¡Cómo entrar a la Presencia de Dios!
¡Con plena confianza!
Por Riqui Ricón*
Así que, hermanos, teniendo
libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que
él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote
sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados
los cuerpos con agua pura. (He 10.19-22).
Amado(a), la Biblia, que es la
palabra de Dios, que no miente, es sencilla, y hermosamente clara, respecto a
la libertad que tienes para vivir en comunión con Dios. El Lugar Santísimo es
el lugar de la mismísima Presencia de Dios y tú tienes plena libertad para
entrar y salir confiadamente de delante de Él. Esto es posible no por tus
méritos sino por el camino NUEVO y vivo que Jesucristo abrió para ti por medio
de Su Cuerpo y de su Sangre.
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Eres libre para estar con Él y
conversar de cualquier cosa. Sin embargo, si le das prioridad a Su Palabra, la
Biblia, en tu conversación (oración), tendrás la garantía, seguridad y
convicción, de que todo te saldrá bien.
¿Cómo puede ser posible esto? Si
lo piensas bien, la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: la Biblia es la
Palabra de Honor de nuestro Dios y Padre, quien es, por cierto, el Todopoderoso
y no hay nada imposible para Él (excepto mentir). Por lo tanto, busca en la
Biblia aquellas promesas que Dios te hace acerca de tus necesidades e
inquietudes, y preséntalas delante de Él. Te aseguro que no existe forma, ni
posibilidad alguna que Dios deje de cumplirte Su Palabra.
Y esta es la confianza que
tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en
cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos
hecho (1 Jn 5.14-15).
De esta manera, cuando al orar
pones la Biblia en tu mente, boca y corazón estarás totalmente de acuerdo con
Él y orando de acuerdo a Su voluntad.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él (Jn 3. 16-17).
La Promesa más hermosa, y la que más garantías te
ofrece, es el Amor. Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo
antes que perderte a ti, pues Él no desea condenarte sino darte la Plenitud de
la Vida Eterna.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Una vez que has sido justificado(a), perdonado(a) y
santificado(a) en la Sangre de Jesús, es el Amor lo que te garantiza la entrada
al lugar Santísimo, pues, ahora, como Nueva Creación, Dios mismo te llama Su
Hijo(a).
¿Qué
hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? (Mat 7.9-10).
Siendo que nosotros amamos tanto a nuestros hijos, es
muy ilustrativo que Jesús nos enseñe en Su Palabra que Dios nos ama más de lo que
nosotros podemos amar a nuestros hijos.
Es por todo esto que el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús es un mejor Pacto, establecido
sobre mejores promesas (He 8.6). El camino nuevo y vivo que Jesús nos abrió
a través del velo es exclusivamente para aquellos que pueden tener una relación
íntima con Dios de Padre a Hijo y de Hijo a Padre.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! (Rom 8.15).
Y puedes estar seguro que el Espíritu Santo
prometido en este Nuevo Pacto es el sello, las arras, la garantía de ésta tú
herencia, en Cristo Jesús.
Mantengamos firme, sin
fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).
Así que, sin importar cuan fuerte te estén hablando
tus problemas, la enfermedad o cualquier otra circunstancia en tu vida, mantente
firme y sin fluctuar, confesando y declarando todas y cada una de las promesas
que Dios, tu Padre amoroso, te ha dado en la Biblia; pues Él no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).
Es con la Biblia, la Palabra de
Dios, y no con algún libro recomendado, ni alguna conferencia, ni consejo u
opinión de cualquier otra persona, con lo que vendrás al conocimiento de la Verdad
para ser completamente libre y gozar de esa Vida Plena y Abundante, que ya ha
sido comprada para ti.
Oye, hijo mío, y recibe mis
razones, Y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría
te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se
estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes;
Guárdalo, porque eso es tu vida (Pro 4.10-13).
Así que, lee la Biblia de mañana,
tarde y noche. Medita en Su consejo, poniendo Sus Palabras en tu boca, mente y
corazón porque son vida para quienes la buscan y son medicina
a todo tu cuerpo (Pro 4.22).
Es la Biblia, la palabra de Dios,
quien te da la libertad para acercarte a Dios, tu Padre, confiadamente, con un
corazón sincero, en plena certeza de fe en que Él es fiel para cumplir lo que
prometió.
¡Tu Padre es Dios y Él tiene
Palabra de Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es poder acercarme a Ti, en este día, con plena certeza de fe.
Convencido(a) estoy de Tu gran Amor con que me has amado. Por eso puedo
declarar, con toda seguridad, que mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en
mí, y conmigo, que cualquier enfermedad, problema o situación adversa. Porque
lo dices en Tu Palabra, ahora sé que en todas las cosas soy más que
vencedor(a), por medio de Tu Amor, pues TODO lo puedo en Cristo que me
fortalece. Señor Jesús, Tú eres mi pastor; nada me
faltará. En lugares de delicados pastos me haces descansar; Junto a aguas de
reposo me pastoreas. Confortas mi alma, Señor; me guías
por sendas de justicia por amor de Tu nombre. Yo sé que aunque ande en valle de
sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; Tu vara y tu
cayado me infunden aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis
angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en el lugar
Santísimo, el lugar de tu Presencia, moraré por largos días. En el nombre de
Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
14 Heb 10.19-39
/ Ex 11-12 /
Pro 4
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
14 Heb 10.19-39
/ Ex 11-12 /
Pro 4
Hebreos
10.19-39
19Así
que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo, 20por el camino nuevo y vivo que él nos
abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21y teniendo un
gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazonesf
de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.g 23Mantengamos
firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que
prometió. 24Y considerémonos unos a otros para estimularnos al
amor y a las buenas obras; 25no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca.
Advertencia al que peca deliberadamente
26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber
recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los
pecados, 27sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de
fuego que ha de devorar a los adversarios.h 28El
que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere
irremisiblemente.i 29¿Cuánto mayor castigo pensáis
que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre
del pactoj
en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30Pues
conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor.k
Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.l 31¡Horrenda
cosa es caer en manos del Dios vivo!
32Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales,
después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos;
33por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis
hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban
en una situación semejante. 34Porque de los presos también os
compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo
que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. 35No
perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36porque
os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa.
37 Porque aún
un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
38 Mas el
justo vivirá por fe;
Y si retrocediere, no agradará a mi alma.m
39Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen
fe para preservación del alma.[1]
Exodo
11-12
Anunciada la muerte de los primogénitos
11
1Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y
sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os
echará de aquí del todo. 2Habla ahora al pueblo, y que cada uno
pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3Y
Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era
tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de
Faraón, y a los ojos del pueblo. 4Dijo, pues, Moisés: Jehová ha
dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5y
morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que
se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el
molino, y todo primogénito de las bestias. 6Y habrá gran clamor
por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7Pero
contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro
moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios
y los israelitas. 8Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e
inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de
ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de
Faraón. 9Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis
maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto.
10Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante
de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los
hijos de Israel fuera de su país.
La Pascua
12
1Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto,
diciendo: 2Este mes os será principio de los meses; para vosotros
será éste el primero en los meses del año. 3Hablad a toda la
congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un
cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4Mas
si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él
y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas;
conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5El
animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las
cabras. 6Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo
inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
7Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel
de las casas en que lo han de comer. 8Y aquella noche comerán la
carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
9Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al
fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 10Ninguna cosa
dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis
en el fuego. 11Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro
calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis
apresuradamente; es la Pascuaa de Jehová. 12Pues
yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en
la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios
en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13Y la sangre os será
por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de
vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de
Egipto.
14Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como
fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo
lo celebraréis. 15Siete días comeréis panes sin levadura; y así el
primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que
comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.
16El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día
tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto
solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. 17Y
guardaréis la fiesta de los panes sin levadura,b porque en
este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto,
guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua.
18En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día
catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. 19Por
siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que
comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la
congregación de Israel. 20Ninguna cosa leudada comeréis; en todas
vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.
21Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les
dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua.
22Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un
lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el
lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.
23Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre
en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará
entrar al heridor en vuestras casas para herir.c 24Guardaréis
esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. 25Y
cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este
rito. 26Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito
vuestro?, 27vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de
Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto,
cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se
inclinó y adoró. 28Y los hijos de Israel fueron e hicieron
puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.
Muerte de los primogénitos
29Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo
primogénitod en la tierra de Egipto, desde el primogénito
de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que
estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. 30Y se
levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y
hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un
muerto. 31E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo:
Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a
Jehová, como habéis dicho. 32Tomad también vuestras ovejas y
vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.
33Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a
echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34Y
llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus
sábanas sobre sus hombros. 35E hicieron los hijos de Israel
conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y
de oro, y vestidos. 36Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los
egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.e
Los israelitas salen de Egipto
37Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38También
subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo
ganado. 39Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían
sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios,
no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.
40El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue
cuatrocientos treinta años.f 41Y pasados los
cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová
salieron de la tierra de Egipto. 42Es noche de guardar para
Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben
guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones.
43Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de
la pascua; ningún extraño comerá de ella. 44Mas todo siervo humano
comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado.
45El extranjero y el jornalero no comerán de ella. 46Se
comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis
hueso suyo.g 47Toda la congregación de Israel
lo hará. 48Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere
celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la
celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá
de ella. 49La misma ley será para el natural, y para el extranjero
que habitare entre vosotros.
50Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó
Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51Y en aquel mismo día
sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos.[2]
Proverbios 4
Beneficios de la sabiduría
4
1 Oíd, hijos,
la enseñanza de un padre,
Y estad atentos, para que
conozcáis cordura.
2 Porque os
doy buena enseñanza;
No desamparéis mi ley.
3 Porque yo
también fui hijo de mi padre,
Delicado y único delante de mi
madre.
4 Y él me
enseñaba, y me decía:
Retenga tu corazón mis
razones,
Guarda mis mandamientos, y
vivirás.
5 Adquiere
sabiduría, adquiere inteligencia;
No te olvides ni te apartes de
las razones de mi boca;
6 No la
dejes, y ella te guardará;
Amala, y te conservará.
7 Sabiduría
ante todo; adquiere sabiduría;
Y sobre todas tus posesiones
adquiere inteligencia.
8 Engrandécela,
y ella te engrandecerá;
Ella te honrará, cuando tú la
hayas abrazado.
9 Adorno de
gracia dará a tu cabeza;
Corona de hermosura te
entregará.
10 Oye, hijo
mío, y recibe mis razones,
Y se te multiplicarán años de
vida.
11 Por el
camino de la sabiduría te he encaminado,
Y por veredas derechas te he
hecho andar.
12 Cuando anduvieres,
no se estrecharán tus pasos,
Y si corrieres, no tropezarás.
13 Retén el
consejo, no lo dejes;
Guárdalo, porque eso es tu
vida.
14 No entres
por la vereda de los impíos,
Ni vayas por el camino de los
malos.
15 Déjala, no
pases por ella;
Apártate de ella, pasa.
16 Porque no
duermen ellos si no han hecho mal,
Y pierden el sueño si no han
hecho caer a alguno.
17 Porque
comen pan de maldad, y beben vino de robos;
18 Mas la
senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta que el
día es perfecto.
19 El camino
de los impíos es como la oscuridad;
No saben en qué tropiezan.
20 Hijo mío,
está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.
21 No se
aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu
corazón;
22 Porque son
vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
23 Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
24 Aparta de
ti la perversidad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de
los labios.
25 Tus ojos
miren lo recto,
Y diríjanse tus párpados hacia
lo que tienes delante.
26 Examina la
senda de tus pies,a
Y todos tus caminos sean
rectos.
27 No te
desvíes a la derecha ni a la izquierda;
Aparta tu pie del mal.[3]
f f 10.22: Lv. 8.30.
g g 10.22: Lv. 8.6.
h h 10.27: Is. 26.11.
i i 10.28: Dt. 17.6; 19.15.
j j 10.29: Ex. 24.8.
k k 10.30: Dt. 32.35.
l l 10.30: Dt. 32.36.
m m 10.37–38: Hab. 2.3–4.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
10.19-39
a a 12.1–13: Lv. 23.5; Nm. 9.1–5; 28.16; Dt.
16.1–2.
b b 12.14–20: Ex. 23.15; 34.18; Lv. 23.6–8;
Nm. 28.17–25; Dt. 16.3–8.
c c 12.23: He. 11.28.
d d 12.29: Ex. 4.22–23.
e e 12.35–36: Ex. 3.21–22.
f
f 12.40: Gn. 15.13; Gá. 3.17.
g
g 12.46: Nm. 9.12; Sal. 34.20;
Jn. 19.36.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
10.29-12.51
a a 4.26: He. 12.13.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
3.35-4.27
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
14 Heb 10.19-39
/ Ex 11-12 /
Pro 4
Hebreos
10.19-39
19Así
que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo, 20por el camino nuevo y vivo que él nos
abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21y teniendo un
gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazonesf
de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.g 23Mantengamos
firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que
prometió. 24Y considerémonos unos a otros para estimularnos al
amor y a las buenas obras; 25no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca.
Advertencia al que peca deliberadamente
26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber
recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los
pecados, 27sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de
fuego que ha de devorar a los adversarios.h 28El
que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere
irremisiblemente.i 29¿Cuánto mayor castigo pensáis
que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre
del pactoj
en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30Pues
conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor.k
Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.l 31¡Horrenda
cosa es caer en manos del Dios vivo!
32Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales,
después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos;
33por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis
hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban
en una situación semejante. 34Porque de los presos también os
compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo
que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. 35No
perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36porque
os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa.
37 Porque aún
un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
38 Mas el
justo vivirá por fe;
Y si retrocediere, no agradará a mi alma.m
39Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen
fe para preservación del alma.[1]
Exodo
11-12
Anunciada la muerte de los primogénitos
11
1Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y
sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os
echará de aquí del todo. 2Habla ahora al pueblo, y que cada uno
pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3Y
Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era
tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de
Faraón, y a los ojos del pueblo. 4Dijo, pues, Moisés: Jehová ha
dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5y
morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que
se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el
molino, y todo primogénito de las bestias. 6Y habrá gran clamor
por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7Pero
contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro
moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios
y los israelitas. 8Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e
inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de
ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de
Faraón. 9Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis
maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto.
10Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante
de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los
hijos de Israel fuera de su país.
La Pascua
12
1Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto,
diciendo: 2Este mes os será principio de los meses; para vosotros
será éste el primero en los meses del año. 3Hablad a toda la
congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un
cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4Mas
si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él
y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas;
conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5El
animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las
cabras. 6Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo
inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
7Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel
de las casas en que lo han de comer. 8Y aquella noche comerán la
carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
9Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al
fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 10Ninguna cosa
dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis
en el fuego. 11Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro
calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis
apresuradamente; es la Pascuaa de Jehová. 12Pues
yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en
la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios
en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13Y la sangre os será
por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de
vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de
Egipto.
14Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como
fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo
lo celebraréis. 15Siete días comeréis panes sin levadura; y así el
primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que
comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.
16El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día
tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto
solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. 17Y
guardaréis la fiesta de los panes sin levadura,b porque en
este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto,
guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua.
18En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día
catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. 19Por
siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que
comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la
congregación de Israel. 20Ninguna cosa leudada comeréis; en todas
vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.
21Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les
dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua.
22Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un
lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el
lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.
23Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre
en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará
entrar al heridor en vuestras casas para herir.c 24Guardaréis
esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. 25Y
cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este
rito. 26Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito
vuestro?, 27vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de
Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto,
cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se
inclinó y adoró. 28Y los hijos de Israel fueron e hicieron
puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.
Muerte de los primogénitos
29Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo
primogénitod en la tierra de Egipto, desde el primogénito
de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que
estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. 30Y se
levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y
hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un
muerto. 31E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo:
Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a
Jehová, como habéis dicho. 32Tomad también vuestras ovejas y
vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.
33Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a
echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34Y
llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus
sábanas sobre sus hombros. 35E hicieron los hijos de Israel
conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y
de oro, y vestidos. 36Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los
egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.e
Los israelitas salen de Egipto
37Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38También
subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo
ganado. 39Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían
sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios,
no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.
40El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue
cuatrocientos treinta años.f 41Y pasados los
cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová
salieron de la tierra de Egipto. 42Es noche de guardar para
Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben
guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones.
43Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de
la pascua; ningún extraño comerá de ella. 44Mas todo siervo humano
comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado.
45El extranjero y el jornalero no comerán de ella. 46Se
comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis
hueso suyo.g 47Toda la congregación de Israel
lo hará. 48Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere
celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la
celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá
de ella. 49La misma ley será para el natural, y para el extranjero
que habitare entre vosotros.
50Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó
Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51Y en aquel mismo día
sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos.[2]
Proverbios 4
Beneficios de la sabiduría
4
1 Oíd, hijos,
la enseñanza de un padre,
Y estad atentos, para que
conozcáis cordura.
2 Porque os
doy buena enseñanza;
No desamparéis mi ley.
3 Porque yo
también fui hijo de mi padre,
Delicado y único delante de mi
madre.
4 Y él me
enseñaba, y me decía:
Retenga tu corazón mis
razones,
Guarda mis mandamientos, y
vivirás.
5 Adquiere
sabiduría, adquiere inteligencia;
No te olvides ni te apartes de
las razones de mi boca;
6 No la
dejes, y ella te guardará;
Amala, y te conservará.
7 Sabiduría
ante todo; adquiere sabiduría;
Y sobre todas tus posesiones
adquiere inteligencia.
8 Engrandécela,
y ella te engrandecerá;
Ella te honrará, cuando tú la
hayas abrazado.
9 Adorno de
gracia dará a tu cabeza;
Corona de hermosura te
entregará.
10 Oye, hijo
mío, y recibe mis razones,
Y se te multiplicarán años de
vida.
11 Por el
camino de la sabiduría te he encaminado,
Y por veredas derechas te he
hecho andar.
12 Cuando anduvieres,
no se estrecharán tus pasos,
Y si corrieres, no tropezarás.
13 Retén el
consejo, no lo dejes;
Guárdalo, porque eso es tu
vida.
14 No entres
por la vereda de los impíos,
Ni vayas por el camino de los
malos.
15 Déjala, no
pases por ella;
Apártate de ella, pasa.
16 Porque no
duermen ellos si no han hecho mal,
Y pierden el sueño si no han
hecho caer a alguno.
17 Porque
comen pan de maldad, y beben vino de robos;
18 Mas la
senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta que el
día es perfecto.
19 El camino
de los impíos es como la oscuridad;
No saben en qué tropiezan.
20 Hijo mío,
está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.
21 No se
aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu
corazón;
22 Porque son
vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
23 Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
24 Aparta de
ti la perversidad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de
los labios.
25 Tus ojos
miren lo recto,
Y diríjanse tus párpados hacia
lo que tienes delante.
26 Examina la
senda de tus pies,a
Y todos tus caminos sean
rectos.
27 No te
desvíes a la derecha ni a la izquierda;
Aparta tu pie del mal.[3]
f f 10.22: Lv. 8.30.
g g 10.22: Lv. 8.6.
h h 10.27: Is. 26.11.
i i 10.28: Dt. 17.6; 19.15.
j j 10.29: Ex. 24.8.
k k 10.30: Dt. 32.35.
l l 10.30: Dt. 32.36.
m m 10.37–38: Hab. 2.3–4.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
10.19-39
a a 12.1–13: Lv. 23.5; Nm. 9.1–5; 28.16; Dt.
16.1–2.
b b 12.14–20: Ex. 23.15; 34.18; Lv. 23.6–8;
Nm. 28.17–25; Dt. 16.3–8.
c c 12.23: He. 11.28.
d d 12.29: Ex. 4.22–23.
e e 12.35–36: Ex. 3.21–22.
f
f 12.40: Gn. 15.13; Gá. 3.17.
g
g 12.46: Nm. 9.12; Sal. 34.20;
Jn. 19.36.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
10.29-12.51
a a 4.26: He. 12.13.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
3.35-4.27
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?