Y tú, ¿quién eres?
¡Identifícate!
Por Riqui Ricón*
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús,
coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que
por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por
cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que
habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al
autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que
son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio
de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y
de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio (He 2.9-13).
Es hermoso y edificante
encontrar en la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, escrituras como
esta donde claramente se te muestra que el pagar tus pecados, el perdón y la
santificación no eran, ni serán, el objetivo por el cual Jesús murió en esa
cruz. Tanto pagar todos tus pecados (justificación), como el perdón y la
santificación fueron requisitos necesarios para un propósito mayor: hacer de ti
un(a) Hijo(a) de Dios. Para lo cual, también, tenías forzosamente que Nacer de
Nuevo.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien
todas las cosas subsisten, que habiendo
de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al
autor de la salvación de ellos (He 2.10).
Hablando acerca de los Hijos
de Dios, cabe mencionar aquí que es un gran error, y totalmente contrario a la
Verdad, creer que todos los seres humanos son Hijos de Dios.
Vino a lo que era suyo, pero los
suyos no lo recibieron. Mas a cuantos
lo recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio el derecho de ser hijos
de Dios. Éstos no nacen de la
sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios (Jn 1.11-13 NIV).
Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino
que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes (Ro
9.8).
Pensar que todo el mundo es
Hijo de Dios significaría que no existe diferencia entre un malvado violador y
asesino, y un justo, santo y perfecto. Date cuenta que dicha forma de pensar no
es más que una estrategia con el propósito minimizar y denigrar la Identidad
que Jesús compró para ti al costo de Su propia Vida.
En el mundo, este tipo de
creencia está muy generalizada y sólo sirve para neutralizar a todo aquel que,
en honor a la Verdad, comienza a creer que por medio de la muerte y
resurrección de Jesús ha sido justificado(a), perdonado(a) y santificado(a)
para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite
que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo
somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende
por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
¡Ciertamente todos los seres
humanos son creaturas amadas por Dios!
"Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí,
que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga
vida eterna. Porque Dios no me envió al mundo para condenar a la gente, sino
para salvar a todos (Jn 3.16-17 BLS).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su Propio Hijo antes que perderte a ti, pero creer que todos los
seres humanos son Hijos de Dios por el simple hecho de existir, anulará la
distinción tan especial que Dios te ha hecho al declararte Su propio(a)
Hijo(a).
Durante siglos, Satanás ha
luchado con todas sus fuerzas, y recursos a su alcance (sus mentiras), tratando
de evitar que los Creyentes Cristianos se enteren que en Verdad son lo que Dios
dice en la Biblia que son: auténticos y legítimos Hijos de Dios Nacidos de
Nuevo.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Tú has creído que Jesús es el
Cristo, el Mesías salvador de la humanidad, por lo tanto, conforme a la Palabra
de Dios, haz nacido de Dios.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Nacer de Dios significa que la
semilla que ahora te engendró ya no es corruptible, sino incorruptible: santa,
justa y perfecta. ¡Tal y como Dios es! Todo por la Palabra infalible e
inalterable de Dios.
¡El (la) viejo(a) pecador(a)
que tú eras no existe más!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co
5.17).
¡Eres una Nueva Creación!
¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti. Y lo hizo con el propósito,
expreso, de hacerte Su Hijo(a).
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Ahora bien, Dios es bueno y te
ama a ti, así que, no te hizo Hijo(a) Suyo(a) para que vivas enfermo(a), pobre,
triste, amargado(a), deprimido(a), ni fracasado(a). ¡No! ¡Nada de eso es la
voluntad de Dios para tu vida!
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando
vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la
verdad (3 Jn 2-3).
Andar en la Verdad es creer a
la Verdad, y ésta es que Jesucristo dio Su Vida para que tú tengas una Nueva
Vida como Hijo(a) de Dios. Y como tu Padre, Él desea que seas prosperado(a) en
todo, que tengas salud y una vida llena de gozo y paz
Esta es tu verdadera Identidad
y el diablo hará todo lo posible para evitar que puedas obtenerla. La buena
noticia es que no podrá conseguir su propósito, ya que tú sólo tienes que
creer, creerle a Dios, creerle a Su Palabra, pues el justo por la fe vivirá y
al que cree, todo le es posible.
Así que, tenlo por seguro, tú
eres, sin lugar a dudas, un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, no
encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que aceptándolo. No
encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús que recibiendo
la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa cruz. ¡Gracias
Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno Amor por mí. Creo
y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo y recibo también
todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a
perder en esta vida. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me
dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por
lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y,
por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante.
Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo
como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por
mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 6 Heb 2 / Gen 46.28-47.31 / Sal 37
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
6 Heb 2 / Gen 46.28-47.31 / Sal 37
Hebreos
2
Una salvación tan grande
2
1Por tanto, es necesario que con
más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos
deslicemos. 2Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles
fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
3¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La
cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por
los que oyeron, 4testificando Dios juntamente con ellos, con
señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo
según su voluntad.
El autor de la salvación
5Porque no sujetó a los ángeles el
mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; 6pero alguien
testificó en cierto lugar, diciendo:
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
O el hijo del hombre, para que le visites?
7 Le hiciste
un poco menor que los ángeles,
Le coronaste de gloria y de honra,
Y le pusiste sobre las obras de tus manos;
8 Todo lo
sujetaste bajo sus pies.a
Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto
a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. 9Pero
vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de
gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la
gracia de Dios gustase la muerte por todos.
10Porque convenía a aquel por cuya
causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo
de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de
la salvación de ellos. 11Porque el que santifica y los que son
santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos, 12diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.b
13Y otra vez:
Yo confiaré en él.c
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.d
14Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte
estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Porque
ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. 17Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18Pues en cuanto él
mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.[1]
Génesis
46.28-47.31
28Y envió Jacob a Judá delante de
sí a José, para que le viniese a ver en Gosén; y llegaron a la tierra de
Gosén. 29Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre
en Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su
cuello largamente. 30Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora,
ya que he visto tu rostro, y sé que aún vives. 31Y José dijo a sus
hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré:
Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han
venido a mí. 32Y los hombres son pastores de ovejas, porque son
hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían.
33Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es vuestro oficio? 34entonces
diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta
ahora, nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén,
porque para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.
47
1Vino José y lo hizo saber a
Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo
que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí están en la tierra de
Gosén. 2Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y
los presentó delante de Faraón. 3Y Faraón dijo a sus hermanos:
¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son
tus siervos, así nosotros como nuestros padres. 4Dijeron además a
Faraón: Para morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las
ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por
tanto, te rogamos ahora que permitas que habiten tus siervos en la tierra de
Gosén. 5Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus
hermanos han venido a ti. 6La tierra de Egipto delante de ti está;
en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la
tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por
mayorales del ganado mío.
7También José introdujo a Jacob su
padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón. 8Y
dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? 9Y
Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento
treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han
llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su
peregrinación. 10Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia
de Faraón. 11Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y
les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra
de Ramesés, como mandó Faraón. 12Y alimentaba José a su padre y a
sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los
hijos.
13No había pan en toda la tierra, y
el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y
la tierra de Canaán. 14Y recogió José todo el dinero que había en
la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él
compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. 15Acabado el
dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a
José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse
acabado el dinero? 16Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os
daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. 17Y ellos
trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el
ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó
de pan por todos sus ganados aquel año. 18Acabado aquel año,
vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que
el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor;
nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra
tierra. 19¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros
como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos
nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y
no muramos, y no sea asolada la tierra.
20Entonces compró José toda la
tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras,
porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón.
21Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del
territorio de Egipto. 22Solamente la tierra de los sacerdotes no
compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la
ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. 23Y
José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra,
para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. 24De los
frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para
sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en
vuestras casas, y para que coman vuestros niños. 25Y ellos
respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y
seamos siervos de Faraón. 26Entonces José lo puso por ley hasta
hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la
tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.
27Así habitó Israel en la tierra de
Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y
se multiplicaron en gran manera. 28Y vivió Jacob en la tierra de
Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento
cuarenta y siete años. 29Y llegaron los días de Israel para morir,
y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te
ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y
verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. 30Mas cuando
duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de
ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. 31E Israel dijo:
Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la
cama.[2]
Salmo 37
El camino de los malos
Salmo de David.
1 No te
impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas envidia de los que
hacen iniquidad.
2 Porque como
hierba serán pronto cortados,
Y como la hierba verde se
secarán.
3 Confía en
Jehová, y haz el bien;
Y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad.
4 Deléitate
asimismo en Jehová,
Y él te concederá las
peticiones de tu corazón.
5 Encomienda
a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
6 Exhibirá tu
justicia como la luz,
Y tu derecho como el mediodía.
7 Guarda silencio
ante Jehová, y espera en él.
No te alteres con motivo del
que prospera en su camino,
Por el hombre que hace
maldades.
8 Deja la
ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna
a hacer lo malo.
9 Porque los malignos
serán destruidos,
Pero los que esperan en
Jehová, ellos heredarán la tierra.
10 Pues de
aquí a poco no existirá el malo;
Observarás su lugar, y no
estará allí.
11 Pero los
mansos heredarán la tierra,a
Y se recrearán con abundancia
de paz.
12 Maquina el
impío contra el justo,
Y cruje contra él sus dientes;
13 El Señor se
reirá de él;
Porque ve que viene su día.
14 Los impíos
desenvainan espada y entesan su arco,
Para derribar al pobre y al
menesteroso,
Para matar a los de recto
proceder.
15 Su espada
entrará en su mismo corazón,
Y su arco será quebrado.
16 Mejor es lo
poco del justo,
Que las riquezas de muchos
pecadores.
17 Porque los brazos
de los impíos serán quebrados;
Mas el que sostiene a los
justos es Jehová.
18 Conoce
Jehová los días de los perfectos,
Y la heredad de ellos será
para siempre.
19 No serán
avergonzados en el mal tiempo,
Y en los días de hambre serán
saciados.
20 Mas los
impíos perecerán,
Y los enemigos de Jehová como
la grasa de los carneros
Serán consumidos; se disiparán
como el humo.
21 El impío
toma prestado, y no paga;
Mas el justo tiene
misericordia, y da.
22 Porque los
benditos de él heredarán la tierra;
Y los malditos de él serán
destruidos.
23 Por Jehová
son ordenados los pasos del hombre,
Y él aprueba su camino.
24 Cuando el
hombre cayere, no quedará postrado,
Porque Jehová sostiene su
mano.
25 Joven fui,
y he envejecido,
Y no he visto justo
desamparado,
Ni su descendencia que
mendigue pan.
26 En todo
tiempo tiene misericordia, y presta;
Y su descendencia es para
bendición.
27 Apártate
del mal, y haz el bien,
Y vivirás para siempre.
28 Porque
Jehová ama la rectitud,
Y no desampara a sus santos.
Para siempre serán guardados;
Mas la descendencia de los
impíos será destruida.
29 Los justos
heredarán la tierra,
Y vivirán para siempre sobre
ella.
30 La boca del
justo habla sabiduría,
Y su lengua habla justicia.
31 La ley de
su Dios está en su corazón;
Por tanto, sus pies no
resbalarán.
32 Acecha el
impío al justo,
Y procura matarlo.
33 Jehová no
lo dejará en sus manos,
Ni lo condenará cuando le
juzgaren.
34 Espera en
Jehová, y guarda su camino,
Y él te exaltará para heredar
la tierra;
Cuando sean destruidos los
pecadores, lo verás.
35 Vi yo al
impío sumamente enaltecido,
Y que se extendía como laurel
verde.
36 Pero él
pasó, y he aquí ya no estaba;
Lo busqué, y no fue hallado.
37 Considera
al íntegro, y mira al justo;
Porque hay un final dichoso
para el hombre de paz.
38 Mas los
transgresores serán todos a una destruidos;
La posteridad de los impíos
será extinguida.
39 Pero la
salvación de los justos es de Jehová,
Y él es su fortaleza en el
tiempo de la angustia.
40 Jehová los
ayudará y los librará;
Los libertará de los impíos, y
los salvará,
Por cuanto en él esperaron.[3]
a a 2.6–8: Sal. 8.4–6.
b b 2.12: Sal. 22.22.
c c 2.13: Is. 8.17.
d d 2.13: Is. 8.18.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
1.14-2.18
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
46.28-47.31
a a 37.11: Mt. 5.5.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 36.12-37.40
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
6 Heb 2 / Gen 46.28-47.31 / Sal 37
Hebreos
2
Una salvación tan grande
2
1Por tanto, es necesario que con
más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos
deslicemos. 2Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles
fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
3¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La
cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por
los que oyeron, 4testificando Dios juntamente con ellos, con
señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo
según su voluntad.
El autor de la salvación
5Porque no sujetó a los ángeles el
mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; 6pero alguien
testificó en cierto lugar, diciendo:
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
O el hijo del hombre, para que le visites?
7 Le hiciste
un poco menor que los ángeles,
Le coronaste de gloria y de honra,
Y le pusiste sobre las obras de tus manos;
8 Todo lo
sujetaste bajo sus pies.a
Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto
a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. 9Pero
vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de
gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la
gracia de Dios gustase la muerte por todos.
10Porque convenía a aquel por cuya
causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo
de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de
la salvación de ellos. 11Porque el que santifica y los que son
santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos, 12diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.b
13Y otra vez:
Yo confiaré en él.c
Y de nuevo:
He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.d
14Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte
estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Porque
ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. 17Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18Pues en cuanto él
mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.[1]
Génesis
46.28-47.31
28Y envió Jacob a Judá delante de
sí a José, para que le viniese a ver en Gosén; y llegaron a la tierra de
Gosén. 29Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre
en Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su
cuello largamente. 30Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora,
ya que he visto tu rostro, y sé que aún vives. 31Y José dijo a sus
hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré:
Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han
venido a mí. 32Y los hombres son pastores de ovejas, porque son
hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían.
33Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es vuestro oficio? 34entonces
diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta
ahora, nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén,
porque para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.
47
1Vino José y lo hizo saber a
Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo
que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí están en la tierra de
Gosén. 2Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y
los presentó delante de Faraón. 3Y Faraón dijo a sus hermanos:
¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son
tus siervos, así nosotros como nuestros padres. 4Dijeron además a
Faraón: Para morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las
ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por
tanto, te rogamos ahora que permitas que habiten tus siervos en la tierra de
Gosén. 5Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus
hermanos han venido a ti. 6La tierra de Egipto delante de ti está;
en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la
tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por
mayorales del ganado mío.
7También José introdujo a Jacob su
padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón. 8Y
dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? 9Y
Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento
treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han
llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su
peregrinación. 10Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia
de Faraón. 11Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y
les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra
de Ramesés, como mandó Faraón. 12Y alimentaba José a su padre y a
sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los
hijos.
13No había pan en toda la tierra, y
el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y
la tierra de Canaán. 14Y recogió José todo el dinero que había en
la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él
compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. 15Acabado el
dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a
José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse
acabado el dinero? 16Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os
daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. 17Y ellos
trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el
ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó
de pan por todos sus ganados aquel año. 18Acabado aquel año,
vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que
el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor;
nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra
tierra. 19¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros
como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos
nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y
no muramos, y no sea asolada la tierra.
20Entonces compró José toda la
tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras,
porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón.
21Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del
territorio de Egipto. 22Solamente la tierra de los sacerdotes no
compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la
ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. 23Y
José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra,
para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. 24De los
frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para
sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en
vuestras casas, y para que coman vuestros niños. 25Y ellos
respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y
seamos siervos de Faraón. 26Entonces José lo puso por ley hasta
hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la
tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.
27Así habitó Israel en la tierra de
Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y
se multiplicaron en gran manera. 28Y vivió Jacob en la tierra de
Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento
cuarenta y siete años. 29Y llegaron los días de Israel para morir,
y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te
ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y
verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. 30Mas cuando
duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de
ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. 31E Israel dijo:
Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la
cama.[2]
Salmo 37
El camino de los malos
Salmo de David.
1 No te
impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas envidia de los que
hacen iniquidad.
2 Porque como
hierba serán pronto cortados,
Y como la hierba verde se
secarán.
3 Confía en
Jehová, y haz el bien;
Y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad.
4 Deléitate
asimismo en Jehová,
Y él te concederá las
peticiones de tu corazón.
5 Encomienda
a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
6 Exhibirá tu
justicia como la luz,
Y tu derecho como el mediodía.
7 Guarda silencio
ante Jehová, y espera en él.
No te alteres con motivo del
que prospera en su camino,
Por el hombre que hace
maldades.
8 Deja la
ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna
a hacer lo malo.
9 Porque los malignos
serán destruidos,
Pero los que esperan en
Jehová, ellos heredarán la tierra.
10 Pues de
aquí a poco no existirá el malo;
Observarás su lugar, y no
estará allí.
11 Pero los
mansos heredarán la tierra,a
Y se recrearán con abundancia
de paz.
12 Maquina el
impío contra el justo,
Y cruje contra él sus dientes;
13 El Señor se
reirá de él;
Porque ve que viene su día.
14 Los impíos
desenvainan espada y entesan su arco,
Para derribar al pobre y al
menesteroso,
Para matar a los de recto
proceder.
15 Su espada
entrará en su mismo corazón,
Y su arco será quebrado.
16 Mejor es lo
poco del justo,
Que las riquezas de muchos
pecadores.
17 Porque los brazos
de los impíos serán quebrados;
Mas el que sostiene a los
justos es Jehová.
18 Conoce
Jehová los días de los perfectos,
Y la heredad de ellos será
para siempre.
19 No serán
avergonzados en el mal tiempo,
Y en los días de hambre serán
saciados.
20 Mas los
impíos perecerán,
Y los enemigos de Jehová como
la grasa de los carneros
Serán consumidos; se disiparán
como el humo.
21 El impío
toma prestado, y no paga;
Mas el justo tiene
misericordia, y da.
22 Porque los
benditos de él heredarán la tierra;
Y los malditos de él serán
destruidos.
23 Por Jehová
son ordenados los pasos del hombre,
Y él aprueba su camino.
24 Cuando el
hombre cayere, no quedará postrado,
Porque Jehová sostiene su
mano.
25 Joven fui,
y he envejecido,
Y no he visto justo
desamparado,
Ni su descendencia que
mendigue pan.
26 En todo
tiempo tiene misericordia, y presta;
Y su descendencia es para
bendición.
27 Apártate
del mal, y haz el bien,
Y vivirás para siempre.
28 Porque
Jehová ama la rectitud,
Y no desampara a sus santos.
Para siempre serán guardados;
Mas la descendencia de los
impíos será destruida.
29 Los justos
heredarán la tierra,
Y vivirán para siempre sobre
ella.
30 La boca del
justo habla sabiduría,
Y su lengua habla justicia.
31 La ley de
su Dios está en su corazón;
Por tanto, sus pies no
resbalarán.
32 Acecha el
impío al justo,
Y procura matarlo.
33 Jehová no
lo dejará en sus manos,
Ni lo condenará cuando le
juzgaren.
34 Espera en
Jehová, y guarda su camino,
Y él te exaltará para heredar
la tierra;
Cuando sean destruidos los
pecadores, lo verás.
35 Vi yo al
impío sumamente enaltecido,
Y que se extendía como laurel
verde.
36 Pero él
pasó, y he aquí ya no estaba;
Lo busqué, y no fue hallado.
37 Considera
al íntegro, y mira al justo;
Porque hay un final dichoso
para el hombre de paz.
38 Mas los
transgresores serán todos a una destruidos;
La posteridad de los impíos
será extinguida.
39 Pero la
salvación de los justos es de Jehová,
Y él es su fortaleza en el
tiempo de la angustia.
40 Jehová los
ayudará y los librará;
Los libertará de los impíos, y
los salvará,
Por cuanto en él esperaron.[3]
a a 2.6–8: Sal. 8.4–6.
b b 2.12: Sal. 22.22.
c c 2.13: Is. 8.17.
d d 2.13: Is. 8.18.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
1.14-2.18
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
46.28-47.31
a a 37.11: Mt. 5.5.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 36.12-37.40
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