16 de Abril
¡No hay forma que puedas perder!
Por Riqui Ricón*
Y
Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión,
como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a
fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria,
y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho
(Deu 26. 18-19).
En este día es muy importante que medites en
que tú estás viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la
humanidad. Las guerras, la violencia, el hambre, las crisis económicas, los
terremotos, el cambio climático, el calentamiento global y el miedo y la
ansiedad por todos lados son solamente algunas de las manifestaciones negativas
de la pronta venida de nuestro Señor y Rey, Jesucristo.
Y ¿qué hay de lo bueno, de lo positivo? Basta
con saber que Dios ha declarado que tú eres Suyo(a), de Su exclusiva posesión;
y esto lo declaró con el propósito que hagas de la Biblia la norma máxima de tu
vida y que, así, Él pueda exaltarte sobre todo y sobre todos, para loor y fama
y gloria y que vivas siempre en bendición y nunca en maldición, tal como Él lo
ha dicho.
Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para
matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. —¿Cómo que
si puedo? Para el que cree, todo es posible (Mar 9.22-23).
Aunque este padre de familia trajo a su hijo
para que Jesús le hiciera el milagro de liberarlo, abrigaba dudas en su corazón
si en verdad Jesús podría hacer algo. ¿Habrá algo imposible para Dios? ¿Podrá
Él (a pesar de como tú has sido), declarar que tú le perteneces para loor, fama
y gloria y que esto sea Verdad?
Dios
no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El
dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de
bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Núm
23.19-20).
Dios no puede mentir, pues todo lo que sale
de Su Boca, toda Palabra de Dios, tiene el Poder en sí misma para hacerse
cumplir.
La Biblia, que es la Palabra de Dios, dice
claramente acerca de ti,
Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no
erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1
P 2. 9-10).
Esto no se trata, ni se tratará jamás, de la
religión que profeses o de la denominación o agrupación a la que asistes.
Tienes que entender de una vez por todas que
no se trata de ti, sino de Él. Se trata de Su Amor por ti; se trata del Honor
de Su Palabra, puesto que Él ha declarado ya, que tú eres linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Él al precio de la Sangre y Vida
de Su Amado Hijo Jesús.
Dios te creó y no tú a ti mismo(a). Has sido
escogido(a) por Él y señalado(a) a vivir una vida con propósito y destino.
¡Eres el (la) Amado(a) de Dios! ¡Él te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3. 16-17).
De acuerdo a la Palabra de Dios, la Biblia,
que como ya vimos no miente, Dios no te condena sino que te salva; Dios no te
manda al infierno olvidándose de ti sino que te ofrece una vida totalmente nueva,
como nueva creatura, para que, creyéndole a Él, creyendo Su Palabra, creas en
Jesús como tu Señor y Salvador y seas hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y tengas Vida Eterna juntamente con Cristo Jesús, lo que significa,
literalmente, vivir para siempre.
Bienaventurado
el hombre que teme a Jehová, Y en sus
mandamientos se deleita en gran manera… Por lo cual no resbalará jamás;
En memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; Su corazón
está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá, Hasta
que vea en sus enemigos su deseo (Sal 112. 1, 6-8)
La Biblia enseña que, quien conoce esto y
camina en la Verdad, quien ama Su Palabra y hace de ella la máxima autoridad de
su vida, es bienaventurado, bendecido, y no temerá jamás pues tiene asegurado
su corazón por la Palabra de Honor del único Dios vivo y verdadero.
Así que, en estos tiempos emocionantes que
estamos viviendo, no temas, cree solamente. Por algo Jesucristo, cuando oraba por
Sus discípulos y por ti y por mí, declaró:
Padre, que el mundo
conozca que los amas a ellos de la misma forma que a mí me amas (Jn 17. 23).
Amado(a), no dudes más, ERES exclusiva
posesión de Dios; ERES un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; Él no te ha dejado ni te
dejará jamás. ESTÁS destinado(a) por Dios a realizarte por medio de la FE en Su
Palabra. ¡Estás destinado(a) a ser feliz! Nada ni nadie te puede separar del Amor
de tu Padre que es en Cristo Jesús.
¡No hay forma que puedas perder!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este día puedo
decirte cuan maravilloso es saber que soy Tuyo(a), que me escogiste y me
adquiriste para ser hecho(a) de Nuevo, mas ahora como Tu propio(a) Hijo(a).
Gracias por amarme tanto y de la misma forma como amas a Jesús. ¡Oh Precioso
Jesús! ¿Qué haría yo sin Ti? Eres mi luz y mi vida. Eres la roca de mi corazón.
Mi alto refugio, mi amigo, mi Rey, Señor y Salvador. Por Ti, Jesús, tengo Vida,
¡Vida Eterna! ¡Vida abundante! Y me propongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a
vivir esa clase de vida que en Ti y Contigo yo puedo vivir. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo! ¡He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible, sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre! ¡No hay forma que pueda perder! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 16 Hch 5.
17-42 / Deu 25-27 / Job 16
Hechos
5. 17-42
Pedro y Juan son perseguidos
17Entonces
levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la
secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18y echaron mano a
los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19Mas un ángel
del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:
20Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las
palabras de esta vida. 21Habiendo oído esto, entraron de mañana en
el templo, y enseñaban.
Entre tanto, vinieron el sumo
sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los
ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen
traídos. 22Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en
la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, 23diciendo: Por
cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas
afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
24Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia
del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar
aquello. 25Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los
varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
26Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin
violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
27Cuando los
trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,
28diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese
nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar
sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29Respondiendo
Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres. 30El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien
vosotros matasteis colgándole en un madero. 31A éste, Dios ha
exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento
y perdón de pecados. 32Y nosotros somos testigos suyos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
33Ellos, oyendo
esto, se enfurecían y querían matarlos. 34Entonces levantándose en
el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el
pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35y
luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto
a estos hombres. 36Porque antes de estos días se levantó Teudas,
diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos
hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y
reducidos a nada. 37Después de éste, se levantó Judas el galileo,
en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él,
y todos los que le obedecían fueron dispersados. 38Y ahora os
digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra
es de los hombres, se desvanecerá; 39mas si es de Dios, no la
podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40Y convinieron
con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no
hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41Y
ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por
dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42Y todos los
días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a
Jesucristo.
Deuteronomio
25-27
25
1Si hubiere pleito
entre algunos, y acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos
absolverán al justo, y condenarán al culpable. 2Y si el
delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y
le hará azotar en su presencia; según su delito será el número de azotes.
3Se podrá dar cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con
muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus
ojos.
4No pondrás bozal
al buey cuando trillare.
5Cuando hermanos
habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del
muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la
tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. 6Y el primogénito
que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el
nombre de éste no sea borrado de Israel. 7Y
si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta,
a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su
hermano; no quiere emparentar conmigo. 8Entonces los ancianos de
aquella ciudad lo harán venir, y hablarán con él; y si él se levantare y
dijere: No quiero tomarla, 9se acercará entonces su cuñada a él
delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el
rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la
casa de su hermano. 10Y se le dará este nombre en Israel: La casa
del descalzado.
11Si algunos
riñeren uno con otro, y se acercare la mujer de uno para librar a su marido de
mano del que le hiere, y alargando su mano asiere de sus partes vergonzosas,
12le cortarás entonces la mano; no la perdonarás.
13No tendrás en
tu bolsa pesa grande y pesa chica, 14ni tendrás en tu casa efa
grande y efa pequeño. 15Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y
justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu
Dios te da. 16Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera
que hace esto, y cualquiera que hace injusticia.
Orden de exterminar a Amalec
17Acuérdate de lo
que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; 18de
cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos
los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no
tuvo ningún temor de Dios. 19Por tanto, cuando Jehová tu Dios te
dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te
da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del
cielo; no lo olvides.
Primicias y diezmos
26
1Cuando hayas
entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de
ella y la habites, 2entonces tomarás de las primicias de todos los
frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una
canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí
su nombre. 3Y te presentarás al sacerdote
que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he
entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría. 4Y
el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar de
Jehová tu Dios.
5Entonces
hablarás y dirás delante de Jehová tu Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi
padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí
creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa; 6y los
egipcios nos maltrataron y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura
servidumbre. 7Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y
Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra
opresión; 8y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo
extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros; 9y
nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel.
10Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me
diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de
Jehová tu Dios. 11Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios
te haya dado a ti y a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está
en medio de ti.
12Cuando acabes
de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo,
darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en
tus aldeas, y se saciarán. 13Y dirás
delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he
dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que
me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de
ellos. 14No he comido de ello en mi luto, ni he gastado de ello
estando yo inmundo, ni de ello he ofrecido a los muertos; he obedecido a la voz
de Jehová mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has mandado. 15Mira
desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la
tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche
y miel.
16Jehová tu Dios
te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos
por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. 17Has declarado
solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y
guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su
voz. 18Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su
exclusiva posesión, como te lo ha prometido,
para que guardes todos sus mandamientos; 19a fin de exaltarte
sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas
un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
Orden de escribir la ley en piedras sobre el Monte Ebal
27
1Ordenó Moisés,
con los ancianos de Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los
mandamientos que yo os prescribo hoy. 2Y el día que pases el
Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y las
revocarás con cal; 3y escribirás en ellas todas las palabras de
esta ley, cuando hayas pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te
da, tierra que fluye leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te ha
dicho. 4Cuando, pues, hayas pasado el Jordán, levantarás estas
piedras que yo os mando hoy, en el monte Ebal, y las revocarás con cal; 5y
edificarás allí un altar a Jehová tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre
ellas instrumento de hierro. 6De piedras enteras edificarás el
altar de Jehová tu Dios, y ofrecerás sobre él
holocausto a Jehová tu Dios; 7y sacrificarás ofrendas de paz, y
comerás allí, y te alegrarás delante de Jehová tu Dios. 8Y
escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta ley.
9Y Moisés, con
los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y
escucha, oh Israel; hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios. 10Oirás,
pues, la voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos,
que yo te ordeno hoy.
Las maldiciones en el monte Ebal
11Y mandó Moisés
al pueblo en aquel día, diciendo: 12Cuando hayas pasado el Jordán,
éstos estarán sobre el monte Gerizim para bendecir
al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. 13Y éstos
estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser,
Zabulón, Dan y Neftalí. 14Y hablarán los levitas, y dirán a todo
varón de Israel en alta voz:
15Maldito el
hombre que hiciere escultura o imagen de fundición,
abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo
el pueblo responderá y dirá: Amén.
16Maldito el que
deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo
el pueblo: Amén.
17Maldito el que
redujere el límite de su prójimo. Y dirá todo
el pueblo: Amén.
18Maldito el que
hiciere errar al ciego en el camino. Y dirá todo
el pueblo: Amén.
19Maldito el que
pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén.
20Maldito el que
se acostare con la mujer de su padre, por cuanto
descubrió el regazo de su padre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
21Maldito el que
se ayuntare con cualquier bestia. Y dirá todo
el pueblo: Amén.
22Maldito el que
se acostare con su hermana, hija de su padre, o hija de
su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
23Maldito el que
se acostare con su suegra. Y dirá todo el pueblo: Amén.
24Maldito el que
hiriere a su prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
25Maldito el que
recibiere soborno para quitar la vida al inocente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
26Maldito el que
no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas. Y dirá
todo el pueblo: Amén.
Job 16
Job se queja contra Dios
16
1Respondió Job, y dijo:
2 Muchas veces he oído cosas como estas;
Consoladores
molestos sois todos vosotros.
3 ¿Tendrán fin las palabras vacías?
¿O qué te
anima a responder?
4 También yo podría hablar como vosotros,
Si vuestra
alma estuviera en lugar de la mía;
Yo podría
hilvanar contra vosotros palabras,
Y sobre
vosotros mover mi cabeza.
5 Pero yo os alentaría con mis palabras,
Y la consolación de mis labios
apaciguaría vuestro dolor.
6 Si hablo, mi dolor no cesa;
Y si dejo de
hablar, no se aparta de mí.
7 Pero ahora tú me has fatigado;
Has asolado
toda mi compañía.
8 Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura,
Que se
levanta contra mí para testificar en mi rostro.
9 Su furor me despedazó, y me ha sido contrario;
Crujió sus
dientes contra mí;
Contra mí
aguzó sus ojos mi enemigo.
10 Abrieron contra mí su boca;
Hirieron mis
mejillas con afrenta;
Contra mí se
juntaron todos.
11 Me ha entregado Dios al mentiroso,
Y en las
manos de los impíos me hizo caer.
12 Próspero estaba, y me desmenuzó;
Me arrebató
por la cerviz y me despedazó,
Y me puso
por blanco suyo.
13 Me rodearon sus flecheros,
Partió mis
riñones, y no perdonó;
Mi hiel
derramó por tierra.
14 Me quebrantó de quebranto en quebranto;
Corrió
contra mí como un gigante.
15 Cosí cilicio sobre mi piel,
Y puse mi
cabeza en el polvo.
16 Mi rostro está inflamado con el lloro,
Y mis
párpados entenebrecidos,
17 A pesar de no haber iniquidad en mis manos,
Y de haber sido mi oración
pura.
18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre,
Y no haya
lugar para mi clamor.
19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo,
Y mi
testimonio en las alturas.
20 Disputadores son mis amigos;
Mas ante
Dios derramaré mis lágrimas.
21 ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios,
Como con su
prójimo!
22 Mas los años contados vendrán,
Y yo iré por
el camino de donde no volveré.
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