¡Nada ni nadie te pueden detener!
Por Riqui Ricón*
Levantaos, subamos contra ellos; porque
nosotros hemos explorado la región, y
hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No
seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra (Jue 18. 9).
Que hermoso es saber que tu vida, como Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, está llena de acción y de aventura. Tan solo necesitas ser
como los hijos de Dan y comenzar a explorar la región. ¡Explora la Biblia! Lee
y medita la Palabra de Dios hasta que te des cuenta que, en Verdad, es muy
Buena la Nueva Vida que has heredado.
No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro
12.2).
¿Cómo puedes llegar a este conocimiento o revelación cuando
tu propia vida parece ser algo totalmente opuesto a una maravillosa aventura?
¡Sencillo! Sólo comprende y cree que, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra
de Dios, y no miente, la buena voluntad de Dios para tu vida es agradable y perfecta.
No os amoldéis a los usos y costumbres
propios de este mundo; antes bien, procurad que vuestra mente renovada opere la
transformación de vuestra personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena,
grata y perfecta que es la voluntad de Dios (Ro 12.2
CST).
Dios te transforma en una persona completamente nueva al cambiar tu
forma de pensar.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Pensar y creer que el Todopoderoso Dios ahora es tu Padre;
pensar y creer que Él es bueno y que te ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti; pensar
y creer que Jesucristo pagó todos tus pecados al morir en esa cruz y que con su
resurrección te dio derecho a ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para
gozar de la Vida Eterna; en fin, tener este tipo de fe necesariamente te hace
cambiar tu forma de pensar y de ver todas las
cosas.
No imiten las conductas ni las
costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas
nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la
voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Ro
12. 2 NTV).
La única forma posible de transformarte por medio de la
renovación de tu entendimiento es cambiando tu forma de pensar. Esto sólo lo
consigues haciendo de la Biblia la prioridad máxima y apremiante de tu vida.
Todos los pensamientos y sentimientos de fracaso, rechazo, temor,
resentimiento, soledad y derrota que has acumulado a lo largo de tu vida, sólo
pueden ser eliminados con la luz de la Verdad. Esta Verdad no es otra que la
Biblia, la Palabra de Dios.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios (Ro
10. 17).
La fe que necesitas para entrar a poseer todo lo que ya es tuyo por la Sangre de Jesús, sólo la
podrás desarrollar como resultado de leer y meditar la Palabra de Dios.
Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido
para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre (Hch 22. 14-15).
Así que, amado(a), no te dejes engañar, ¡no te detengas! Tú
has sido escogido(a) por Dios para que conozcas Su Voluntad y escuches Su
Palabra, pues Él tiene todo un Plan para que en realidad vivas una vida con
propósito.
Donde quiera que estés, cualquiera que sea la actividad que
realices, estás destinado(a) a ser Luz en las tinieblas, pues eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y la Palabra de tu Padre celestial es Verdad
en tu boca.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes?
Levántate y comienza
a CREER que eres esa Princesa, ese
Príncipe, del Dios Altísimo y recibe tu sanidad, recibe tu libertad y tu
restauración, las cuales, Jesucristo compró para ti al precio de Su Sangre.
¡Permítete creer lo que Dios dice de ti en Su Palabra!
Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo (Ro 8.15- 17a).
¡El Espíritu de esclavitud y temor nada tiene en ti! ¡Eres
un(a) Hijo(a) y Heredero(a) del único Dios Vivo y Verdadero! Él, tu Papá, ha
establecido para este mundo y para este tiempo que tú, Su Hijo(a), todo lo
puedes en Cristo y que en todo problema, enfermedad o aflicción, ¡eres ya más
que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús!
Así que, ¡no te detengas! Como decimos los mexicanos, toma al toro por los cuernos, sigue
adelante, tómate de la mano del Espíritu Santo en oración, llénate de la
Biblia, que es la Palabra de Dios, y la fuente de tu fe y disfruta la aventura
de tu vida, pues lo mejor está delante de ti.
Nunca se apartará de tu boca este libro
de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
¡Dios está contigo! ¡No hay forma que puedas perder! Oremos
en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias porque este día puedo declarar
en Tu Presencia que soy amado(a) y escogido(a) por Ti. Me determino, con Tu
ayuda, Espíritu Santo, a no dejarme engañar por palabras y pensamientos de
desaliento, fracaso o derrota. Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu
Sangre, Señor Jesús, me has redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has
hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho
rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para nuestro Dios, y reinaré sobre esta
tierra. Me levanto, en tu nombre Jesús, a cumplir el propósito y destino Eterno
que compraste para mí en esa cruz. Por lo tanto, hoy declaro que soy sano(a),
soy libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas las cosas. Resisto, con la
Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento y a la depresión; no
recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos los que me han
lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el amor que son mi
herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga la pena vivirse.
¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me
pueden detener! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo
me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo
haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a
lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor
Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi
Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las
tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré
derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios.
Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus
cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a
tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios.
La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a
leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea
hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las
lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está
arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre,
busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra
de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Mayo 14 Hch 21. 37-22. 29 / Jue 17-18 / Sal
43
RV60
Lectura y Meditación de la Palabra
de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Mayo 14 Hch 21. 37-22. 29 / Jue 17-18 / Sal
43
Hechos 21. 37- 22. 29
Hechos 21. 37- 22. 29
Defensa de Pablo ante el pueblo
37Cuando
comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite
decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? 38¿No eres tú aquel egipcio
que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil
sicarios? 39Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de
Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que
me permitas hablar al pueblo. 40Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal
con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:
37Cuando
comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite
decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? 38¿No eres tú aquel egipcio
que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil
sicarios? 39Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de
Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que
me permitas hablar al pueblo. 40Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal
con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:
22
1Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
2Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él
les dijo:
3Yo de cierto soy judío, nacido en
Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel,a estrictamente conforme a la
ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4Perseguía
yo este Camino hasta la muerte,
prendiendo y entregando en cárceles a hombres
y mujeres; 5como el sumo sacerdote también me es
testigo,
y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui
a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para
que fuesen castigados.b
1Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
2Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él
les dijo:
3Yo de cierto soy judío, nacido en
Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel,a estrictamente conforme a la
ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4Perseguía
yo este Camino hasta la muerte,
prendiendo y entregando en cárceles a hombres
y mujeres; 5como el sumo sacerdote también me es
testigo,
y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui
a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para
que fuesen castigados.b
Pablo relata su conversión (Hch. 9.1–19;
26.12–18)
a a 22.3:
Hch. 5.34–39.
6Pero
aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente
me rodeó mucha luz del cielo; 7y caí al suelo, y oí una voz que me
decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8Yo entonces respondí:
¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9Y
los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no
entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10Y dije: ¿Qué haré,
Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo
que está ordenado que hagas. 11Y como yo no veía a causa de la
gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a
Damasco.
12Entonces uno llamado Ananías,
varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que
allí moraban, 13vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo,
recibe la vista. Y yo en aquella
misma hora recobré la vista y lo miré. 14Y él dijo: El Dios de
nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo,
y oigas la voz de su boca. 15Porque serás testigo suyo a todos los hombres,
de lo que has visto
y
oído.
16Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava
tus pecados, invocando su nombre.
a a 22.3:
Hch. 5.34–39.
6Pero
aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente
me rodeó mucha luz del cielo; 7y caí al suelo, y oí una voz que me
decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8Yo entonces respondí:
¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9Y
los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no
entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10Y dije: ¿Qué haré,
Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo
que está ordenado que hagas. 11Y como yo no veía a causa de la
gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a
Damasco.
12Entonces uno llamado Ananías,
varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que
allí moraban, 13vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo,
recibe la vista. Y yo en aquella
misma hora recobré la vista y lo miré. 14Y él dijo: El Dios de
nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo,
y oigas la voz de su boca. 15Porque serás testigo suyo a todos los hombres,
de lo que has visto
y
oído.
16Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava
tus pecados, invocando su nombre.
Pablo es
enviado a los gentiles
17Y me
aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un
éxtasis. 18Y le vi que me decía: Date prisa, y sal
prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19Yo
dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba
y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20y cuando
se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo
mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las
ropas de los que le mataban.c 21Pero
me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos
a los gentiles.
17Y me
aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un
éxtasis. 18Y le vi que me decía: Date prisa, y sal
prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19Yo
dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba
y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20y cuando
se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo
mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las
ropas de los que le mataban.c 21Pero
me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos
a los gentiles.
Pablo en manos del tribuno
22Y le
oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la
tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. 23Y como ellos
gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el
tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con
azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero
cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os
es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando
el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a
hacer? Porque este
hombre es ciudadano romano. 27Vino el
tribuno y le
dijo: Dime, ¿eres
tú ciudadano romano?
El dijo: Sí. 28Respondió el tribuno: Yo
con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. 29Así
que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno,
al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.1
Jueces 17-18
22Y le
oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la
tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. 23Y como ellos
gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el
tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con
azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero
cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os
es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando
el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a
hacer? Porque este
hombre es ciudadano romano. 27Vino el
tribuno y le
dijo: Dime, ¿eres
tú ciudadano romano?
El dijo: Sí. 28Respondió el tribuno: Yo
con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. 29Así
que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno,
al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.1
Jueces 17-18
Las imágenes y el sacerdote de Micaía
c c 22.20:
Hch. 7.58.
c c 22.20:
Hch. 7.58.
17
1Hubo un hombre del monte de Efraín,
que se llamaba Micaía, 2el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos
de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los
cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo
mío. 3Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su
madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer
una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. 4Mas él devolvió el dinero a su
madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien
hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la
casa de Micaía. 5Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo
efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6En aquellos días no había rey en Israel;
cada uno hacía lo que
bien le parecía.a
7Y había un joven de Belén de Judá,
de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. 8Este
hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera
encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de
Micaía. 9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le
respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. 10Entonces
Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te
daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. 11Agradó,
pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. 12Y
Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció
en casa de Micaía. 13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me
prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.
1Hubo un hombre del monte de Efraín,
que se llamaba Micaía, 2el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos
de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los
cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo
mío. 3Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su
madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer
una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. 4Mas él devolvió el dinero a su
madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien
hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la
casa de Micaía. 5Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo
efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6En aquellos días no había rey en Israel;
cada uno hacía lo que
bien le parecía.a
7Y había un joven de Belén de Judá,
de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. 8Este
hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera
encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de
Micaía. 9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le
respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. 10Entonces
Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te
daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. 11Agradó,
pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. 12Y
Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció
en casa de Micaía. 13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me
prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.
Micaía y los hombres de Dan
18
1En
aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan
buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido
posesión entre las tribus de Israel. 2Y los hijos de Dan enviaron de
su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol,
para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron
al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron. 3Cuando
estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y
llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué
tienes tú por aquí? 4El les respondió: De esta y de esta manera ha
hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote. 5Y
ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de
prosperar este viaje que hacemos. 6Y el sacerdote les respondió: Id
en paz; delante de Jehová está vuestro camino en que andáis.
7Entonces aquellos cinco hombres
salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba
seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que
nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese el
reino. Y estaban
lejos de los
sidonios, y no
tenían negocios con nadie. 8Volviendo, pues,
ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos les dijeron:
¿Qué
hay? Y ellos respondieron: 9Levantaos, subamos contra ellos; porque
nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros
no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar
posesión de la tierra. 10Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado
y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos;
lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.
11Entonces salieron de allí, de Zora
y de Estaol, seiscientos hombres de la familia de Dan, armados de armas de
guerra. 12Fueron y acamparon en Quiriat-jearim en Judá, por lo cual
llamaron a aquel lugar el campamento de Dan, hasta hoy; está al occidente de
Quiriat- jearim. 13Y de allí pasaron al monte de Efraín, y vinieron
hasta la casa de Micaía.
14Entonces aquellos cinco hombres
que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis
que en estas casas hay efod y terafines, y una imagen de talla y una de
fundición? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer. 15Cuando
llegaron allá, vinieron a la casa
del joven levita,
en casa de
Micaía, y le
preguntaron cómo estaba.
16Y los
seiscientos
hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra a
la entrada de la puerta. 17Y subiendo los cinco hombres que habían
ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod,
los terafines y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote a la
entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. 18Entrando,
pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen
de fundición. Y el sacerdote
les dijo:
¿Qué
hacéis vosotros? 19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre
tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es
mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y
familia de Israel? 20Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual
tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo.
21Y ellos se volvieron y partieron,
y pusieron los niños, el ganado y el bagaje por delante. 22Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía,
los hombres que habitaban en
las
casas cercanas a la casa de Micaía se juntaron y siguieron a los hijos de Dan. 23Y
dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros, y dijeron a Micaía: ¿Qué
tienes, que has juntado gente? 24El respondió: Tomasteis mis dioses
que yo hice
y al sacerdote, y os vais;
¿qué
más me queda? ¿Por qué, pues, me decís: ¿Qué tienes? 25Y los hijos
de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico
os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos. 26Y
prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo que eran más fuertes
que él, volvió y regresó a su casa.
27Y ellos, llevando las cosas que
había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al
pueblo tranquilo y confiado; y los hirieron a filo de espada, y quemaron la
ciudad. 28Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de
Sidón, y no tenían negocios con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay
junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella. 29Y
llamaron el nombre de aquella ciudad Dan,
conforme
al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad
Lais. 30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y
Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la
tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. 31Así
tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo
el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.2
Salmos 43
18
1En
aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan
buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido
posesión entre las tribus de Israel. 2Y los hijos de Dan enviaron de
su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol,
para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron
al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron. 3Cuando
estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y
llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué
tienes tú por aquí? 4El les respondió: De esta y de esta manera ha
hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote. 5Y
ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de
prosperar este viaje que hacemos. 6Y el sacerdote les respondió: Id
en paz; delante de Jehová está vuestro camino en que andáis.
7Entonces aquellos cinco hombres
salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba
seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que
nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese el
reino. Y estaban
lejos de los
sidonios, y no
tenían negocios con nadie. 8Volviendo, pues,
ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos les dijeron:
¿Qué
hay? Y ellos respondieron: 9Levantaos, subamos contra ellos; porque
nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros
no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar
posesión de la tierra. 10Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado
y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos;
lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra.
11Entonces salieron de allí, de Zora
y de Estaol, seiscientos hombres de la familia de Dan, armados de armas de
guerra. 12Fueron y acamparon en Quiriat-jearim en Judá, por lo cual
llamaron a aquel lugar el campamento de Dan, hasta hoy; está al occidente de
Quiriat- jearim. 13Y de allí pasaron al monte de Efraín, y vinieron
hasta la casa de Micaía.
14Entonces aquellos cinco hombres
que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis
que en estas casas hay efod y terafines, y una imagen de talla y una de
fundición? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer. 15Cuando
llegaron allá, vinieron a la casa
del joven levita,
en casa de
Micaía, y le
preguntaron cómo estaba.
16Y los
seiscientos
hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra a
la entrada de la puerta. 17Y subiendo los cinco hombres que habían
ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod,
los terafines y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote a la
entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. 18Entrando,
pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen
de fundición. Y el sacerdote
les dijo:
¿Qué
hacéis vosotros? 19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre
tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es
mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y
familia de Israel? 20Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual
tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo.
21Y ellos se volvieron y partieron,
y pusieron los niños, el ganado y el bagaje por delante. 22Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía,
los hombres que habitaban en
las
casas cercanas a la casa de Micaía se juntaron y siguieron a los hijos de Dan. 23Y
dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros, y dijeron a Micaía: ¿Qué
tienes, que has juntado gente? 24El respondió: Tomasteis mis dioses
que yo hice
y al sacerdote, y os vais;
¿qué
más me queda? ¿Por qué, pues, me decís: ¿Qué tienes? 25Y los hijos
de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico
os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos. 26Y
prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo que eran más fuertes
que él, volvió y regresó a su casa.
27Y ellos, llevando las cosas que
había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al
pueblo tranquilo y confiado; y los hirieron a filo de espada, y quemaron la
ciudad. 28Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de
Sidón, y no tenían negocios con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay
junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella. 29Y
llamaron el nombre de aquella ciudad Dan,
conforme
al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad
Lais. 30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y
Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la
tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. 31Así
tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo
el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.2
Salmos 43
Plegaria
pidiendo vindicación y liberación
1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del
hombre engañoso e inicuo.
2 Pues que tú eres el
Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué andaré
enlutado por la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte,
Y a tus moradas.
4 Entraré al altar de Dios,
Al Dios de mi alegría y de mi gozo;
Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación
mía
1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del
hombre engañoso e inicuo.
2 Pues que tú eres el
Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué andaré
enlutado por la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte,
Y a tus moradas.
4 Entraré al altar de Dios,
Al Dios de mi alegría y de mi gozo;
Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?
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