21 de Mayo
¡Creyendo Su Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová (1
S 2.12).
Es interesante notar lo que la
Escritura aquí nos enseña: Ofni y Finees eran hijos del sumo sacerdote Elí y no
conocían a Dios. Puedes ser descendiente de Abraham, israelita, hijo(a) del
sumo sacerdote, ministrar en el templo siendo reconocido(a) por la gente y con
todo, no conocer al Señor.
A pesar de ser hijos del sumo sacerdote,
Ofni y Finees eran hombres impíos que vivían y actuaban impíamente. ¿Por qué
Elí no pudo enseñar, corregir y dirigir correctamente la vida de sus hijos? La
respuesta a esta pregunta es simple y asombrosa:
El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de
Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia (1
S 3.1).
¡Israel había hecho a un lado la
Palabra de Dios!
¡Es tan simple! ¡Lo hemos sabido
todo el tiempo! ¡Lo hemos enseñado y predicado continuamente! ¡La Biblia es la
Palabra de Dios! ¡La Biblia es la Verdad y contiene toda la sabiduría y el
poder para realizar una vida plena y abundante!
Es asombroso notar como desde los
tiempos de Samuel hasta hoy en día, aquellos a quienes se les ha revelado el
Amor y la fidelidad de Dios son constantemente movidos y desplazados de Su
Palabra. Parece que realmente no le es difícil al adversario utilizar las
circunstancias y los apetitos de la carne para que el pueblo escogido relegue a
segundo o tercer término la Palabra de Dios.
¡Cómo consigue tu adversario tan
fáciles victorias?
Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que
cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la
persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Estos son los que
fueron sembrados entre espinos: los que oyen
la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las
codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa (Mar
4.16-19).
Jesús le dijo a sus discípulos: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues,
entenderéis todas las parábolas? (Mar 4.13). Esto significa que
aquel (aquella) que comprende la parábola del sembrador puede comprender todas
las parábolas. Como puedes ver, una de las enseñanzas que debes comprender de
la parábola del sembrador es que la estrategia principal que tu adversario, el
diablo, utiliza en la guerra que tiene declarada contra ti es intentar anular
la Palabra de Dios en tu vida.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn
10.10).
Satanás siempre tratará de robar,
matar y destruir tu fe en la Palabra de Dios. Él utilizará la enfermedad, la
angustia, el temor y todos los recursos que tiene a su disposición, como el
pecado, para sembrar duda en tu corazón.
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6.63).
La Buena Noticia es que el diablo
nada tiene en ti y Jesús ha venido para que tú tengas Vida y la tengas en
abundancia por medio de Su Palabra.
Hijo mío, está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son
vida a los que las hallan, Y medicina a
todo su cuerpo (Pro 4.20-22).
La Buena Noticia es que la Palabra
de Dios es y siempre será Vida para quienes la reciben y medicina a todo su
cuerpo.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos
(Efe 4.22).
El demonio intentará una y otra vez
que tú seas controlado(a) continuamente por emociones y sentimientos que
cambian constantemente y que fluyen según sea la realidad o circunstancia a la
que te enfrentes.
Amado(a), si te das cuenta, Dios,
tú Padre, te ha dado el arma para derrotar a Satanás y todas sus asechanzas en
contra tuya: ¡Haz de la Biblia, la Palabra de Dios, la norma y pauta primordial
de tu existencia!
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino
(Sal 119.105).
Quien no vive a la luz de la
Palabra de Dios no vive plenamente, pues transita por este mundo bajo los
términos fluctuantes de sus propias emociones.
Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al Altísimo; E invócame en
el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás
(Sal 50.14-15).
Honrar a Dios no es otra
cosa que reconocer que Él es honorable. Honrar a Dios es creerle a Él, creerle
a Su Palabra, pues el honor de una persona se manifiesta en el hecho de ser
digno de confianza.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He
11.6-7).
Nunca podrás agradar a Dios si no honras Su
Palabra, pues la FE no es otra cosa más que creerle a Dios, creyendo Su
Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn
3.16-18).
Honra a Dios, honrando Su Palabra,
recordando siempre que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo,
para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Dios jamás ha deseado
traer condenación a tu vida sino plenitud, pues plenitud de vida es lo que
significa ser salvo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Honra a Dios, honrando Su Palabra,
creyendo que, sin lugar a dudas, Él te ama tanto que ahora, gracias a Jesús, Dios
te ha llamado Su Hijo(a), y esto, precisamente, es lo que ahora eres: un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P
1.23).
Ahora eres Nueva creatura, las
cosas viejas pasaron y todas han sido hechas nuevas. ¡Has Nacido de Nuevo! Tu
Nuevo Nacimiento no se originó de una simiente corruptible como el amor y la
intimidad entre dos seres humanos, sino de una simiente incorruptible e
infalible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su
mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,
aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré
en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por
pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su
hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más
pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado (Jer 31.31-34).
Tú no eres como Ofni y Finees. Tú
si conoces a Dios pues Su Palabra vive dentro de ti por la Sangre de Jesús, por
la Sangre del Nuevo Pacto.
¡Dios lo prometió y lo cumplió el
día que aceptaste a Jesús como tú Señor y Salvador!
Por esto, tu vida cambió. Por
esto, ahora eres una nueva especie de ser que no existía antes, un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Por Su Palabra de Honor!
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien
(Jos 1.8).
La Biblia, la Palabra de Dios, es la garantía
escrita que Dios ya te ha dado, por medio de Jesucristo y Su Palabra; es el
Poder y la habilidad que ahora tienes para hacer prosperar tu camino y que todo
te salga bien.
¿Qué pues dirás a todo esto? Si Dios es
contigo…
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ahora
comprendo cuán importante es para Ti que yo honre Tu Palabra. De toda duda y de
haberme alejado de Tu Palabra, la Biblia, me arrepiento y te pido perdón. Dios,
entre más leo y medito Tu Palabra, me asombro más y más de Tu Grande y Eterno
Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y resurrección lo
que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús!
¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién eres, Dios
Verdadero, hiciste de mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. ¡Lo creo y
lo recibo! Por tanto, estoy seguro(a) que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar de Tu amor, mi Dios y Padre, que es en Cristo
Jesús mi Señor. Así que, declaro que estoy habilitado(a) por la
Palabra de Dios con la Vida Eterna para reinar sobre la tierra. Voy a
establecer Tu Reino poniendo Tu Palabra, Señor, en mi mente, boca y corazón. Yo
soy la persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la Biblia. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en
Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante.
Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora
tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi
prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias
por mi Victoria sobre la muerte! ¡Soy libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡La Palabra de Dios me ha hecho
así! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 21 Hch 27. 1-12
/
1 S 2.12-36 / Sal 50
Hechos
27. 1-12
Pablo es enviado a Roma
27
1Cuando se decidió que habíamos de
navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión
llamado Julio, de la compañía Augusta. 2Y embarcándonos en una
nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con
nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. 3Al otro día llegamos
a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los
amigos, para ser atendido por ellos. 4Y haciéndonos a la vela
desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran
contrarios. 5Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y
Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 6Y hallando allí el
centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella.
7Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a
Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a
Salmón. 8Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que
llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.
9Y habiendo pasado mucho tiempo, y
siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les
amonestaba, 10diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser
con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino
también de nuestras personas. 11Pero el centurión daba más crédito
al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. 12Y
siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de
allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y
sudeste, e invernar allí.
1
Samuel 2.12-36
El pecado de los hijos de Elí
12Los hijos de Elí eran hombres
impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. 13Y era costumbre de
los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el
criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio
de tres dientes, 14y lo metía en el perol, en la olla, en el
caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba
para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 15Asimismo,
antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que
sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne
cocida, sino cruda. 16Y si el hombre le respondía: Quemen la
grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino
dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 17Era,
pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres
menospreciaban las ofrendas de Jehová.
18Y el joven Samuel ministraba en
la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. 19Y le hacía
su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido
para ofrecer el sacrificio acostumbrado. 20Y Elí bendijo a Elcana
y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió
a Jehová. Y se volvieron a su casa.
21Y visitó Jehová a Ana, y ella
concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante
de Jehová.
22Pero Elí era muy viejo; y oía de
todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres
que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 23Y les dijo:
¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros
malos procederes. 24No, hijos míos, porque no es buena fama la que
yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. 25Si pecare el
hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra
Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque
Jehová había resuelto hacerlos morir.
26Y el joven Samuel iba creciendo,
y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.
27Y vino un varón de Dios a Elí, y
le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu
padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 28Y yo le
escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese
sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí;
y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.
29¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé
ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos
de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 30Por
tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de
tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca
yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian
serán tenidos en poco. 31He aquí, vienen días en que cortaré tu
brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu
casa. 32Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a
Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. 33El varón de
los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu
alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril.
34Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y
Finees: ambos morirán en un día. 35Y yo me suscitaré un sacerdote
fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme,
y andará delante de mi ungido todos los días. 36Y el que hubiere
quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y
un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los
ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.
Salmos 50
Dios juzgará al mundo
Salmo de Asaf.
1 El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra,
Desde el
nacimiento del sol hasta donde se pone.
2 De Sion, perfección de hermosura,
Dios ha resplandecido.
3 Vendrá nuestro Dios, y no callará;
Fuego
consumirá delante de él,
Y tempestad
poderosa le rodeará.
4 Convocará a los cielos de arriba,
Y a la
tierra, para juzgar a su pueblo.
5 Juntadme mis santos,
Los que
hicieron conmigo pacto con sacrificio.
6 Y los cielos declararán su justicia,
Porque Dios
es el juez.
Selah
7 Oye, pueblo mío, y hablaré;
Escucha,
Israel, y testificaré contra ti:
Yo soy Dios,
el Dios tuyo.
8 No te reprenderé por tus sacrificios,
Ni por tus
holocaustos, que están continuamente delante de mí.
9 No tomaré de tu casa becerros,
Ni machos
cabríos de tus apriscos.
10 Porque mía es toda bestia del bosque,
Y los
millares de animales en los collados.
11 Conozco a todas las aves de los montes,
Y todo lo que se mueve en los
campos me pertenece.
12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;
Porque mío
es el mundo y su plenitud.
13 ¿He de comer yo carne de toros,
O de beber
sangre de machos cabríos?
14 Sacrifica a Dios alabanza,
Y paga tus
votos al Altísimo;
15 E invócame en el día de la angustia;
Te libraré,
y tú me honrarás.
16 Pero al malo dijo Dios:
¿Qué tienes
tú que hablar de mis leyes,
Y que tomar
mi pacto en tu boca?
17 Pues tú aborreces la corrección,
Y echas a tu
espalda mis palabras.
18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,
Y con los adúlteros era tu
parte.
19 Tu boca metías en mal,
Y tu lengua
componía engaño.
20 Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano;
Contra el
hijo de tu madre ponías infamia.
21 Estas cosas hiciste, y yo he callado;
Pensabas que
de cierto sería yo como tú;
Pero te reprenderé, y las pondré
delante de tus ojos.
22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,
No sea que
os despedace, y no haya quien os libre.
23 El que sacrifica alabanza me honrará;
Y al que
ordenare su camino,
Le mostraré
la salvación de Dios.
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