¡Qué hacer ante los problemas!
¡Volviendo siempre a Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre
vosotros, Y os haré saber mis palabras (Pro 1.23).
Si tú te vuelves [arrepientes] y
pones atención a mis razonamientos [Palabra], yo [la
sabiduría] derramaré mi espíritu sobre
ti, y te daré a conocer mis palabras (Pro 1.23 BA).
Sabiendo que
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a
ti, no es de extrañarse que lo único que te pide es que confíes en Él; que en
lugar de huir de Él avergonzado(a) y derrotado(a), corras hacia Él y hacia Su
Palabra (Sus razonamientos). Dios te ha prometido hacerte saber Su Palabra y
con ella, ¡Su Sabiduría!
Porque yo sé los pensamientos
que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis
y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis,
porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros,
dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad (Jer 29.
11-14a).
Dios ha establecido en Su Palabra
un Plan bueno, agradable y perfecto para tu vida y, en honor a la Verdad, poco
importa lo que tú pienses de ti mismo(a), que si eres poca cosa, que eres un(a)
pecador(a), fracasado(a) o derrotado(a), porque ninguna de esas cosas eres tú.
¡Tú no puedes ser una persona
diferente a la que Dios dice que tú eres! ¡Sus pensamientos hacia ti son de paz
y no de mal! Y lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, esa es la Verdad y
eso es lo que prevalece. ¡Aunque tú no lo creas!
por cuanto agradó al Padre que
en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar
consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en
los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Col
1.19-20).
Por la Sangre de Jesús, por Su
muerte en esa cruz y su resurrección ahora tú tienes acceso a la Presencia de
Dios mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús. Y éste, mi estimado(a)
amigo(a), es un Pacto de Amor y Paz dirigido totalmente hacia ti.
Y a vosotros también, que
erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas
obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio
de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de
él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin
moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en
toda la creación que está debajo del cielo (Col
1.21-23a).
Si estás prestando atención a la
Palabra de Dios, notarás que no depende de ti, ni de nada de lo que hayas
hecho, ni de nada que tú puedas hacer. ¡Él lo hizo todo por amor a ti! Lo único
que se te pide es creer, creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
Pero ahora tanto mejor
ministerio es el suyo, cuanto es
mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque
si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado
lugar para el segundo. Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice
el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto
que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la
tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí
de ellos, dice el Señor. Por lo cual,
este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos
días, dice el Señor: Pondré mis leyes
en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por
Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su
prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me
conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus
injusticias, Y nunca más me acordaré
de sus pecados y de sus iniquidades (He
8.6-12).
Al aceptar a
Jesús como tu Señor y Salvador, automáticamente entraste a este Nuevo Pacto,
que ha sido establecido sobre mejores promesas, ya que, a diferencia del
anterior, no se te pide que hagas cosa
alguna sino sólo creer. Creer que por la muerte de Jesús todos tus pecados fueron
pagados; creer que mediante Su Sangre ya has sido purificado(a) para que, a
través de Su resurrección, recibas la Vida Nueva de un(a) Hijo(a) de Dios,
hecho(a) semejante a Jesús, justo(a), santo(a) y perfecto(a).
Necesito
insistir aquí que no se trata de si tú te sientes justo(a), santo(a) o perfecto(a),
sino que, mediante el Nuevo Pacto en Su
Sangre, y de acuerdo a la Palabra de Dios, Él, Jesucristo, ya te hizo así.
Entre más pronto lo aceptes y lo creas, más pronto comenzarás actuar y a vivir como
un(a) Hijo(a) del Rey.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Así que, no te dejes
engañar por los problemas, las enfermedades o las dificultades, ni por las
voces de fracaso y derrota que continuamente gritan que no sirves, que no
vales, que eres un(a) hipócrita, que Jesús, ni Dios pueden amarte siendo como
has sido, etc., etc., etc. ¡No! Mi amado(a), vuélvete a su reprensión, vuélvete
a Su Palabra y a Sus razonamientos. Porque esta es la verdad: ¡Dios te ama!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
en este día yo decido volverme a Tus razonamientos, a Tu Palabra. ¡Tu Palabra
es la Verdad! Por lo tanto, deshecho todo pensamiento de fracaso y de derrota;
todo rencor; todo complejo de inferioridad; todo orgullo y altivez; todo miedo
y temor. Gracias, Señor Jesús, porque por Ti, por Tu muerte en la cruz, por Tu
sangre preciosa, por Tu resurrección y por Tu gran Amor por mí, ahora yo tengo
vida, una vida plena y abundante: tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. Gracias, amado Dios, porque ahora conozco la Verdad y la
Verdad me ha hecho libre. Puedo tomar de Tu Plenitud, Jesús (que es toda la
Plenitud de la deidad), para hacer de mi vida una vida justa, santa y perfecta,
creyendo y RECIBIENDO lo que Tú, Señor, ya hiciste por mí. ¡Gracias por el
Nuevo Pacto en el Cuerpo y la Sangre de Jesús! Por todo esto, Tú, mi Dios, y
Padre, me has dado toda la autoridad para declarar que cualquier problema,
enfermedad o aflicción que ahora esté viviendo, tarde que temprano, se volverá
en un bien para mi vida, así lo dice la Biblia. Gracias Señor, porque no hay
forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido al
mundo, mi fe. Mi fe en Ti, Padre eterno. Mi fe en Tu Palabra. Gracias Padre
porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande
amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús,
y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que
vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a)
para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por
esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias
por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo
que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
11 Heb 8 / Ex 5.1-6.27 /
Pro 1
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
11 Heb 8 / Ex 5.1-6.27 /
Pro 1
Hebreos
8
El mediador de un nuevo pacto
8
1Ahora bien, el punto principal de
lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a
la diestra del trono de la Majestad en los cielos,a 2ministro
del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el
hombre. 3Porque todo sumo sacerdote está constituido para
presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste
tenga algo que ofrecer. 4Así que, si estuviese sobre la tierra, ni
siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas
según la ley; 5los cuales sirven a lo que es figura y sombra de
las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el
tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te
ha mostrado en el monte.b 6Pero ahora
tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas. 7Porque si aquel primero
hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo.
8Porque reprendiéndolos dice:
He aquí vienen
días, dice el Señor,
En que
estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
9No como el
pacto que hice con sus padres
El día que
los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
Porque ellos
no permanecieron en mi pacto,
Y yo me
desentendí de ellos, dice el Señor.
10Por lo cual,
este es el pacto que haré con la casa de Israel
Después de
aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis
leyes en la mente de ellos,
Y sobre su
corazón las escribiré;
Y seré a
ellos por Dios,
Y ellos me
serán a mí por pueblo;
11Y ninguno
enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a
su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
Porque todos
me conocerán,
Desde el
menor hasta el mayor de ellos.
12Porque seré
propicio a sus injusticias,
Y nunca más
me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.c
13Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo
que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.[1]
Exodo
5.1-6.27
Moisés y Aarón ante Faraón
5
1Después Moisés y Aarón entraron a
la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir
a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. 2Y Faraón
respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no
conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. 3Y ellos dijeron:
El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres
días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que
no venga sobre nosotros con peste o con espada. 4Entonces el rey
de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su
trabajo? Volved a vuestras tareas. 5Dijo también Faraón: He aquí
el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.
6Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo
tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: 7De aquí en
adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan
ellos y recojan por sí mismos la paja. 8Y les impondréis la misma
tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están
ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a
nuestro Dios. 9Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se
ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.
10Y saliendo los cuadrilleros del
pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo
no os doy paja. 11Id vosotros y recoged la paja donde la halléis;
pero nada se disminuirá de vuestra tarea. 12Entonces el pueblo se
esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.
13Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la
tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja. 14Y azotaban
a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían
puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de
ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?
15Y los capataces de los hijos de
Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así
con tus siervos? 16No se da paja a tus siervos, y con todo nos
dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo
es el culpable. 17Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y
por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová. 18Id pues,
ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de
ladrillo. 19Entonces los capataces de los hijos de Israel se
vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo,
de la tarea de cada día. 20Y encontrando a Moisés y a Aarón, que
estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón, 21les
dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho
abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la
mano para que nos maten.
Jehová comisiona a Moisés y a Aarón
22Entonces Moisés se volvió a
Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?
23Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha
afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.
6
1Jehová respondió a Moisés: Ahora
verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano
fuerte los echará de su tierra. 2Habló todavía Dios a Moisés, y le
dijo: Yo soy JEHOVÁ. 3Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como
Dios Omnipotente,a mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a
ellos. 4También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra
de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. 5Asimismo
yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los
egipcios, y me he acordado de mi pacto. 6Por tanto, dirás a los
hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas
de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y
con juicios grandes; 7y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro
Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo
de las tareas pesadas de Egipto. 8Y os meteré en la tierra por la
cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la
daré por heredad. Yo JEHOVÁ.
9De esta manera habló Moisés a los
hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de
espíritu, y de la dura servidumbre. 10Y habló Jehová a Moisés,
diciendo: 11Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de
su tierra a los hijos de Israel. 12Y respondió Moisés delante de
Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará
Faraón, siendo yo torpe de labios? 13Entonces Jehová habló a
Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón
rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.
14Estos son los jefes de las
familias de sus padres: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc,
Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén. 15Los hijos
de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de una cananea.
Estas son las familias de Simeón. 16Estos son los nombres de los
hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de
Leví fueron ciento treinta y siete años. 17Los hijos de Gersón:
Libni y Simei, por sus familias. 18Y los hijos de Coat: Amram,
Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y
tres años. 19Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las
familias de Leví por sus linajes.b 20Y Amram tomó
por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de
la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. 21Los hijos
de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri. 22Y los hijos de Uziel: Misael,
Elzafán y Sitri. 23Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de
Aminadab, hermana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e
Itamar. 24Los hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las
familias de los coreítas. 25Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí
mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes
de los padres de los levitas por sus familias.
26Este es aquel Aarón y aquel
Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de
Egipto por sus ejércitos. 27Estos son los que hablaron a Faraón
rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón
fueron éstos.[2]
Proverbios 1
Motivo de los proverbios
1
1Los proverbios
de Salomón,a hijo de David, rey de Israel.
2 Para
entender sabiduría y doctrina,
Para conocer razones
prudentes,
3 Para
recibir el consejo de prudencia,
Justicia, juicio y equidad;
4 Para dar
sagacidad a los simples,
Y a los jóvenes inteligencia y
cordura.
5 Oirá el sabio,
y aumentará el saber,
Y el entendido adquirirá
consejo,
6 Para
entender proverbio y declaración,
Palabras de sabios, y sus
dichos profundos.
7 El
principio de la sabiduría es el temor de Jehová;b
Los insensatos desprecian la
sabiduría y la enseñanza.
Amonestaciones de la Sabiduría
8 Oye, hijo
mío, la instrucción de tu padre,
Y no desprecies la dirección
de tu madre;
9 Porque
adorno de gracia serán a tu cabeza,
Y collares a tu cuello.
10 Hijo mío,
si los pecadores te quisieren engañar,
No consientas.
11 Si dijeren:
Ven con nosotros;
Pongamos asechanzas para
derramar sangre,
Acechemos sin motivo al
inocente;
12 Los
tragaremos vivos como el Seol,
Y enteros, como los que caen
en un abismo;
13 Hallaremos
riquezas de toda clase,
Llenaremos nuestras casas de
despojos;
14 Echa tu
suerte entre nosotros;
Tengamos todos una bolsa.
15 Hijo mío,
no andes en camino con ellos.
Aparta tu pie de sus veredas,
16 Porque sus
pies corren hacia el mal,
Y van presurosos a derramar
sangre.
17 Porque en
vano se tenderá la red
Ante los ojos de toda ave;
18 Pero ellos
a su propia sangre ponen asechanzas,
Y a sus almas tienden lazo.
19 Tales son
las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual quita la vida de sus
poseedores.
20 La
sabiduría clama en las calles,
Alza su voz en las plazas;
21 Clama en
los principales lugares de reunión;
En las entradas de las puertas
de la ciudad dice sus razones.c
22 ¿Hasta
cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los burladores desearán el
burlar,
Y los insensatos aborrecerán
la ciencia?
23 Volveos a
mi reprensión;
He aquí yo derramaré mi
espíritu sobre vosotros,
Y os haré saber mis palabras.
24 Por cuanto
llamé, y no quisisteis oír,
Extendí mi mano, y no hubo
quien atendiese,
25 Sino que
desechasteis todo consejo mío
Y mi reprensión no quisisteis,
26 También yo
me reiré en vuestra calamidad,
Y me burlaré cuando os viniere
lo que teméis;
27 Cuando
viniere como una destrucción lo que teméis,
Y vuestra calamidad llegare
como un torbellino;
Cuando sobre vosotros viniere
tribulación y angustia.
28 Entonces me
llamarán, y no responderé;
Me buscarán de mañana, y no me
hallarán.
29 Por cuanto
aborrecieron la sabiduría,
Y no escogieron el temor de Jehová,
30 Ni
quisieron mi consejo,
Y menospreciaron toda
reprensión mía,
31 Comerán del
fruto de su camino,
Y serán hastiados de sus
propios consejos.
32 Porque el
desvío de los ignorantes los matará,
Y la prosperidad de los necios
los echará a perder;
33 Mas el que
me oyere, habitará confiadamente
Y vivirá tranquilo, sin temor
del mal.[3]
a a 8.1: Sal. 110.1.
b b 8.5: Ex. 25.40.
c c 8.8–12: Jer. 31.31–34.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
7.28-8.13
a a 6.2–3: Ex. 3.13–15.
b b 6.16–19: 1 Cr. 6.16–19.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
4.31-6.27
a a 1.1: 1 R. 4.32.
b b 1.7: Job 28.28; Sal. 111.10; Pr. 9.10.
c c 1.20–21: Pr. 8.1–3.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
150.6-Pr 1.33
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
11 Heb 8 / Ex 5.1-6.27 /
Pro 1
Hebreos
8
El mediador de un nuevo pacto
8
1Ahora bien, el punto principal de
lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a
la diestra del trono de la Majestad en los cielos,a 2ministro
del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el
hombre. 3Porque todo sumo sacerdote está constituido para
presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste
tenga algo que ofrecer. 4Así que, si estuviese sobre la tierra, ni
siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas
según la ley; 5los cuales sirven a lo que es figura y sombra de
las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el
tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te
ha mostrado en el monte.b 6Pero ahora
tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas. 7Porque si aquel primero
hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo.
8Porque reprendiéndolos dice:
He aquí vienen
días, dice el Señor,
En que
estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
9No como el
pacto que hice con sus padres
El día que
los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
Porque ellos
no permanecieron en mi pacto,
Y yo me
desentendí de ellos, dice el Señor.
10Por lo cual,
este es el pacto que haré con la casa de Israel
Después de
aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis
leyes en la mente de ellos,
Y sobre su
corazón las escribiré;
Y seré a
ellos por Dios,
Y ellos me
serán a mí por pueblo;
11Y ninguno
enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a
su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
Porque todos
me conocerán,
Desde el
menor hasta el mayor de ellos.
12Porque seré
propicio a sus injusticias,
Y nunca más
me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.c
13Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo
que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.[1]
Exodo
5.1-6.27
Moisés y Aarón ante Faraón
5
1Después Moisés y Aarón entraron a
la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir
a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. 2Y Faraón
respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no
conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. 3Y ellos dijeron:
El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres
días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que
no venga sobre nosotros con peste o con espada. 4Entonces el rey
de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su
trabajo? Volved a vuestras tareas. 5Dijo también Faraón: He aquí
el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.
6Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo
tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: 7De aquí en
adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan
ellos y recojan por sí mismos la paja. 8Y les impondréis la misma
tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están
ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a
nuestro Dios. 9Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se
ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.
10Y saliendo los cuadrilleros del
pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo
no os doy paja. 11Id vosotros y recoged la paja donde la halléis;
pero nada se disminuirá de vuestra tarea. 12Entonces el pueblo se
esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.
13Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la
tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja. 14Y azotaban
a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían
puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de
ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?
15Y los capataces de los hijos de
Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así
con tus siervos? 16No se da paja a tus siervos, y con todo nos
dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo
es el culpable. 17Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y
por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová. 18Id pues,
ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de
ladrillo. 19Entonces los capataces de los hijos de Israel se
vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo,
de la tarea de cada día. 20Y encontrando a Moisés y a Aarón, que
estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón, 21les
dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho
abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la
mano para que nos maten.
Jehová comisiona a Moisés y a Aarón
22Entonces Moisés se volvió a
Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?
23Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha
afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.
6
1Jehová respondió a Moisés: Ahora
verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano
fuerte los echará de su tierra. 2Habló todavía Dios a Moisés, y le
dijo: Yo soy JEHOVÁ. 3Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como
Dios Omnipotente,a mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a
ellos. 4También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra
de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. 5Asimismo
yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los
egipcios, y me he acordado de mi pacto. 6Por tanto, dirás a los
hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas
de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y
con juicios grandes; 7y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro
Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo
de las tareas pesadas de Egipto. 8Y os meteré en la tierra por la
cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la
daré por heredad. Yo JEHOVÁ.
9De esta manera habló Moisés a los
hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de
espíritu, y de la dura servidumbre. 10Y habló Jehová a Moisés,
diciendo: 11Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de
su tierra a los hijos de Israel. 12Y respondió Moisés delante de
Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará
Faraón, siendo yo torpe de labios? 13Entonces Jehová habló a
Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón
rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.
14Estos son los jefes de las
familias de sus padres: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc,
Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén. 15Los hijos
de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de una cananea.
Estas son las familias de Simeón. 16Estos son los nombres de los
hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de
Leví fueron ciento treinta y siete años. 17Los hijos de Gersón:
Libni y Simei, por sus familias. 18Y los hijos de Coat: Amram,
Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y
tres años. 19Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las
familias de Leví por sus linajes.b 20Y Amram tomó
por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de
la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. 21Los hijos
de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri. 22Y los hijos de Uziel: Misael,
Elzafán y Sitri. 23Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de
Aminadab, hermana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e
Itamar. 24Los hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las
familias de los coreítas. 25Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí
mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes
de los padres de los levitas por sus familias.
26Este es aquel Aarón y aquel
Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de
Egipto por sus ejércitos. 27Estos son los que hablaron a Faraón
rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón
fueron éstos.[2]
Proverbios 1
Motivo de los proverbios
1
1Los proverbios
de Salomón,a hijo de David, rey de Israel.
2 Para
entender sabiduría y doctrina,
Para conocer razones
prudentes,
3 Para
recibir el consejo de prudencia,
Justicia, juicio y equidad;
4 Para dar
sagacidad a los simples,
Y a los jóvenes inteligencia y
cordura.
5 Oirá el sabio,
y aumentará el saber,
Y el entendido adquirirá
consejo,
6 Para
entender proverbio y declaración,
Palabras de sabios, y sus
dichos profundos.
7 El
principio de la sabiduría es el temor de Jehová;b
Los insensatos desprecian la
sabiduría y la enseñanza.
Amonestaciones de la Sabiduría
8 Oye, hijo
mío, la instrucción de tu padre,
Y no desprecies la dirección
de tu madre;
9 Porque
adorno de gracia serán a tu cabeza,
Y collares a tu cuello.
10 Hijo mío,
si los pecadores te quisieren engañar,
No consientas.
11 Si dijeren:
Ven con nosotros;
Pongamos asechanzas para
derramar sangre,
Acechemos sin motivo al
inocente;
12 Los
tragaremos vivos como el Seol,
Y enteros, como los que caen
en un abismo;
13 Hallaremos
riquezas de toda clase,
Llenaremos nuestras casas de
despojos;
14 Echa tu
suerte entre nosotros;
Tengamos todos una bolsa.
15 Hijo mío,
no andes en camino con ellos.
Aparta tu pie de sus veredas,
16 Porque sus
pies corren hacia el mal,
Y van presurosos a derramar
sangre.
17 Porque en
vano se tenderá la red
Ante los ojos de toda ave;
18 Pero ellos
a su propia sangre ponen asechanzas,
Y a sus almas tienden lazo.
19 Tales son
las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual quita la vida de sus
poseedores.
20 La
sabiduría clama en las calles,
Alza su voz en las plazas;
21 Clama en
los principales lugares de reunión;
En las entradas de las puertas
de la ciudad dice sus razones.c
22 ¿Hasta
cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los burladores desearán el
burlar,
Y los insensatos aborrecerán
la ciencia?
23 Volveos a
mi reprensión;
He aquí yo derramaré mi
espíritu sobre vosotros,
Y os haré saber mis palabras.
24 Por cuanto
llamé, y no quisisteis oír,
Extendí mi mano, y no hubo
quien atendiese,
25 Sino que
desechasteis todo consejo mío
Y mi reprensión no quisisteis,
26 También yo
me reiré en vuestra calamidad,
Y me burlaré cuando os viniere
lo que teméis;
27 Cuando
viniere como una destrucción lo que teméis,
Y vuestra calamidad llegare
como un torbellino;
Cuando sobre vosotros viniere
tribulación y angustia.
28 Entonces me
llamarán, y no responderé;
Me buscarán de mañana, y no me
hallarán.
29 Por cuanto
aborrecieron la sabiduría,
Y no escogieron el temor de Jehová,
30 Ni
quisieron mi consejo,
Y menospreciaron toda
reprensión mía,
31 Comerán del
fruto de su camino,
Y serán hastiados de sus
propios consejos.
32 Porque el
desvío de los ignorantes los matará,
Y la prosperidad de los necios
los echará a perder;
33 Mas el que
me oyere, habitará confiadamente
Y vivirá tranquilo, sin temor
del mal.[3]
a a 8.1: Sal. 110.1.
b b 8.5: Ex. 25.40.
c c 8.8–12: Jer. 31.31–34.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He
7.28-8.13
a a 6.2–3: Ex. 3.13–15.
b b 6.16–19: 1 Cr. 6.16–19.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
4.31-6.27
a a 1.1: 1 R. 4.32.
b b 1.7: Job 28.28; Sal. 111.10; Pr. 9.10.
c c 1.20–21: Pr. 8.1–3.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
150.6-Pr 1.33
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