16 de Mayo
¡Constante y persistente para Vencer!
Por Riqui Ricón*
Antes de la batalla, los israelitas fueron a Betel y le preguntaron a
Dios: —¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a la gente de
Benjamín? El SEÑOR contestó: —Judá debe ir primero... Pero los guerreros de
Benjamín, que estaban defendiendo la ciudad, salieron y mataron ese día a
veintidós mil israelitas en el campo de batalla. Sin embargo, los israelitas se
animaron unos a otros y otra vez tomaron sus posiciones en el mismo lugar donde
habían luchado el día anterior. Pues habían subido a Betel y habían llorado en
presencia del SEÑOR hasta la noche. Le habían preguntado al SEÑOR: —¿Debemos
salir nuevamente a pelear contra nuestros parientes de Benjamín? Y el SEÑOR
había dicho: —Salgan a pelear contra ellos. Así que, al día siguiente,
volvieron a pelear contra los hombres de Benjamín, pero los hombres de Benjamín
mataron a otros dieciocho mil israelitas, todos ellos expertos en el uso de la
espada… Los israelitas le preguntaron al SEÑOR: —¿Debemos volver a pelear
contra nuestros parientes de Benjamín o debemos detenernos? El SEÑOR dijo:
—¡Vayan! Mañana se los entregaré (Jue 20.18, 21-25, 28 NTV).
Una vez más, la lectura de la
Palabra de Dios para el día de hoy es muy ilustrativa del tipo y forma de vida
que tú estás destinado(a) a vivir.
Vemos aquí al pueblo de Israel
acercándose a consultar a Dios varias veces antes de entrar a batalla. Lo
curioso es que a pesar de haberlo consultado fueron derrotados las dos primeras
veces y perdieron 40 mil hombres.
¿Cómo debes actuar ante el fracaso
y la derrota? ¿Qué enseña la Biblia al respecto? Partiendo de esta lectura, la
Palabra de Dios nos enseña varias cosas importantes para todos aquellos que son
Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
A pesar de la primer y segunda
derrota, ellos se mantuvieron buscando a Dios. Fueron constantes y persistentes
en creer que sólo Dios tenía la respuesta y la victoria para ellos.
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me
hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre
peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a
nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová (Sal 40.1-3).
En el lenguaje de la Biblia, esperar pacientemente
a Jehová, significa esperar la respuesta del Señor constante y
persistentemente. Esto es, no una vez, ni dos, sino constante y persistentemente,
con la certeza y confianza que Él responderá.
Entonces los israelitas subieron a lamentarse delante del Señor hasta la
tarde. Luego consultaron al Señor, diciendo: "¿Tenemos que entablar un
nuevo combate con los hijos de nuestro hermano Benjamín?". Y el Señor
respondió: "Suban a atacarlo". De esta manera, la tropa israelita
recobró el valor y volvió a disponer sus filas para el combate en el mismo
lugar que el primer día (Jue 20.22-23 LPD).
Después de su primer derrota,
ellos no huyeron, ni se fueron lamentándose y auto compadeciéndose por su
fracaso. Tampoco culparon a Dios por su fracaso. Lo que sí hicieron fue ir a la
Presencia de Dios para escuchar Su Palabra.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de
su fuerza (Efe 6.10).
Y, ¿cuál es este poder de la
fuerza de Dios en que debes fortalecerte? ¿Acaso el Poder de la fuerza de Dios
son manifestaciones de fuerza como los huracanes, truenos y relámpagos? ¿No,
más bien, el Poder de la Fuerza de Dios es Su Eterna, Infalible e Inmutable
Palabra?
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía
(He 11.3).
Así que, el Poder de la Fuerza de
Dios es Su Palabra. El Poder donde Dios te instruye para que seas
fortalecido(a) ante cualquier circunstancia, es la Biblia.
La Palabra de Dios es tan real y
poderosa que ella misma produce la fe que necesitas para poder creer.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios
(Ro 10.17).
De esta manera, la fe que tú necesitas
para triunfar el día de hoy viene cuando escuchas con atención el mensaje que
fluye de la Biblia acerca de Jesucristo.
La Palabra de Dios produce fe
y por lo tanto te llena de fortaleza
para encarar cualquier reto, problema, enfermedad o aflicción.
Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado
(Sal 119.42).
No importa si parece que tu vida
haya sido una espiral de continuos fracasos y derrotas, ni que hayas perdido
una, dos o mil batallas; todo eso es aparente, pues ahora, en Cristo Jesús, tú
has sido declarado(a) más que vencedor(a) por la Palabra de Dios.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó (Ro 8.37).
¡Levántate y sacúdete cualquier
tipo de desánimo! Sé constante y persistente en creer pues, al fin y al cabo,
tú eres la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: justo(a), santo(a),
perfecto(a), humilde, servicial, amoroso(a), igual a Cristo Jesús, ni más ni
menos.
Entonces, ¿cómo actuar ante el
fracaso y la derrota? Sólo recuerda que el fracaso y la derrota siempre son
aparentes, pues son parte del sistema de este mundo que se basa no en la fe a
la Palabra de Dios sino en las mentiras y engaños del diablo que terminan por
producir miedo, angustia, ansiedad y temor.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que
estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe
andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor (2
Co 5.6-8).
Pon la Palabra de Dios en tu boca, mente y
corazón, y deshecha las mentiras y acechanzas del diablo. ¡Vive confiado(a)
siempre, porque por fe andas y no por vista! No permitas que la apariencia
terrible y amenazadora de tus problemas te desplace de tu posición de Victoria que
es tu identidad como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que
vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1
Jn 5.4-5).
Mira lo que la Biblia dice:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti! Por ese amor, ¡Ahora eres
Eterno(a)!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos
de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la
mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1
BAD).
¡Por Amor a ti, Dios, el
Todopoderoso, te ha declarado Su propio Hijo(a)! ¡Ahora eres un(a) auténtico y
legítimo Hijo de Dios, igual a Jesucristo y eres Eterno(a)!
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que
por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre
(He 2.14-15).
El fracaso y la derrota siempre
son aparentes. Aunque te suene extraño (si lo meditas a la luz de la Palabra de
Dios no lo será), la muerte de 40 mil hombres no significa nada para Dios, pues
en la vida del Reino, aún la muerte (especialmente ella) también es aparente.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa
de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: —Tu hija ha muerto. ¿Para qué
sigues molestando al Maestro? Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al
jefe de la sinagoga: —No tengas miedo; cree nada más (Mar
5.35-36 NVI).
En este mundo no hay nada tan
definitivo como la muerte. Para los seres humanos la muerte es el fin de toda
esperanza. Pero esto no es así para con los Hijos de Dios. No tengas temor a
nada, sólo tienes que creer, creerle a Dios creyendo Su Palabra.
—¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del
muchacho. —Desde que era muy pequeño —contestó él —. A menudo el espíritu lo
arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos
si puedes. —¿Cómo que “si puedo”? —preguntó Jesús —. Todo es posible si uno
cree (Mar 9.21-23 NTV).
Al que cree, al que le cree a
Dios, ¡Todo le es posible!
Así qué, Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la
vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable
declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas gracias por el
gran Amor con que me amas. Gracias porque
estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con
Cristo Jesús, y no me diste cualquier clase de vida sino la Vida Eterna que
sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede tener. Señor Jesús, muchas gracias por lo que
hiciste por Amor a mí al morir en esa cruz y al resucitar venciendo a la
muerte. Yo, que antes no era nada ni nadie, ahora, gracias a Ti, soy
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios y
puedo proclamar las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su luz
admirable, ¡Cristo Jesús! Yo que en otro tiempo no era más que una creatura,
pero que ahora soy Hijo(a) de Dios; que en otro tiempo no había alcanzado
misericordia, pero ahora he alcanzado misericordia. Gracias, muchas gracias
Señor Jesús. Por lo tanto, me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no
dejarme engañar por palabras y pensamientos de desaliento, fracaso o derrota.
Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu Sangre, Señor Jesús, me has
redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho rey (reina) y sacerdote
(sacerdotisa) para nuestro Dios, y REINARÉ sobre esta tierra. Así que, hoy me
levanto en tu nombre Jesús, a cumplir el propósito y destino Eterno que
compraste para mí en esa cruz. Por lo tanto, hoy declaro que soy sano(a), soy
libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas las cosas. Resisto, con la
Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento y a la depresión; no
recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos los que me han
lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el amor que son mi
herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga la pena vivirse.
¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me pueden detener! En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta
la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 16 Hch 23.23
– 24.9 /
Jue 20 / Sal 45
Hechos
23.23 – 24.9
Pablo es enviado a Félix el gobernador
23Y llamando a
dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche
doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen
hasta Cesarea; 24y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a
Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador. 25Y escribió
una carta en estos términos:
26Claudio Lisias
al excelentísimo gobernador Félix: Salud. 27A este hombre,
aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con
la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano. 28Y queriendo
saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; 29y
hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito
tenía digno de muerte o de prisión. 30Pero al ser avisado de
asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he
enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo
que tengan contra él. Pásalo bien.
31Y los soldados,
tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris. 32Y
al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la
fortaleza. 33Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta
al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él. 34Y el
gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido
que era de Cilicia, 35le dijo: Te oiré cuando vengan tus
acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.
Defensa de Pablo ante Félix
24
1Cinco días
después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un
cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra
Pablo. 2Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle,
diciendo:
Como debido a ti gozamos de
gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia,
3oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con
toda gratitud. 4Pero por no molestarte más largamente, te ruego
que nos oigas brevemente conforme a tu equidad. 5Porque hemos
hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los
judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. 6Intentó
también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a
nuestra ley. 7Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran
violencia le quitó de nuestras manos, 8mandando a sus acusadores
que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas
estas cosas de que le acusamos.
9Los judíos
también confirmaban, diciendo ser así todo.
Jueces
20
La guerra contra Benjamín
20
1Entonces
salieron todos los hijos de Israel, y se reunió la congregación como un solo
hombre, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa.
2Y los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se
hallaron presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres
de a pie que sacaban espada. 3Y los hijos de Benjamín oyeron que
los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decid
cómo fue esta maldad. 4Entonces el varón levita, marido de la
mujer muerta, respondió y dijo: Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi concubina,
para pasar allí la noche. 5Y levantándose contra mí los de Gabaa,
rodearon contra mí la casa por la noche, con idea de matarme, y a mi concubina
la humillaron de tal manera que murió. 6Entonces tomando yo mi
concubina, la corté en pedazos, y la envié por todo el territorio de la
posesión de Israel, por cuanto han hecho maldad y crimen en Israel. 7He
aquí todos vosotros sois hijos de Israel; dad aquí vuestro parecer y consejo.
8Entonces todo el
pueblo, como un solo hombre, se levantó, y dijeron: Ninguno de nosotros irá a
su tienda, ni volverá ninguno de nosotros a su casa. 9Mas esto es
ahora lo que haremos a Gabaa: contra ella subiremos por sorteo. 10Tomaremos
diez hombres de cada ciento por todas las tribus de Israel, y ciento de cada
mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres para el pueblo, para que yendo
a Gabaa de Benjamín le hagan conforme a toda la abominación que ha cometido en
Israel. 11Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la
ciudad, ligados como un solo hombre.
12Y las tribus de
Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es
esta que ha sido hecha entre vosotros? 13Entregad, pues, ahora a
aquellos hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos, y quitemos
el mal de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos
los hijos de Israel, 14sino que los de Benjamín se juntaron de las
ciudades en Gabaa, para salir a pelear contra los hijos de Israel. 15Y
fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín de las ciudades,
veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que
fueron por cuenta setecientos hombres escogidos. 16De toda aquella
gente había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos los cuales
tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban. 17Y
fueron contados los varones de Israel, fuera de Benjamín, cuatrocientos mil
hombres que sacaban espada, todos estos hombres de guerra.
18Luego se
levantaron los hijos de Israel, y subieron a la casa de Dios y consultaron a
Dios, diciendo: ¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los
hijos de Benjamín? Y Jehová respondió: Judá será el primero.
19Se levantaron,
pues, los hijos de Israel por la mañana, contra Gabaa. 20Y
salieron los hijos de Israel a combatir contra Benjamín, y los varones de
Israel ordenaron la batalla contra ellos junto a Gabaa. 21Saliendo
entonces de Gabaa los hijos de Benjamín, derribaron por tierra aquel día
veintidós mil hombres de los hijos de Israel. 22Mas reanimándose
el pueblo, los varones de Israel volvieron a ordenar la batalla en el mismo
lugar donde la habían ordenado el primer día. 23Porque los hijos
de Israel subieron y lloraron delante de Jehová hasta la noche, y consultaron a
Jehová, diciendo: ¿Volveremos a pelear con los hijos de Benjamín nuestros
hermanos? Y Jehová les respondió: Subid contra ellos.
24Por lo cual se
acercaron los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el segundo día.
25Y aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos,
derribaron por tierra otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos
los cuales sacaban espada. 26Entonces subieron todos los hijos de
Israel, y todo el pueblo, y vinieron a la casa de Dios; y lloraron, y se
sentaron allí en presencia de Jehová, y ayunaron aquel día hasta la noche; y
ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. 27Y
los hijos de Israel preguntaron a Jehová (pues el arca del pacto de Dios estaba
allí en aquellos días, 28y Finees hijo de Eleazar, hijo de Aarón,
ministraba delante de ella en aquellos días), y dijeron: ¿Volveremos aún a
salir contra los hijos de Benjamín nuestros hermanos, para pelear, o
desistiremos? Y Jehová dijo: Subid, porque mañana yo os los entregaré.
29Y puso Israel
emboscadas alrededor de Gabaa. 30Subiendo entonces los hijos de
Israel contra los hijos de Benjamín el tercer día, ordenaron la batalla delante
de Gabaa, como las otras veces. 31Y salieron los hijos de Benjamín
al encuentro del pueblo, alejándose de la ciudad; y comenzaron a herir a
algunos del pueblo, matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los
cuales sube a Bet-el, y el otro a Gabaa en el campo; y mataron unos treinta
hombres de Israel. 32Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son
delante de nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos, y
los alejaremos de la ciudad hasta los caminos. 33Entonces se
levantaron todos los de Israel de su lugar, y se pusieron en orden de batalla
en Baal-tamar; y también las emboscadas de Israel salieron de su lugar, de la
pradera de Gabaa. 34Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres
escogidos de todo Israel, y la batalla arreciaba; mas ellos no sabían que ya el
desastre se acercaba a ellos. 35Y derrotó Jehová a Benjamín
delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil
cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.
36Y vieron los
hijos de Benjamín que eran derrotados; y los hijos de Israel cedieron campo a
Benjamín, porque estaban confiados en las emboscadas que habían puesto detrás
de Gabaa. 37Y los hombres de las emboscadas acometieron
prontamente a Gabaa, y avanzaron e hirieron a filo de espada a toda la ciudad.
38Y era la señal concertada entre los hombres de Israel y las
emboscadas, que hiciesen subir una gran humareda de la ciudad. 39Luego,
pues, que los de Israel retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron
a herir y matar a la gente de Israel como treinta hombres, y ya decían:
Ciertamente ellos han caído delante de nosotros, como en la primera batalla.
40Mas cuando la columna de humo comenzó a subir de la ciudad, los de
Benjamín miraron hacia atrás; y he aquí que el humo de la ciudad subía al
cielo. 41Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de
Benjamín se llenaron de temor, porque vieron que el desastre había venido sobre
ellos. 42Volvieron, por tanto, la espalda delante de Israel hacia
el camino del desierto; pero la batalla los alcanzó, y los que salían de las
ciudades los destruían en medio de ellos. 43Así cercaron a los de
Benjamín, y los acosaron y hollaron desde Menúha hasta enfrente de Gabaa hacia
donde nace el sol. 44Y cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres,
todos ellos hombres de guerra. 45Volviéndose luego, huyeron hacia
el desierto, a la peña de Rimón, y de ellos fueron abatidos cinco mil hombres
en los caminos; y fueron persiguiéndolos aun hasta Gidom, y mataron de ellos a
dos mil hombres. 46Fueron todos los que de Benjamín murieron aquel
día, veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de
guerra. 47Pero se volvieron y huyeron al desierto a la peña de
Rimón seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimón cuatro
meses. 48Y los hombres de Israel volvieron sobre los hijos de
Benjamín, y los hirieron a filo de espada, así a los hombres de cada ciudad
como a las bestias y todo lo que fue hallado; asimismo pusieron fuego a todas
las ciudades que hallaban.
Salmos 45
Cántico de las bodas del rey
Al músico principal; sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción
de amores.
1 Rebosa mi corazón palabra buena;
Dirijo al
rey mi canto;
Mi lengua es pluma de
escribiente muy ligero.
2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres;
La gracia se
derramó en tus labios;
Por tanto,
Dios te ha bendecido para siempre.
3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu
majestad.
4 En tu gloria sé prosperado;
Cabalga
sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra
te enseñará cosas terribles.
5 Tus saetas agudas,
Con que
caerán pueblos debajo de ti,
Penetrarán en el corazón de
los enemigos del rey.
6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de
justicia es el cetro de tu reino.
7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto,
te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de
alegría más que a tus compañeros.
8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos;
Desde
palacios de marfil te recrean.
9 Hijas de reyes están entre tus ilustres;
Está la reina a tu diestra con
oro de Ofir.
10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu
pueblo, y la casa de tu padre;
11 Y deseará el rey tu hermosura;
E inclínate
a él, porque él es tu señor.
12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes;
Implorarán tu favor los ricos
del pueblo.
13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada;
De brocado
de oro es su vestido.
14 Con vestidos bordados será llevada al rey;
Vírgenes
irán en pos de ella,
Compañeras
suyas serán traídas a ti.
15 Serán traídas con alegría y gozo;
Entrarán en el palacio del
rey.
16 En lugar de tus padres serán tus hijos,
A quienes
harás príncipes en toda la tierra.
17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,
Por lo cual
te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?