¡Cómo vences la iniquidad!
¡Sólo con Su Gracia!
Por Riqui Ricón*
Dice el necio en su
corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable maldad; No hay
quien haga bien. Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres,
Para ver si había algún entendido Que buscara a Dios. Cada uno se había vuelto
atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun
uno (Sal 53.1-3).
Cuando el hombre decidió creer la palabra del
diablo en lugar de creer la Palabra de Dios, perdió su naturaleza divina
(creado a imagen y semejanza de Dios), y heredó la naturaleza pecaminosa de
Satanás. Esta naturaleza pecaminosa es lo que conocemos con el nombre de
iniquidad y se ha transmitido a todos y cada uno de los seres humanos de tal
forma que, sin la Gracia de Dios, sólo te queda vivir en tinieblas, con un
corazón corrompido y entenebrecido.
Cuando
vieron esto los cinco príncipes de los filisteos, volvieron a Ecrón el mismo
día (1 Sam 6.16).
La situación del hombre ante
Dios no es diferente hoy como lo fue en días de Samuel. Los filisteos
capturaron el Arca donde la Presencia de Dios se manifestaba. Esto lo
consiguieron no porque fueran poderosos sino porque Dios decidió dejar a Israel
por causa de estar constantemente violando el Pacto con sus pecados. Los
filisteos y sus líderes vieron y experimentaron el poder y el enojo de nuestro
Dios y Padre: Dagón su dios fue humillado y mutilado sobrenaturalmente;
vinieron tumores y mortandad sobre todos los pobladores de las ciudades donde
llevaban el Arca así como una plaga de ratones. Por todo esto, los filisteos
decidieron devolver el Arca de Dios, pero, para estar seguros de que esto no
era casualidad sino obra de la mano de Dios, pusieron el Arca sobre de una
carreta nueva a la que le uncieron dos vacas que nunca se les había puesto un
yugo y que además estaban criando y, mientras alejaban de ellas a sus
becerritos, las soltaron para ver que sucedía. Lo asombroso fue que las vacas
no respingaron por estar atadas al yugo, ni se inmutaron por haber sido
separadas de sus crías, sino que se encaminaron en línea recta, sin apartarse
ni a derecha ni a izquierda, ¡hacia la tierra de Israel!
A pesar de todas las
evidencias, ni los filisteos ni sus príncipes se convirtieron para reconocer
que Jehová era Dios. Por su iniquidad (la naturaleza del hombre vendida al
pecado), quedaron en tinieblas con sus corazones corruptos y entenebrecidos.
Y algunos asentían a lo que se
decía, pero otros no creían... Sabed, pues, que a los gentiles es
enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. Y cuando hubo dicho
esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí (Hch 28.24,
28-29).
La situación no fue diferente en el libro de los
Hechos, pues éste termina mostrándonos como los judíos en Roma no pudieron creer el mensaje del
Evangelio de Jesucristo.
Profesando ser sabios se
hicieron necios delante de Dios (Ro 1.22).
Al igual que con Egipto y
faraón, los filisteos y judíos vieron y experimentaron el poder de Dios y no
hicieron nada al respecto. No cambiaron su actitud hacia el único Dios vivo y
verdadero, y tampoco cambiaron sus afectos hacia sus dioses hechos de palo y
piedra por sus propias manos, ni dejaron su orgullo. ¿Qué significa esto?
Pero ahora, aparte de la ley,
se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen en él. Porque
no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente
por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para
manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su
justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe
de Jesús (Ro 3.21-26).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y
no miente, solamente por el Amor y la Gracia de Dios sobre tu persona es que
puedes estar leyendo este mensaje, creyendo que eres quién Él dice en Su
Palabra que ahora tú eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y amado(a)
por el Padre.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que
perderte a ti!
Es verdad, entre los seres humanos no hay uno que
sea justo, ni uno solo, pero, no es así con los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo;
ahora eres justo(a) pues, por Su Gracia y Amor, Cristo Jesús pagó por todos tus
pecados (pasados, presentes y futuros), haciendo de ti un ser justo(a) y sólo
existen dos tipos de seres justos: uno es Dios y los otros son los Hijos de
Dios.
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros
las abundantes riquezas de su gracia
en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).
Esto, mi amado(a), son buenas
noticias, noticias de gran gozo, ya que por Su sacrificio de amor Jesús no sólo
pagó el precio de todos tus pecados sino que también te justificó. Esto quiere
decir que al vencer a la muerte, Jesús te hizo justo(a) quebrando el yugo que
la iniquidad tenía sobre de ti.
Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y
de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto
era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.1-4).
Efectivamente, por la Gracia de Dios, tú ya no vives
conforme con tu carne sino que vives conforme con el Espíritu Santo que vive en
ti. Es por esto que cuando caes y pecas no te sientes bien contigo mismo(a), porque
no estás conforme. Los pecadores pecan, pues es lo que saben hacer, les gusta
hacer y no sienten ningún remordimiento por ello. Tú, como Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo tienes al Espíritu Santo como las arras de tu herencia: que
la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado
y de la muerte. ¡La iniquidad nada tiene en ti! ¡Sólo por Su Gracia!
Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).
Así que, si has pecado no huyas de Dios; no te
escondas de Su Presencia todo lleno(a) de condenación y culpa. Mejor corre
hacia Él y confiesa tu pecado pues fiel y justo es Dios para perdonarte y
limpiarte de toda maldad.
Recuerda siempre que no se trata de lo que tú
hiciste, estés haciendo o puedas hacer en el futuro sino de lo que Cristo Jesús
hizo al derramar hasta la última gota de sangre en esa cruz por Amor a ti y
derrotar al pecado y a la muerte al resucitar para hacerte libre y darte una
Nueva Vida: la Vida Eterna.
Porque la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús
ya te hizo libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡El pecado y la muerte
nada tienen en ti!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias porque cada día que
pasa creo y recibo más de tu Amor por mí. Puedo afrontar este día con la
certeza, la garantía de que todo me saldrá bien, pues Tú estás conmigo y si
Dios es conmigo ¿quién contra mí? Además, Tú has declarado en Tu Palabra que a
los que te amamos TODAS las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a Tu Propósito hemos sido llamados en Tu Amor y por Tu Amor. Sé que
todo lo puedo y que soy más que vencedor(a) pues por Tu Gracia y Amor lo has
establecido así. Precioso Jesús, que más te puedo decir sino que te amo con
todo mi ser y corazón. Gracias Espíritu Santo por vivir aquí conmigo, hagamos
de este día el mejor de nuestras vidas. Por lo tanto, creo y declaro que ante
todo problema, enfermedad o aflicción, yo, ____________ (tu nombre aquí), soy
más que vencedor(a) pues todo lo puedo en Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy libre! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y soy
libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Soy libre de la naturaleza caída y
pecaminosa del ser humano! ¡Soy libre de la iniquidad! ¡Sólo por Tu Gracia, mi
Señor Jesús! Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo
como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
24 Hch 28.17-31 / 1 Sam
6-7 / Sal 53
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
24 Hch 28.17-31 / 1 Sam
6-7 / Sal 53
Hechos
28.17-31
Pablo predica en Roma
17Aconteció que tres días después,
Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que
estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada
contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido
entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; 18los
cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna
causa de muerte. 19Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a
apelar a César;a no porque tenga de qué acusar a mi nación.
20Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por
la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena. 21Entonces
ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni
ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de
ti. 22Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta
secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.
23Y habiéndole señalado un día,
vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba
el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de
Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. 24Y
algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían. 25Y como
no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra:
Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres,
diciendo:
26 Ve a este
pueblo, y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis;
27 Porque el
corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyeron pesadamente,
Y sus ojos han cerrado,
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y entiendan de corazón,
Y se conviertan,
Y yo los sane.b
28Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación
de Dios; y ellos oirán. 29Y cuando hubo dicho esto, los judíos se
fueron, teniendo gran discusión entre sí.
30Y Pablo permaneció dos años
enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, 31predicando
el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin
impedimento. [1]
1
Samuel 6-7
Los filisteos devuelven el arca
6
1Estuvo el arca de Jehová en la
tierra de los filisteos siete meses. 2Entonces los filisteos,
llamando a los sacerdotes y adivinos, preguntaron: ¿Qué haremos del arca de
Jehová? Hacednos saber de qué manera la hemos de volver a enviar a su lugar.
3Ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis
vacía, sino pagadle la expiación; entonces seréis sanos, y conoceréis por qué
no se apartó de vosotros su mano. 4Y ellos dijeron: ¿Y qué será la
expiación que le pagaremos? Ellos respondieron: Conforme al número de los
príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro, y cinco ratones de oro,
porque una misma plaga ha afligido a todos vosotros y a vuestros príncipes.
5Haréis, pues, figuras de vuestros tumores, y de vuestros ratones que
destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá aliviará su mano
de sobre vosotros y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra.
6¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón
endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir,
y se fueron? 7Haced, pues, ahora un carro nuevo, y tomad luego dos
vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al
carro, y haced volver sus becerros de detrás de ellas a casa. 8Tomaréis
luego el arca de Jehová, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que
le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de
ella; y la dejaréis que se vaya. 9Y observaréis; si sube por el
camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no,
sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por
accidente.
10Y aquellos hombres lo hicieron
así; tomando dos vacas que criaban, las uncieron al carro, y encerraron en casa
sus becerros. 11Luego pusieron el arca de Jehová sobre el carro, y
la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores. 12Y
las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes, y seguían camino recto,
andando y bramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda; y los príncipes
de los filisteos fueron tras ellas hasta el límite de Bet-semes. 13Y
los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando los ojos vieron el
arca, y se regocijaron cuando la vieron. 14Y el carro vino al
campo de Josué de Bet-semes, y paró allí donde había una gran piedra; y ellos
cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová.
15Y los levitas bajaron el arca de Jehová, y la caja que estaba junto a
ella, en la cual estaban las joyas de oro, y las pusieron sobre aquella gran
piedra; y los hombres de Bet-semes sacrificaron holocaustos y dedicaron
sacrificios a Jehová en aquel día. 16Cuando vieron esto los cinco
príncipes de los filisteos, volvieron a Ecrón el mismo día.
17Estos fueron los tumores de oro
que pagaron los filisteos en expiación a Jehová: por Asdod uno, por Gaza uno,
por Ascalón uno, por Gat uno, por Ecrón uno. 18Y los ratones de
oro fueron conforme al número de todas las ciudades de los filisteos
pertenecientes a los cinco príncipes, así las ciudades fortificadas como las
aldeas sin muro. La gran piedra sobre la cual pusieron el arca de Jehová está
en el campo de Josué de Bet-semes hasta hoy.
19Entonces Dios hizo morir a los
hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo
morir del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y lloró el pueblo, porque
Jehová lo había herido con tan gran mortandad. 20Y dijeron los de
Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿A quién subirá
desde nosotros? 21Y enviaron mensajeros a los habitantes de
Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca de Jehová;
descended, pues, y llevadla a vosotros.
7
1Vinieron los de Quiriat-jearim y
llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el
collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová.a
2Desde el día que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días,
veinte años; y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová.
Samuel, juez de Israel
3Habló Samuel a toda la casa de
Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los
dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a
Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos. 4Entonces
los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a
Jehová.
5Y Samuel dijo: Reunid a todo
Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová. 6Y se reunieron
en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehová, y ayunaron aquel
día, y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado. Y juzgó Samuel a los hijos de
Israel en Mizpa. 7Cuando oyeron los filisteos que los hijos de
Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos
contra Israel; y al oír esto los hijos de Israel, tuvieron temor de los
filisteos. 8Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: No
ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios, para que nos guarde de la
mano de los filisteos. 9Y Samuel tomó un cordero de leche y lo
sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y
Jehová le oyó. 10Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el
holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas
Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó,
y fueron vencidos delante de Israel. 11Y saliendo los hijos de
Israel de Mizpa, siguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Bet-car.
12Tomó luego Samuel una piedra y la
puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer,2 diciendo:
Hasta aquí nos ayudó Jehová. 13Así fueron sometidos los filisteos,
y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano de Jehová
estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel. 14Y fueron
restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado
a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio de mano
de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.
15Y juzgó Samuel a Israel todo el
tiempo que vivió. 16Y todos los años iba y daba vuelta a Bet-el, a
Gilgal y a Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares. 17Después
volvía a Ramá, porque allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel; y edificó
allí un altar a Jehová.[2]
Salmos 53
Insensatez y maldad de los hombres
(Sal. 14.1–7)
Al músico principal; sobre Mahalat. Masquil de David.
1 Dice el
necio en su corazón: No hay Dios.
Se han corrompido, e hicieron
abominable maldad;
No hay quien haga bien.
2 Dios desde
los cielos miró sobre los hijos de los hombres,
Para ver si había algún
entendido
Que buscara a Dios.
3 Cada uno se
había vuelto atrás; todos se habían corrompido;
No hay quien haga lo bueno, no
hay ni aun uno.a
4 ¿No tienen
conocimiento todos los que hacen iniquidad,
Que devoran a mi pueblo como
si comiesen pan,
Y a Dios no invocan?
5 Allí se
sobresaltaron de pavor donde no había miedo,
Porque Dios ha esparcido los
huesos del que puso asedio contra ti;
Los avergonzaste, porque Dios
los desechó.
6 ¡Oh, si saliera
de Sion la salvación de Israel!
Cuando Dios hiciere volver de
la cautividad a su pueblo,
Se gozará Jacob, y se alegrará
Israel.[3]
a a 28.19: Hch. 25.11.
b b 28.26–27: Is. 6.9–10.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 28.16-31). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 7.1: 2 S. 6.2–4; 1 Cr. 13.5–7.
2 Esto es, Piedra de ayuda.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 5.12-7.17). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 53.1–3: Ro. 3.10–12.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 52.9-53.6). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
24 Hch 28.17-31 / 1 Sam
6-7 / Sal 53
Hechos
28.17-31
Pablo predica en Roma
17Aconteció que tres días después,
Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que
estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada
contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido
entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; 18los
cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna
causa de muerte. 19Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a
apelar a César;a no porque tenga de qué acusar a mi nación.
20Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por
la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena. 21Entonces
ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni
ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de
ti. 22Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta
secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.
23Y habiéndole señalado un día,
vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba
el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de
Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. 24Y
algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían. 25Y como
no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra:
Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres,
diciendo:
26 Ve a este
pueblo, y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis;
27 Porque el
corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyeron pesadamente,
Y sus ojos han cerrado,
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y entiendan de corazón,
Y se conviertan,
Y yo los sane.b
28Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación
de Dios; y ellos oirán. 29Y cuando hubo dicho esto, los judíos se
fueron, teniendo gran discusión entre sí.
30Y Pablo permaneció dos años
enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, 31predicando
el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin
impedimento. [1]
1
Samuel 6-7
Los filisteos devuelven el arca
6
1Estuvo el arca de Jehová en la
tierra de los filisteos siete meses. 2Entonces los filisteos,
llamando a los sacerdotes y adivinos, preguntaron: ¿Qué haremos del arca de
Jehová? Hacednos saber de qué manera la hemos de volver a enviar a su lugar.
3Ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis
vacía, sino pagadle la expiación; entonces seréis sanos, y conoceréis por qué
no se apartó de vosotros su mano. 4Y ellos dijeron: ¿Y qué será la
expiación que le pagaremos? Ellos respondieron: Conforme al número de los
príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro, y cinco ratones de oro,
porque una misma plaga ha afligido a todos vosotros y a vuestros príncipes.
5Haréis, pues, figuras de vuestros tumores, y de vuestros ratones que
destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá aliviará su mano
de sobre vosotros y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra.
6¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón
endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir,
y se fueron? 7Haced, pues, ahora un carro nuevo, y tomad luego dos
vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al
carro, y haced volver sus becerros de detrás de ellas a casa. 8Tomaréis
luego el arca de Jehová, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que
le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de
ella; y la dejaréis que se vaya. 9Y observaréis; si sube por el
camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no,
sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por
accidente.
10Y aquellos hombres lo hicieron
así; tomando dos vacas que criaban, las uncieron al carro, y encerraron en casa
sus becerros. 11Luego pusieron el arca de Jehová sobre el carro, y
la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores. 12Y
las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes, y seguían camino recto,
andando y bramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda; y los príncipes
de los filisteos fueron tras ellas hasta el límite de Bet-semes. 13Y
los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando los ojos vieron el
arca, y se regocijaron cuando la vieron. 14Y el carro vino al
campo de Josué de Bet-semes, y paró allí donde había una gran piedra; y ellos
cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová.
15Y los levitas bajaron el arca de Jehová, y la caja que estaba junto a
ella, en la cual estaban las joyas de oro, y las pusieron sobre aquella gran
piedra; y los hombres de Bet-semes sacrificaron holocaustos y dedicaron
sacrificios a Jehová en aquel día. 16Cuando vieron esto los cinco
príncipes de los filisteos, volvieron a Ecrón el mismo día.
17Estos fueron los tumores de oro
que pagaron los filisteos en expiación a Jehová: por Asdod uno, por Gaza uno,
por Ascalón uno, por Gat uno, por Ecrón uno. 18Y los ratones de
oro fueron conforme al número de todas las ciudades de los filisteos
pertenecientes a los cinco príncipes, así las ciudades fortificadas como las
aldeas sin muro. La gran piedra sobre la cual pusieron el arca de Jehová está
en el campo de Josué de Bet-semes hasta hoy.
19Entonces Dios hizo morir a los
hombres de Bet-semes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo
morir del pueblo a cincuenta mil setenta hombres. Y lloró el pueblo, porque
Jehová lo había herido con tan gran mortandad. 20Y dijeron los de
Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿A quién subirá
desde nosotros? 21Y enviaron mensajeros a los habitantes de
Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca de Jehová;
descended, pues, y llevadla a vosotros.
7
1Vinieron los de Quiriat-jearim y
llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el
collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová.a
2Desde el día que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días,
veinte años; y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová.
Samuel, juez de Israel
3Habló Samuel a toda la casa de
Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los
dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a
Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos. 4Entonces
los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a
Jehová.
5Y Samuel dijo: Reunid a todo
Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová. 6Y se reunieron
en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehová, y ayunaron aquel
día, y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado. Y juzgó Samuel a los hijos de
Israel en Mizpa. 7Cuando oyeron los filisteos que los hijos de
Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos
contra Israel; y al oír esto los hijos de Israel, tuvieron temor de los
filisteos. 8Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: No
ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios, para que nos guarde de la
mano de los filisteos. 9Y Samuel tomó un cordero de leche y lo
sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y
Jehová le oyó. 10Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el
holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas
Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó,
y fueron vencidos delante de Israel. 11Y saliendo los hijos de
Israel de Mizpa, siguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Bet-car.
12Tomó luego Samuel una piedra y la
puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer,2 diciendo:
Hasta aquí nos ayudó Jehová. 13Así fueron sometidos los filisteos,
y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano de Jehová
estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel. 14Y fueron
restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado
a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio de mano
de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.
15Y juzgó Samuel a Israel todo el
tiempo que vivió. 16Y todos los años iba y daba vuelta a Bet-el, a
Gilgal y a Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares. 17Después
volvía a Ramá, porque allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel; y edificó
allí un altar a Jehová.[2]
Salmos 53
Insensatez y maldad de los hombres
(Sal. 14.1–7)
Al músico principal; sobre Mahalat. Masquil de David.
1 Dice el
necio en su corazón: No hay Dios.
Se han corrompido, e hicieron
abominable maldad;
No hay quien haga bien.
2 Dios desde
los cielos miró sobre los hijos de los hombres,
Para ver si había algún
entendido
Que buscara a Dios.
3 Cada uno se
había vuelto atrás; todos se habían corrompido;
No hay quien haga lo bueno, no
hay ni aun uno.a
4 ¿No tienen
conocimiento todos los que hacen iniquidad,
Que devoran a mi pueblo como
si comiesen pan,
Y a Dios no invocan?
5 Allí se
sobresaltaron de pavor donde no había miedo,
Porque Dios ha esparcido los
huesos del que puso asedio contra ti;
Los avergonzaste, porque Dios
los desechó.
6 ¡Oh, si saliera
de Sion la salvación de Israel!
Cuando Dios hiciere volver de
la cautividad a su pueblo,
Se gozará Jacob, y se alegrará
Israel.[3]
a a 28.19: Hch. 25.11.
b b 28.26–27: Is. 6.9–10.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 28.16-31). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 7.1: 2 S. 6.2–4; 1 Cr. 13.5–7.
2 Esto es, Piedra de ayuda.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 5.12-7.17). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 53.1–3: Ro. 3.10–12.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 52.9-53.6). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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