¡Cómo vivir más allá de lo posible!
¡Al que cree, todo le es posible!
Por Riqui Ricón*
Ahora,
pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi
especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes, y gente santa (Ex 19.5-6a).
Todas las peticiones que Dios, tu
Padre, te hace continuamente en Su Palabra, la Biblia, contienen un gran Amor
para contigo. “Pon atención a mí voz”, “escucha mí Palabra”, “medítala de día y de
noche”, “busca
mi Palabra”, “guárdala”, “atesórala” y muchas otras más, como la que
encabeza esta reflexión, demuestran una
y otra vez que la Voluntad de Dios para tu vida es bendecirte.
Dios, el Todopoderoso, no
necesita creaturas obedientes, ¡ya tiene millones! ¡Y puede crear más! Él lo
que quiere, y pide de ti, es que le creas. Que creas Su Palabra y confíes en Él
como un Hijo confía en su Padre, que le ama.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡El Nuevo Pacto, en la Sangre de
Jesús, es un pacto de Amor! Esto es lo primero que tienes que creerle, que a
pesar de como tú hayas sido o lo que hayas hecho con tu vida, Dios te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que
perderte a ti.
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos
en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús (Efe 2.4-6).
Todas tus faltas, fracasos y
pecados ya fueron pagados en esa cruz. Ahora, has sido trasladado(a) de muerte
a vida, de la potestad de las tinieblas a la luz admirable de Cristo Jesús.
¡Porque Él vive, tú vives! ¡Tienes
una Vida totalmente Nueva juntamente con Jesús!
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas (2 Co 5.17).
¿Puedes
creer esto? ¿Puedes creer que lo que dice La Biblia es en Verdad La Palabra de
Dios? ¿Puedes creerle a Dios?
Mar 9:23 SyEspañol Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree
todo le será posible.
La diferencia entre ser una creatura
obediente y ser llamado(a) especial tesoro o Hijo(a) Amado por Dios, estriba en
que ahora conoces y CREES la Palabra de Dios. Ahora le CREES a Dios, quien te
dice que Él te ha hecho una persona totalmente nueva.
2Co 5:17
NTV Esto
significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona
nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!
La vieja naturaleza, corrupta y
pecadora, que te tenía atado(a) al pecado, está muerta, está clavada en la cruz
de Cristo.
Gál 2:20 RV60 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por
mí.
Por favor entiende esto, no
importa si tú no te sientes así, o si sigues pensando que eres el (la) mismo(a)
pecador(a) que antes eras. Esta Nueva Vida no depende de lo que tu hagas o
sientas, sino de lo que Jesús hizo por Amor a ti, al morir en esa cruz. ¡Su
sacrificio es perfecto, completo y suficiente! ¡Está escrito! Es la Palabra de
Dios contra tus emociones, nociones o sentimientos. Es la Palabra de Dios
contra tu forma de juzgarte a ti mismo(a). ¡Es la Palabra de Dios y es la
Verdad!
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
El Amor de Dios para
contigo es tan asombroso que ahora, a través de Jesucristo, Él mismo te ha
llamado Su Hijo(a). ¡Y eso es lo que eres, un(a) Hijo(a) Amado(a) de Dios!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Así es, ahora eres una Nueva
especie de ser que no existía antes, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo, y no de una semilla corruptible, sino de la incorruptible semilla que es
la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Todo esto es a lo que Dios te
pide prestes atención cuando te dice des tu oído a Su Voz (Su Palabra) y
guardes Su Pacto.
Heb 8:6 NTV Pero ahora a Jesús, nuestro Sumo Sacerdote,
se le ha dado un ministerio que es muy superior al sacerdocio antiguo porque él
es mediador a nuestro favor de un mejor pacto con Dios basado en promesas
mejores.
Pues es por la Sangre del Nuevo
Pacto en Jesús, que ahora gozas de la Vida Eterna de los Hijos de Dios y, a
pesar de lo que el diablo o el mundo te quieran hurtar y matar y destruir, tienes
todo el derecho para hacer de tu Nueva Vida una vida Plena y Abundante.
porque él dijo: No te
desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre (He
13.5b-6).
Todo esto, y mucho más, es lo que
te hace ser el Especial Tesoro de tu Padre celestial. Ten por seguro que tú puedes
confiar en Él. Todo lo que Dios ha dicho en Su Palabra, La Biblia, acerca de ti,
Él lo va hacer. Todo lo que Dios ha hablado acerca de ti en Su Palabra, La
Biblia, Él lo va a ejecutar. Pues, primero el cielo y la tierra dejan de
existir, antes que Dios deje de cumplirte Su Palabra.
Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Aprende a
confiar en Dios, créele a Su Palabra y serás la persona más feliz del planeta.
Antes eras un(a) perdido(a)
pecador(a) destinado(a) a sufrir por toda la eternidad en el infierno, pero
ahora has sido perdonado(a) y comprado (a) con la Sangre de Jesús por lo cual
has sido constituido(a) en el Especial Tesoro de tu Padre celestial.
Si puedes creer, ¡Al que cree,
todo le es posible!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en verdad
que eres asombroso. Escucharte decir en Tu Palabra (a pesar de lo que hice con
mi vida), que yo soy tu especial tesoro, tu Hijo(a) Amado(a), me hace sentir
tanto Amor y gratitud por Ti, mi Dios. Señor Jesús, muchas, muchísimas gracias
por todo lo que has hecho por mí. Hoy quiero decirte que te amo con todo mi
corazón, que te estoy infinitamente agradecido. He aceptado este Nuevo Pacto en
Tu Sangre y voy a vivir de acuerdo a Tu Palabra, la Biblia. ¡Yo soy, y seré
siempre, la persona que Tú, oh Dios, dices, en Tu Palabra, que yo soy! ¡Más que
vencedor(a), por medio del Amor de Cristo! ¡Todo lo Puedo en Ti, mi Señor, que
me fortaleces! ¡Mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que
cualquier problema, enfermedad o circunstancia! Tú, mi amado Jesús, llevaste
mis enfermedades y sufriste mis dolores, y por tus llagas yo ya fui sanado(a).
Por lo tanto, me declaro, sano(a), libre y próspero(a) para hacer de mi Nueva
Vida esa vida Plena y Abundante que Tú, Señor Jesús, pagaste para mí. Nada, ni
nadie, en este mundo, puede evitar que cumpla Tu propósito, mi Dios. ¡Soy Tu
Especial Tesoro! ¡Soy Tu Hijo(a) Amado(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
18 Heb 13 / Ex 18-19 / Pro 8
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
18 Heb 13 / Ex 18-19 / Pro 8
Hebreos
13
Deberes cristianos
13
1Permanezca el amor fraternal.
2No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin
saberlo, hospedaron ángeles.a 3Acordaos de los
presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados,
como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo. 4Honroso sea
en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros los juzgará Dios. 5Sean vuestras costumbres sin
avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé,
ni te dejaré;b 6de manera que podemos decir
confiadamente:
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.c
7Acordaos de vuestros pastores, que
os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su
conducta, e imitad su fe. 8Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y
por los siglos. 9No os dejéis llevar de doctrinas diversas y
extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con
viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas. 10Tenemos
un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo.
11Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado
es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del
campamento.d 12Por lo cual también Jesús,
para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la
puerta. 13Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su
vituperio; 14porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que
buscamos la por venir. 15Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por
medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre. 16Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis;
porque de tales sacrificios se agrada Dios. 17Obedeced a vuestros
pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como
quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose,
porque esto no os es provechoso.
18Orad por nosotros; pues confiamos
en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo. 19Y
más os ruego que lo hagáis así, para que yo os sea restituido más pronto.
Bendición y salutaciones finales
20Y el Dios de paz que resucitó de
los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, 21os haga aptos en toda obra buena para
que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de
él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
22Os ruego, hermanos, que soportéis
la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente. 23Sabed
que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viniere pronto,
iré a veros. 24Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los
santos. Los de Italia os saludan. 25La gracia sea con todos
vosotros. Amén. [1]
Exodo
18-19
Jetro visita a Moisés
18
1Oyó Jetro sacerdote de Madián,
suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel
su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. 2Y tomó
Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,
3y a sus dos hijos;a el uno se llamaba Gersón,
porque dijo: Forastero10 he sido en tierra ajena;b
4y el otro se llamaba Eliezer,11 porque dijo:
El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón. 5Y
Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en
el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios; 6y dijo
a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con
ella. 7Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo
besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.
8Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a
Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado
en el camino, y cómo los había librado Jehová. 9Y se alegró Jetro
de todo el bien que Jehová había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de
los egipcios.
10Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová,
que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al
pueblo de la mano de los egipcios. 11Ahora conozco que Jehová es
más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció
contra ellos. 12Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y
sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer
con el suegro de Moisés delante de Dios.
Nombramiento de jueces
(Dt. 1.9–18)
13Aconteció que al día siguiente se
sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la
mañana hasta la tarde. 14Viendo el suegro de Moisés todo lo que él
hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te
sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la
tarde? 15Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a
mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y
yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.
17Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.
18Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo;
porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.
19Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por
el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. 20Y
enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde
deben andar, y lo que han de hacer. 21Además escoge tú de entre
todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que
aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de
centenas, de cincuenta y de diez. 22Ellos juzgarán al pueblo en
todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto
pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.
23Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y
también todo este pueblo irá en paz a su lugar.
24Y oyó Moisés la voz de su suegro,
e hizo todo lo que dijo. 25Escogió Moisés varones de virtud de
entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre
ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. 26Y juzgaban al pueblo en
todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto
pequeño. 27Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su
tierra.
Israel en Sinaí
19
1En el mes tercero de la salida de
los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al
desierto de Sinaí. 2Habían salido de Refidim, y llegaron al
desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del
monte. 3Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte,
diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:
4Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas
de águilas, y os he traído a mí. 5Ahora, pues, si diereis oído a
mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoroa
sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros
me seréis un reino de sacerdotes,b y gente
santa.c
Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
7Entonces vino Moisés, y llamó a
los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras
que Jehová le había mandado. 8Y todo el pueblo respondió a una, y
dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las
palabras del pueblo. 9Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo
vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo
contigo, y también para que te crean para siempre.
Y Moisés refirió las palabras del pueblo a
Jehová.10Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy
y mañana; y laven sus vestidos, 11y estén preparados para el día
tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre
el monte de Sinaí. 12Y señalarás término al pueblo en derredor,
diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que
tocare el monte, de seguro morirá. 13No lo tocará mano, porque
será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá.d
Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. 14Y descendió
Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.
15Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis
mujer.
16Aconteció que al tercer día,
cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos,e y
espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo
el pueblo que estaba en el campamento. 17Y Moisés sacó del
campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.
18Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él
en fuego;f y el humo subía como el humo de un horno, y
todo el monte se estremecía en gran manera. 19El sonido de la bocina
iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz
tronante. 20Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la
cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés
subió. 21Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que
no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.
22Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová,
para que Jehová no haga en ellos estrago. 23Moisés dijo a Jehová:
El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo:
Señala límites al monte, y santifícalo. 24Y Jehová le dijo: Ve,
desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no
traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago.
25Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.[2]
Proverbios 8
Excelencia y eternidad de la Sabiduría
8
1 ¿No clama
la sabiduría,
Y da su voz la inteligencia?
2 En las
alturas junto al camino,
A las encrucijadas de las
veredas se para;
3 En el lugar
de las puertas, a la entrada de la ciudad,
A la entrada de las puertas da
voces:a
4 Oh hombres,
a vosotros clamo;
Dirijo mi voz a los hijos de
los hombres.
5 Entended,
oh simples, discreción;
Y vosotros, necios, entrad en
cordura.
6 Oíd, porque
hablaré cosas excelentes,
Y abriré mis labios para cosas
rectas.
7 Porque mi
boca hablará verdad,
Y la impiedad abominan mis
labios.
8 Justas son
todas las razones de mi boca;
No hay en ellas cosa perversa
ni torcida.
9 Todas ellas
son rectas al que entiende,
Y razonables a los que han
hallado sabiduría.
10 Recibid mi
enseñanza, y no plata;
Y ciencia antes que el oro
escogido.
11 Porque
mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;
Y todo cuanto se puede desear,
no es de compararse con ella.
12 Yo, la
sabiduría, habito con la cordura,
Y hallo la ciencia de los
consejos.
13 El temor de
Jehová es aborrecer el mal;
La soberbia y la arrogancia,
el mal camino,
Y la boca perversa, aborrezco.
14 Conmigo
está el consejo y el buen juicio;
Yo soy la inteligencia; mío es
el poder.
15 Por mí reinan
los reyes,
Y los príncipes determinan
justicia.
16 Por mí
dominan los príncipes,
Y todos los gobernadores
juzgan la tierra.
17 Yo amo a
los que me aman,
Y me hallan los que temprano
me buscan.
18 Las
riquezas y la honra están conmigo;
Riquezas duraderas, y
justicia.
19 Mejor es mi
fruto que el oro, y que el oro refinado;
Y mi rédito mejor que la plata
escogida.
20 Por vereda
de justicia guiaré,
Por en medio de sendas de
juicio,
21 Para hacer
que los que me aman tengan su heredad,
Y que yo llene sus tesoros.
22 Jehová me
poseía en el principio,
Ya de antiguo, antes de sus
obras.b
23 Eternamente
tuve el principado, desde el principio,
Antes de la tierra.
24 Antes de
los abismos fui engendrada;
Antes que fuesen las fuentes
de las muchas aguas.
25 Antes que
los montes fuesen formados,
Antes de los collados, ya
había sido yo engendrada;
26 No había
aún hecho la tierra, ni los campos,
Ni el principio del polvo del
mundo.
27 Cuando
formaba los cielos, allí estaba yo;
Cuando trazaba el círculo
sobre la faz del abismo;
28 Cuando
afirmaba los cielos arriba,
Cuando afirmaba las fuentes
del abismo;
29 Cuando
ponía al mar su estatuto,
Para que las aguas no
traspasasen su mandamiento;
Cuando establecía los
fundamentos de la tierra,
30 Con él
estaba yo ordenándolo todo,
Y era su delicia de día en
día,
Teniendo solaz delante de él
en todo tiempo.
31 Me regocijo
en la parte habitable de su tierra;
Y mis delicias son con los
hijos de los hombres.
32 Ahora,
pues, hijos, oídme,
Y bienaventurados los que
guardan mis caminos.
33 Atended el
consejo, y sed sabios,
Y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado
el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada
día,
Aguardando a los postes de mis
puertas.
35 Porque el
que me halle, hallará la vida,
Y alcanzará el favor de
Jehová.
36 Mas el que
peca contra mí, defrauda su alma;
Todos los que me aborrecen
aman la muerte.[3]
a a 13.2: Gn. 18.1–8; 19.1–3.
b b 13.5: Dt. 31.6, 8; Jos. 1.5.
c c 13.6: Sal. 118.6.
d d 13.11: Lv. 16.27.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
12.29-13.25
a a 18.3: Hch. 7.29.
10 Heb. ger.
b b 18.2–3: Ex. 2.21–22.
11 Heb. Eli, mi Dios; ezer,
ayuda.
a
a 19.5: Dt. 4.20; 7.6; 14.2;
26.18; Tit. 2.14.
b
b 19.6: Ap. 1.6; 5.10.
c c 19.5–6: 1 P. 2.9.
d d 19.12–13: He. 12.18–20.
e e 19.16: Ap. 4.5.
f f 19.16–18: Dt. 4.11–12.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
17.16-19.25
a a 8.1–3: Pr. 1.20–21.
b b 8.22: Ap. 3.14.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
7.27-8.36
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
18 Heb 13 / Ex 18-19 / Pro 8
Hebreos
13
Deberes cristianos
13
1Permanezca el amor fraternal.
2No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin
saberlo, hospedaron ángeles.a 3Acordaos de los
presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados,
como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo. 4Honroso sea
en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros los juzgará Dios. 5Sean vuestras costumbres sin
avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé,
ni te dejaré;b 6de manera que podemos decir
confiadamente:
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.c
7Acordaos de vuestros pastores, que
os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su
conducta, e imitad su fe. 8Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y
por los siglos. 9No os dejéis llevar de doctrinas diversas y
extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con
viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas. 10Tenemos
un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo.
11Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado
es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del
campamento.d 12Por lo cual también Jesús,
para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la
puerta. 13Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su
vituperio; 14porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que
buscamos la por venir. 15Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por
medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre. 16Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis;
porque de tales sacrificios se agrada Dios. 17Obedeced a vuestros
pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como
quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose,
porque esto no os es provechoso.
18Orad por nosotros; pues confiamos
en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo. 19Y
más os ruego que lo hagáis así, para que yo os sea restituido más pronto.
Bendición y salutaciones finales
20Y el Dios de paz que resucitó de
los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, 21os haga aptos en toda obra buena para
que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de
él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
22Os ruego, hermanos, que soportéis
la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente. 23Sabed
que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viniere pronto,
iré a veros. 24Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los
santos. Los de Italia os saludan. 25La gracia sea con todos
vosotros. Amén. [1]
Exodo
18-19
Jetro visita a Moisés
18
1Oyó Jetro sacerdote de Madián,
suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel
su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. 2Y tomó
Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,
3y a sus dos hijos;a el uno se llamaba Gersón,
porque dijo: Forastero10 he sido en tierra ajena;b
4y el otro se llamaba Eliezer,11 porque dijo:
El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón. 5Y
Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en
el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios; 6y dijo
a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con
ella. 7Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo
besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.
8Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a
Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado
en el camino, y cómo los había librado Jehová. 9Y se alegró Jetro
de todo el bien que Jehová había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de
los egipcios.
10Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová,
que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al
pueblo de la mano de los egipcios. 11Ahora conozco que Jehová es
más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció
contra ellos. 12Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y
sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer
con el suegro de Moisés delante de Dios.
Nombramiento de jueces
(Dt. 1.9–18)
13Aconteció que al día siguiente se
sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la
mañana hasta la tarde. 14Viendo el suegro de Moisés todo lo que él
hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te
sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la
tarde? 15Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a
mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y
yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.
17Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.
18Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo;
porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.
19Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por
el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. 20Y
enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde
deben andar, y lo que han de hacer. 21Además escoge tú de entre
todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que
aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de
centenas, de cincuenta y de diez. 22Ellos juzgarán al pueblo en
todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto
pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.
23Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y
también todo este pueblo irá en paz a su lugar.
24Y oyó Moisés la voz de su suegro,
e hizo todo lo que dijo. 25Escogió Moisés varones de virtud de
entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre
ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. 26Y juzgaban al pueblo en
todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto
pequeño. 27Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su
tierra.
Israel en Sinaí
19
1En el mes tercero de la salida de
los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al
desierto de Sinaí. 2Habían salido de Refidim, y llegaron al
desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del
monte. 3Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte,
diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:
4Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas
de águilas, y os he traído a mí. 5Ahora, pues, si diereis oído a
mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoroa
sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros
me seréis un reino de sacerdotes,b y gente
santa.c
Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
7Entonces vino Moisés, y llamó a
los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras
que Jehová le había mandado. 8Y todo el pueblo respondió a una, y
dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las
palabras del pueblo. 9Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo
vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo
contigo, y también para que te crean para siempre.
Y Moisés refirió las palabras del pueblo a
Jehová.10Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy
y mañana; y laven sus vestidos, 11y estén preparados para el día
tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre
el monte de Sinaí. 12Y señalarás término al pueblo en derredor,
diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que
tocare el monte, de seguro morirá. 13No lo tocará mano, porque
será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá.d
Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. 14Y descendió
Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.
15Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis
mujer.
16Aconteció que al tercer día,
cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos,e y
espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo
el pueblo que estaba en el campamento. 17Y Moisés sacó del
campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.
18Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él
en fuego;f y el humo subía como el humo de un horno, y
todo el monte se estremecía en gran manera. 19El sonido de la bocina
iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz
tronante. 20Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la
cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés
subió. 21Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que
no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.
22Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová,
para que Jehová no haga en ellos estrago. 23Moisés dijo a Jehová:
El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo:
Señala límites al monte, y santifícalo. 24Y Jehová le dijo: Ve,
desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no
traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago.
25Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.[2]
Proverbios 8
Excelencia y eternidad de la Sabiduría
8
1 ¿No clama
la sabiduría,
Y da su voz la inteligencia?
2 En las
alturas junto al camino,
A las encrucijadas de las
veredas se para;
3 En el lugar
de las puertas, a la entrada de la ciudad,
A la entrada de las puertas da
voces:a
4 Oh hombres,
a vosotros clamo;
Dirijo mi voz a los hijos de
los hombres.
5 Entended,
oh simples, discreción;
Y vosotros, necios, entrad en
cordura.
6 Oíd, porque
hablaré cosas excelentes,
Y abriré mis labios para cosas
rectas.
7 Porque mi
boca hablará verdad,
Y la impiedad abominan mis
labios.
8 Justas son
todas las razones de mi boca;
No hay en ellas cosa perversa
ni torcida.
9 Todas ellas
son rectas al que entiende,
Y razonables a los que han
hallado sabiduría.
10 Recibid mi
enseñanza, y no plata;
Y ciencia antes que el oro
escogido.
11 Porque
mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;
Y todo cuanto se puede desear,
no es de compararse con ella.
12 Yo, la
sabiduría, habito con la cordura,
Y hallo la ciencia de los
consejos.
13 El temor de
Jehová es aborrecer el mal;
La soberbia y la arrogancia,
el mal camino,
Y la boca perversa, aborrezco.
14 Conmigo
está el consejo y el buen juicio;
Yo soy la inteligencia; mío es
el poder.
15 Por mí reinan
los reyes,
Y los príncipes determinan
justicia.
16 Por mí
dominan los príncipes,
Y todos los gobernadores
juzgan la tierra.
17 Yo amo a
los que me aman,
Y me hallan los que temprano
me buscan.
18 Las
riquezas y la honra están conmigo;
Riquezas duraderas, y
justicia.
19 Mejor es mi
fruto que el oro, y que el oro refinado;
Y mi rédito mejor que la plata
escogida.
20 Por vereda
de justicia guiaré,
Por en medio de sendas de
juicio,
21 Para hacer
que los que me aman tengan su heredad,
Y que yo llene sus tesoros.
22 Jehová me
poseía en el principio,
Ya de antiguo, antes de sus
obras.b
23 Eternamente
tuve el principado, desde el principio,
Antes de la tierra.
24 Antes de
los abismos fui engendrada;
Antes que fuesen las fuentes
de las muchas aguas.
25 Antes que
los montes fuesen formados,
Antes de los collados, ya
había sido yo engendrada;
26 No había
aún hecho la tierra, ni los campos,
Ni el principio del polvo del
mundo.
27 Cuando
formaba los cielos, allí estaba yo;
Cuando trazaba el círculo
sobre la faz del abismo;
28 Cuando
afirmaba los cielos arriba,
Cuando afirmaba las fuentes
del abismo;
29 Cuando
ponía al mar su estatuto,
Para que las aguas no
traspasasen su mandamiento;
Cuando establecía los
fundamentos de la tierra,
30 Con él
estaba yo ordenándolo todo,
Y era su delicia de día en
día,
Teniendo solaz delante de él
en todo tiempo.
31 Me regocijo
en la parte habitable de su tierra;
Y mis delicias son con los
hijos de los hombres.
32 Ahora,
pues, hijos, oídme,
Y bienaventurados los que
guardan mis caminos.
33 Atended el
consejo, y sed sabios,
Y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado
el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada
día,
Aguardando a los postes de mis
puertas.
35 Porque el
que me halle, hallará la vida,
Y alcanzará el favor de
Jehová.
36 Mas el que
peca contra mí, defrauda su alma;
Todos los que me aborrecen
aman la muerte.[3]
a a 13.2: Gn. 18.1–8; 19.1–3.
b b 13.5: Dt. 31.6, 8; Jos. 1.5.
c c 13.6: Sal. 118.6.
d d 13.11: Lv. 16.27.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
12.29-13.25
a a 18.3: Hch. 7.29.
10 Heb. ger.
b b 18.2–3: Ex. 2.21–22.
11 Heb. Eli, mi Dios; ezer,
ayuda.
a
a 19.5: Dt. 4.20; 7.6; 14.2;
26.18; Tit. 2.14.
b
b 19.6: Ap. 1.6; 5.10.
c c 19.5–6: 1 P. 2.9.
d d 19.12–13: He. 12.18–20.
e e 19.16: Ap. 4.5.
f f 19.16–18: Dt. 4.11–12.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
17.16-19.25
a a 8.1–3: Pr. 1.20–21.
b b 8.22: Ap. 3.14.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
7.27-8.36
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