¿Qué tiempos estás viviendo?
¡Tiempos emocionantes!
Por Riqui Ricón*
Por tanto, se detuvieron allí
mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba
testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos
de ellos señales y prodigios (Hch 14.3).
En la lectura
del día de hoy, la Biblia nos muestra como Pablo y Bernabé estuvieron en la ciudad de Iconio predicando el evangelio durante bastante
tiempo; mientras que el Señor les concedía el poder de hacer grandes milagros
que demostraban el origen divino del mensaje que predicaban.
Y ellos, saliendo, predicaron en
todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que
la seguían. Amén (Mar 16.20).
Hoy
en día, en pleno siglo XXI, somos testigos de las mismas señales que acompañan
la predicación de la Palabra de Dios: cáncer, diabetes, VIH y muchísimas otras
enfermedades son sanadas mediante la oración y la imposición de manos. Los matrimonios
y las vidas destruidas de cientos de miles de personas son restaurados en este
preciso momento por el Poder y el Amor contenidos en el mensaje del Evangelio.
Y estas señales seguirán a los
que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mar
16.17-18).
Es
evidente que Jesús lo dijo así en Su Palabra y esto es una realidad el día de
hoy.
En
verdad que estamos viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la
humanidad. El mensaje de la Biblia, el Evangelio de Jesucristo, sigue siendo
tan real y eficaz como lo fue en la época de Pablo y Bernabé.
Quizá
tú no te sientas hoy con la fe suficiente (ni con el Poder) para realizar
milagros a nombre de Jesucristo. Quizá hoy estás enfrentando problemas
particulares que te impiden pensar en otra cosa que no sea cómo solucionarlos.
Quizá pienses que hoy no es el día indicado para hablarte de la fe, los milagros
y el Poder de Dios. Pero, quizá sí.
¡Quién me diera quien me oyese!
He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi
adversario me forme proceso (Job 31.35).
Ante la
adversidad, ante las dudas, problemas y aflicciones, que le embargaron más allá
de sus fuerzas y recursos, Job terminó por declarar que su confianza estaba en
el Todopoderoso Dios.
A Jehová he puesto siempre
delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto
mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente (Sal 16.8-9).
Tú has hecho a
Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, por lo tanto Dios es el que te
guarda y no serás conmovido(a) por ningún problema, ni enfermedad o aflicción.
Puedes, con toda seguridad, darle alegría a tu corazón y que se goce tu alma; y
que tu carne también repose confiadamente en la Palabra de Dios.
Bienaventurado aquel cuyo
ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios (Sal 146.5).
¡Tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Tu esperanza es una certeza segura pues has
puesto tu confianza en Dios Todopoderoso.
Pacientemente esperé a Jehová, Y
se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego
en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y
temerán, Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su
confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.
Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con
nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos,
No pueden ser enumerados (Sal 40.1-5).
La palabra
pacientemente significa aquí, constantemente, persistentemente. Y sin importar
la magnitud de lo que estés enfrentando este día, Dios pondrá tus pies sobre la
peña y enderezará tus pasos.
Sólo tienes que
creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
Este es el
único secreto para vivir una vida dichosa.
Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Así que,
recuerda siempre que el poder y la fe del Evangelio emanan no de cómo tú te
sientas el día de hoy, ni de qué tan grandes o difíciles son los problemas que
estás enfrentando. El poder y la fe del Evangelio emanan de tu confianza en la
Palabra de Dios.
Dios no es un simple mortal
para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a
cabo lo que dice? (Num 23.19).
La Biblia es
la Palabra de Dios y ésta es la Palabra de Honor del único Dios Todopoderoso, y
es Él mismo quien afirma en Su Palabra amarte tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios no te ha
dejado a merced de tus circunstancias, ni te dejará. Dios te ama y tú eres muy
valioso(a) para Él.
Como con
Pablo y Bernabé, hoy en día, Dios respalda a aquellos que creen; Dios respalda
a aquellos que creen en Él y lo demuestran creyendo Su Palabra, pues, al fin y
al cabo, Dios respalda Su Palabra de Honor.
Por tanto, os digo que todo lo
que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá (Mar 11.24).
Tal vez estés
pensando:
- Mira Riqui
Ricón, yo ya leí eso y lo puse en práctica; me puse a orar y no sucedió nada.
Pues tienes
que saber que el secreto no está en que ores sino en que creas que lo recibirás
por la simple y sencilla razón de que Dios lo dijo así, y si Dios lo dijo,
entonces, Él lo va hacer, si Dios lo hablo, entonces, Él lo va a ejecutar.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
¡Primero el
cielo y la tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplir Su Palabra de
Honor!
Es
interesante notar cómo Job, en medio de la adversidad, buscó un abogado en
Dios. Pero, ¿cómo funciona esto hoy en día?
Hijitos míos, estas cosas os
escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Jn 2.1).
Ahora, tú
tienes un abogado en Cristo Jesús.
Job buscaba
ser justificado delante de Dios.
Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él (2 Co 5.21).
Tú has sido
justificado(a) por Dios.
Job quería
hablar con Dios.
Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro (He 4-14-16).
Tú tienes
libre acceso a la Presencia de Dios, pues ahora eres legal y legítimamente
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha
dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos
conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 BAD).
¡Tú eres, ni
más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿Por qué esto
es tan importante para creer?
De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Si no crees,
no podrás hacer las cosas que Él hizo y, entonces, no podrás cumplir el
propósito por el cual estás en este mundo.
Jesús le dijo: Si puedes creer,
al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
Recuerda,
¡sin fe es imposible agradar a Dios!
Tú crees que Dios es uno; bien
haces. También los demonios creen, y tiemblan (Sgo 2.19).
Los
demonios, como la mayoría de los seres humanos, creen en Dios y tiemblan. Pero,
no es suficiente con creer en Dios, es necesario creerle, creerle a Él creyendo
Su Palabra.
Tú has sido
destinado(a) a realizar grandes cosas para el Reino, así que, no te dejes
abrumar por las circunstancias que te rodean, ni aún por tus emociones y
sentimientos, y confía en la Palabra de Dios y Él dará testimonio de la Palabra
de Su Gracia concediendo que por tu mano se hagan señales y prodigios tal y
como la ha prometido.
¡Son tiempos
emocionantes!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado que siendo
yo un(a) pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para pagar todas mis
deudas y así hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús. Oh Dios, es algo
tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la
cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a),
perdonado(a) y santificado(a). Abba, Padre, gracias por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino
vivo y perfecto mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús.
Jesucristo, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las
tinieblas a Tu luz admirable otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús,
por Ti soy Eterno(a). Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré!
Padre celestial, yo creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a).
¡Acepto el precio que se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién
contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo
entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas?
¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que
me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo Jesús, Tú
moriste por mí; más aún, Tú, Señor, eres el que también resucitó, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercedes por mí. ¿Quién
me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? A
todos esos males se refieren las Escrituras diciendo: "Por ser fieles a tu
causa nos persiguen a muerte sin descanso; nos tratan como a ovejas destinadas
al matadero".Por causa de ti somos muertos
todo el tiempo; Antes, en todas estas cosas yo, ___________ (tu nombre aquí),
soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual
estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor mío. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo
Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo,
que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en
mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto
a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor,
ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo,
ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de
la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano
Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
1 Hch 14
/ Jos 22 /
Job 31
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
1 Hch 14
/ Jos 22 /
Job 31
Hechos
14
Pablo y Bernabé en Iconio
14
1Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los
judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y
asimismo de griegos. 2Mas los judíos que no creían excitaron y
corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3Por
tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el
Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se
hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. 4Y la gente
de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los
apóstoles. 5Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con
sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, 6habiéndolo
sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región
circunvecina, 7y allí predicaban el evangelio.
Pablo es apedreado en Listra
8Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de
los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9Este oyó
hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser
sanado, 10dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él
saltó, y anduvo. 11Entonces la gente, visto lo que Pablo había
hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de
hombres han descendido a nosotros. 12Y a Bernabé llamaban Júpiter,
y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 13Y
el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y
guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería
ofrecer sacrificios. 14Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y
Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces
15y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos
hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os
convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que
en ellos hay. 16En las edades pasadas él ha dejado a todas las
gentes andar en sus propios caminos; 17si bien no se dejó a sí
mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos
fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18Y
diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les
ofreciese sacrificio.
19Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que
persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera
de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20Pero rodeándole los
discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con
Bernabé para Derbe. 21Y después de anunciar el evangelio a aquella
ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a
Antioquía, 22confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23Y
constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído.
El regreso a Antioquía de Siria
24Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. 25Y
habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26De
allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de
Dios para la obra que habían cumplido. 27Y habiendo llegado, y
reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos,
y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28Y se
quedaron allí mucho tiempo con los discípulos. [1]
Josué
22
El altar junto al Jordán
22
1Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la
media tribu de Manasés, 2y les dijo: Vosotros habéis guardado todo
lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo
que os he mandado.a 3No habéis dejado a vuestros
hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado
de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios. 4Ahora, pues,
que Jehová vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había
prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras
posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio al otro lado del Jordán. 5Solamente
que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo
de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus
caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo
vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6Y bendiciéndolos, Josué
los despidió, y se fueron a sus tiendas.
7También a la media tribu de Manasés había dado Moisés
posesión en Basán; mas a la otra mitad dio Josué heredad entre sus hermanos a
este lado del Jordán, al occidente; y también a éstos envió Josué a sus
tiendas, después de haberlos bendecido. 8Y les habló diciendo:
Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata,
con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín
de vuestros enemigos. 9Así los hijos de Rubén y los hijos de Gad y
la media tribu de Manasés, se volvieron, separándose de los hijos de Israel,
desde Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a
la tierra de sus posesiones, de la cual se habían posesionado conforme al
mandato de Jehová por conducto de Moisés.
10Y llegando a los límites del Jordán que está en la tierra de
Canaán, los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés
edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de grande apariencia.
11Y los hijos de Israel oyeron decir que los hijos de Rubén y los hijos
de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra
de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12Cuando
oyeron esto los hijos de Israel, se juntó toda la congregación de los hijos de
Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos.
13Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los
hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo
del sacerdote Eleazar, 14y a diez príncipes con él: un príncipe
por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era
jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15Los
cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de
Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: 16Toda
la congregación de Jehová dice así: ¿Qué transgresión es esta con que
prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová,
edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová?b 17¿No
ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios hasta este
día, por la cual vino la mortandad en la congregación de Jehová,c
18para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os
rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación
de Israel. 19Si os parece que la tierra de vuestra posesión es
inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Jehová, en la cual está el
tabernáculo de Jehová, y tomad posesión entre nosotros; pero no os rebeléis
contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos altar además del
altar de Jehová nuestro Dios. 20¿No cometió Acán hijo de Zera
prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y
aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.d
21Entonces los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media
tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de
Israel: 22Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él
sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra
Jehová, no nos salves hoy. 23Si nos hemos edificado altar para
volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para
ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. 24Lo
hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos:
¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel? 25Jehová ha puesto
por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de
Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová; y así vuestros hijos harían que
nuestros hijos dejasen de temer a Jehová. 26Por esto dijimos:
Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni para sacrificio, 27sino
para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán
después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él
con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de
paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte
en Jehová. 28Nosotros, pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan
a nosotros, o a nuestras generaciones en lo por venir, entonces responderemos:
Mirad el símil del altar de Jehová, el cual hicieron nuestros padres, no para
holocaustos o sacrificios, sino para que fuese testimonio entre nosotros y
vosotros. 29Nunca tal acontezca que nos rebelemos contra Jehová, o
que nos apartemos hoy de seguir a Jehová, edificando altar para holocaustos,
para ofrenda o para sacrificio, además del altar de Jehová nuestro Dios que está
delante de su tabernáculo.
30Oyendo Finees el sacerdote y los príncipes de la
congregación, y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, las
palabras que hablaron los hijos de Rubén y los hijos de Gad y los hijos de
Manasés, les pareció bien todo ello. 31Y dijo Finees hijo del
sacerdote Eleazar a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de
Manasés: Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues que no habéis
intentado esta traición contra Jehová. Ahora habéis librado a los hijos de
Israel de la mano de Jehová.
32Y Finees hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes,
dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, y regresaron de la tierra de
Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, a los cuales dieron la
respuesta. 33Y el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y
bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos
en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los
hijos de Gad. 34Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron
por nombre al altar Ed;5 porque testimonio es entre
nosotros que Jehová es Dios. [2]
Job 31
Job afirma su integridad
31
1 Hice
pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
2 Porque
¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
3 ¿No
hay quebrantamiento para el impío,
Y extrañamiento para los que hacen iniquidad?
4 ¿No
ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos?
5 Si
anduve con mentira,
Y si mi pie se apresuró a engaño,
6 Péseme
Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad.
7 Si
mis pasos se apartaron del camino,
Si mi corazón se fue tras mis ojos,
Y si algo se pegó a mis manos,
8 Siembre
yo, y otro coma,
Y sea arrancada mi siembra.
9 Si
fue mi corazón engañado acerca de mujer,
Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
10 Muela
para otro mi mujer,
Y sobre ella otros se encorven.
11 Porque
es maldad e iniquidad
Que han de castigar los jueces.
12 Porque
es fuego que devoraría hasta el Abadón,
Y consumiría toda mi hacienda.
13 Si
hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos contendían conmigo,
14 ¿Qué
haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?
15 El
que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
16 Si
estorbé el contento de los pobres,
E hice desfallecer los ojos de la viuda;
17 Si
comí mi bocado solo,
Y no comió de él el huérfano
18 (Porque
desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19 Si
he visto que pereciera alguno sin vestido,
Y al menesteroso sin abrigo;
20 Si
no me bendijeron sus lomos,
Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 Si
alcé contra el huérfano mi mano,
Aunque viese que me ayudaran en la puerta;
22 Mi
espalda se caiga de mi hombro,
Y el hueso de mi brazo sea quebrado.
23 Porque
temí el castigo de Dios,
Contra cuya majestad yo no tendría poder.
24 Si
puse en el oro mi esperanza,
Y dije al oro: Mi confianza eres tú;
25 Si
me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,
Y de que mi mano hallase mucho;
26 Si
he mirado al sol cuando resplandecía,
O a la luna cuando iba hermosa,
27 Y
mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó mi mano;
28 Esto
también sería maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios soberano.
29 Si
me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,
Y me regocijé cuando le halló el mal
30 (Ni
aun entregué al pecado mi lengua,
Pidiendo maldición para su alma);
31 Si
mis siervos no decían:
¿Quién no se ha saciado de su carne?
32 (El
forastero no pasaba fuera la noche;
Mis puertas abría al caminante);
33 Si
encubrí como hombre mis transgresiones,
Escondiendo en mi seno mi iniquidad,
34 Porque
tuve temor de la gran multitud,
Y el menosprecio de las familias me atemorizó,
Y callé, y no salí de mi puerta;
35 ¡Quién
me diera quien me oyese!
He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,
Aunque mi adversario me forme proceso.
36 Ciertamente
yo lo llevaría sobre mi hombro,
Y me lo ceñiría como una corona.
37 Yo
le contaría el número de mis pasos,
Y como príncipe me presentaría ante él.
38 Si
mi tierra clama contra mí,
Y lloran todos sus surcos;
39 Si
comí su sustancia sin dinero,
O afligí el alma de sus dueños,
40 En
lugar de trigo me nazcan abrojos,
Y espinos en lugar de cebada.
Aquí terminan
las palabras de Job. [3]
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Hch
13.52-14.28
a a 22.2: Nm. 32.20–32; Jos. 1.12–15.
b b 22.16: Dt. 12.6.
c c 22.17: Nm. 25.1–9.
d d 22.20: Jos. 7.1–26.
5 Esto es, Testimonio.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jos
21.45-22.34
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Job
30.31-31.40
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
1 Hch 14
/ Jos 22 /
Job 31
Hechos
14
Pablo y Bernabé en Iconio
14
1Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los
judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y
asimismo de griegos. 2Mas los judíos que no creían excitaron y
corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3Por
tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el
Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se
hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. 4Y la gente
de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los
apóstoles. 5Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con
sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, 6habiéndolo
sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región
circunvecina, 7y allí predicaban el evangelio.
Pablo es apedreado en Listra
8Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de
los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9Este oyó
hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser
sanado, 10dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él
saltó, y anduvo. 11Entonces la gente, visto lo que Pablo había
hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de
hombres han descendido a nosotros. 12Y a Bernabé llamaban Júpiter,
y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 13Y
el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y
guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería
ofrecer sacrificios. 14Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y
Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces
15y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos
hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os
convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que
en ellos hay. 16En las edades pasadas él ha dejado a todas las
gentes andar en sus propios caminos; 17si bien no se dejó a sí
mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos
fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18Y
diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les
ofreciese sacrificio.
19Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que
persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera
de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20Pero rodeándole los
discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con
Bernabé para Derbe. 21Y después de anunciar el evangelio a aquella
ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a
Antioquía, 22confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23Y
constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído.
El regreso a Antioquía de Siria
24Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. 25Y
habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26De
allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de
Dios para la obra que habían cumplido. 27Y habiendo llegado, y
reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos,
y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28Y se
quedaron allí mucho tiempo con los discípulos. [1]
Josué
22
El altar junto al Jordán
22
1Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la
media tribu de Manasés, 2y les dijo: Vosotros habéis guardado todo
lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo
que os he mandado.a 3No habéis dejado a vuestros
hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado
de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios. 4Ahora, pues,
que Jehová vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había
prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras
posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio al otro lado del Jordán. 5Solamente
que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo
de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus
caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo
vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6Y bendiciéndolos, Josué
los despidió, y se fueron a sus tiendas.
7También a la media tribu de Manasés había dado Moisés
posesión en Basán; mas a la otra mitad dio Josué heredad entre sus hermanos a
este lado del Jordán, al occidente; y también a éstos envió Josué a sus
tiendas, después de haberlos bendecido. 8Y les habló diciendo:
Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata,
con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín
de vuestros enemigos. 9Así los hijos de Rubén y los hijos de Gad y
la media tribu de Manasés, se volvieron, separándose de los hijos de Israel,
desde Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a
la tierra de sus posesiones, de la cual se habían posesionado conforme al
mandato de Jehová por conducto de Moisés.
10Y llegando a los límites del Jordán que está en la tierra de
Canaán, los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés
edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de grande apariencia.
11Y los hijos de Israel oyeron decir que los hijos de Rubén y los hijos
de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra
de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12Cuando
oyeron esto los hijos de Israel, se juntó toda la congregación de los hijos de
Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos.
13Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los
hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo
del sacerdote Eleazar, 14y a diez príncipes con él: un príncipe
por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era
jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15Los
cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de
Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: 16Toda
la congregación de Jehová dice así: ¿Qué transgresión es esta con que
prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová,
edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová?b 17¿No
ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios hasta este
día, por la cual vino la mortandad en la congregación de Jehová,c
18para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os
rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación
de Israel. 19Si os parece que la tierra de vuestra posesión es
inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Jehová, en la cual está el
tabernáculo de Jehová, y tomad posesión entre nosotros; pero no os rebeléis
contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos altar además del
altar de Jehová nuestro Dios. 20¿No cometió Acán hijo de Zera
prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y
aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.d
21Entonces los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media
tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de
Israel: 22Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él
sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra
Jehová, no nos salves hoy. 23Si nos hemos edificado altar para
volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para
ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. 24Lo
hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos:
¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel? 25Jehová ha puesto
por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de
Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová; y así vuestros hijos harían que
nuestros hijos dejasen de temer a Jehová. 26Por esto dijimos:
Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni para sacrificio, 27sino
para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán
después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él
con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de
paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte
en Jehová. 28Nosotros, pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan
a nosotros, o a nuestras generaciones en lo por venir, entonces responderemos:
Mirad el símil del altar de Jehová, el cual hicieron nuestros padres, no para
holocaustos o sacrificios, sino para que fuese testimonio entre nosotros y
vosotros. 29Nunca tal acontezca que nos rebelemos contra Jehová, o
que nos apartemos hoy de seguir a Jehová, edificando altar para holocaustos,
para ofrenda o para sacrificio, además del altar de Jehová nuestro Dios que está
delante de su tabernáculo.
30Oyendo Finees el sacerdote y los príncipes de la
congregación, y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, las
palabras que hablaron los hijos de Rubén y los hijos de Gad y los hijos de
Manasés, les pareció bien todo ello. 31Y dijo Finees hijo del
sacerdote Eleazar a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de
Manasés: Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues que no habéis
intentado esta traición contra Jehová. Ahora habéis librado a los hijos de
Israel de la mano de Jehová.
32Y Finees hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes,
dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, y regresaron de la tierra de
Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, a los cuales dieron la
respuesta. 33Y el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y
bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos
en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los
hijos de Gad. 34Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron
por nombre al altar Ed;5 porque testimonio es entre
nosotros que Jehová es Dios. [2]
Job 31
Job afirma su integridad
31
1 Hice
pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
2 Porque
¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
3 ¿No
hay quebrantamiento para el impío,
Y extrañamiento para los que hacen iniquidad?
4 ¿No
ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos?
5 Si
anduve con mentira,
Y si mi pie se apresuró a engaño,
6 Péseme
Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad.
7 Si
mis pasos se apartaron del camino,
Si mi corazón se fue tras mis ojos,
Y si algo se pegó a mis manos,
8 Siembre
yo, y otro coma,
Y sea arrancada mi siembra.
9 Si
fue mi corazón engañado acerca de mujer,
Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
10 Muela
para otro mi mujer,
Y sobre ella otros se encorven.
11 Porque
es maldad e iniquidad
Que han de castigar los jueces.
12 Porque
es fuego que devoraría hasta el Abadón,
Y consumiría toda mi hacienda.
13 Si
hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos contendían conmigo,
14 ¿Qué
haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?
15 El
que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
16 Si
estorbé el contento de los pobres,
E hice desfallecer los ojos de la viuda;
17 Si
comí mi bocado solo,
Y no comió de él el huérfano
18 (Porque
desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19 Si
he visto que pereciera alguno sin vestido,
Y al menesteroso sin abrigo;
20 Si
no me bendijeron sus lomos,
Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 Si
alcé contra el huérfano mi mano,
Aunque viese que me ayudaran en la puerta;
22 Mi
espalda se caiga de mi hombro,
Y el hueso de mi brazo sea quebrado.
23 Porque
temí el castigo de Dios,
Contra cuya majestad yo no tendría poder.
24 Si
puse en el oro mi esperanza,
Y dije al oro: Mi confianza eres tú;
25 Si
me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,
Y de que mi mano hallase mucho;
26 Si
he mirado al sol cuando resplandecía,
O a la luna cuando iba hermosa,
27 Y
mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó mi mano;
28 Esto
también sería maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios soberano.
29 Si
me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,
Y me regocijé cuando le halló el mal
30 (Ni
aun entregué al pecado mi lengua,
Pidiendo maldición para su alma);
31 Si
mis siervos no decían:
¿Quién no se ha saciado de su carne?
32 (El
forastero no pasaba fuera la noche;
Mis puertas abría al caminante);
33 Si
encubrí como hombre mis transgresiones,
Escondiendo en mi seno mi iniquidad,
34 Porque
tuve temor de la gran multitud,
Y el menosprecio de las familias me atemorizó,
Y callé, y no salí de mi puerta;
35 ¡Quién
me diera quien me oyese!
He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,
Aunque mi adversario me forme proceso.
36 Ciertamente
yo lo llevaría sobre mi hombro,
Y me lo ceñiría como una corona.
37 Yo
le contaría el número de mis pasos,
Y como príncipe me presentaría ante él.
38 Si
mi tierra clama contra mí,
Y lloran todos sus surcos;
39 Si
comí su sustancia sin dinero,
O afligí el alma de sus dueños,
40 En
lugar de trigo me nazcan abrojos,
Y espinos en lugar de cebada.
Aquí terminan
las palabras de Job. [3]
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Hch
13.52-14.28
a a 22.2: Nm. 32.20–32; Jos. 1.12–15.
b b 22.16: Dt. 12.6.
c c 22.17: Nm. 25.1–9.
d d 22.20: Jos. 7.1–26.
5 Esto es, Testimonio.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jos
21.45-22.34
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Job
30.31-31.40
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