miércoles, 10 de abril de 2019

¡Cómo vivir Pentecostés!



10 de Abril
¡Aceptando y recibiendo lo que Jesús ya hizo por ti!
Por Riqui Ricón*
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hch 2.2-4).
Este día la Palabra de Dios nos relata uno de los eventos más hermosos y asombrosos en la historia de la humanidad: la llegada del Espíritu Santo de Dios para vivir en y con el corazón de los hombres.
El Espíritu Santo es Dios y tú eres tan importante para Él, que Él mismo se constituyó como garantía del Nuevo Pacto, y éste Nuevo Pacto fue prometido por Dios para restaurar la comunión contigo.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Dado que el Antiguo Pacto fue invalidado por los continuos fracasos ante el pecado y la incredulidad haciéndolo imposible de cumplir, entonces Dios propuso un Nuevo Pacto donde (sólo por Amor a ti), Él se haría cargo de todo.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;  y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
El Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús implica que Dios pondrá Su Palabra en tu mente y la escribirá en tu corazón para que tengas un conocimiento y tal relación de intimidad con Él que el pecado nunca más se volverá a interponer entre ustedes dos.
¡Bajo el Nuevo Pacto nunca más volverás a desconfiar de la Palabra de Dios!
Pero, ¿cómo planeó Dios conseguir semejante propósito?
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
El Plan de Redención para tu Vida es un Plan totalmente sobrenatural. Para poder llevarlo a cabo, Dios cambiará tu corazón corrompido y malvado por uno totalmente nuevo y que ya no se pueda corromper. Te hará nacer de nuevo como un espíritu renacido; y pondrá dentro de ti al Espíritu Santo.
En el Nuevo Pacto, Dios te hizo Nacer de Nuevo para que, a semejanza de Jesús, recibas como herencia la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios y como sello de garantía de esta tu Nueva Naturaleza divina, te dio el don, el regalo, de Su Espíritu Santo.
Tú bien sabes que Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el precio de TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Es evidente que por ese Amor que Dios siente por ti, y mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, ahora mismo Él te puede llamar Su propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).
Este asombroso milagro de regeneración donde, por la muerte y resurrección de Jesucristo, tú pasaste de muerte a Vida para ser hecho(a) un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, sólo fue posible mediante la acción poderosa y concertada del Espíritu Santo y la Palabra de Dios.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Ti 3.4-5).
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Tú, por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], Naciste de Nuevo como Hijo(a) de Dios!
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).
¡Tú, de la misma forma que Jesús, fuiste engendrado(a) por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios!
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra (Luc 1.34-38).
Por el Espíritu Santo y el Amor de Dios, ahora eres un(a) hermano(a) de Jesús.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Por el Espíritu Santo y el Amor de Dios, ahora eres igual a Jesús.
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
El Espíritu Santo no solamente es Dios y la garantía de tu Nueva Naturaleza divina, sino que además es tu amigo, compañero y maestro en esta asombrosa y maravillosa aventura que es ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
No en balde la Escritura dice:
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
A ti sólo te corresponde creer Su Palabra y aceptar y recibir lo que Jesús ya hizo por ti. ¡Esto es Pentecostés!
Dios, el Espíritu Santo, ahora vive en ti y contigo. ¡Él es tu mejor amigo! ¡No hay forma que puedas perder!

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que asombroso y maravilloso es Tu Amor por mí. Te doy gracias que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Tu Hijo, Cristo Jesús. ¡Y no cualquier tipo de Vida! Señor Jesús, por Tu muerte y resurrección, ahora yo tengo todo el derecho a la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios. ¡Exactamente igual a Ti, mi Señor Jesús! ¡En verdad que esto es asombroso y maravilloso! Te tengo a Ti, Espíritu Santo, viviendo en mí y conmigo. ¡Tu Poder, Tu Amor y Tu sabiduría están a mi disposición! ¿Qué, pues, diré a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Si Tú, Padre, no vacilaste al entregar a Tu Hijo por mí, ¿cómo no me darás también, junto con Él, todas las cosas? ¿Quién se atreve a acusarme si soy escogido(a) de Dios? ¡Nadie! Tú mismo, oh Dios, me has perdonado y me has puesto en muy buena estima entre Tú y yo. ¡Me has hecho Tu Hijo(a)! ¿Quién me condenará entonces? ¿Cristo Jesús? ¡No! Tú, Señor Jesús, fuiste el que murió por mí y el que volvió a la vida por mí y estás en el cielo en un sitial de honor junto a Dios Padre intercediendo por mí. ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? Si me vienen problemas o calamidades, si me persiguen o matan, ¿es acaso que Tú has dejado de amarme? Y si tengo hambre o necesidad, o si estoy en peligro, amenazado(a) de muerte, ¿es acaso que Tú me has abandonado? ¡No! ¡Nada de eso! Las Escrituras dicen que debo estar dispuesto(a) a morir en cualquier momento por la causa de Cristo, que soy como oveja de matadero. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¡Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas soy más que vencedores por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. Por todo esto, porque Tú, Espíritu Santo, estás en mí y conmigo, yo, ______________ (tu nombre aquí), resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 10                                           Hch 2. 1-13 /  Deu 13-14 /  Job 10


Hechos 2. 1-13
La venida del Espíritu Santo
2
1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Deuteronomio 13-14
13
1Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, 2y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; 3no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. 4En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. 5Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti.
6Si te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, 7de los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella; 8no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, 9sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo. 10Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 11para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa semejante a esta.
12Si oyeres que se dice de alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da para vivir en ellas, 13que han salido de en medio de ti hombres impíos que han instigado a los moradores de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no conocisteis; 14tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en medio de ti, 15irremisiblemente herirás a filo de espada a los moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere, y también matarás sus ganados a filo de espada. 16Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de ruinas para siempre; nunca más será edificada. 17Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres, 18cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios.
14
1Hijos sois de Jehová vuestro Dios; no os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto. 2Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra.

Animales limpios e inmundos
(Lv. 11.1–47)
3Nada abominable comerás. 4Estos son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, 5el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope y el carnero montés. 6Y todo animal de pezuñas, que tiene hendidura de dos uñas, y que rumiare entre los animales, ese podréis comer. 7Pero estos no comeréis, entre los que rumian o entre los que tienen pezuña hendida: camello, liebre y conejo; porque rumian, mas no tienen pezuña hendida, serán inmundos; 8ni cerdo, porque tiene pezuña hendida, mas no rumia; os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos.
9De todo lo que está en el agua, de estos podréis comer: todo lo que tiene aleta y escama. 10Mas todo lo que no tiene aleta y escama, no comeréis; inmundo será.
11Toda ave limpia podréis comer. 12Y estas son de las que no podréis comer: el águila, el quebrantahuesos, el azor, 13el gallinazo, el milano según su especie, 14todo cuervo según su especie, 15el avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según sus especies, 16el búho, el ibis, el calamón, 17el pelícano, el buitre, el somormujo, 18la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago. 19Todo insecto alado será inmundo; no se comerá. 20Toda ave limpia podréis comer.
21Ninguna cosa mortecina comeréis; al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él podrá comerla; o véndela a un extranjero, porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

La ley del diezmo
22Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. 23Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días. 24Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, 25entonces lo venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; 26y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia. 27Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo.
28Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. 29Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.

Job 10

Job lamenta su condición
10
     1     Está mi alma hastiada de mi vida;
Daré libre curso a mi queja,
Hablaré con amargura de mi alma.
     2     Diré a Dios: No me condenes;
Hazme entender por qué contiendes conmigo.
     3     ¿Te parece bien que oprimas,
Que deseches la obra de tus manos,
Y que favorezcas los designios de los impíos?
     4     ¿Tienes tú acaso ojos de carne?
¿Ves tú como ve el hombre?
     5     ¿Son tus días como los días del hombre,
O tus años como los tiempos humanos,
     6     Para que inquieras mi iniquidad,
Y busques mi pecado,
     7     Aunque tú sabes que no soy impío,
Y que no hay quien de tu mano me libre?
     8     Tus manos me hicieron y me formaron;
¿Y luego te vuelves y me deshaces?
     9     Acuérdate que como a barro me diste forma;
¿Y en polvo me has de volver?
     10     ¿No me vaciaste como leche,
Y como queso me cuajaste?
     11     Me vestiste de piel y carne,
Y me tejiste con huesos y nervios.
     12     Vida y misericordia me concediste,
Y tu cuidado guardó mi espíritu.
     13     Estas cosas tienes guardadas en tu corazón;
Yo sé que están cerca de ti.
     14     Si pequé, tú me has observado,
Y no me tendrás por limpio de mi iniquidad.
     15     Si fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,
Estando hastiado de deshonra, y de verme afligido.
     16     Si mi cabeza se alzare, cual león tú me cazas;
Y vuelves a hacer en mí maravillas.
     17     Renuevas contra mí tus pruebas,
Y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.
     18     ¿Por qué me sacaste de la matriz?
Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto.
     19     Fuera como si nunca hubiera existido,
Llevado del vientre a la sepultura.
     20     ¿No son pocos mis días?
Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco,
     21     Antes que vaya para no volver,
A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;
     22     Tierra de oscuridad, lóbrega,
Como sombra de muerte y sin orden,
Y cuya luz es como densas tinieblas.

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