorven.
11 Porque
es maldad e iniquidad
Que han de
castigar los jueces.
12 Porque
es fuego que devoraría hasta el Abadón,
Y consumiría
toda mi hacienda.
13 Si
hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos
contendían conmigo,
14 ¿Qué
haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él
preguntara, ¿qué le respondería yo?
15 El
que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la
matriz?
16 Si
estorbé el contento de los pobres,
E hice
desfallecer los ojos de la viuda;
17 Si
comí mi bocado solo,
Y no comió de
él el huérfano
18 (Porque
desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
Y desde el
vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19 Si
he visto que pereciera alguno sin vestido,
Y al
menesteroso sin abrigo;
20 Si
no me bendijeron sus lomos,
Y del vellón de
mis ovejas se calentaron;
21 Si
alcé contra el huérfano mi mano,
Aunque viese
que me ayudaran en la puerta;
22 Mi
espalda se caiga de mi hombro,
Y el hueso de
mi brazo sea quebrado.
23 Porque
temí el castigo de Dios,
Contra cuya majestad yo no
tendría poder.
24 Si
puse en el oro mi esperanza,
Y dije al oro:
Mi confianza eres tú;
25 Si
me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,
Y de que mi
mano hallase mucho;
26 Si
he mirado al sol cuando resplandecía,
O a la luna
cuando iba hermosa,
27 Y
mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó
mi mano;
28 Esto
también sería maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios
soberano.
29 Si
me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,
Y me regocijé
cuando le halló el mal
30 (Ni
aun entregué al pecado mi lengua,
Pidiendo maldición
para su alma);
31 Si
mis siervos no decían:
¿Quién no se ha
saciado de su carne?
32 (El
forastero no pasaba fuera la noche;
Mis puertas
abría al caminante);
33 Si
encubrí como hombre mis transgresiones,
Escondiendo en mi
seno mi iniquidad,
34 Porque
tuve temor de la gran multitud,
Y el
menosprecio de las familias me atemorizó,
Y callé, y no
salí de mi puerta;
35 ¡Quién
me diera quien me oyese!
He aquí mi
confianza es que el Omnipotente testificará por mí,
Aunque mi
adversario me forme proceso.
36 Ciertamente
yo lo llevaría sobre mi hombro,
Y me lo ceñiría
como una corona.
37 Yo
le contaría el número de mis pasos,
Y como príncipe me presentaría
ante él.
38 Si
mi tierra clama contra mí,
Y lloran todos
sus surcos;
39 Si
comí su sustancia sin dinero,
O afligí el
alma de sus dueños,
40 En
lugar de trigo me nazcan abrojos,
Y espinos en lugar de cebada.
Aquí terminan las palabras de
Job.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?