7 de Abril
¡Hoy puedes comenzar!
Por Riqui Ricón*
Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha
escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están
sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os
ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante
de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso
guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano
poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de
Egipto. Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que
guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos,
hasta mil generaciones (Deu 7. 6-9).
Cuando comienzas a estudiar y meditar en la
Palabra de Dios te das cuenta, cada vez más, lo importante y especial que tú eres
para Él. Es Dios quien te ha escogido a ti y, por Su gran Amor con que te ama, Él
desea llenar tu vida de propósito y significado.
Pues yo sé
los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y
no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza (Jer 29.11).
Este día, sólo tienes que recordar que por
Cristo Jesús, ya no eres más el (la) mismo(a) pecador(a) que antes eras. Por Su
muerte en la cruz y Su Sangre derramada hasta la última gota como precio de tu
justificación, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a) no de simiente corruptible sino
de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece
para siempre (1 P 1.23).
¡Así comienzan los planes de Dios para tu
Vida!
Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais
pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (2
P 2. 9-10).
Si alguna vez te has preguntado qué significa
ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo o por qué Jesús le dijo a Nicodemo
que le era necesario Nacer de Nuevo para poder ver y entrar al Reino de Dios,
la respuesta a ambas preguntas es simple y sencillamente la misma: ser un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo significa ser linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa y pueblo adquirido, comprado, por Dios y, por
consiguiente, ahora, tu Vida en el Reino de Dios está llena de propósito y
significado: Anunciar las virtudes de Aquel que te sacó de las tinieblas a Su
luz admirable.
Y
cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro
ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro
llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo
cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque
tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje
y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios
reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5. 8-10).
Al aceptar y creer que a través de la FE en
Jesucristo has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios, recibes tu Identidad, recibes
tu linaje como Hijo(a) del Rey, dejas las cosas viejas en el pasado y te
extiendes a una vida nueva donde debes reinar y establecer el reino de tu
Padre.
Insisto, no eres más un ser humano sin ton ni
son, aventado(a) por ahí, olvidado(a) y arrumbado(a) en algún lugar del planeta.
¡No, nada de eso!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1
BAD).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Ahora tú eres un(a) Hijo(a)
amado(a) de Dios. Por eso el mundo no te conoce porque no le conocen a Él,
porque no conocen Su gran Amor.
Satanás y su sistema pretenden
derrotarte con el engaño y la mentira. Harán todo lo posible para que dejes de
ver el Amor de Dios y para que no pongas más tu atención en Su Palabra, sino en
tus acciones y en las circunstancias que las provocan, para que así CREAS que
nada ha cambiado y que sigues siendo el (la) mismo(a) pecador(a), fracasado(a)
y derrotado(a) que antes eras.
Sólo recuerda lo que dice Dios, tu
Padre, en Su Palabra y resiste sus engaños: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu (Zac
4.6), y que, Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es (Jn 3.6).
Tú eres Nacido(a) de
Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios por el Espíritu Santo y no por lo que hayas
hecho o estés haciendo con tu vida. En tu carne, con tus fuerzas, jamás podrías
hacer de ti mismo(a) un(a) Hijo(a) de Dios.
Mas a
todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jua
1.12-13).
Así que, no se trata de
lo que tú hagas o dejes de hacer, sino de lo que Jesús hizo por amor a ti, al
morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte.
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas
(2 Cor 5.17).
Ahora, eres nueva creación, eres una nueva
especie de ser que no existía antes, y Dios, tu Padre, te ha dejado en este
mundo señalándote propósito y destino, porque confía plenamente en ti.
Y yendo, predicad,
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos,
limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia
recibisteis, dad de gracia (Mat 10. 7-8).
No temas, ni dudes de la Palabra de Dios, Él
no miente ni se arrepiente, lo que Dios ha dicho lo va hacer; si Él lo ha
hablado, entonces, lo va a ejecutar. Recuerda que el diablo es homicida y padre
de mentira desde el principio (Jn 8. 44). El querrá confrontar tu realidad
contra la Palabra de Dios para hacerte dudar y así, con la duda, intentará
lograr que pierdas tu identidad.
Y
los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú
que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende
de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes,
escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A
otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y
creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de
Dios (Mat 15. 39-43).
De la misma forma que Satanás lo intento en
el desierto y en la cruz contra Jesús, lo hace hoy en día contra ti: si en
verdad la Biblia es… si en verdad tú eres… si en verdad ya sanaste… si en
verdad fueras un(a) Hijo(a) de Dios, etc., etc.
Lo interesante a notar aquí es que no importa
la situación en la que te encuentres, ni cómo tú te sientas hoy o cómo te veas
a ti mismo(a), todo eso es circunstancial; la única Verdad (aunque tú no la
creas), es que tú eres, ni más ni menos, la persona que Dios dice en Su Palabra
que eres: ¡Su propio(a) Hijo(a)! ¡Lleno(a) del Espíritu Santo y más que vencedor(a)
en todas las cosas!
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).
La Verdad es que en Cristo Jesús tienes todo
el derecho para hacer de tu vida una vida plena y abundante.
Si le crees a tu Padre, ten por cierto que, ¡Puedes
comenzar a reinar sobre la tierra!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero
decirte que yo sé en quien he confiado. Yo he confiado en Ti, Señor, en Tu
Palabra, la Biblia. Por lo tanto, sin importar las circunstancias o condiciones
que esté enfrentando hoy, no voy a temer, ni a dudar de quién soy yo ahora, en
Cristo Jesús. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tengo propósito y
destino. Voy a reinar en esta tierra y no voy a permitirles a la enfermedad,
los problemas, la pobreza, la tristeza, el resentimiento, la depresión, ni a
nada, ni a nadie, robarme lo que legítimamente es mío por la Sangre de Jesús:
mi identidad. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí al morir y
resucitar, Tú me hiciste de nuevo y eso ya nadie me lo puede quitar. Padre, que
hermoso es saberse tan amado(a) por Ti. Que sublime sensación es saber que has
establecido en Tu Palabra, Eterna, Perfecta e Infalible, que aunque yo ande en
valle de sombra y de muerte no voy a temer, pues sé que Tú estás conmigo; que
aunque las aflicciones vengan sobre mí, sé que de TODAS ellas voy a salir más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Escrito está! ¡Tú
no mientes ni Te arrepiente! ¡Lo has dicho y lo vas hacer! ¡Lo has hablado y lo
vas a ejecutar! ¡Gracias, precioso Dios! Y a Ti, amado Señor Jesús, quiero
decirte que te amo con todo mi ser, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
Por lo que hiciste por mí en la cruz, al morir pagando todos mis pecados y al
vencer a la muerte, resucitando de entre los muertos, para darme la Vida Eterna
y hacerme nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios, ahora tengo identidad,
ahora sé perfectamente quién yo soy. Así que, no voy a temer más. Me determino
a ser dichoso(a) haciendo de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi
existencia; la pondré en mi boca, mente y corazón; voy a leerla y meditarla de
día y de noche para guardarla y hacer conforme a todo lo que Tú, precioso Dios,
dices en ella; porque sé que entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá
bien. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a)
Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Muchas Gracias, Señor. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 7 Mat 27. 32-66
/ Deu 7-8 /
Job 7
San
Mateo 27. 32-66
Crucifixión y muerte de Jesús
(Mr. 15.21–41; Lc. 23.26–49; Jn. 19.17–30)
32Cuando salían,
hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que
llevase la cruz. 33Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota,
que significa: Lugar de la Calavera, 34le dieron a beber vinagre
mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando
le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos,
y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí.
37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE
LOS JUDÍOS. 38Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a
la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le
injuriaban, meneando la cabeza, 40y diciendo: Tú
que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a
ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta
manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y
los fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo
no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y
creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban
también los ladrones que estaban crucificados con él.
45Y desde la hora
sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca
de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani?
Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47Algunos
de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. 48Y
al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre,
y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49Pero
los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas
Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
51Y he aquí, el
velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se
partieron; 52y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de
santos que habían dormido, se levantaron; 53y saliendo de los
sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y
aparecieron a muchos. 54El centurión, y los que estaban con él
guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas,
temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
55Estaban allí
muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde
Galilea, sirviéndole, 56entre las cuales estaban María Magdalena,
María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Jesús es sepultado
(Mr. 15.42–47; Lc. 23.50–56; Jn. 19.38–42)
57Cuando llegó la
noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido
discípulo de Jesús. 58Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de
Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59Y
tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60y lo
puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer
rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. 61Y
estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
La guardia ante la tumba
62Al día
siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales
sacerdotes y los fariseos ante Pilato, 63diciendo: Señor, nos
acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días
resucitaré. 64Manda, pues, que se asegure el
sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo
hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer
error peor que el primero. 65Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una
guardia; id, aseguradlo como sabéis. 66Entonces ellos fueron y
aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.
Deuteronomio
7-8
Advertencias contra la
idolatría de Canaán
(Ex. 34.11–17)
7
1Cuando Jehová tu
Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya
echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo,
al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones
mayores y más poderosas que tú, 2y Jehová tu Dios las haya
entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no
harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. 3Y no
emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para
tu hijo. 4Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a
dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá
pronto. 5Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares
destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y
quemaréis sus esculturas en el fuego.
Un pueblo santo para Jehová
6Porque tú eres
pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un
pueblo especial, más que todos los pueblos
que están sobre la tierra. 7No por ser vosotros más que todos los
pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más
insignificante de todos los pueblos; 8sino por cuanto Jehová os
amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado
Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de
Faraón rey de Egipto. 9Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios,
Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan
sus mandamientos, hasta mil generaciones; 10y que da el pago en
persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se
demora con el que le odia, en persona le dará el pago. 11Guarda,
por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que
cumplas.
Bendiciones de la obediencia
(Lv. 26.3–13; Dt. 28.1–14)
12Y por haber
oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios
guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. 13Y
te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y
el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y
los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría.
14Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni
hembra estéril, ni en tus ganados. 15Y quitará Jehová de ti toda
enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá
sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren. 16Y
consumirás a todos los pueblos que te da Jehová tu Dios; no los perdonará tu
ojo, ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.
17Si dijeres en
tu corazón: Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré
exterminar? 18no tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que
hizo Jehová tu Dios con Faraón y con todo Egipto; 19de las grandes
pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa
y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios
con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres. 20También
enviará Jehová tu Dios avispas sobre ellos, hasta que perezcan los que quedaren
y los que se hubieren escondido de delante de ti. 21No desmayes
delante de ellos, porque Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios grande y
temible. 22Y Jehová tu Dios echará a estas naciones de delante de
ti poco a poco; no podrás acabar con ellas en seguida, para que las fieras del
campo no se aumenten contra ti. 23Mas Jehová tu Dios las entregará
delante de ti, y él las quebrantará con grande destrozo, hasta que sean
destruidas. 24El entregará sus reyes en tu mano, y tú destruirás
el nombre de ellos de debajo del cielo; nadie te hará frente hasta que los
destruyas. 25Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no
codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en
ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; 26y no traerás cosa
abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la
abominarás, porque es anatema.
La buena tierra que han de poseer
8
1Cuidaréis de
poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis
multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento
a vuestros padres. 2Y te acordarás de todo el camino por donde te
ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte,
para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no
sus mandamientos. 3Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te
sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido,
para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale
de la boca de Jehová vivirá el hombre. 4Tu
vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos
cuarenta años. 5Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga
el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. 6Guardarás,
pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.
7Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de
arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes;
8tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de
olivos, de aceite y de miel; 9tierra en la cual no comerás el pan
con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de
cuyos montes sacarás cobre. 10Y comerás y te saciarás, y
bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.
Amonestación de no olvidar a Dios
11Cuídate de no
olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus
estatutos que yo te ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies,
y edifiques buenas casas en que habites, 13y tus vacas y tus
ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que
tuvieres se aumente; 14y se enorgullezca tu corazón, y te olvides
de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;
15que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de
serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te
sacó agua de la roca del pedernal; 16que te sustentó con maná en
el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y
probándote, para a la postre hacerte bien; 17y
digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta
riqueza. 18Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el
poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus
padres, como en este día. 19Mas si llegares a olvidarte de Jehová
tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te
inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis.
20Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así
pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios.
Job 7
Job argumenta contra Dios
7
1 ¿No es
acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
Y sus días
como los días del jornalero?
2 Como el
siervo suspira por la sombra,
Y como el
jornalero espera el reposo de su trabajo,
3 Así he
recibido meses de calamidad,
Y noches de
trabajo me dieron por cuenta.
4 Cuando
estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche
es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba.
5 Mi carne
está vestida de gusanos, y de costras de polvo;
Mi piel
hendida y abominable.
6 Y mis días
fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza.
7 Acuérdate
que mi vida es un soplo,
Y que mis
ojos no volverán a ver el bien.
8 Los ojos de
los que me ven, no me verán más;
Fijarás en
mí tus ojos, y dejaré de ser.
9 Como la
nube se desvanece y se va,
Así el que
desciende al Seol no subirá;
10 No volverá
más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más.
11 Por tanto,
no refrenaré mi boca;
Hablaré en
la angustia de mi espíritu,
Y me quejaré
con la amargura de mi alma.
12 ¿Soy yo el
mar, o un monstruo marino,
Para que me
pongas guarda?
13 Cuando
digo: Me consolará mi lecho,
Mi cama
atenuará mis quejas;
14 Entonces me
asustas con sueños,
Y me aterras
con visiones.
15 Y así mi
alma tuvo por mejor la estrangulación,
Y quiso la
muerte más que mis huesos.
16 Abomino de
mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame,
pues, porque mis días son vanidad.
17 ¿Qué es el
hombre, para que lo engrandezcas,
Y para que
pongas sobre él tu corazón,
18 Y lo
visites todas las mañanas,
Y todos los
momentos lo pruebes?
19 ¿Hasta
cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me
soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
20 Si he
pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me
pones por blanco tuyo,
Hasta
convertirme en una carga para mí mismo?
21 ¿Y por qué
no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora
dormiré en el polvo,
Y si me
buscares de mañana, ya no existiré.
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