3 de Abril
¡Dios de Pacto!
Por Riqui Ricón*
Y tomando la copa, y habiendo
dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de
los pecados (Mat 26. 27-28).
Cuando leo en Génesis 15 como Abraham creyó a
la promesa de Dios y le fue contado por justicia, no puedo dejar de notar que
enseguida cuestionó a Dios: Señor, ¿en qué conoceré que la he de heredar? O
dicho de otra forma, ¿cómo saberlo? ¿Cómo puedo estar seguro? Entonces el Señor
le pidió que sacrificara unos animales partiéndolos por la mitad y, parado
sobre esa sangre, hizo un pacto con Abraham.
La sangre es la señal del Pacto. El Pacto es
la garantía de la Palabra y la Palabra es la fuente de tu FE.
Y
tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos
todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces
Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto
que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas
(Ex 24. 7-8).
En estos días es muy importante que comprendas
en su totalidad el significado y alcance de tu Nueva Identidad; Identidad que
has obtenido a través de tu Nuevo Nacimiento, y esto último, que hayas Nacido
de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios, es la razón por la cual tu Padre dispuso
hacer un Nuevo Pacto.
En estos días es muy importante que
comprendas en su totalidad el significado y alcance del Nuevo Pacto en la
Sangre de Jesús.
Israel, el pueblo escogido por Dios, con sus
constantes fracasos ante el pecado, invalidó el Pacto que Dios había hecho con
ellos. El Todopoderoso, previendo esta condición, prometió a Abraham que en su
simiente serían benditas todas las familias de la tierra. ¿Cómo sería esto? A
través de un Nuevo Pacto, con mejores promesas, que garantizaba a los hombres
un Nuevo Nacimiento por medio de la FE en la Sangre del Unigénito Hijo de Dios.
He aquí que vienen días,
dice Jehová, en los cuales haré nuevo
pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No
como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de
la tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos
días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo
seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará
más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová;
porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,
dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado (Jer 31. 31-34).
Aunque la ley de Dios te ha sido dada sólo
para tu beneficio, por tu propia naturaleza que es esclava del pecado, tú jamás
podrás cumplir con ella. Así que, Dios, el Todopoderoso, tu amoroso Padre,
ejecuta un Plan para trasladarte de la condición de esclavo(a) vendido(a) al
pecado a la condición de libertad gloriosa como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo.
Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom
6.23).
Antes que nada, Dios tenía que librarte de la
sentencia de muerte eterna que por tus pecados, pendía sobre ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua
3.16-17).
Por Su gran Amor con que siempre te ha amado,
Jesús pagó con Su vida el justo precio que satisface la justicia de Dios; te
compró, te justificó y te hizo libre de una vez y para siempre de las cadenas
del pecado y de la muerte.
Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte (Ro 8.2).
Después de esto, para culminar Su propósito
de Amor para contigo, una vez justificado(a) en la Sangre de Jesús, Dios decide
perdonar todas tus transgresiones y pecados no acordándose más de ellos y te
crea de nuevo haciendo de ti un espíritu Nuevo con un nuevo corazón y, por si
esto fuera poco, te sella con el Su propio Espíritu Santo.
Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36. 26-27).
Mira como, una vez que fue descubierto su
doble pecado de adulterio y asesinato, el Rey David, arrepentido, comprendió
que por más que clamara por perdón y limpieza de sus actos, él seguiría siendo
el mismo ser humano esclavo de su naturaleza caída, y sólo un milagro regenerador de parte de Dios le podría
dar la posición de victoria ante el pecado.
Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de
delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu
salvación, Y espíritu noble me sustente (Sal 51. 10-12).
Es la Sangre de Jesús, el Nuevo Pacto, la que
te abre el camino al corazón del Padre, pues tú fuiste regenerado(a) por la
Palabra de Dios como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo al instante mismo
que reconociste y aceptaste a Jesús como tu Señor y Salvador.
Pues ustedes han nacido de
nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la
palabra de Dios que vive y permanece (1 Ped
1.23).
Ya no eres más la misma persona pecadora que
el diablo quiere que sigas creyendo que eres. ¡No! ¡Nada de eso! De acuerdo a
la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, tú eres un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo no de una semilla que se puede corromper sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre.
Y éste, mi amigo(a), es el verdadero
significado del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús: Que por Amor, tú fuiste
comprado(a) a precio de Sangre para ser justificado(a) y santificado(a), y así,
ser hecho(a) un(a) auténtico y legítimo Hijo(a) de Dios con derecho a la Vida
Eterna.
¡Vivir para siempre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que maravilloso es
saber cuánto me amas Tú que a pesar de estar yo muerto(a) en delitos y pecados
me diste Vida juntamente con Cristo Jesús. Y no cualquier clase de Vida sino la
Vida Eterna, la Vida gloriosa y victoriosa que solamente un(a) Hijo(a) Tuyo(a)
puede tener. Abba Padre, gracias por ser un Dios de Pactos. ¡Gracias por el
Nuevo Pacto en la Sangre de Tu Hijo Jesús! Oh precioso Espíritu de Dios,
permíteme hoy comprender cuál es la supereminente grandeza de Tu Amor y poder
para conmigo que me hayas creado de nuevo para hacerme Tu Hijo para darme Vida
Eterna. Una Vida abundante y plena en Cristo Jesús pues soy nueva creatura y
todas las cosas viejas pasaron y ahora, todo en mi vida ha sido hecho nuevo. Señor
Jesús, por Tu Amor, por Tu muerte, por Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí y por Tu resurrección te doy gracias. ¡Muchas gracias,
Señor Jesús! Espíritu Santo, ayúdame a ser capaz de
comprender cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y
de conocer Tu Amor que excede a todo conocimiento y que yo sea lleno de toda la
plenitud de Dios. Creo, confieso y recibo está Nueva Identidad como Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo. Creo, confieso y recibo que yo, ___________ (tu nombre
aquí), soy esta persona que Tu Palabra, la Biblia, dice que soy. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Mayor
eres Tú, mi Dios, que estás en mí y conmigo, que el que está en el mundo! ¡De
TODO problema, enfermedad o aflicción yo saldré más que vencedor(a) por medio
de Tu Amor, Señor Jesús! Lo Creo,
confieso y recibo en el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios,
ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)!
Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 3 Mat 26.
1-29 / Núm 35-36
/ Job 3
San
Mateo 26. 1-25
El complot para prender a
Jesús
(Mr. 14.1–2; Lc. 22.1–2; Jn. 11.45–53)
26
1Cuando hubo
acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2Sabéis
que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del
Hombre será entregado para ser crucificado.
3Entonces los
principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en
el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, 4y tuvieron consejo
para prender con engaño a Jesús, y matarle. 5Pero decían: No
durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Jesús es ungido en Betania
(Mr. 14.3–9; Jn. 12.1–8)
6Y estando Jesús
en Betania, en casa de Simón el leproso, 7vino a él una mujer, con
un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de
él, estando sentado a la mesa. 8Al ver esto,
los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9Porque
esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10Y
entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho
conmigo una buena obra. 11Porque siempre tendréis pobres con
vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12Porque al derramar este
perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en
todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Judas ofrece entregar a Jesús
(Mr. 14.10–11; Lc. 22.3–6)
14Entonces uno de
los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,
15y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le
asignaron treinta piezas de plata. 16Y desde entonces buscaba
oportunidad para entregarle.
Institución de la Cena del
Señor
(Mr. 14.12–25; Lc. 22.7–23; Jn. 13.21–30; 1 Co. 11.23–26)
17El primer día
de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole:
¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? 18Y él
dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo
está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19Y
los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
20Cuando llegó la
noche, se sentó a la mesa con los doce. 21Y mientras comían, dijo:
De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22Y
entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo,
Señor? 23Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano
conmigo en el plato, ése me va a entregar. 24A la verdad el Hijo
del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese
hombre no haber nacido. 25Entonces respondiendo Judas, el que le
entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
26Y mientras
comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y
dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27Y tomando la copa, y
habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28porque
esto es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos es derramada para remisión de los pecados. 29Y os digo que
desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo
beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Números
35-36
Herencia de los levitas
35
1Habló Jehová a
Moisés en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo:
2Manda a los hijos de Israel que den a los levitas, de la posesión de su
heredad, ciudades en que habiten; también daréis a los levitas los ejidos de
esas ciudades alrededor de ellas. 3Y tendrán ellos las ciudades
para habitar, y los ejidos de ellas serán para sus animales, para sus ganados y
para todas sus bestias. 4Y los ejidos de las ciudades que daréis a
los levitas serán mil codos alrededor, desde el muro de la ciudad para afuera.
5Luego mediréis fuera de la ciudad al lado del oriente dos mil codos, al
lado del sur dos mil codos, al lado del occidente dos mil codos, y al lado del
norte dos mil codos, y la ciudad estará en medio; esto tendrán por los ejidos
de las ciudades. 6Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis
ciudades serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie
allá; y además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades. 7Todas las
ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades con sus
ejidos. 8Y en cuanto a las ciudades que diereis de la heredad de
los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho, y del que tiene poco
tomaréis poco; cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión
que heredará.
Ciudades de refugio
(Dt. 19.1–13)
9Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 10Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando
hayáis pasado al otro lado del Jordán a la tierra de Canaán, 11os
señalaréis ciudades, ciudades de refugio tendréis, donde
huya el homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención. 12Y
os serán aquellas ciudades para refugiarse del vengador, y no morirá el
homicida hasta que entre en juicio delante de la congregación. 13De
las ciudades, pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio. 14Tres
ciudades daréis a este lado del Jordán, y tres ciudades daréis en la tierra de
Canaán, las cuales serán ciudades de refugio. 15Estas seis
ciudades serán de refugio para los hijos de Israel, y para el extranjero y el
que more entre ellos, para que huya allá cualquiera que hiriere de muerte a
otro sin intención.
16Si con
instrumento de hierro lo hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá.
17Y si con piedra en la mano, que pueda dar muerte, lo hiriere y
muriere, homicida es; el homicida morirá. 18Y si con instrumento
de palo en la mano, que pueda dar muerte, lo hiriere y muriere, homicida es; el
homicida morirá. 19El vengador de la sangre, él dará muerte al
homicida; cuando lo encontrare, él lo matará. 20Y si por odio lo
empujó, o echó sobre él alguna cosa por asechanzas, y muere; 21o
por enemistad lo hirió con su mano, y murió, el heridor morirá; es homicida; el
vengador de la sangre matará al homicida cuando lo encontrare.
22Mas si
casualmente lo empujó sin enemistades, o echó sobre él cualquier instrumento
sin asechanzas, 23o bien, sin verlo hizo caer sobre él alguna
piedra que pudo matarlo, y muriere, y él no era su enemigo, ni procuraba su
mal; 24entonces la congregación juzgará entre el que causó la
muerte y el vengador de la sangre conforme a estas leyes; 25y la
congregación librará al homicida de mano del vengador de la sangre, y la
congregación lo hará volver a su ciudad de refugio, en la cual se había
refugiado; y morará en ella hasta que muera el sumo sacerdote, el cual fue
ungido con el aceite santo. 26Mas si el homicida saliere fuera de
los límites de su ciudad de refugio, en la cual se refugió, 27y el
vengador de la sangre le hallare fuera del límite de la ciudad de su refugio, y
el vengador de la sangre matare al homicida, no se le culpará por ello;
28pues en su ciudad de refugio deberá aquél habitar hasta que muera el
sumo sacerdote; y después que haya muerto el sumo sacerdote, el homicida
volverá a la tierra de su posesión.
Ley sobre los testigos y sobre el rescate
29Estas cosas os
serán por ordenanza de derecho por vuestras edades, en todas vuestras
habitaciones. 30Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de
testigos morirá el homicida; mas un solo testigo no hará fe contra una persona
para que muera. 31Y no tomaréis precio por la
vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá.
32Ni tampoco tomaréis precio del que huyó a su ciudad de refugio, para
que vuelva a vivir en su tierra, hasta que muera el sumo sacerdote. 33Y
no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la
tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella,
sino por la sangre del que la derramó. 34No contaminéis, pues, la
tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito; porque yo Jehová habito
en medio de los hijos de Israel.
Ley del casamiento de las herederas
36
1Llegaron los
príncipes de los padres de la familia de Galaad hijo de Maquir, hijo de
Manasés, de las familias de los hijos de José; y hablaron delante de Moisés y
de los príncipes, jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, 2y
dijeron: Jehová mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de
Israel en posesión; también ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de
Zelofehad nuestro hermano a sus hijas. 3Y
si ellas se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos
de Israel, la herencia de ellas será así quitada de la herencia de nuestros
padres, y será añadida a la herencia de la tribu a que se unan; y será quitada
de la porción de nuestra heredad. 4Y cuando viniere el jubileo de
los hijos de Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu
de sus maridos; así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu
de nuestros padres.
5Entonces Moisés
mandó a los hijos de Israel por mandato de Jehová, diciendo: La tribu de los
hijos de José habla rectamente. 6Esto es lo que ha mandado Jehová
acerca de las hijas de Zelofehad, diciendo: Cásense como a ellas les plazca,
pero en la familia de la tribu de su padre se casarán, 7para que
la heredad de los hijos de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque
cada uno de los hijos de Israel estará ligado a la heredad de la tribu de sus
padres. 8Y cualquiera hija que tenga heredad en las tribus de los
hijos de Israel, con alguno de la familia de la tribu de su padre se casará,
para que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de sus padres, 9y
no ande la heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus
de los hijos de Israel estará ligada a su heredad.
10Como Jehová
mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad. 11Y así
Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de
sus tíos paternos. 12Se casaron en la familia de los hijos de
Manasés, hijo de José; y la heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de
su padre.
13Estos son los
mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos
de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.
Job 3
Job maldice el día en que nació
3
1Después de esto abrió Job su boca,
y maldijo su día. 2Y exclamó Job,
y dijo:
3 Perezca el día en que yo nací,
Y la noche
en que se dijo: Varón es concebido.
4 Sea aquel día sombrío,
Y no cuide
de él Dios desde arriba,
Ni claridad
sobre él resplandezca.
5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;
Repose sobre
él nublado
Que lo haga
horrible como día caliginoso.
6 Ocupe aquella noche la oscuridad;
No sea
contada entre los días del año,
Ni venga en
el número de los meses.
7 ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria,
Que no
viniera canción alguna en ella!
8 Maldíganla los que maldicen el día,
Los que se
aprestan para despertar a Leviatán.
9 Oscurézcanse las estrellas de su alba;
Espere la
luz, y no venga,
Ni vea los
párpados de la mañana;
10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
Ni escondió de mis ojos la
miseria.
11 ¿Por qué no morí yo en la matriz,
O expiré al salir
del vientre?
12 ¿Por qué me recibieron las rodillas?
¿Y a qué los
pechos para que mamase?
13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría;
Dormiría, y
entonces tendría descanso,
14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra,
Que
reedifican para sí ruinas;
15 O con los príncipes que poseían el oro,
Que llenaban
de plata sus casas.
16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo,
Como los
pequeñitos que nunca vieron la luz?
17 Allí los impíos dejan de perturbar,
Y allí
descansan los de agotadas fuerzas.
18 Allí también reposan los cautivos;
No oyen la
voz del capataz.
19 Allí están el chico y el grande,
Y el siervo libre de su señor.
20 ¿Por qué se da luz al trabajado,
Y vida a los
de ánimo amargado,
21 Que esperan la muerte, y ella no llega,
Aunque la
buscan más que tesoros;
22 Que se alegran sobremanera,
Y se gozan
cuando hallan el sepulcro?
23 ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien
Dios ha encerrado?
24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro,
Y mis
gemidos corren como aguas.
25 Porque el temor que me espantaba me ha venido,
Y me ha
acontecido lo que yo temía.
26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;
No obstante,
me vino turbación.
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