jueves, 11 de abril de 2019

¿Qué significa ser salvo?



11 de Abril
¡Muchísimo más!
Por Riqui Ricón*
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Hch 2. 21).
Ser salvo significa muchísimo más que irse al cielo por el perdón de tus pecados.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Ser salvo significa gozar de la Vida Eterna que Jesucristo compró para ti con Su muerte y resurrección. Ser salvo significa participar de la Vida exclusiva de un(a) Hijo de Dios que es una Vida Plena y Abundante.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Ser salvo significa tener Paz, dicha y Plenitud.
¡Dios es bueno! ¡Dios es Amor! El fabuloso Plan de Dios para la redención de tu vida se originó a partir de estas dos cualidades de Dios: Su Amor y Su bondad para contigo. La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña, desde Génesis hasta Apocalipsis, que Dios es incluyente, no excluyente. Siempre ha sido Su voluntad incluirte a ti en el gobierno y dirección del universo que Él ha creado.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios,  y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Gen 1. 26-28).
Tú fuiste creado(a) a imagen y semejanza de Dios PARA señorear; para ser fructífero(a) y multiplicarte; para llenar la tierra y sojuzgarla.
¡Fuiste creado(a) para tener Plenitud de Vida!
Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza (Jer 29.11 NTV).
El problema de los seres humanos no es su libertad, ni su libre albedrío. El problema de los seres humanos es que con esa libertad que Dios les dio, han decidido no creerle a Dios, han decidido no creerle a Su Palabra. ¡Este es el Verdadero problema!
Dado que Dios NO puede mentir, pues toda Palabra que sale de Su boca tiene el Poder para cumplirse inmediatamente, entonces, la Palabra de Dios ES la Verdad. La Palabra de Dios es la Verdad Eterna, infalible e inmutable.
Así que, el problema no está en la Palabra de Dios sino en aquellos que deciden creer la mentira en lugar de la Verdad.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.19-20).
Desde el principio fuiste creado(a) a Su imagen, conforme a Su semejanza y Él te bendijo con Su Palabra. La Palabra de Dios fue dicha para tu provecho y beneficio, sin embargo, el ser humano no la ha creído.
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).
No necesitas analizarlo mucho para darte cuenta que el primer pecado, el pecado original, no fue la desobediencia sino la incredulidad. Fue el no creer lo que Dios les dijo para, en su lugar, creer lo que Satanás decía; fue la incredulidad a la Palabra de Dios lo que dio origen a la desobediencia.
Imaginar el dilema de Adán y Eva allá en el paraíso es fácil: “este curioso animalito dice una cosa y mi Creador dice otra, ¿cuál de los dos dirá la Verdad? ¿A cuál de los dos le voy a CREER? Y, desde luego, la incredulidad a la Palabra de Dios siempre engendrará desobediencia. Desde entonces hasta el día de hoy el dilema sigue siendo el mismo, ¿tú, quién crees que diga la Verdad? ¿Tú, a quién le vas a CREER?
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6. 23).
No obstante la incredulidad y desobediencia, Dios no ha desistido, ni lo hará, en Su amor por ti. Él jamás ha estado dispuesto a ejecutar sentencia de muerte sobre tu vida sino todo lo contrario.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).
¿Te das cuenta? Dios ama a TODO EL MUNDO y su Plan de Amor y Redención es para TODO AQUEL que CREA. Esto es para todo aquel que decida volver a creerle a Él; para todo aquel que decida creer que Dios tiene Palabra de Honor.
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Ro 10.13).
¡Sólo esto te pide!
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3.7).
¡Dios no quiere que nadie se pierda!
Ahora bien, una vez que reconoces a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, el Plan de Dios se ha puesto en marcha a tu favor. Estás justificado(a) por Su Sangre; todos tus pecados son perdonados y olvidados; eres creado(a) de nuevo, esto es, el espíritu que tú eres, a imagen y semejanza de Dios, Nace de Nuevo pero ahora coma un(a) Hijo(a) legítimo(a) de Él. Y, además, en ese preciso momento, adquiriste un propósito y destino muchísimo más grandes que los que tenías originalmente.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1. 3-14).
Así que, ser salvo significa muchísimo más que irse al cielo con el perdón de tus pecados: redimido(a), perdonado(a), amado(a), bendecido(a) con toda bendición, escogido(a) antes de la fundación del mundo, adoptado(a) Hijo(a) Suyo(a), aceptado(a) en el Amado, heredero(a) y predestinado(a) con el propósito de que seas para la alabanza de Su gloria.
Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y has sido dejado(a) sobre esta tierra para reinar, ejerciendo el dominio y la autoridad que te han sido otorgados por Su Palabra.
TU ESTILO DE VIDA ES LO QUE TÚ CREES Y MANIFIESTAS AQUÍ EN LA TIERRA, Y ESO ES LO QUE LE DA GLORIA Y ALABANZA AL SEÑOR.

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te doy muchas gracias por Tu Palabra, que es la Verdad. Porque en ella encuentro cada vez más claro que soy Hijo(a) Tuyo(a) con propósito. En verdad puedo ser feliz creyendo Tu Palabra y aceptando, de una vez por todas, que Tu Voluntad y mi destino son reinar y ejercer dominio en esta tierra. Hoy me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a creer, a creerte a Ti y a vivir siempre en victoria. Todo lo puedo en Ti, Jesucristo y en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor sobre de mí. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no hay forma que pueda perder pues si Dios, mi Padre, es conmigo, ¿quién contra mí? Por lo tanto, creo y declaro con toda mi fe puesta en Tu Palabra que yo, __________ (tu nombre aquí), ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy dichoso(a)! ¡SOY SALVO! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 11                           Hch 2. 14-47 /  Deu 15-16 /  Job 11


Hechos 2. 14-47
Primer discurso de Pedro
14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
     17     Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
     18     Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
     19     Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
     20     El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
     21     Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
22Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
     26     Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,
Y aun mi carne descansará en esperanza;
     27     Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
     28     Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.
29Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
     35     Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
 36Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
37Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida de los primeros cristianos
43Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Deuteronomio 15-16
El año de remisión
15
1Cada siete años harás remisión. 2Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano, porque es pregonada la remisión de Jehová. 3Del extranjero demandarás el reintegro; pero lo que tu hermano tuviere tuyo, lo perdonará tu mano, 4para que así no haya en medio de ti mendigo; porque Jehová te bendecirá con abundancia en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la tomes en posesión, 5si escuchares fielmente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy. 6Ya que Jehová tu Dios te habrá bendecido, como te ha dicho, prestarás entonces a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado; tendrás dominio sobre muchas naciones, pero sobre ti no tendrán dominio.

Préstamos a los pobres
7Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, 8sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite. 9Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. 10Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. 11Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.

Leyes sobre los esclavos
(Ex. 21.1–11)
12Si se vendiere a ti tu hermano hebreo o hebrea, y te hubiere servido seis años, al séptimo le despedirás libre. 13Y cuando lo despidieres libre, no le enviarás con las manos vacías. 14Le abastecerás liberalmente de tus ovejas, de tu era y de tu lagar; le darás de aquello en que Jehová te hubiere bendecido. 15Y te acordarás de que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te rescató; por tanto yo te mando esto hoy. 16Si él te dijere: No te dejaré; porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo; 17entonces tomarás una lesna, y horadarás su oreja contra la puerta, y será tu siervo para siempre; así también harás a tu criada. 18No te parezca duro cuando le enviares libre, pues por la mitad del costo de un jornalero te sirvió seis años; y Jehová tu Dios te bendecirá en todo cuanto hicieres.

Consagración de los primogénitos machos
19Consagrarás a Jehová tu Dios todo primogénito macho de tus vacas y de tus ovejas; no te servirás del primogénito de tus vacas, ni trasquilarás el primogénito de tus ovejas. 20Delante de Jehová tu Dios los comerás cada año, tú y tu familia, en el lugar que Jehová escogiere. 21Y si hubiere en él defecto, si fuere ciego, o cojo, o hubiere en él cualquier falta, no lo sacrificarás a Jehová tu Dios. 22En tus poblaciones lo comerás; el inmundo lo mismo que el limpio comerán de él, como de una gacela o de un ciervo. 23Solamente que no comas su sangre; sobre la tierra la derramarás como agua.

Fiestas anuales
(Ex. 23.14–17; 34.18–24)
16
1Guardarás el mes de Abib, y harás pascua a Jehová tu Dios; porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de Egipto, de noche. 2Y sacrificarás la pascua a Jehová tu Dios, de las ovejas y de las vacas, en el lugar que Jehová escogiere para que habite allí su nombre. 3No comerás con ella pan con levadura; siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto; para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto. 4Y no se verá levadura contigo en todo tu territorio por siete días; y de la carne que matares en la tarde del primer día, no quedará hasta la mañana. 5No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que Jehová tu Dios te da; 6sino en el lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite allí su nombre, sacrificarás la pascua por la tarde a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto. 7Y la asarás y comerás en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido; y por la mañana regresarás y volverás a tu habitación. 8Seis días comerás pan sin levadura, y el séptimo día será fiesta solemne a Jehová tu Dios; no trabajarás en él.
9Siete semanas contarás; desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas. 10Y harás la fiesta solemne de las semanas a Jehová tu Dios; de la abundancia voluntaria de tu mano será lo que dieres, según Jehová tu Dios te hubiere bendecido. 11Y te alegrarás delante de Jehová tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habitare en tus ciudades, y el extranjero, el huérfano y la viuda que estuvieren en medio de ti, en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner allí su nombre. 12Y acuérdate de que fuiste siervo en Egipto; por tanto, guardarás y cumplirás estos estatutos.
13La fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. 14Y te alegrarás en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones. 15Siete días celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escogiere; porque te habrá bendecido Jehová tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre.
16Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; 17cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado.

Administración de la justicia
18Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. 19No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. 20La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.
21No plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar de Jehová tu Dios, que tú te habrás hecho, 22ni te levantarás estatua, lo cual aborrece Jehová tu Dios.

Job 11

Zofar acusa de maldad a Job
11
1Respondió Zofar naamatita, y dijo:
     2     ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta?
¿Y el hombre que habla mucho será justificado?
     3     ¿Harán tus falacias callar a los hombres?
¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence?
     4     Tú dices: Mi doctrina es pura,
Y yo soy limpio delante de tus ojos.
     5     Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara,
Y abriera sus labios contigo,
     6     Y te declarara los secretos de la sabiduría,
Que son de doble valor que las riquezas!
Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
     7     ¿Descubrirás tú los secretos de Dios?
¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?
     8     Es más alta que los cielos; ¿qué harás?
Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?
     9     Su dimensión es más extensa que la tierra,
Y más ancha que el mar.
     10     Si él pasa, y aprisiona, y llama a juicio,
¿Quién podrá contrarrestarle?
     11     Porque él conoce a los hombres vanos;
Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
     12     El hombre vano se hará entendido,
Cuando un pollino de asno montés nazca hombre.
     13     Si tú dispusieres tu corazón,
Y extendieres a él tus manos;
     14     Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti,
Y no consintieres que more en tu casa la injusticia,
     15     Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,
Y serás fuerte, y nada temerás;
     16     Y olvidarás tu miseria,
O te acordarás de ella como de aguas que pasaron.
     17     La vida te será más clara que el mediodía;
Aunque oscureciere, será como la mañana.
     18     Tendrás confianza, porque hay esperanza;
Mirarás alrededor, y dormirás seguro.
     19     Te acostarás, y no habrá quien te espante;
Y muchos suplicarán tu favor.
     20     Pero los ojos de los malos se consumirán,
Y no tendrán refugio;
Y su esperanza será dar su último suspiro.

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