8 de Abril
¡El ángel se equivocó!
Por Riqui Ricón*
Ahora,
pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios,
que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos
de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? (Deu
10. 12-13)
¡Propósito! ¡Siempre propósito! Jamás Dios ha
hecho algo con despropósito. Él es Amor y por el gran Amor con que te ha amado
te ha dado Su Palabra.
La Biblia fue dictada por Dios para tu
beneficio y bendición: PARA QUE TENGAS PROSPERIDAD.
La palabra prosperidad tiene en la Biblia el
significado de Plenitud, esto es, sin carencias, sin enfermedad y sin temor
alguno.
Amado, yo deseo que tú
seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma (3 Jn 2).
La Voluntad de Dios, Su deseo para tu vida,
no puede ser más simple, sencillo y hermoso que verte vivir una vida en Plenitud:
próspero(a), en salud, lleno(a) de paz, gozo y amor en tu alma (que es la parte
de tu ser donde radican tus pensamientos, emociones, sentimientos y voluntad).
- Pero, pero, Riqui Ricón, yo no tengo nada
de eso, ni siquiera he sido un(a) buen(a) cristiano(a). Soy demasiada poca cosa
para que Dios me trate así como tú dices.
Puede ser que así sea como tú te ves a ti
mismo(a), sin embargo, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, dice
otra cosa muy diferente. La Biblia te muestra como Dios te mira:
Si tú de mañana buscares
a Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego
se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu
principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande
(Job 8. 5-7).
Amado(a), pon ya un alto a tus temores y
dudas; deja de escuchar esas palabras de fracaso, desánimo y derrota y DECIDE CREER.
¡Busca a Dios, tu Padre! Platica con Él. Cree que por la Palabra de Dios y por
la Sangre de Jesús YA has sido limpiado(a) y justificado(a), porque ciertamente
(sin lugar a dudas), Dios mismo se
despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu
principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande.
De una vez por todas, decide creerle a Aquel
que Te Ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar el justo
precio de tus pecados, fracasos, dudas y derrotas, todo con tal de no perderte
a ti.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jua 3.16-17).
- Pero, pero, ahí dice que si yo fuere limpio(a)
y recto(a) y, la verdad, yo no lo he sido.
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos
hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2. 4-10).
Amado(a), hoy tienes que comprender que la
Vida Nueva que Jesús compró para ti no se trata de lo que hayas hecho o estés
haciendo, sino que se trata, única y exclusivamente, de lo que Él YA HIZO por
ti en la cruz.
¡La Vida Nueva que Jesús compró para ti se
trata de que la creas!
Este es Su Plan perfecto y el propósito para
tu vida. En el mismo libro de Efesios, en el capítulo 4, versículo 23, Dios
dice que el (la) nuevo(a) hombre (mujer) que tú YA ERES en Cristo Jesús, fue
creado(a), por Dios mismo, en la justicia y santidad
de la verdad.
¡Dios no miente! ¡Lo que Él dice en la Biblia
acerca de ti es la Verdad! Por lo tanto, aunque anteriormente tú no hayas sido
limpio(a) y recto(a), ahora, en Cristo, por Su gran Amor con que te amó, Él te
hizo así: justo(a), santo(a) y perfecto(a).
porque con una sola ofrenda (Jesús
mismo) hizo
perfectos para siempre a los santificados (He 10. 14).
Si has hecho a Jesucristo el Señor de tu vida,
aceptando el precio que pagó en la cruz por ti, entonces, de acuerdo a la
Biblia, tú eres ya un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y esto no de simiente corruptible sino de incorruptible,
por la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre (1 P 1. 23).
Es la mismísima Palabra de Dios la que te
hace Hijo(a) de Dios y lo ha hecho así para tu provecho, para que te vaya bien
y seas prosperado(a) para siempre.
Mas
el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé
que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha
resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E
id pronto y decid a sus discípulos
que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea;
allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo
del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus
discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he
aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose,
abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No
temáis; id, dad las nuevas a mis
hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán
(Mat 28. 5-10).
Esta porción de la Escritura me causa gracia
y mucho amor por mi Señor Jesús. Fíjate muy bien porque para Él es tan
importante que tú estés consiente de quién ahora eres, aceptando tu nueva Identidad
como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, que está asentado en la Escritura cómo
Jesús vino a corregir, inmediatamente y en persona, el error de uno de sus
ángeles.
Si Dios no puede confiar
en sus propios mensajeros (pues aún los ángeles se equivocan), ¡cuánto menos en
hombres hechos de polvo, tan fáciles de aplastar y matar como las polillas! (Job 4.18-19 BAD).
El ángel dijo a las mujeres, vayan a Galilea
y ahí verán al Señor, sin embargo, Jesús no se esperó hasta que ellas llegaran
a Galilea sino que se les apareció inmediatamente, ¿por qué? Porque ese ángel
cometió un tremendo error de identidad
llamándoles discípulos a los que ahora son hermanos(as) de Jesús.
Por esto, el Señor mismo tuvo que corregir
sus planes de verlos en Galilea y acudir inmediatamente para establecer en la
Biblia que tú ahora eres su propio(a) hermano(a). ¡Asombroso!
Ellos, como tú y yo, tuvieron un inicio
insignificante como seres humanos comunes y corrientes, llenos de delitos y
pecados, pero, por Su Palabra y gran Amor, terminaron siendo Hijos del Dios
vivo y verdadero. Ahora son hermanos de Jesús, exactamente como tú y yo.
Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos
(Ro 8.29).
¡Gloria a Dios! ¡El ángel se equivocó! ¡Jesús,
además de tu Señor y Salvador, ahora es tu hermano mayor!
De esta forma se destacó en la Biblia que, por
la Sangre, muerte y resurrección de Jesucristo, y por la Palabra de Dios, tú YA
fuiste justificado(a), santificado(a) y perfeccionado(a) con el PROPÓSITO de
ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y así recibas la Plenitud
de la Vida Eterna: prosperidad en todas las cosas, salud, gozo y paz.
¡Gloria a Dios! ¡El ángel se equivocó! ¡Ya no
eres más un vil mortal hecho de polvo, ahora, por Cristo Jesús, eres un(a)
auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios.
Yo
publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines
de la tierra (Sal 2.7-8).
¿Te das cuenta? Dios, tu Padre, jamás te va a
dejar, ni abandonar. Él está contigo y si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Puedes estar totalmente seguro(a) que de todo
problema, angustia o enfermedad vas a salir más que vencedor(a) por medio de
Aquel que te ama, Cristo Jesús.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora te doy
gracias porque puedo darme cuenta lo importante que es para Ti que yo esté
consciente de quién soy ahora en Cristo Jesús. Soy Tu Hijo(a) amado(a) y tengo
todo el derecho a vivir como tal, creyéndote a Ti, creyendo a Tu Palabra. Tú
has establecido, claramente, que por las heridas de Jesús yo soy sano(a); que
bienes y riquezas hay en mi casa; que la paz que sobrepasa todo entendimiento
llena mi mente y corazón. Por esto, y mucho más, declaro con todo mi corazón
que no voy a temer mal alguno sino a creer, creerte a Ti, Padre, creer a tu
Palabra. No recibo al espíritu de temor y de duda pues yo soy Tu Hijo(a) y no
tengo nada, absolutamente nada, que temer. Recibo la bendición de Tu Palabra y
todas Tus promesas para mí. Por lo tanto, no admitiré en mi vida
pensamientos, ni palabras, de fracaso, ni de derrota. Señor Jesús, te confieso
y me arrepiento de todos mis pecados y recibo Tu perdón y Tu limpieza. En Tu
Palabra, la Biblia, he conocido y creído el Amor que me tienes. ¡Gracias, Señor!
Por Ti, todo lo puedo y en TODAS las cosas soy más que vencedor(a). Tú eres mi
guardador y nada, ni nadie, me pueden separar de Tu Amor. Así que, recibo el
perdón de mis pecados de la misma forma que recibo mi sanidad y prosperidad. Tú
Palabra es la Verdad y soy libre para vivir esa vida plena y abundante que
compraste para mí al morir en la cruz pagando TODOS mis pecados y resucitar de
la muerte para darme Vida Eterna. No le daré lugar al temor, ni a la duda, pues
estoy destinado a ser dichoso(a), mil veces feliz, pues yo en Ti confio. En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)!
Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 8 Mat 28 / Deu 9-10 / Job 8
San
Mateo 28
La resurrección
(Mr. 16.1–8; Lc. 24.1–12; Jn. 20.1–10)
28
1Pasado el día de
reposo,
al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra
María, a ver el sepulcro. 2Y hubo un gran terremoto; porque un
ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se
sentó sobre ella. 3Su aspecto era como un relámpago, y su vestido
blanco como la nieve. 4Y de miedo de él los guardas temblaron y se
quedaron como muertos. 5Mas el ángel, respondiendo, dijo a las
mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue
crucificado. 6No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid,
ved el lugar donde fue puesto el Señor. 7E id pronto y decid a sus
discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a
Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. 8Entonces ellas,
saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas
a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, 9he
aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose,
abrazaron sus pies, y le adoraron. 10Entonces Jesús les dijo: No
temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me
verán.
El informe de la guardia
11Mientras ellas
iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los
principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. 12Y
reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados,
13diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo
hurtaron, estando nosotros dormidos. 14Y si esto lo oyere el
gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. 15Y
ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se
ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.
La gran comisión
(Mr. 16.14–18; Lc. 24.36–49; Jn. 20.19–23)
16Pero los once
discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les
había ordenado. 17Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos
dudaban. 18Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad
me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Deuteronomio
9-10
Dios destruirá a las naciones de Canaán
9
1Oye, Israel: tú
vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y
más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; 2un
pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú
conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de
Anac? 3Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa
delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de
ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho.
4No pienses en tu
corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por
mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de
estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. 5No por tu
justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos,
sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de
ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y
Jacob.
La rebelión de Israel en Horeb
(Ex. 31.18—32.35)
6Por tanto, sabe
que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para
tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. 7Acuérdate, no
olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el desierto; desde el día
que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis
sido rebeldes a Jehová. 8En Horeb provocasteis a ira a Jehová, y
se enojó Jehová contra vosotros para destruiros. 9Cuando yo subí
al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová
hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta
noches,sin comer pan ni beber agua; 10y me dio Jehová las dos tablas de
piedra escritas con el dedo de Dios; y en ellas estaba escrito según todas las
palabras que os habló Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la
asamblea. 11Sucedió al fin de los cuarenta días y cuarenta noches,
que Jehová me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto. 12Y
me dijo Jehová: Levántate, desciende pronto de aquí, porque tu pueblo que
sacaste de Egipto se ha corrompido; pronto se han apartado del camino que yo
les mandé; se han hecho una imagen de fundición.
13Y me habló
Jehová, diciendo: He observado a ese pueblo, y he aquí que es pueblo duro de
cerviz. 14Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del
cielo, y yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más numerosa que ellos.
15Y volví y descendí del monte, el cual ardía en fuego, con las tablas
del pacto en mis dos manos. 16Y miré, y he aquí habíais pecado
contra Jehová vuestro Dios; os habíais hecho un becerro de fundición,
apartándoos pronto del camino que Jehová os había mandado. 17Entonces
tomé las dos tablas y las arrojé de mis dos manos, y las quebré delante de
vuestros ojos. 18Y me postré delante de Jehová como antes,
cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo
vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová
para enojarlo. 19Porque temí a causa del
furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para
destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez. 20Contra Aarón
también se enojó Jehová en gran manera para destruirlo; y también oré por Aarón
en aquel entonces. 21Y tomé el objeto de vuestro pecado, el
becerro que habíais hecho, y lo quemé en el fuego, y lo desmenucé moliéndolo
muy bien, hasta que fue reducido a polvo; y eché el polvo de él en el arroyo
que descendía del monte.
22También en
Tabera,
en Masah
y en Kibrot-hataava provocasteis a ira a Jehová.
23Y cuando Jehová os envió desde Cades-barnea,
diciendo: Subid y poseed la tierra que yo os he dado,
también fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios,
y no le creísteis, ni obedecisteis a su voz. 24Rebeldes habéis sido
a Jehová desde el día que yo os conozco.
25Me postré,
pues, delante de Jehová; cuarenta días y cuarenta noches estuve postrado,
porque Jehová dijo que os había de destruir. 26Y oré a Jehová,
diciendo: Oh Señor Jehová, no destruyas a tu pueblo y a tu heredad que has
redimido con tu grandeza, que sacaste de Egipto con mano poderosa. 27Acuérdate
de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, ni
a su impiedad ni a su pecado, 28no sea que digan los de la tierra
de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que
les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el
desierto. 29Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu
gran poder y con tu brazo extendido.
El pacto renovado
(Ex. 34.1–10)
10
1En aquel tiempo
Jehová me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al
monte, y hazte un arca de madera; 2y escribiré en aquellas tablas
las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en
el arca. 3E hice un arca de madera de acacia, y labré dos tablas
de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en mi mano.
4Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los diez
mandamientos que Jehová os había hablado en el monte de en medio del fuego, el
día de la asamblea; y me las dio Jehová. 5Y volví y descendí del
monte, y puse las tablas en el arca que había hecho; y allí están, como Jehová
me mandó. 6(Después salieron los hijos de Israel de
Beerot-bene-jaacán a Mosera; allí murió Aarón,
y allí fue sepultado, y en lugar suyo tuvo el sacerdocio su hijo Eleazar.
7De allí partieron a Gudgoda, y de Gudgoda a Jotbata, tierra de arroyos
de aguas. 8En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví
para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de
Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, 9por
lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad,
como Jehová tu Dios le dijo.)
10Y yo estuve en
el monte como los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches;
y Jehová también me escuchó esta vez, y no quiso Jehová destruirte. 11Y
me dijo Jehová: Levántate, anda, para que marches delante del pueblo, para que
entren y posean la tierra que juré a sus padres que les había de dar.
Lo que Dios exige
12Ahora, pues,
Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que
andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo
tu corazón y con toda tu alma; 13que guardes los mandamientos de
Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?
14He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos,
la tierra, y todas las cosas que hay en ella. 15Solamente de tus
padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de
ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día. 16Circuncidad,
pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.
17Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios
grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; 18que hace justicia al huérfano y a la viuda; que
ama también al extranjero dándole pan y vestido. 19Amaréis, pues,
al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. 20A
Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre
jurarás. 21El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha
hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. 22Con
setenta personas descendieron tus padres a
Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.
Job 8
Bildad proclama la justicia de Dios
8
1Respondió Bildad suhita, y dijo:
2 ¿Hasta
cuándo hablarás tales cosas,
Y las
palabras de tu boca serán como viento impetuoso?
3 ¿Acaso
torcerá Dios el derecho,
O pervertirá
el Todopoderoso la justicia?
4 Si tus
hijos pecaron contra él,
El los echó
en el lugar de su pecado.
5 Si tú de
mañana buscares a Dios,
Y rogares al
Todopoderoso;
6 Si fueres
limpio y recto,
Ciertamente
luego se despertará por ti,
Y hará
próspera la morada de tu justicia.
7 Y aunque tu
principio haya sido pequeño,
Tu postrer estado será muy
grande.
8 Porque
pregunta ahora a las generaciones pasadas,
Y disponte
para inquirir a los padres de ellas;
9 Pues
nosotros somos de ayer, y nada sabemos,
Siendo
nuestros días sobre la tierra como sombra.
10 ¿No te
enseñarán ellos, te hablarán,
Y de su
corazón sacarán palabras?
11 ¿Crece el
junco sin lodo?
¿Crece el
prado sin agua?
12 Aun en su
verdor, y sin haber sido cortado,
Con todo, se
seca primero que toda hierba.
13 Tales son
los caminos de todos los que olvidan a Dios;
Y la
esperanza del impío perecerá;
14 Porque su
esperanza será cortada,
Y su
confianza es tela de araña.
15 Se apoyará
él en su casa, mas no permanecerá ella en pie;
Se asirá de
ella, mas no resistirá.
16 A manera de
un árbol está verde delante del sol,
Y sus
renuevos salen sobre su huerto;
17 Se van
entretejiendo sus raíces junto a una fuente,
Y enlazándose
hasta un lugar pedregoso.
18 Si le
arrancaren de su lugar,
Este le
negará entonces, diciendo: Nunca te vi.
19 Ciertamente
este será el gozo de su camino;
Y del polvo mismo nacerán
otros.
20 He aquí,
Dios no aborrece al perfecto,
Ni apoya la
mano de los malignos.
21 Aún llenará
tu boca de risa,
Y tus labios
de júbilo.
22 Los que te
aborrecen serán vestidos de confusión;
Y la
habitación de los impíos perecerá.
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