martes, 10 de mayo de 2022

¡Cómo encarar a Dios!

                                                                                                                                                                                             <ENGLISH>





 10 Mayo   

¡Cómo encarar a Dios!


¡Preciosa Sangre! ¡Bendita Promesa de Dios!

Por Riqui Ricón*

Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto… Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me responderás. ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con voz como la suya? (Job 40. 1-2, 7-9).

Es interesante notar cómo aquellos que pretenden presentarse delante de Dios abogando por sí mismos y declarando su propia justicia, no podrán siquiera pronunciar una palabra delante de Su Presencia. Claro que, para los que aseguran que Dios no existe, el choque de la impresión será tal, que es seguro que no podrán articular palabra alguna delante de Él. Pero, ¿qué será de los que se creen lo suficientemente buenos como para pretender señalarle a Dios unas cuantas de sus muchas opiniones que tienen?

Para responder a esto sólo tenemos que acudir a la Escritura donde encontramos que David, el amado y escogido por Dios, clamaba:

Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia. Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 142. 1-2).

Ahora bien, lo importante aquí no es señalar lo indigno o poca cosa que el hombre es delante de Dios, sino, por al contrario, se trata de resaltar el maravilloso Amor con que Dios te ha amado.

¿Cómo podría cualquier hombre o mujer permanecer delante de Su Majestad si todos somos injustos, si todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios?

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).

¡Él, el único y todopoderoso Dios, decidió amarte tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, como el precio para pagar tus culpas y pecados, antes que perderte a ti! ¡Asombroso!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 Biblia Al Día BAD).

Es por Su Amor hacia ti que Dios desea trasladarte de tu condición de muerte eterna a Su condición de Vida Eterna. Es por Su Amor hacia ti que Dios desea trasladarte a una Vida plena y abundante donde, en lugar de condenación y muerte encuentres la plenitud como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).

¡Sólo los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo tienen derecho a vivir la Vida Plena y Abundante que es la Vida Eterna!

El propósito de la muerte de Jesucristo en esa cruz, siempre ha sido llevarte de ese estilo de vida de fracaso, desesperación, enfermedad, pobreza, temor y muerte, hacia una Vida plena y abundante que solamente Él te puede ofrecer.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).

Una Vida llena de luz y de amor; donde tengas la plena certeza de quién tú ahora eres en Cristo: un(a) Hijo(a) amado(a) del único Dios vivo y verdadero. ¡Un(a) Heredero(a) de Dios y coheredero(a) con Cristo Jesús!

Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 Nueva Traducción Viviente NTV).

Gracias a que tu Nuevo Nacimiento no proviene de una simiente corruptible sino de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios, ahora tú tienes una Vida totalmente Nueva, una Vida donde el pecado NADA tiene en ti.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).

Ahora, en Cristo Jesús, como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, si caes en pecado, puedes correr hacia tu Padre celestial en lugar de huir y esconderte de Él sintiéndote todo(a) condenado(a) por tus fracasos; ahora puedes con toda confianza ir a Su Presencia y arrepentirte y pedirle perdón, sabiendo de antemano que, por Su gran Amor con que te ama, Él te perdona y no te condena.

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).

Por lo que Jesucristo hizo en la cruz por Amor a ti, tienes una Naturaleza totalmente Nueva y todo el derecho a vivir una Vida Plena donde la muerte ya ha sido vencida en ti y no tienes absolutamente nada que temer, pues tú moriste con Jesús y juntamente con Él fuiste resucitado(a): la muerte ya no te puede tocar.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3.3).

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2.20).

Recuerda que la paga del pecado es muerte (eso lo pagó Jesús por ti), pero el regalo de Dios es VIDA ETERNA en Cristo Jesús (esto lo recibes tú al creer, al creerle a Dios, al creerle a Su Palabra).

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4. 4).

Tu situación actual es totalmente distinta a la del pasado. Tú no eres más como todos los que están en el mundo. Hoy, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el Espíritu Santo vive en ti y contigo. La victoria es tuya y no tienes nada que temer. Ya no te justificas delante de Dios, ni pretendes discutir con Él. Ahora le conoces, conoces Su Amor y le amas como Hijo(a) que eres de Él.

Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos.* Ahora lo llamamos «Abba, Padre»* (Ro 8.15 NTV).

Lo que te hace diferente a los que están en el mundo no son tus acciones ni tu conducta, sino tu fe. Esto es, lo que te da la victoria sobre tu vieja naturaleza, sobre el hombre de pecado. Lo que te hace diferente a los que están en el mundo es  que tú le crees a Dios, tú le crees a Su Palabra, la Biblia. Lo que te hace diferente a los que están en el mundo es creer que por la obra redentora de Jesucristo, ahora tú eres la persona que Dios dice en la Biblia que ahora eres:

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).

Efectivamente, la Biblia te enseña quién ahora tú eres en Cristo Jesús, pero es hasta que lo has creído que comienzas a pensar, hablar y actuar como tal.

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo  (Gal 4.6-7).

Antes de Nacer de Nuevo, en mi ignorancia yo creía que tenía todo el derecho, como creatura, para confrontar a Dios. Ahora entiendo que hay una forma, un camino, para hablar con Él cara a cara. Hoy mi orgullo y falta de conocimiento han sido diluidos por la hermosa luz de la Verdad:

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).

¡Dios te justificó en la Sangre de Jesús! ¡Oh, Preciosa Sangre! ¡Dios te dio Vida juntamente con Cristo Jesús por medio del Poder de Su resurrección! ¡Oh, bendita promesa de Dios!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ahora entiendo que Job pretendía ejercer un derecho que no tenía, pero anhelaba tener: hablar Contigo cara a cara. Ahora, yo, Señor, tengo ese derecho y privilegio por la Sangre de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Cómo no decirte que te amo y te adoro. Gracias por tan grande Amor. Hoy estoy delante de Tu Presencia sabiéndome Tu Hijo(a) amado(a). Señor Jesús, creo lo que hiciste por mí en la Cruz, y recibo todos los beneficios que Tu Sangre compró para mí: Vida Eterna, Vida Abundante, Vida Plena. Mi Dios, yo tengo fe y sé que puedo confiar plenamente en Tu Palabra y, por lo tanto, comprendo y creo que Tu voluntad para conmigo es buena, agradable y perfecta. Creo y recibo este tu gran Amor que sientes por mí. Gracias por Tu Palabra, que es la Verdad, y con la cual puedo dirigir mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que adquiriste para mí al morir en esa cruz y al resucitar de la muerte. Por todo esto, creo y declaro que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará, porque aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque Tú, Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno no me toca. Someto todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la Palabra de Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. Abba, Padre, me parece que la Eternidad será corta para amarte y agradecerte lo que hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo 10                        Hch 19. 23-41  /  Jue -11.34-12.15  /  Job 40

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo 10                        Hch 19. 23-41  /  Jue -11.34-12.15   Job 40

 

Hechos 19. 23-41

El alboroto en Efeso

23Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. 24Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; 25a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; 26pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero.

28Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! 29Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. 30Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. 31También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el teatro. 32Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido. 33Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo. 34Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios! 35Entonces el escribano, cuando había apaciguado a la multitud, dijo: Varones efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? 36Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente. 37Porque habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. 38Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. 39Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. 40Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. 41Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.[1]

 

Jueces 11.34-12.15

34Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija. 35Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.e 36Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón. 37Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. 38El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. 39Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón. 40Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.

12

1Entonces se reunieron los varones de Efraín, y pasaron hacia el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? Nosotros quemaremos tu casa contigo. 2Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no me defendisteis de su mano. 3Viendo, pues, que no me defendíais, arriesgué mi vida, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová me los entregó; ¿por qué, pues, habéis subido hoy contra mí para pelear conmigo? 4Entonces reunió Jefté a todos los varones de Galaad, y peleó contra Efraín; y los de Galaad derrotaron a Efraín, porque habían dicho: Vosotros sois fugitivos de Efraín, vosotros los galaaditas, en medio de Efraín y de Manasés. 5Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín; y aconteció que cuando decían los fugitivos de Efraín: Quiero pasar, los de Galaad les preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No, 6entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil. 7Y Jefté juzgó a Israel seis años; y murió Jefté galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.

Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel

8Después de él juzgó a Israel Ibzán de Belén, 9el cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó a Israel siete años. 10Y murió Ibzán, y fue sepultado en Belén. 11Después de él juzgó a Israel Elón zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años. 12Y murió Elón zabulonita, y fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón. 13Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, piratonita. 14Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años. 15Y murió Abdón hijo de Hilel piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.[2]

 

 

Job 40

 

40

1Además respondió Jehová a Job, y dijo:

     2     ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?

El que disputa con Dios, responda a esto.

3Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:

     4     He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?

Mi mano pongo sobre mi boca.

     5     Una vez hablé, mas no responderé;

Aun dos veces, mas no volveré a hablar.

Manifestaciones del poder de Dios

6Respondió Jehová a Job desde el torbellino, y dijo:

     7     Cíñete ahora como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me responderás.

     8     ¿Invalidarás tú también mi juicio?

¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?

     9     ¿Tienes tú un brazo como el de Dios?

¿Y truenas con voz como la suya?

     10     Adórnate ahora de majestad y de alteza,

Y vístete de honra y de hermosura.

     11     Derrama el ardor de tu ira;

Mira a todo altivo, y abátelo.

     12     Mira a todo soberbio, y humíllalo,

Y quebranta a los impíos en su sitio.

     13     Encúbrelos a todos en el polvo,

Encierra sus rostros en la oscuridad;

     14     Y yo también te confesaré

Que podrá salvarte tu diestra.

     15     He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;

Hierba come como buey.

     16     He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos,

Y su vigor en los músculos de su vientre.

     17     Su cola mueve como un cedro,

Y los nervios de sus muslos están entretejidos.

     18     Sus huesos son fuertes como bronce,

Y sus miembros como barras de hierro.

     19     El es el principio de los caminos de Dios;

El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.

     20     Ciertamente los montes producen hierba para él;

Y toda bestia del campo retoza allá.

     21     Se echará debajo de las sombras,

En lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.

     22     Los árboles sombríos lo cubren con su sombra;

Los sauces del arroyo lo rodean.

     23     He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta;

Tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.

     24     ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante,

Y horadará su nariz?[3]

 



[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 19.22-41). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

e 11.35: Nm. 30.2.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Jue 11.34-12.15). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Job 39.30-40.24). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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