sábado, 27 de abril de 2019

¡Cómo vivir sin preocuparte!



11 de Octubre
¡Él va a cumplir!
Por Riqui Ricón*

Den gracias al Señor,  invoquen su *nombre; den a conocer sus obras entre las naciones. Cántenle,  entónenle salmos;  hablen de todas sus maravillas. Siéntanse orgullosos de su santo nombre;  alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su fuerza;  busquen siempre su rostro. Recuerden las maravillas que ha realizado,  sus señales,  y los decretos que ha emitido. ¡Ustedes,  descendientes de Abraham su siervo!  ¡Ustedes,  hijos de Jacob,  elegidos suyos! Él es el Señor,  nuestro Dios;  en toda la tierra están sus decretos. Él siempre tiene presente su pacto,  la palabra que ordenó para mil generaciones(Sal 105.1-8 NVI).

De las muchas razones que podemos mencionar para cantar y alabar a Dios con el corazón lleno de gratitud, la principal de todas es que, ¡Él es Dios!

Piénsalo por un momento, cuando el Señor se manifestó a Moisés diciendo que Él era el que ES, estableció para siempre la mejor de nuestras bendiciones, que es que en efecto, ¡Él es Dios!

Quizá te preguntes, ¿Y eso qué significa? Permíteme explicarte, cuando Él dijo Yo Soy el que Soy (Ex 3.14), estaba diciendo con muy pocas pero concisas palabras: Yo soy el único Dios Verdadero. Esto te puede parecer muy evidente (por ahora), pero sólo recuerda que Dios le estaba hablando a Moisés y a su generación; una generación que creció en medio de la idolatría de un Egipto repleto de dioses falsos.
Hoy en día (3,500 años después), no existe ninguna diferencia, Él sigue siendo el único Dios verdadero, el creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Pero, lo verdaderamente importante para ti y para mí, lo que nos lleva a adorarle y exaltarle con gratitud es Su principal atributo como Dios: ¡Él NO PUEDE MENTIR!

Jehová no es un dios humanizado, creado por el hombre a su imagen y semejanza. ¡No! ¡Nada de eso! Él es el único Dios verdadero y, aunque parezca contradictorio, existe una cosa que el Todopoderoso no puede hacer y eso es mentir.

Aunque quisiera hacerlo, Él no puede hacerlo. ¿Por qué? Porque, precisamente, ¡Él es Dios! Y esta es la mayor de nuestras bendiciones.

Continúo explicándome con un ejemplo, imagínate que hoy es un día domingo y el Señor se apareciera hoy en medio de nosotros diciendo: Miren que hermosa noche de miércoles estamos teniendo. Tú no podrías corregirlo diciéndole te equivocaste Señor, pues, en el preciso instante que las Palabras hermosa noche de miércoles salieran de Su Boca, ¿qué crees tú que sucedería? ¡Claro! En ese momento deja de ser domingo para convertirse en miércoles por la noche. ¡Él es Dios!

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn 17.17).

Precisamente, porque Él es Dios, TODAS las palabras que salen de Su boca SIEMPRE se cumplen. ¡La Palabra de Dios es La Verdad!

Así que, regresando a nuestro ejemplo ficticio, a cambiar agendas y calendarios pues ya estaríamos en miércoles por la noche, y aunque Él haya pretendido jugarnos una broma y no la haya dicho en serio, Él sigue siendo Dios y todo Palabra que sale de la boca de Dios forzosamente se va a cumplir, todo lo que Él habló se va a ejecutar.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

¡La Palabra de Dios tiene el Poder de Dios para hacerse cumplir a si misma!

Buenas noticias, mi amado(a), puedes cantar, alabar y bendecir Su nombre pues Él no puede mentir. ¡Todo lo que ha dicho es Verdad!

No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad,  Porque en tus juicios espero (Sal 119.43).

Por lo tanto, ante ese problema, enfermedad o aflicción que estás enfrentando el día de hoy, puedes dejar de angustiarte y dejar de preguntarte ¿Qué voy hacer? Tú no eres Dios. Pero, ¡Él sí lo ES! Por lo tanto, si Él dice en Su Palabra que:

Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados (Isa 53.4-5 NVI).

Entonces puedes creer, y confiar, en que CIERTAMENTE Cristo Jesús llevó tus enfermedades, sufrió tus dolores y por Sus heridas ya estás sano(a) y eres libre de toda enfermedad. ¡Él es Dios! ¡No puede mentir! Solamente tienes que creerle a Dios, creerle a Su Palabra y recibir confiadamente lo que por derecho divino se compró para ti con la muerte y resurrección de Jesucristo: ¡Tu sanidad!

Si Él dice en la Biblia que:

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).

Entonces, sin importar el tipo de problema, angustia o enfermedad, efectivamente, TODO LO PUEDES. Puedes enfrentar cualquier situación porque Cristo Jesús ya te dio el poder para hacerlo.

Si Dios dice que:

Sabemos que nadie nacido de Dios practica el pecado, porque Cristo, el Hijo de Dios, le protege y no permite que el maligno le toque (1 Jn 5.18 CST).

Entonces, porque tú eres nacido de Dios ya no practicas el pecado y eres la persona más guardada y protegida de todo el universo. Jesucristo en persona te está guardando y Satanás NO PUEDE tocarte. ¡Escrito está! ¡Es la Palabra de Dios!

-Pero, pero, yo no soy ese tipo de persona -me podrías objetar- todavía hago cosas que no le agradan a Dios.

Eso es lo que tú CREES de ti mismo(a) en base a tus acciones y circunstancias, pero te olvidas que lo único importante y relevante es lo que Jesús hizo por Amor a ti. Y la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, dice de ti que:

Al volverse cristiano, uno se convierte en una persona totalmente diferente. Deja de ser el de antes. ¡Surge una nueva vida! (2 Cor 5.17 NTV).

También dice que tú,

porque ahora tienen una nueva vida, vida que no recibieron de sus padres y que jamás se desvanecerá. Esta nueva vida de ustedes es eterna, porque se la dio Cristo, el vivo y eterno Mensaje de Dios (1 P 1.23 NTV):

Es Palabra de Dios, y si Dios lo dice, entonces es La Verdad.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).

Así que, qué más diremos a esto, si Dios dice en Su Palabra que Él te ama:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce a Dios (1 Jn 3.1 PDT).

Entonces, sin lugar a dudas, ¡Dios te ama! Te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti. Te ama tanto que ahora hasta te llama Su propio(a) Hijo(a).

¡Y esto es lo que de Verdad eres: Un(a) Amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).

Por todo esto, por su gran amor con que te ha amado, tienes la garantía de una Vida Plena, ya que estando tú muerto(a) en delitos y pecados, Él te dio vida juntamente con Cristo Jesús, por gracia eres salvo(a) –pleno(a)- (Efe 2.4-5).

Él lo dice así en Su Palabra y esa, mi amado(a), es la única Verdad que cuenta.

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, es un Pacto. El Pacto de Dios para tu vida. Y así, vale la pena estar contentos y felices, pues estas son excelentes noticias. Ya no dudes más, ¡Él va a cumplir Su Palabra!


Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, Tú determinaste en Tu Palabra que será dichoso(a), bienaventurado(a), mil veces feliz, el hombre o la mujer que pueda confiar en Ti. Yo creo que estás hablando de mí. Así es, Señor, te doy muchas gracias pues cada día te conozco más y sé que Tú no mientes, ni te arrepientes. Que lo que has hablado acerca de mí lo vas a cumplir todo. Por esto, por Tu Palabra, por Tu Honor, puedo vivir una vida dichosa. Sé que en el mundo tendré aflicciones pero puedo confiar en Ti, pues Tú, Cristo Jesús, ya has vencido al mundo. Así que, en todas las cosas soy más que vencedor por medio de Tu Amor, pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Me determino, con Tu ayuda, precioso Espíritu Santo, a vivir este día con valentía y alegría pues me doy cuenta que Tú estás en mí y conmigo; y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo! ¡No hay forma que pueda perder! Hoy, me alegro de corazón. Recurro a Ti, Señor, y al poder de Tu fuerza que es Tu Palabra. Recuerdo las maravillas y señales que has realizado en mi vida y me siento orgulloso de Tu Santo Nombre. Tú siempre tienes presente Tu Pacto, la Palabra Santa que has ordenado para mi Bendición. Por eso, creo, tomo y declaro cada una de Tus Promesas para mi Vida. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 26                       Hch 11. 1-18 /  Jos 11-12 /  Job 26


Hechos 11. 1-18
 Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén
11
1Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, 3diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos? 4Entonces comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo: 5Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y venía hasta mí. 6Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. 8Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca. 9Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 10Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo. 11Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. 12Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, 13quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. 15Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. 16Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!

Josué 11-12
Derrota de la alianza de Jabín
11
1Cuando oyó esto Jabín rey de Hazor, envió mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf, 2y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente; 3y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa. 4Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos, mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra. 5Todos estos reyes se unieron, y vinieron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom, para pelear contra Israel.
6Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego. 7Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente contra ellos junto a las aguas de Merom. 8Y los entregó Jehová en manos de Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no les dejaron ninguno. 9Y Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego.
10Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos. 11Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego. 12Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado. 13Pero a todas las ciudades que estaban sobre colinas, no las quemó Israel; únicamente a Hazor quemó Josué. 14Y los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a filo de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. 15De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.

Josué se apodera de toda la tierra
16Tomó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles. 17Desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. 18Por mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. 19No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en Gabaón; todo lo tomaron en guerra. 20Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés.
21También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades. 22Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod. 23Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.

Reyes derrotados por Moisés
12
1Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente: 2Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón; 3y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet-jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga. 4Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei, 5y dominaba en el monte Hermón, en Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón. 6A éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.

Reyes derrotados por Josué
7Y estos son los reyes de la tierra que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel, conforme a su distribución; 8en las montañas, en los valles, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo. 9El rey de Jericó, uno; el rey de Hai, que está al lado de Bet-el, otro; 10el rey de Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro; 11el rey de Jarmut, otro; el rey de Laquis, otro; 12el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer, otro; 13el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro; 14el rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro; 15el rey de Libna, otro; el rey de Adulam, otro; 16el rey de Maceda, otro; el rey de Bet-el, otro; 17el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro; 18el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro; 19el rey de Madón, otro; el rey de Hazor, otro; 20el rey de Simron-merón, otro; el rey de Acsaf, otro; 21el rey de Taanac, otro; el rey de Meguido, otro; 22el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del Carmelo, otro; 23el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el rey de Goim en Gilgal, otro; 24el rey de Tirsa, otro; treinta y un reyes por todos.


Job 26

Job proclama la soberanía de Dios
26
1Respondió Job, y dijo:
     2     ¿En qué ayudaste al que no tiene poder?
¿Cómo has amparado al brazo sin fuerza?
     3     ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia,
Y qué plenitud de inteligencia has dado a conocer?
     4     ¿A quién has anunciado palabras,
Y de quién es el espíritu que de ti procede?
     5     Las sombras tiemblan en lo profundo,
Los mares y cuanto en ellos mora.
     6     El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.
     7     El extiende el norte sobre vacío,
Cuelga la tierra sobre nada.
     8     Ata las aguas en sus nubes,
Y las nubes no se rompen debajo de ellas.
     9     El encubre la faz de su trono,
Y sobre él extiende su nube.
     10     Puso límite a la superficie de las aguas,
Hasta el fin de la luz y las tinieblas.
     11     Las columnas del cielo tiemblan,
Y se espantan a su reprensión.
     12     El agita el mar con su poder,
Y con su entendimiento hiere la arrogancia suya.
     13     Su espíritu adornó los cielos;
Su mano creó la serpiente tortuosa.
     14     He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?

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