¡Cómo enderezar tu vida!
¡Confía en Dios! ¡Él no puede mentir!
Por Riqui Ricón*
Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia
prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas… Porque
será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos (Pro 3.5-6, 8).
Dios, el Todopoderoso, lo
único que te pide es que confíes en Él, que creas a Su Palabra, que creas que
tiene Palabra de Honor, pues, al fin de cuentas, Él no puede mentir. Efectivamente,
hay una sola cosa que el Todopoderoso Dios no puede hacer, y eso es mentir.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Dado que el poder de la fuerza
de Dios es Su Palabra, con la cual creó todo el universo (lo visible y lo
invisible), podemos comprender que cualquier cosa que Dios dice se cumple
forzosamente. Por esto Dios no puede mentir. Aunque Él quisiera hacerlo no
podría, pues la mentira es todo lo contrario a la Verdad y, como ya vimos, toda
palabra que sale de la boca de Dios es Verdad, ya que se cumple por sí misma.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz (Gen 1.3).
¡Cuando Dios dijo, sea la luz,
fue la luz y no otra cosa!
A manera de ilustración, si el
Señor quisiera jugarte una broma y se apareciera a ti, un día miércoles,
diciendo: “hola, ¿no te gusta la hermosa noche de viernes que les estoy
dando?”; no podrías replicarle por haberse equivocado, ya que, como Él es Dios,
¿qué crees que pasará cuando las palabras “hermosa noche de viernes” salgan de
Su boca? Pues a cambiar agendas y ajustar relojes mi amado(a) porque, sin
discusión alguna, se volverá un hermoso viernes por la noche.
Puesto que La Palabra de Dios
es la Verdad eterna e infalible, no se trata aquí de si Él es confiable o no,
sino que se trata de si decides tú confiar en Él o no. Se trata de si decides
tú creerle o no creerle a Su Palabra. Aunque, dado que Dios es cien por ciento confiable, sería un
tremendo error no creerle.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
Así que, si te fías del Señor
tu Dios de todo tu corazón, Él ha prometido enderezar tus pasos, ser medicina
para todo tu cuerpo y traer refrigerio a todos tus huesos. Y además, largura de días y años de vida y paz te aumentará. ¿Puedes
creer esto?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Cómo no confiar en Dios que te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados,
antes que perderte a ti.
Y si te das cuenta, como
consecuencia de creerle a Él (confiar), creyendo Su Palabra, recibes el
regalo de la Vida Eterna, la cual sólo
pueden tener los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
A qué me refiero con esto:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque
la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte (Ro 8.1-2).
El pago que Jesús hizo en la
cruz para tu justificación y santificación fue tan completo, perfecto y acabado
que, ahora, en lugar de condenación
tienes derecho a vivir una vida plena y abundante: ¡La Vida Eterna de
un(a) Hijo(a) del Rey!
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y la tengan en abundancia (Jn
10.10 NVI).
Solamente en esta Vida plena y
abundante, que Jesús adquirió para ti al morir en esa cruz y resucitar
venciendo a la muerte, es que tú eres verdaderamente libre de la ley del pecado
y de la muerte.
Ahora bien, pon mucha atención
a lo que sigue pues esta es la confianza que tenemos en Cristo Jesús.
En esa voluntad somos
santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para
siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y
ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los
pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un
solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de
ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de
sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para
siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu
Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después
de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus
mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus
pecados y transgresiones (He 10.10-17).
Entonces, de
acuerdo a la Biblia, que es La Palabra de Dios y no miente, Jesús, con un solo
sacrificio, hecho una vez y para
siempre, te ha apartado para ser hecho(a) perfecto(a) como solo puede
serlo un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y esto, mi amado(a), se llama,
¡enderezar tus veredas!
¡Confía en Dios! ¡Él no puede mentir!
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, hoy
vengo delante de Ti para asegurarte que he puesto mi confianza en Tu Palabra.
Señor Jesús, yo en Ti confío. Gracias, porque con Tu muerte y resurrección yo
he pasado de muerte a vida, me trasladaste de las tinieblas en las que estaba a
Tu luz admirable. Por Tu Amor, por Tu Sangre y por Tu Palabra he Nacido de
Nuevo para recibir la Vida Eterna como un(a) Hijo(a) de Dios. ¡Gracias, Señor
Jesús! ¡Muchas gracias! En Ti confía mi corazón. En Ti se goza mi alma. En Ti
descansa mi ser. Puedo ser feliz, pues aunque ande en valle de sombra y de
muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Señor, estás conmigo. Creo y declaro
que yo, ___________________ (tu nombre aquí), habito al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del Omnipotente. Te
digo a Ti, Jesús: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti confiaré. Tú me
librarás del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus plumas me
cubrirás, y debajo de Tus alas estaré seguro(a); Escudo y adarga es Tu verdad. No
temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande
en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi lado
mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará. Ciertamente con mis ojos
miraré y veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a Ti, Jehová,
que eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación, No me sobrevendrá mal, ni
plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandará acerca de mí, que me
guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no
tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al cachorro del
león y al dragón. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me
librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú
me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás.
Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. En el nombre de Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
13 Heb 9.23-10.18 / Ex 9-10 / Pro 3
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
13 Heb 9.23-10.18 / Ex 9-10 / Pro 3
Hebreos
9.23-10.18
El sacrificio de Cristo quita el pecado
23Fue, pues, necesario que las
figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas
celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24Porque no
entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el
cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25y no
para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo
cada año con sangre ajena. 26De otra manera le hubiera sido
necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio
de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27Y de la manera
que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de
esto el juicio, 28así también Cristo fue ofrecido una sola vez
para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación
con el pecado, para salvar a los que le esperan.
10
1Porque la ley, teniendo la sombra
de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los
mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los
que se acercan. 2De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los
que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de
pecado. 3Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los
pecados; 4porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no
puede quitar los pecados. 5Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos
y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces
dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.a
8Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y
expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se
ofrecen según la ley), 9y diciendo luego: He aquí que vengo, oh
Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
10En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre.
11Y ciertamente todo sacerdote está
día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que
nunca pueden quitar los pecados;b 12pero Cristo,
habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se
ha sentado a la diestra de Dios, 13de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;c
14porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados. 15Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque
después de haber dicho:
16 Este es el
pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,d
17añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y
transgresiones.e
18Pues donde hay remisión de
éstos, no hay más ofrenda por el pecado.[1]
Exodo
9-10
La plaga en el ganado
9
1Entonces Jehová dijo a Moisés:
Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice
así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2Porque si no lo
quieres dejar ir, y lo detienes aún, 3he aquí la mano de Jehová
estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos,
vacas y ovejas, con plaga gravísima. 4Y Jehová hará separación
entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo
de los hijos de Israel. 5Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana
hará Jehová esta cosa en la tierra. 6Al día siguiente Jehová hizo
aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de
Israel no murió uno. 7Entonces Faraón envió, y he aquí que del
ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se
endureció, y no dejó ir al pueblo.
La plaga de úlceras
8Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón:
Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo
delante de Faraón; 9y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de
Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por
todo el país de Egipto. 10Y tomaron ceniza del horno, y se
pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo
sarpullido que produjo úlcerasa tanto en los hombres como en
las bestias. 11Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés
a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los
egipcios. 12Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los
oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.
La plaga de granizo
13Entonces Jehová dijo a Moisés:
Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los
hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 14Porque
yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu
pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15Porque
ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás
quitado de la tierra. 16Y a la verdad yo te he puesto para mostrar
en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.b
17¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?
18He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado,
cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. 19Envía,
pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre
o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá
sobre él, y morirá. 20De los siervos de Faraón, el que tuvo temor
de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; 21mas
el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus
ganados en el campo.
22Y Jehová dijo a Moisés: Extiende
tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto
sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el
país de Egipto. 23Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y
Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová
hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24Hubo, pues,
granizo, y fuegoc mezclado con el granizo, tan grande, cual
nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25Y
aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo,
así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del
campo, y desgajó todos los árboles del país. 26Solamente en la
tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.
27Entonces Faraón envió a llamar a
Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi
pueblo impíos. 28Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios
y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. 29Y le
respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a
Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de
Jehová es la tierra. 30Pero yo sé que ni tú ni tus siervos
temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. 31El lino, pues, y
la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en
caña. 32Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque
eran tardíos. 33Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera
de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo,
y la lluvia no cayó más sobre la tierra. 34Y viendo Faraón que la
lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y
endurecieron su corazón él y sus siervos. 35Y el corazón de Faraón
se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho
por medio de Moisés.
La plaga de langostas
10
1Jehová dijo a Moisés: Entra a la
presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus
siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, 2y para que
cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis
señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová. 3Entonces
vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos
ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi
pueblo, para que me sirva. 4Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí
que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, 5la cual
cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella
comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol
que os fructifica en el campo. 6Y llenará tus casas, y las casas
de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus
padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se
volvió y salió de delante de Faraón. 7Entonces los siervos de
Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja
ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía
que Egipto está ya destruido? 8Y Moisés y Aarón volvieron a ser
llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios.
¿Quiénes son los que han de ir? 9Moisés respondió: Hemos de ir con
nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas;
con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta
solemne para Jehová. 10Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con
vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el
mal está delante de vuestro rostro! 11No será así; id ahora
vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros
pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.
12Entonces Jehová dijo a Moisés:
Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que
suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. 13Y
extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento
oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la
mañana el viento oriental trajo la langosta. 14Y subió la langosta
sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan
gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15y
cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra;a y
consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había
dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en
toda la tierra de Egipto.
16Entonces Faraón se apresuró a
llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y
contra vosotros. 17Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado
solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos
esta plaga mortal. 18Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a
Jehová. 19Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y
quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el
país de Egipto. 20Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste
no dejó ir a los hijos de Israel.
La plaga de tinieblas
21Jehová dijo a Moisés: Extiende tu
mano hacia el cielo, para que haya tinieblasb sobre la
tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe. 22Y extendió
Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de
Egipto, por tres días. 23Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se
levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en
sus habitaciones. 24Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo:
Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan
también vuestros niños con vosotros. 25Y Moisés respondió: Tú
también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová
nuestro Dios. 26Nuestros ganados irán también con nosotros; no
quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová
nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos
allá. 27Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso
dejarlos ir. 28Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no
veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.
29Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.[2]
Proverbios 3
Exhortación a la obediencia
3
1 Hijo mío,
no te olvides de mi ley,
Y tu corazón guarde mis
mandamientos;
2 Porque
largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.
3 Nunca se
aparten de ti la misericordia y la verdad;
Atalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu
corazón;
4 Y hallarás
gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los
hombres.a
5 Fíate de
Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia
prudencia.
6 Reconócelo
en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
7 No seas
sabio en tu propia opinión;b
Teme a Jehová, y apártate del
mal;
8 Porque será
medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.
9 Honra a
Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos
tus frutos;
10 Y serán
llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de
mosto.
11 No
menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su
corrección;c
12 Porque
Jehová al que ama castiga,d
Como el padre al hijo a quien
quiere.e
13 Bienaventurado
el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;
14 Porque su
ganancia es mejor que la ganancia de la plata,
Y sus frutos más que el oro
fino.
15 Más
preciosa es que las piedras preciosas;
Y todo lo que puedes desear,
no se puede comparar a ella.
16 Largura de
días está en su mano derecha;
En su izquierda, riquezas y
honra.
17 Sus caminos
son caminos deleitosos,
Y todas sus veredas paz.
18 Ella es
árbol de vida a los que de ella echan mano,
Y bienaventurados son los que
la retienen.
19 Jehová con
sabiduría fundó la tierra;
Afirmó los cielos con
inteligencia.
20 Con su
ciencia los abismos fueron divididos,
Y destilan rocío los cielos.
21 Hijo mío,
no se aparten estas cosas de tus ojos;
Guarda la ley y el consejo,
22 Y serán
vida a tu alma,
Y gracia a tu cuello.
23 Entonces andarás
por tu camino confiadamente,
Y tu pie no tropezará.
24 Cuando te
acuestes, no tendrás temor,
Sino que te acostarás, y tu
sueño será grato.
25 No tendrás
temor de pavor repentino,
Ni de la ruina de los impíos
cuando viniere,
26 Porque
Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de
quedar preso.
27 No te
niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando tuvieres poder para
hacerlo.
28 No digas a
tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué
darle.
29 No intentes
mal contra tu prójimo
Que habita confiado junto a
ti.
30 No tengas
pleito con nadie sin razón,
Si no te han hecho agravio.
31 No envidies
al hombre injusto,
Ni escojas ninguno de sus
caminos.
32 Porque
Jehová abomina al perverso;
Mas su comunión íntima es con
los justos.
33 La
maldición de Jehová está en la casa del impío,
Pero bendecirá la morada de
los justos.
34 Ciertamente
él escarnecerá a los escarnecedores,
Y a los humildes dará gracia.f
35 Los sabios
heredarán honra,
Mas los necios llevarán
ignominia.[3]
a a 10.5–7: Sal. 40.6–8.
b b 10.11: Ex. 29.38.
c c 10.12–13: Sal. 110.1.
d d 10.16: Jer. 31.33.
e e 10.17: Jer. 31.34.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
9.22-10.18
a a 9.10: Ap. 16.2.
b b 9.16: Ro. 9.17.
c c 9.24: Ap. 8.7; 16.21.
a a 10.14–15: Ap. 9.2–3.
b b 10.21: Ap. 16.10.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
8.32-10.29
a
a 3.4: Lc. 2.52; Ro. 12.17; 2
Co. 8.21.
b
b 3.7: Ro. 12.16.
c
c 3.11: Job 5.17.
d
d 3.12: Ap. 3.19.
e
e 3.11–12: He. 12.5–6.
f
f 3.34: Stg. 4.6; 1 P. 5.5.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
2.22-3.35
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
13 Heb 9.23-10.18 / Ex 9-10 / Pro 3
Hebreos
9.23-10.18
El sacrificio de Cristo quita el pecado
23Fue, pues, necesario que las
figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas
celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24Porque no
entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el
cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25y no
para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo
cada año con sangre ajena. 26De otra manera le hubiera sido
necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio
de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27Y de la manera
que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de
esto el juicio, 28así también Cristo fue ofrecido una sola vez
para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación
con el pecado, para salvar a los que le esperan.
10
1Porque la ley, teniendo la sombra
de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los
mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los
que se acercan. 2De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los
que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de
pecado. 3Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los
pecados; 4porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no
puede quitar los pecados. 5Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos
y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces
dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.a
8Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y
expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se
ofrecen según la ley), 9y diciendo luego: He aquí que vengo, oh
Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
10En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre.
11Y ciertamente todo sacerdote está
día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que
nunca pueden quitar los pecados;b 12pero Cristo,
habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se
ha sentado a la diestra de Dios, 13de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;c
14porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados. 15Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque
después de haber dicho:
16 Este es el
pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,d
17añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y
transgresiones.e
18Pues donde hay remisión de
éstos, no hay más ofrenda por el pecado.[1]
Exodo
9-10
La plaga en el ganado
9
1Entonces Jehová dijo a Moisés:
Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice
así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2Porque si no lo
quieres dejar ir, y lo detienes aún, 3he aquí la mano de Jehová
estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos,
vacas y ovejas, con plaga gravísima. 4Y Jehová hará separación
entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo
de los hijos de Israel. 5Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana
hará Jehová esta cosa en la tierra. 6Al día siguiente Jehová hizo
aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de
Israel no murió uno. 7Entonces Faraón envió, y he aquí que del
ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se
endureció, y no dejó ir al pueblo.
La plaga de úlceras
8Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón:
Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo
delante de Faraón; 9y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de
Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por
todo el país de Egipto. 10Y tomaron ceniza del horno, y se
pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo
sarpullido que produjo úlcerasa tanto en los hombres como en
las bestias. 11Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés
a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los
egipcios. 12Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los
oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.
La plaga de granizo
13Entonces Jehová dijo a Moisés:
Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los
hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 14Porque
yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu
pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15Porque
ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás
quitado de la tierra. 16Y a la verdad yo te he puesto para mostrar
en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.b
17¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?
18He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado,
cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. 19Envía,
pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre
o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá
sobre él, y morirá. 20De los siervos de Faraón, el que tuvo temor
de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; 21mas
el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus
ganados en el campo.
22Y Jehová dijo a Moisés: Extiende
tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto
sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el
país de Egipto. 23Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y
Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová
hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24Hubo, pues,
granizo, y fuegoc mezclado con el granizo, tan grande, cual
nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25Y
aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo,
así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del
campo, y desgajó todos los árboles del país. 26Solamente en la
tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.
27Entonces Faraón envió a llamar a
Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi
pueblo impíos. 28Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios
y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. 29Y le
respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a
Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de
Jehová es la tierra. 30Pero yo sé que ni tú ni tus siervos
temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. 31El lino, pues, y
la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en
caña. 32Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque
eran tardíos. 33Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera
de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo,
y la lluvia no cayó más sobre la tierra. 34Y viendo Faraón que la
lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y
endurecieron su corazón él y sus siervos. 35Y el corazón de Faraón
se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho
por medio de Moisés.
La plaga de langostas
10
1Jehová dijo a Moisés: Entra a la
presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus
siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, 2y para que
cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis
señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová. 3Entonces
vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos
ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi
pueblo, para que me sirva. 4Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí
que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, 5la cual
cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella
comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol
que os fructifica en el campo. 6Y llenará tus casas, y las casas
de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus
padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se
volvió y salió de delante de Faraón. 7Entonces los siervos de
Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja
ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía
que Egipto está ya destruido? 8Y Moisés y Aarón volvieron a ser
llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios.
¿Quiénes son los que han de ir? 9Moisés respondió: Hemos de ir con
nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas;
con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta
solemne para Jehová. 10Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con
vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el
mal está delante de vuestro rostro! 11No será así; id ahora
vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros
pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.
12Entonces Jehová dijo a Moisés:
Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que
suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. 13Y
extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento
oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la
mañana el viento oriental trajo la langosta. 14Y subió la langosta
sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan
gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15y
cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra;a y
consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había
dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en
toda la tierra de Egipto.
16Entonces Faraón se apresuró a
llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y
contra vosotros. 17Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado
solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos
esta plaga mortal. 18Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a
Jehová. 19Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y
quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el
país de Egipto. 20Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste
no dejó ir a los hijos de Israel.
La plaga de tinieblas
21Jehová dijo a Moisés: Extiende tu
mano hacia el cielo, para que haya tinieblasb sobre la
tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe. 22Y extendió
Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de
Egipto, por tres días. 23Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se
levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en
sus habitaciones. 24Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo:
Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan
también vuestros niños con vosotros. 25Y Moisés respondió: Tú
también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová
nuestro Dios. 26Nuestros ganados irán también con nosotros; no
quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová
nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos
allá. 27Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso
dejarlos ir. 28Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no
veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.
29Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.[2]
Proverbios 3
Exhortación a la obediencia
3
1 Hijo mío,
no te olvides de mi ley,
Y tu corazón guarde mis
mandamientos;
2 Porque
largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.
3 Nunca se
aparten de ti la misericordia y la verdad;
Atalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu
corazón;
4 Y hallarás
gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los
hombres.a
5 Fíate de
Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia
prudencia.
6 Reconócelo
en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
7 No seas
sabio en tu propia opinión;b
Teme a Jehová, y apártate del
mal;
8 Porque será
medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.
9 Honra a
Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos
tus frutos;
10 Y serán
llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de
mosto.
11 No
menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su
corrección;c
12 Porque
Jehová al que ama castiga,d
Como el padre al hijo a quien
quiere.e
13 Bienaventurado
el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;
14 Porque su
ganancia es mejor que la ganancia de la plata,
Y sus frutos más que el oro
fino.
15 Más
preciosa es que las piedras preciosas;
Y todo lo que puedes desear,
no se puede comparar a ella.
16 Largura de
días está en su mano derecha;
En su izquierda, riquezas y
honra.
17 Sus caminos
son caminos deleitosos,
Y todas sus veredas paz.
18 Ella es
árbol de vida a los que de ella echan mano,
Y bienaventurados son los que
la retienen.
19 Jehová con
sabiduría fundó la tierra;
Afirmó los cielos con
inteligencia.
20 Con su
ciencia los abismos fueron divididos,
Y destilan rocío los cielos.
21 Hijo mío,
no se aparten estas cosas de tus ojos;
Guarda la ley y el consejo,
22 Y serán
vida a tu alma,
Y gracia a tu cuello.
23 Entonces andarás
por tu camino confiadamente,
Y tu pie no tropezará.
24 Cuando te
acuestes, no tendrás temor,
Sino que te acostarás, y tu
sueño será grato.
25 No tendrás
temor de pavor repentino,
Ni de la ruina de los impíos
cuando viniere,
26 Porque
Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de
quedar preso.
27 No te
niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando tuvieres poder para
hacerlo.
28 No digas a
tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué
darle.
29 No intentes
mal contra tu prójimo
Que habita confiado junto a
ti.
30 No tengas
pleito con nadie sin razón,
Si no te han hecho agravio.
31 No envidies
al hombre injusto,
Ni escojas ninguno de sus
caminos.
32 Porque
Jehová abomina al perverso;
Mas su comunión íntima es con
los justos.
33 La
maldición de Jehová está en la casa del impío,
Pero bendecirá la morada de
los justos.
34 Ciertamente
él escarnecerá a los escarnecedores,
Y a los humildes dará gracia.f
35 Los sabios
heredarán honra,
Mas los necios llevarán
ignominia.[3]
a a 10.5–7: Sal. 40.6–8.
b b 10.11: Ex. 29.38.
c c 10.12–13: Sal. 110.1.
d d 10.16: Jer. 31.33.
e e 10.17: Jer. 31.34.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
9.22-10.18
a a 9.10: Ap. 16.2.
b b 9.16: Ro. 9.17.
c c 9.24: Ap. 8.7; 16.21.
a a 10.14–15: Ap. 9.2–3.
b b 10.21: Ap. 16.10.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
8.32-10.29
a
a 3.4: Lc. 2.52; Ro. 12.17; 2
Co. 8.21.
b
b 3.7: Ro. 12.16.
c
c 3.11: Job 5.17.
d
d 3.12: Ap. 3.19.
e
e 3.11–12: He. 12.5–6.
f
f 3.34: Stg. 4.6; 1 P. 5.5.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
2.22-3.35
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