12 de Abril
¡Por la FE en Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Viendo esto Pedro, respondió
al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como
si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha
glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante
de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad… Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y
conocéis, le ha confirmado su nombre; y
la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia
de todos vosotros (Hch 3. 12-13, 16).
Tenemos aquí al apóstol Pedro dando dos
enseñanzas básicas: 1) Los milagros NO suceden por algún tipo de poder o
atributo que posea el ser humano sino por la FE, esto es, por creerle a Dios,
creyendo Su Palabra. 2) Sabiendo lo anterior, no es de maravillarse que Dios
haga milagros como respuesta a la FE en el nombre de Jesús.
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, señales, milagros y prodigios han de ser las características
de la vida de todo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Y
estas señales seguirán a los que creen:
En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mar 16. 17-18).
Poner las manos sobre
los enfermos para que éstos sanen es sólo una más de las señales que deben
seguirte, si es que en Verdad tú crees que la Biblia es la Palabra de Dios.
Nota bien que la Biblia
dice, estas señales seguirán a
los que creen, y NO dice, estas señales las
tendrán que hacer los que creen. La cita que encabeza esta
reflexión ya nos mostró que sólo Dios tiene el poder para hacer milagros.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que
yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre
(Jn 14. 12).
Así que la clave en todo
esto es tu FE. La clave es si le crees a Dios, creyendo Su Palabra.
Y
yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad
enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia
(Mat 10. 7-8).
Todo, absolutamente todo, lo que se trate de
la vida en el Reino de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, se ha de
llevar a cabo mediante la FE en Jesús. Lo único que se nos pide para poder
hacer las cosas que Él hizo y aún mayores es creer, creerle a Él, creerle a Su
Palabra.
A estas alturas, muy probablemente te estés
preguntando el porqué de tanta insistencia en eso de creerle a Dios creyendo Su
Palabra. Pues bien, esto es así porque es de suma importancia que te des cuenta
que FE no es creer EN Dios sino CREERLE a Él. Necesitas notar la gran
diferencia que hay entre estas dos posturas.
Dios no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).
Al creer a la Biblia, la Palabra de Dios,
estás creyéndole a Dios pues, al fin y al cabo, Él es Su Palabra, pues la Palabra
de Dios es Palabra de Honor.
Si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir;
si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.
Pero Tomás, uno de los doce,
llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino (sin embargo sí había
escuchado a Jesús declarar que Él resucitaría). Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos
visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere
mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré (Jua
20.24-25).
Lamentablemente algunos creyentes (cada vez
menos), como Santo Tomás, quieren ver para creer; buscan por todas partes una
mujer u hombre ungidos para que oren por ellos y ver así si sienten alguna
manifestación de ese poder en sus vidas (hasta en esto dudan).
Cuando la multitud se agolpó alrededor de
Pedro y Juan por haber sanado al cojo de nacimiento que mendigaba en la puerta
la Hermosa, Pedro dejó muy claro que no fue la unción o el poder que ellos
tuvieran sino la FE en el nombre de Jesús, lo que obró aquel asombroso milagro.
De cierto, de cierto os digo, que
todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta
ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro
gozo sea cumplido (Jua 16.23b-24).
¿Qué es la FE? FE es creerle a Dios; FE es
creerle a Su Palabra. Si Él dice que pondremos las manos sobre los enfermos y
éstos sanarán, entonces, no tienes razón ni motivo para tener la más mínima
duda de que sanarán, pues no es tu Palabra la que está comprometida sino la de
Dios, y Él jamás deshonrará Su Palabra.
Pero sin fe es imposible agradar
a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que
es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La FE es el detonante, el ingrediente
principal, en tu relación con el Señor, y para el Señor. La buena noticia es
que Él ya te dotó de la medida de FE. Una única medida para todos. La misma FE
que tiene Jesucristo, Pablo o Pedro es la que tienes tú, ¿Qué cómo lo sé? ¡La
biblia lo dice!
Digo, pues, por la gracia que
me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto
de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno (Ro 12. 3).
Dado que Dios no hace
acepción de personas, entonces es una misma medida de FE la que se nos repartió
a cada uno.
Simón Pedro, siervo y apóstol
de Jesucristo, a los que habéis
alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe
igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1. 1).
¡Tú
has alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente
preciosa que la de Pedro, quien sanaba enfermos con solo tocar su sombra!
Lo interesante de todo esto es que la FE
actúa de la misma forma tanto para recibir a Jesucristo como tu Señor y
salvador como para la sanidad de tu cuerpo o para cualquier problema o
necesidad que tú estés enfrentando el día de hoy.
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro 1.17).
¡Tú eres ese(a) justo(a)! ¡Cristo Jesús te
hizo así!
Al aceptar y creer que, a través de la FE, en
Jesucristo has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios, entonces recibes tu
identidad y tu linaje como Hijo(a) del Rey; dejas las cosas viejas en el pasado
y te extiendes a una vida nueva donde debes reinar y establecer el reino de tu
Padre. No eres más un ser humano sin ton ni son, aventado(a) por ahí,
olvidado(a) y arrumbado(a) en algún lugar del planeta. ¡No, nada de eso!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Ahora tú eres un(a) Hijo(a)
amado(a) de Dios. Por eso el mundo no te conoce porque no le conocen a Él,
porque no conocen Su gran Amor.
¡Eres un(a) Hijo(a) legítimo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jua 3.16-17).
¡Jamás lo olvides!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, Tú conoces mi corazón
y sabes cuánto te amo. Te doy gracias por lo que has hecho por mí y conmigo
dando a Tu Hijo Jesús como pago por todos mis pecados haciéndome de nuevo ahora
como Tu Hijo(a). Gracias por Tu Palabra que me da FE. Sé que puedo confiar
plenamente en Ti. Sé que lo que Tú dices en Tu Palabra es la Verdad y se va a
cumplir. Gracias Señor puedo estar tranquilo(a) y seguro(a). En todas las cosas
soy más que vencedor(a) por medio Tuyo Jesucristo. ¡Todo lo puedo pues mayor
eres Tú, Espíritu Santo, que estás conmigo, que el que está en el mundo. Soy
sano(a) por Tus heridas y libre por Tu Sangre. Por lo tanto, sin importar las
circunstancias o condiciones que esté enfrentando hoy, no voy a temer, ni a
dudar de quién soy yo ahora, en Cristo Jesús. Soy un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. Tengo propósito y destino. Voy a reinar en esta tierra y no
voy a permitirles a la enfermedad, los problemas, la pobreza, la tristeza, el
resentimiento, la depresión, ni a nada, ni a nadie, robarme lo que
legítimamente es mío por la Sangre de Jesús: mi identidad. Gracias, Señor
Jesús, por lo que hiciste por mí al morir y resucitar, Tú me hiciste de nuevo y
eso ya nadie me lo puede quitar. Padre, que hermoso es saberse tan amado(a) por Ti. Que
sublime sensación es saber que has establecido en Tu Palabra, Eterna, Perfecta
e Infalible, que aunque yo ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer, pues
sé que Tú estás conmigo; que aunque las aflicciones vengan sobre mí, sé que de
TODAS ellas voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó,
Cristo Jesús. ¡Escrito está! ¡Tú no mientes ni Te arrepiente! ¡Lo has dicho y
lo vas hacer! ¡Lo has hablado y lo vas a ejecutar! ¡Gracias, precioso Dios! Y a
Ti, amado Señor Jesús, quiero decirte que te amo con todo mi ser, con todas mis
fuerzas y con todo mi corazón. Por lo que hiciste por mí en la cruz, al morir
pagando todos mis pecados y al vencer a la muerte, resucitando de entre los
muertos, para darme la Vida Eterna y hacerme nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a)
de Dios, ahora tengo identidad, ahora sé perfectamente quién yo soy. Así que,
no voy a temer más. Me determino a ser dichoso(a) haciendo de Tu Palabra, la
Biblia, la norma máxima de mi existencia; la pondré en mi boca, mente y
corazón; voy a leerla y meditarla de día y de noche para guardarla y hacer
conforme a todo lo que Tú, precioso Dios, dices en ella; porque sé que entonces
haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! Lo creo y lo declaro en el nombre poderoso de
Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de FE he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 12 Hch 3. / Deu 17-18 / Job 12
Hechos
3
Curación de un cojo
3
1Pedro y Juan
subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2Y era
traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del
templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en
el templo. 3Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en
el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4Pedro, con Juan,
fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5Entonces él les estuvo
atento, esperando recibir de ellos algo. 6Mas Pedro dijo: No tengo
plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret,
levántate y anda. 7Y tomándole por la mano derecha le levantó; y
al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8y saltando, se
puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y
alabando a Dios. 9Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
10Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta
del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había
sucedido.
Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón
11Y teniendo
asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito,
concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo
esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de
esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o
piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de
Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a
quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había
resuelto ponerle en libertad. 14Mas vosotros negasteis al Santo y
al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15y
matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo
cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste, que
vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha
dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
17Mas ahora,
hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros
gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que había antes
anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a
quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la
restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos
profetas que han sido desde tiempo antiguo. 22Porque Moisés dijo a
los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros
hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;
23y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del
pueblo.
24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado,
también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los
profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En
tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió
para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
Deuteronomio
17-18
17
1No ofrecerás en
sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa
mala, pues es abominación a Jehová tu Dios.
2Cuando se
hallare en medio de ti, en alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da,
hombre o mujer que haya hecho mal ante los ojos de Jehová tu Dios traspasando
su pacto, 3que hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere
inclinado a ellos, ya sea al sol, o a la luna, o a todo el
ejército del cielo, lo cual yo he prohibido; 4y te fuere dado
aviso, y después que oyeres y hubieres indagado bien, la cosa pareciere de
verdad cierta, que tal abominación ha sido hecha en Israel; 5entonces
sacarás a tus puertas al hombre o a la mujer que hubiere hecho esta mala cosa,
sea hombre o mujer, y los apedrearás, y así morirán. 6Por dicho de
dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho
de un solo testigo. 7La mano de los
testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el
pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti.
8Cuando alguna
cosa te fuere difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre
una clase de derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en
negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al
lugar que Jehová tu Dios escogiere; 9y vendrás a los sacerdotes
levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te
enseñarán la sentencia del juicio. 10Y harás según la sentencia
que te indiquen los del lugar que Jehová escogiere, y cuidarás de hacer según
todo lo que te manifiesten. 11Según la ley que te enseñen, y según
el juicio que te digan, harás; no te apartarás ni a diestra ni a siniestra de
la sentencia que te declaren. 12Y el hombre que procediere con
soberbia, no obedeciendo al sacerdote que está para ministrar allí delante de
Jehová tu Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de
Israel. 13Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá.
Instrucciones acerca de un rey
14Cuando hayas
entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la
habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en
mis alrededores; 15ciertamente pondrás por rey
sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey
sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano.
16Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a
Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová
os ha dicho: No volváis nunca por este camino. 17Ni tomará para sí
muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni
plata ni oro amontonará para sí en abundancia. 18Y
cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un
libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes
levitas; 19y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su
vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las
palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; 20para
que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a
diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus
hijos, en medio de Israel.
Las porciones de los levitas
18
1Los sacerdotes
levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en
Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán.
2No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad,
como él les ha dicho. 3Y este será el
derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en
sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el
cuajar. 4Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y
las primicias de la lana de tus ovejas le darás; 5porque le ha
escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para
administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre.
6Y cuando saliere
un levita de alguna de tus ciudades de entre todo Israel, donde hubiere vivido,
y viniere con todo el deseo de su alma al lugar que Jehová escogiere, 7ministrará
en el nombre de Jehová su Dios como todos sus hermanos los levitas que
estuvieren allí delante de Jehová. 8Igual ración a la de los otros
comerá, además de sus patrimonios.
Amonestación contra costumbres paganas
9Cuando entres a
la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las
abominaciones de aquellas naciones. 10No sea hallado en ti quien
haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación,
ni agorero, ni sortílego, ni hechicero,
11ni encantador, ni adivino, ni mago, ni
quien consulte a los muertos. 12Porque es abominación para con
Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu
Dios echa estas naciones de delante de ti. 13Perfecto serás
delante de Jehová tu Dios. 14Porque estas
naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha
permitido esto Jehová tu Dios.
Dios promete un profeta como Moisés
15Profeta de en
medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él
oiréis;16conforme a todo lo que pediste
a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír
la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
17Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. 18Profeta
les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su
boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. 19Mas a
cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré
cuenta. 20El profeta que tuviere la
presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado
hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.
21Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no
ha hablado?; 22si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se
cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con
presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.
Job 12
Job proclama el poder y la sabiduría de Dios
12
1Respondió entonces Job, diciendo:
2 Ciertamente vosotros sois el pueblo,
Y con
vosotros morirá la sabiduría.
3 También tengo yo entendimiento como vosotros;
No soy yo
menos que vosotros;
¿Y quién habrá
que no pueda decir otro tanto?
4 Yo soy uno de quien su amigo se mofa,
Que invoca a
Dios, y él le responde;
Con todo, el
justo y perfecto es escarnecido.
5 Aquel cuyos pies van a resbalar
Es como una
lámpara despreciada de aquel que está a sus anchas.
6 Prosperan las tiendas de los ladrones,
Y los que
provocan a Dios viven seguros,
En cuyas manos él ha puesto
cuanto tienen.
7 Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán;
A las aves
de los cielos, y ellas te lo mostrarán;
8 O habla a la tierra, y ella te enseñará;
Los peces
del mar te lo declararán también.
9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende
Que la mano
de Jehová la hizo?
10 En su mano está el alma de todo viviente,
Y el hálito
de todo el género humano.
11 Ciertamente el oído distingue las palabras,
Y el paladar
gusta las viandas.
12 En los ancianos está la ciencia,
Y en la larga edad la
inteligencia.
13 Con Dios está la sabiduría y el poder;
Suyo es el
consejo y la inteligencia.
14 Si él derriba, no hay quien edifique;
Encerrará al
hombre, y no habrá quien le abra.
15 Si él detiene las aguas, todo se seca;
Si las
envía, destruyen la tierra.
16 Con él está el poder y la sabiduría;
Suyo es el
que yerra, y el que hace errar.
17 El hace andar despojados de consejo a los consejeros,
Y entontece
a los jueces.
18 El rompe las cadenas de los tiranos,
Y les ata
una soga a sus lomos.
19 El lleva despojados a los príncipes,
Y trastorna
a los poderosos.
20 Priva del habla a los que dicen verdad,
Y quita a
los ancianos el consejo.
21 El derrama menosprecio sobre los príncipes,
Y desata el
cinto de los fuertes.
22 El descubre las profundidades de las tinieblas,
Y saca a luz
la sombra de muerte.
23 El multiplica las naciones, y él las destruye;
Esparce a
las naciones, y las vuelve a reunir.
24 El quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra,
Y los hace
vagar como por un yermo sin camino.
25 Van a tientas, como en tinieblas y sin luz,
Y los hace
errar como borrachos.
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