¡Cómo lograr que Dios me escuche!
¡Dos condiciones!
Por Riqui Ricón*
Sin
importar cuán sólo(a) y abandonado(a) tú te sientas, ¡Dios siempre te escucha!
“Y le dijo Jehová: Yo he oído tu
oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa
que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella
estarán mis ojos y mi corazón todos los días” (1Re 9:3
RV1960).
Si
Dios se comprometió a hacer esto con un templo construido con piedras, ¿cuánto
más hará Dios por ti, un(a) Hijo(a) Suyo(a)? Sin importar cuán sólo(a) y
abandonado(a) tú te sientas, sábete muy bien que ¡Sus ojos y corazón los tiene
siempre sobre de ti!
Dios
está comprometido a responderte cuando tú lo busques a Él.
“Clama a mí, y yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer 33:3 RV1960).
Además,
Él siempre te responde, sólo tienes que pedir, utilizando con FE, creyéndole a
Dios, creyendo Su Palabra, ¡en el nombre de Jesús!
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”
(Jua_14:13-14 RV1960).
Si
yo algún día pienso o me descubro diciendo que Dios no me está escuchando, entonces
quiere decir que de alguna forma fui engañado y estoy creyendo una mentira,
pues Dios siempre me escucha y me responde.
Job
cayó en ese engaño y creyó esa mentira.
“Clamo a ti, y no me oyes; Me presento, y no
me atiendes” (Job_30:20 RV60).
Sin
embargo, por La Gracia y El Amor de Dios, pudo darse cuenta de su error y se
arrepintió ante Dios mismo.
“Respondió Job a Jehová, y dijo: 2 Yo conozco
que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. 3 ¿Quién es
el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no
entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. 4 Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y
tú me enseñarás. 5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. 6 Por
tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:1-6 RV60).
A
este respecto La Palabra de Dios es clara en cuanto a que si le pido a mi
Padre, Él me dará buenas cosas.
“Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. (8)
Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla;
y al que llama, se le
abrirá. (9) ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? (10)
¿O si le pide un pescado, le dará
una serpiente? (11) Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan?“ (Mat_7:7-11 RV60).
Al
estar peleando la buena batalla de la FE, el estar consciente de que Dios
siempre escucha mi oración, me posicionará (Yarésh) en el inicio de la Victoria
sobre mis enemigos.
“El SEÑOR ha escuchado mis ruegos; el SEÑOR
ha tomado en cuenta mi oración.
(10) Todos mis enemigos quedarán
avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!“ (Sal_6:9-10
NVI).
Dios
me responderá. ¡Es un hecho! Y debe ser una certeza tan segura como la que
tengo acerca de que los dedos de mis manos son míos y no de alguien más.
“El SEÑOR ha escuchado mi ruego; el SEÑOR
responderá a mi oración” (Sal 6:9 NTV).
Lo
más maravilloso de ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo es que ¡Puedo
estar seguro(a) de que YA tengo lo que he pedido! Así lo estableció Dios en Su
Palabra, La Biblia.
“Ésta es la confianza que tenemos al
acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. (15) Y
si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que
ya tenemos lo que le hemos pedido” (1Jn_5:14-15 NVI).
Se
muy bien que Dios no hace acepción de personas y mucho menos lo hará con Sus
Hijos(as), entonces, si Dios siempre escucha a Jesucristo, entonces también me
escucha a mí.
“Entonces quitaron la piedra de donde había
sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, gracias te doy por haberme
oído. (42) Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que
está alrededor, para que crean que tú me
has enviado” (Jua_11:41-42 RV60).
Así
es, sin importar cuán sólo(a) y abandonado(a) tú te sientas o lo difícil y
complicado de mi situación, Dios siempre me oye.
“Pues aún no está la palabra en mi
lengua, Y he aquí, oh Jehová,
tú la sabes toda” (Sal_139:4 RV60).
Además,
¡Dios ya sabe lo que voy a pedir!
“Si permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Jua_15:7
NVI).
¿Es
verdad esto? ¿Puedo pedir lo que quiera? Bueno, existen DOS condiciones para
que Dios me de lo que le pido.
1.
Pedir con confianza, pedir con certeza, pedir con FE.
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en
quien confiaré” (Sal_91:2 RV60).
“Pero que pida con fe, sin dudar, porque
quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por
el viento. 7 Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; 8
es indeciso e inconstante en todo lo que hace” (Stg_1:6-8 NVI).
2.
Para pedir con FE hay que Pedir de acuerdo a la Palabra de Dios.
“Y cuando piden, no reciben porque piden con
malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones” (Stg_4:3 NVI).
“Si permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Jua_15:7
NVI).
“Ésta es la confianza que tenemos al
acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. (15) Y
si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que
ya tenemos lo que le hemos pedido” (1Jn_5:14-15 NVI).
Así
que, busca en tu Biblia las promesas que Dios te hace respecto a cualquiera de
tus problemas y comienza a declarar el cumplimiento de esas promesas. Mientras
lo haces, ten por seguro que Dios, tu Padre celestial, cumplirá Su Palabra,
pues todo lo que Él te a dicho lo hará y todo lo que Él te ha hablado lo
ejecutará. ¡Dios no puede mentir!
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor, que estando yo
muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con Cristo. Señor
Jesús, sé que el ladrón sólo viene a hurtar, matar y destruir, pero Tú has
venido a mí para darme Vida, y Vida Abundante. Por lo que hiciste por mí al
morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte, ahora yo tengo Vida
Eterna. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Por lo tanto, puedo
estar seguro(a) de que me escuchas y atiendes mis oraciones; yo también voy a
atender a Tu Palabra y hacer de La Biblia la norma máxima de mi existencia; yo
sí creo a Tu indicación y la voy a leer y meditar de día y de noche para
guardarla en mi corazón y poner en práctica todo lo que en ella está escrito. Voy
a buscar y establecer primeramente Tu reino, Señor, y sé que todas mis
necesidades serán suplidas, pues de acuerdo a Tu Palabra, yo, _________ (tu
nombre aquí), haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto,
creo y declaro que de todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que
vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! Y, por la Palabra de Dios,
soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor
Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi
sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor,
la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me
hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 27 Mat 7 /
Ex 37-38 / Pro 17
San
Mateo 7
El juzgar a los demás
(Lc. 6.37–38, 41–42)
7
1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque
con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís,
os será medido. 3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O
cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en
el ojo tuyo? 5¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y
entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas
delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
La oración, y la regla de oro
(Lc. 11.9–13; 6.31)
7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si
su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado,
le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La puerta estrecha
(Lc. 13.24)
13Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta,
y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; 14porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva
a la vida, y pocos son los que la hallan.
Por sus frutos los conoceréis
(Lc. 6.43–44)
15Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus
frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos? 17Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo
da frutos malos. 18No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el
árbol malo dar frutos buenos. 19Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y echado en el fuego. 20Así que, por sus frutos los conoceréis.
Nunca os conocí
(Lc. 13.25–27)
21No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? 23Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mí, hacedores de maldad.
Los dos cimientos
(Lc. 6.46–49)
24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,
le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25Descendió
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y
no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26Pero cualquiera que
me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que
edificó su casa sobre la arena; 27y descendió lluvia, y vinieron
ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y
fue grande su ruina.
28Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se
admiraba de su doctrina; 29porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los escribas. [1]
Exodo
37-38
Mobiliario del tabernáculo
(Ex. 25.10–40; 27.1–8; 30.1–10)
37
1Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia; su
longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de
codo y medio. 2Y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le
hizo una cornisa de oro en derredor. 3Además fundió para ella cuatro
anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado
dos anillos. 4Hizo también varas de madera de acacia, y las cubrió
de oro. 5Y metió las varas por los anillos a los lados del arca,
para llevar el arca. 6Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su
longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. 7Hizo
también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del
propiciatorio. 8Un querubín a un extremo, y otro querubín al otro
extremo; de una pieza con el propiciatorio hizo los querubines a sus dos
extremos. 9Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo
con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban
hacia el propiciatorio.
10Hizo también la mesa de madera de acacia; su longitud de
dos codos, su anchura de un codo, y de codo y medio su altura; 11y
la cubrió de oro puro, y le hizo una cornisa de oro alrededor. 12Le
hizo también una moldura de un palmo menor de anchura alrededor, e hizo en
derredor de la moldura una cornisa de oro. 13Le hizo asimismo de
fundición cuatro anillos de oro, y los puso a las cuatro esquinas que
correspondían a las cuatro patas de ella. 14Debajo de la moldura
estaban los anillos, por los cuales se metían las varas para llevar la mesa. 15E
hizo las varas de madera de acacia para llevar la mesa, y las cubrió de oro. 16También
hizo los utensilios que habían de estar sobre la mesa, sus platos, sus
cucharas, sus cubiertos y sus tazones con que se había de libar, de oro fino.
17Hizo asimismo el candelero de oro puro, labrado a
martillo; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo
mismo. 18De sus lados salían seis brazos; tres brazos de un lado del
candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero. 19En un
brazo, tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor, y en
otro brazo tres copas en figura de flor de almendro, una manzana y una flor;
así en los seis brazos que salían del candelero. 20Y en la caña del
candelero había cuatro copas en figura de flor de almendro, sus manzanas y sus
flores, 21y una manzana debajo de dos brazos del mismo, y otra
manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los
otros dos brazos del mismo, conforme a los seis brazos que salían de él. 22Sus
manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo,
de oro puro. 23Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus
despabiladeras y sus platillos, de oro puro. 24De un talento de oro
puro lo hizo, con todos sus utensilios.
25Hizo también el altar del incienso, de madera de acacia;
de un codo su longitud, y de otro codo su anchura; era cuadrado, y su altura de
dos codos; y sus cuernos de la misma pieza. 26Y lo cubrió de oro
puro, su cubierta y sus paredes alrededor, y sus cuernos, y le hizo una cornisa
de oro alrededor. 27Le hizo también dos anillos de oro debajo de la
cornisa en las dos esquinas a los dos lados, para meter por ellos las varas con
que había de ser conducido. 28E hizo las varas de madera de acacia,
y las cubrió de oro.
29Hizo asimismo el aceite santo de la unción, y el incienso
puro, aromático, según el arte del perfumador.
38
1Igualmente hizo de madera de acacia el altar del
holocausto; su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos,
cuadrado, y de tres codos de altura. 2E hizo sus cuernos a sus
cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y lo cubrió de bronce.
3Hizo asimismo todos los utensilios del altar; calderos, tenazas,
tazones, garfios y palas; todos sus utensilios los hizo de bronce. 4E
hizo para el altar un enrejado de bronce de obra de rejilla, que puso por
debajo de su cerco hasta la mitad del altar. 5También fundió cuatro
anillos a los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter las varas.
6E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de bronce. 7Y
metió las varas por los anillos a los lados del altar, para llevarlo con ellas;
hueco lo hizo, de tablas.
8También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de
los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
El atrio del tabernáculo
(Ex. 27.9–19)
9Hizo asimismo el atrio; del lado sur, al mediodía, las
cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido. 10Sus
columnas eran veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas
y sus molduras, de plata. 11Y del lado norte cortinas de cien codos;
sus columnas, veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las
columnas y sus molduras, de plata. 12Del lado del occidente,
cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles
de las columnas y sus molduras, de plata. 13Del lado oriental, al
este, cortinas de cincuenta codos; 14a un lado cortinas de quince
codos, sus tres columnas y sus tres basas; 15al otro lado, de uno y
otro lado de la puerta del atrio, cortinas de quince codos, con sus tres
columnas y sus tres basas. 16Todas las cortinas del atrio alrededor
eran de lino torcido. 17Las basas de las columnas eran de bronce;
los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; asimismo las cubiertas
de las cabezas de ellas, de plata; y todas las columnas del atrio tenían
molduras de plata. 18La cortina de la entrada del atrio era de obra
de recamador, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; era de veinte codos de
longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos, lo mismo que las
cortinas del atrio. 19Sus columnas eran cuatro, con sus cuatro basas
de bronce y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas,
y sus molduras, de plata. 20Todas las estacas del tabernáculo y del
atrio alrededor eran de bronce.
Dirección de la obra
21Estas son las cuentas del tabernáculo, del tabernáculo
del testimonio, las que se hicieron por orden de Moisés por obra de los levitas
bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. 22Y Bezaleel
hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que Jehová
mandó a Moisés. 23Y con él estaba Aholiab hijo de Ahisamac, de la
tribu de Dan, artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino
fino.
Metales usados en el santuario
24Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del
santuario, el cual fue oro de la ofrenda, fue veintinueve talentos y
setecientos treinta siclos, según el siclo del santuario. 25Y la
plata de los empadronados de la congregación fue cien talentos y mil
setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario; 26medio
siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a todos los que pasaron por el
censo, de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil
quinientos cincuenta. 27Hubo además cien talentos de plata para
fundir las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas, cien
talentos, a talento por basa. 28Y de los mil setecientos setenta y
cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de
ellas, y las ciñó. 29El bronce ofrendado fue setenta talentos y dos
mil cuatrocientos siclos, 30del cual fueron hechas las basas de la
puerta del tabernáculo de reunión, y el altar de bronce y su enrejado de
bronce, y todos los utensilios del altar, 31las basas del atrio
alrededor, las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del
tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.[2]
Proverbios 17
17
1 Mejor es un bocado seco, y en paz,
Que casa de contiendas llena de provisiones.
2 El siervo prudente se enseñoreará del
hijo que deshonra,
Y con los hermanos compartirá la herencia.
3 El crisol para la plata, y la hornaza
para el oro;
Pero Jehová prueba los corazones.
4 El malo está atento al labio inicuo;
Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
5 El que escarnece al pobre afrenta a
su Hacedor;
Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.
6 Corona de los viejos son los nietos,
Y la honra de los hijos, sus padres.
7 No conviene al necio la
altilocuencia;
¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
8 Piedra preciosa es el soborno para el
que lo practica;
Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.
9 El que cubre la falta busca amistad;
Mas el que la divulga, aparta al amigo.
10 La reprensión aprovecha al entendido,
Más que cien azotes al necio.
11 El rebelde no busca sino el mal,
Y mensajero cruel será enviado contra él.
12 Mejor es encontrarse con una osa a la
cual han robado sus cachorros,
Que con un fatuo en su necedad.
13 El que da mal por bien,
No se apartará el mal de su casa.
14 El que comienza la discordia es como
quien suelta las aguas;
Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.
15 El que justifica al impío, y el que
condena al justo,
Ambos son igualmente abominación a Jehová.
16 ¿De qué sirve el precio en la mano
del necio para comprar sabiduría,
No teniendo entendimiento?
17 En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
18 El hombre falto de entendimiento
presta fianzas,
Y sale por fiador en presencia de su amigo.
19 El que ama la disputa, ama la
transgresión;
Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.
20 El perverso de corazón nunca hallará
el bien,
Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.
21 El que engendra al insensato, para su
tristeza lo engendra;
Y el padre del necio no se alegrará.
22 El corazón alegre constituye buen
remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos.
23 El impío toma soborno del seno
Para pervertir las sendas de la justicia.
24 En el rostro del entendido aparece la
sabiduría;
Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.
25 El hijo necio es pesadumbre de su
padre,
Y amargura a la que lo dio a luz.
26 Ciertamente no es bueno condenar al
justo,
Ni herir a los nobles que hacen lo recto.
27 El que ahorra sus palabras tiene
sabiduría;
De espíritu prudente es el hombre entendido.
28 Aun el necio, cuando calla, es
contado por sabio;
El que cierra sus labios es entendido. [3]
[1] Reina Valera
Revisada (1960). (1998). (Mt 7.1–29). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[2] Reina Valera Revisada
(1960). (1998). (Éx 37.1–38.31). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3] Reina Valera
Revisada (1960). (1998). (Pr 16.33–17.28). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 27 Mat 7 /
Ex 37-38 / Pro 17
San
Mateo 7
El juzgar a los demás
(Lc. 6.37–38, 41–42)
7
1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque
con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís,
os será medido. 3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O
cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en
el ojo tuyo? 5¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y
entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas
delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
La oración, y la regla de oro
(Lc. 11.9–13; 6.31)
7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si
su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado,
le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La puerta estrecha
(Lc. 13.24)
13Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta,
y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; 14porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva
a la vida, y pocos son los que la hallan.
Por sus frutos los conoceréis
(Lc. 6.43–44)
15Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus
frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos? 17Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo
da frutos malos. 18No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el
árbol malo dar frutos buenos. 19Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y echado en el fuego. 20Así que, por sus frutos los conoceréis.
Nunca os conocí
(Lc. 13.25–27)
21No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? 23Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mí, hacedores de maldad.
Los dos cimientos
(Lc. 6.46–49)
24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,
le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25Descendió
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y
no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26Pero cualquiera que
me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que
edificó su casa sobre la arena; 27y descendió lluvia, y vinieron
ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y
fue grande su ruina.
28Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se
admiraba de su doctrina; 29porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los escribas. [1]
Exodo
37-38
Mobiliario del tabernáculo
(Ex. 25.10–40; 27.1–8; 30.1–10)
37
1Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia; su
longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de
codo y medio. 2Y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le
hizo una cornisa de oro en derredor. 3Además fundió para ella cuatro
anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado
dos anillos. 4Hizo también varas de madera de acacia, y las cubrió
de oro. 5Y metió las varas por los anillos a los lados del arca,
para llevar el arca. 6Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su
longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. 7Hizo
también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del
propiciatorio. 8Un querubín a un extremo, y otro querubín al otro
extremo; de una pieza con el propiciatorio hizo los querubines a sus dos
extremos. 9Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo
con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban
hacia el propiciatorio.
10Hizo también la mesa de madera de acacia; su longitud de
dos codos, su anchura de un codo, y de codo y medio su altura; 11y
la cubrió de oro puro, y le hizo una cornisa de oro alrededor. 12Le
hizo también una moldura de un palmo menor de anchura alrededor, e hizo en
derredor de la moldura una cornisa de oro. 13Le hizo asimismo de
fundición cuatro anillos de oro, y los puso a las cuatro esquinas que
correspondían a las cuatro patas de ella. 14Debajo de la moldura
estaban los anillos, por los cuales se metían las varas para llevar la mesa. 15E
hizo las varas de madera de acacia para llevar la mesa, y las cubrió de oro. 16También
hizo los utensilios que habían de estar sobre la mesa, sus platos, sus
cucharas, sus cubiertos y sus tazones con que se había de libar, de oro fino.
17Hizo asimismo el candelero de oro puro, labrado a
martillo; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo
mismo. 18De sus lados salían seis brazos; tres brazos de un lado del
candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero. 19En un
brazo, tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor, y en
otro brazo tres copas en figura de flor de almendro, una manzana y una flor;
así en los seis brazos que salían del candelero. 20Y en la caña del
candelero había cuatro copas en figura de flor de almendro, sus manzanas y sus
flores, 21y una manzana debajo de dos brazos del mismo, y otra
manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los
otros dos brazos del mismo, conforme a los seis brazos que salían de él. 22Sus
manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo,
de oro puro. 23Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus
despabiladeras y sus platillos, de oro puro. 24De un talento de oro
puro lo hizo, con todos sus utensilios.
25Hizo también el altar del incienso, de madera de acacia;
de un codo su longitud, y de otro codo su anchura; era cuadrado, y su altura de
dos codos; y sus cuernos de la misma pieza. 26Y lo cubrió de oro
puro, su cubierta y sus paredes alrededor, y sus cuernos, y le hizo una cornisa
de oro alrededor. 27Le hizo también dos anillos de oro debajo de la
cornisa en las dos esquinas a los dos lados, para meter por ellos las varas con
que había de ser conducido. 28E hizo las varas de madera de acacia,
y las cubrió de oro.
29Hizo asimismo el aceite santo de la unción, y el incienso
puro, aromático, según el arte del perfumador.
38
1Igualmente hizo de madera de acacia el altar del
holocausto; su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos,
cuadrado, y de tres codos de altura. 2E hizo sus cuernos a sus
cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y lo cubrió de bronce.
3Hizo asimismo todos los utensilios del altar; calderos, tenazas,
tazones, garfios y palas; todos sus utensilios los hizo de bronce. 4E
hizo para el altar un enrejado de bronce de obra de rejilla, que puso por
debajo de su cerco hasta la mitad del altar. 5También fundió cuatro
anillos a los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter las varas.
6E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de bronce. 7Y
metió las varas por los anillos a los lados del altar, para llevarlo con ellas;
hueco lo hizo, de tablas.
8También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de
los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
El atrio del tabernáculo
(Ex. 27.9–19)
9Hizo asimismo el atrio; del lado sur, al mediodía, las
cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido. 10Sus
columnas eran veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas
y sus molduras, de plata. 11Y del lado norte cortinas de cien codos;
sus columnas, veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las
columnas y sus molduras, de plata. 12Del lado del occidente,
cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles
de las columnas y sus molduras, de plata. 13Del lado oriental, al
este, cortinas de cincuenta codos; 14a un lado cortinas de quince
codos, sus tres columnas y sus tres basas; 15al otro lado, de uno y
otro lado de la puerta del atrio, cortinas de quince codos, con sus tres
columnas y sus tres basas. 16Todas las cortinas del atrio alrededor
eran de lino torcido. 17Las basas de las columnas eran de bronce;
los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; asimismo las cubiertas
de las cabezas de ellas, de plata; y todas las columnas del atrio tenían
molduras de plata. 18La cortina de la entrada del atrio era de obra
de recamador, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; era de veinte codos de
longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos, lo mismo que las
cortinas del atrio. 19Sus columnas eran cuatro, con sus cuatro basas
de bronce y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas,
y sus molduras, de plata. 20Todas las estacas del tabernáculo y del
atrio alrededor eran de bronce.
Dirección de la obra
21Estas son las cuentas del tabernáculo, del tabernáculo
del testimonio, las que se hicieron por orden de Moisés por obra de los levitas
bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. 22Y Bezaleel
hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que Jehová
mandó a Moisés. 23Y con él estaba Aholiab hijo de Ahisamac, de la
tribu de Dan, artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino
fino.
Metales usados en el santuario
24Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del
santuario, el cual fue oro de la ofrenda, fue veintinueve talentos y
setecientos treinta siclos, según el siclo del santuario. 25Y la
plata de los empadronados de la congregación fue cien talentos y mil
setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario; 26medio
siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a todos los que pasaron por el
censo, de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil
quinientos cincuenta. 27Hubo además cien talentos de plata para
fundir las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas, cien
talentos, a talento por basa. 28Y de los mil setecientos setenta y
cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de
ellas, y las ciñó. 29El bronce ofrendado fue setenta talentos y dos
mil cuatrocientos siclos, 30del cual fueron hechas las basas de la
puerta del tabernáculo de reunión, y el altar de bronce y su enrejado de
bronce, y todos los utensilios del altar, 31las basas del atrio
alrededor, las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del
tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.[2]
Proverbios 17
17
1 Mejor es un bocado seco, y en paz,
Que casa de contiendas llena de provisiones.
2 El siervo prudente se enseñoreará del
hijo que deshonra,
Y con los hermanos compartirá la herencia.
3 El crisol para la plata, y la hornaza
para el oro;
Pero Jehová prueba los corazones.
4 El malo está atento al labio inicuo;
Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
5 El que escarnece al pobre afrenta a
su Hacedor;
Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.
6 Corona de los viejos son los nietos,
Y la honra de los hijos, sus padres.
7 No conviene al necio la
altilocuencia;
¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
8 Piedra preciosa es el soborno para el
que lo practica;
Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.
9 El que cubre la falta busca amistad;
Mas el que la divulga, aparta al amigo.
10 La reprensión aprovecha al entendido,
Más que cien azotes al necio.
11 El rebelde no busca sino el mal,
Y mensajero cruel será enviado contra él.
12 Mejor es encontrarse con una osa a la
cual han robado sus cachorros,
Que con un fatuo en su necedad.
13 El que da mal por bien,
No se apartará el mal de su casa.
14 El que comienza la discordia es como
quien suelta las aguas;
Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.
15 El que justifica al impío, y el que
condena al justo,
Ambos son igualmente abominación a Jehová.
16 ¿De qué sirve el precio en la mano
del necio para comprar sabiduría,
No teniendo entendimiento?
17 En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
18 El hombre falto de entendimiento
presta fianzas,
Y sale por fiador en presencia de su amigo.
19 El que ama la disputa, ama la
transgresión;
Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.
20 El perverso de corazón nunca hallará
el bien,
Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.
21 El que engendra al insensato, para su
tristeza lo engendra;
Y el padre del necio no se alegrará.
22 El corazón alegre constituye buen
remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos.
23 El impío toma soborno del seno
Para pervertir las sendas de la justicia.
24 En el rostro del entendido aparece la
sabiduría;
Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.
25 El hijo necio es pesadumbre de su
padre,
Y amargura a la que lo dio a luz.
26 Ciertamente no es bueno condenar al
justo,
Ni herir a los nobles que hacen lo recto.
27 El que ahorra sus palabras tiene
sabiduría;
De espíritu prudente es el hombre entendido.
28 Aun el necio, cuando calla, es
contado por sabio;
El que cierra sus labios es entendido. [3]
[1] Reina Valera
Revisada (1960). (1998). (Mt 7.1–29). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[2] Reina Valera Revisada
(1960). (1998). (Éx 37.1–38.31). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3] Reina Valera
Revisada (1960). (1998). (Pr 16.33–17.28). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
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