29
de Noviembre
¡Eres
Hijo(a) y heredero(a) del Todopoderoso Dios!
Por
Riqui Ricón*
Y, ahora que pertenecen a Cristo, son
verdaderos hijos de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham
les pertenece a ustedes (Gal 3.29 NTV).
Tú NO eres más (y jamás volverás a serlo), un fracasado(a) perdedor(a),
ni un pecador(a) destinado a la maldición de la muerte eterna. ¡No! ¡Nada de
eso!
Vimos en la
meditación del día de ayer que, por el Espíritu Santo prometido a los creyentes,
en el Nuevo Pacto gozamos de toda la libertad a la que solamente tienen acceso los
Hijos de Dios NACIDOS DE NUEVO.
El problema
de la maldición y el pecado ya fue resuelto en esa cruz, para que tú, por medio
de la fe en Jesucristo, recibieras la promesa del Espíritu y ahora formes parte
de la familia de Dios.
Así que, hermanos, deudores somos, no a la
carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de
la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido
el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo (Ro 8.12-17a).
Al instante
mismo de creer que Jesús es el Señor y Salvador de tu vida, y de acuerdo a la
promesa, vino el Espíritu Santo y te dio Vida, haciendo que tu espíritu, muerto
en pecados, Naciese de Nuevo. Ya no eres más esclavo del temor sino que, al
contrario, puedes decirle a Dios con toda confianza y familiaridad, ¡Abba,
Padre! ¡Papá! ¡Papito!
Tu realidad
y circunstancias han cambiado totalmente; ahora eres de Cristo Jesús, pues Él
te compró con Su Sangre. Eres linaje de Abraham porque la Biblia, que es la
Palabra de Dios, y no miente, lo dice así. Eres Hijo(a) y heredero(a) del único
Dios Vivo y Verdadero.
pues ahora, por la fe en Cristo Jesús,
todos somos hechos hijos de Dios (Gal 3.26 CST).
Recuerda
siempre que no son las obras de la ley las que te dan tan honorable posición, sino
el creerle a Dios al creerle a Su Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Adquiriste
tu posición de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo al momento de CREER que Dios
te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Obtienes tu Identidad de Hijo(a) Amado(a) de Dios cuando comprendes que
Jesús lo hizo todo al morir y resucitar sólo por Amor a ti.
Esto es lo que significa ser linaje
de Abraham y heredero(a) según la promesa.
Dios es
bueno y como Padre es lo mejor de lo mejor. Él no te ha dejado, ni te dejará.
Todo lo que ha prometido en la Biblia acerca de ti lo va a cumplir.
¡Dios te
ama!
El SEÑOR está cerca de todos los que
lo invocan, sí, de todos los que lo invocan de verdad. Él concede los deseos de
los que le temen; oye sus gritos de auxilio y los rescata. El SEÑOR protege a
todos los que lo aman (Sal 145.18-20 NTV).
Este día
tienes todo el derecho de invocar a Dios y que Él te responda. Qué, ¿cómo lo
sé? Porque está escrito que tu Padre celestial contestará tus oraciones. Pero
el secreto de la oración eficaz bajo el Nuevo Pacto es que pidas como un Hijo
verdadero le pediría a Su Padre.
Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si
su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una
serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los
que le pidan? (Mat 7.7-11).
Así que,
este día medita en todo esto. La Biblia dice que si Dios está contigo ¿quién
contra ti? Cuánto más ahora que entiendes que Él no sólo está contigo, sino que
ES tu propio Padre.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
Te aseguro
amigo(a) que no hay problema, enfermedad, pobreza, necesidad, temor, ansiedad,
soledad y, en fin, ninguna adversidad que te puedan derrotar en esta tu Nueva
Vida. Pues tú eres en Verdad un(a) genuino(a) y legítimo(a) Hijo(a) y heredero(a)
del Dios Vivo y Verdadero.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, que maravilloso es saber que no tengo que esperar a ir al cielo para
vivir como un(a) Hijo(a) del Rey. Gracias. Señor Jesús, por lo que hiciste por
mí al morir en la cruz y resucitar, venciendo a la muerte, para darme la Vida que
sólo pueden tener los Hijos de Dios. No puedo dejar de recordarlo cada día,
pues por tu Gran Amor con que me has amado tengo derecho a la Vida Eterna, una Vida
Nueva, plena y abundante. Gracias porque, de acuerdo a Tu Palabra, la Biblia,
yo ya puedo comenzar a experimentar y vivir como Tu legítimo(a) Hijo(a), hoy,
aquí y ahora. Así que, con Tu ayuda, Espíritu Santo, no voy a permitir que
pensamientos de fracaso, derrota, desanimo, temor, amargura y ninguna otra
mentira me vengan a robar, a despojar de lo que legítimamente es mío: mi
herencia y mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a), mi Dios. Tu Palabra es la Verdad,
por lo tanto, creo y declaro que: ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!
¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús! ¡Tú
suplirás todo lo que me falta conforme a Tus riquezas en gloria! ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 29 Gal 3.19-4.20 / Lam 1-2 / Sal 145
Gálatas
3.19-4.20
El propósito de la ley
19Entonces, ¿para
qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese
la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles
en mano de un mediador. 20Y el mediador no lo es de uno solo; pero
Dios es uno.
21¿Luego la ley
es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada
pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22Mas
la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe
en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
23Pero antes que
viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que
iba a ser revelada. 24De manera que la ley ha sido nuestro ayo,
para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25Pero
venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26pues todos sois hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28Ya no hay
judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29Y si vosotros sois de Cristo,
ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
4
1Pero también
digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque
es señor de todo; 2sino que está bajo tutores y curadores hasta el
tiempo señalado por el padre. 3Así también nosotros, cuando éramos
niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4Pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y por cuanto
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual
clama: ¡Abba, Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si
hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Exhortación contra el volver a la esclavitud
8Ciertamente, en
otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son
dioses; 9mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos
por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a
los cuales os queréis volver a esclavizar? 10Guardáis los días,
los meses, los tiempos y los años. 11Me temo de vosotros, que haya
trabajado en vano con vosotros.
12Os ruego,
hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros.
Ningún agravio me habéis hecho. 13Pues vosotros sabéis que a causa
de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14y
no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo,
antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.
15¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy
testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios
ojos para dármelos. 16¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por
deciros la verdad? 17Tienen celo por vosotros, pero no para bien,
sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por
ellos. 18Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente
cuando estoy presente con vosotros. 19Hijitos míos, por quienes
vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,
20quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy
perplejo en cuanto a vosotros.
Lamentaciones
1-2
Tristezas de Sion la cautiva
1
1 ¡Cómo ha
quedado sola la ciudad populosa!
La grande
entre las naciones se ha vuelto como viuda,
La señora de provincias ha
sido hecha tributaria.
2 Amargamente
llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas.
No tiene
quien la consuele de todos sus amantes;
Todos sus amigos le faltaron,
se le volvieron enemigos.
3 Judá ha ido
en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre;
Ella habitó
entre las naciones, y no halló descanso;
Todos sus perseguidores la
alcanzaron entre las estrechuras.
4 Las
calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes;
Todas sus
puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen,
Sus vírgenes están afligidas,
y ella tiene amargura.
5 Sus
enemigos han sido hechos príncipes, sus aborrecedores fueron prosperados,
Porque
Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones;
Sus hijos fueron en cautividad
delante del enemigo.
6 Desapareció
de la hija de Sion toda su hermosura;
Sus
príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto,
Y anduvieron sin fuerzas
delante del perseguidor.
7 Jerusalén,
cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien la ayudase,
Se acordó de
los días de su aflicción, y de sus rebeliones,
Y de todas
las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos.
La miraron los enemigos, y se
burlaron de su caída.
8 Pecado
cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida;
Todos los
que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza;
Y ella suspira, y se vuelve
atrás.
9 Su
inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin;
Por tanto,
ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la consuele.
Mira, oh Jehová, mi aflicción,
porque el enemigo se ha engrandecido.
10 Extendió su
mano el enemigo a todas sus cosas preciosas;
Ella ha
visto entrar en su santuario a las naciones
De las cuales mandaste que no
entrasen en tu congregación.
11 Todo su
pueblo buscó su pan suspirando;
Dieron por
la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida.
Mira, oh Jehová, y ve que
estoy abatida.
12 ¿No os
conmueve a cuantos pasáis por el camino?
Mirad, y ved
si hay dolor como mi dolor que me ha venido;
Porque Jehová me ha angustiado
en el día de su ardiente furor.
13 Desde lo
alto envió fuego que consume mis huesos;
Ha extendido
red a mis pies, me volvió atrás,
Me dejó desolada, y con dolor
todo el día.
14 El yugo de
mis rebeliones ha sido atado por su mano;
Ataduras han
sido echadas sobre mi cerviz; ha debilitado mis fuerzas;
Me ha entregado el Señor en
manos contra las cuales no podré levantarme.
15 El Señor ha
hollado a todos mis hombres fuertes en medio de mí;
Llamó contra
mí compañía para quebrantar a mis jóvenes;
Como lagar ha hollado el Señor
a la virgen hija de Judá.
16 Por esta
causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas,
Porque se
alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma;
Mis hijos son destruidos,
porque el enemigo prevaleció.
17 Sion
extendió sus manos; no tiene quien la consuele;
Jehová dio
mandamiento contra Jacob, que sus vecinos fuesen sus enemigos;
Jerusalén fue objeto de
abominación entre ellos.
18 Jehová es
justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora,
pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis vírgenes y mis jóvenes
fueron llevados en cautiverio.
19 Di voces a
mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis
sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron,
Buscando comida para sí con
que entretener su vida.
20 Mira, oh
Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón
se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera hizo estragos la
espada; por dentro señoreó la muerte.
21 Oyeron que
gemía, mas no hay consolador para mí;
Todos mis
enemigos han oído mi mal, se alegran de lo que tú hiciste.
Harás venir el día que has
anunciado, y serán como yo.
22 Venga
delante de ti toda su maldad,
Y haz con
ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones;
Porque
muchos son mis suspiros, y mi corazón está adolorido.
Las tristezas de Sion vienen de Jehová
2
1 ¡Cómo
oscureció el Señor en su furor a la hija de Sion!
Derribó del
cielo a la tierra la hermosura de Israel,
Y no se acordó del estrado de
sus pies en el día de su furor.
2 Destruyó el
Señor, y no perdonó;
Destruyó en
su furor todas las tiendas de Jacob;
Echó por
tierra las fortalezas de la hija de Judá,
Humilló al reino y a sus
príncipes.
3 Cortó con
el ardor de su ira todo el poderío de Israel;
Retiró de él
su diestra frente al enemigo,
Y se encendió en Jacob como
llama de fuego que ha devorado alrededor.
4 Entesó su
arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario,
Y destruyó
cuanto era hermoso.
En la tienda de la hija de
Sion derramó como fuego su enojo.
5 El Señor
llegó a ser como enemigo, destruyó a Israel;
Destruyó
todos sus palacios, derribó sus fortalezas,
Y multiplicó en la hija de
Judá la tristeza y el lamento.
6 Quitó su
tienda como enramada de huerto;
Destruyó el
lugar en donde se congregaban;
Jehová ha
hecho olvidar las fiestas solemnes y los días de reposo* en Sion,
Y en el ardor de su ira ha
desechado al rey y al sacerdote.
7 Desechó el
Señor su altar, menospreció su santuario;
Ha entregado
en mano del enemigo los muros de sus palacios;
Hicieron resonar su voz en la
casa de Jehová como en día de fiesta.
8 Jehová
determinó destruir el muro de la hija de Sion;
Extendió el
cordel, no retrajo su mano de la destrucción;
Hizo, pues, que se lamentara
el antemuro y el muro; fueron desolados juntamente.
9 Sus puertas
fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos;
Su rey y sus
príncipes están entre las naciones donde no hay ley;
Sus profetas tampoco hallaron
visión de Jehová.
10 Se sentaron
en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sion;
Echaron
polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio;
Las vírgenes de Jerusalén
bajaron sus cabezas a tierra.
11 Mis ojos
desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas,
Mi hígado se
derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo,
Cuando desfallecía el niño y
el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
12 Decían a
sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino?
Desfallecían
como heridos en las calles de la ciudad,
Derramando sus almas en el
regazo de sus madres.
13 ¿Qué
testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?
¿A quién te
compararé para consolarte, oh virgen hija de Sion?
Porque grande como el mar es
tu quebrantamiento; ¿quién te sanará?
14 Tus
profetas vieron para ti vanidad y locura;
Y no
descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio,
Sino que te predicaron vanas
profecías y extravíos.
15 Todos los
que pasaban por el camino batieron las manos sobre ti;
Silbaron, y
movieron despectivamente sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo:
¿Es esta la ciudad que decían
de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?
16 Todos tus
enemigos abrieron contra ti su boca;
Se burlaron,
y crujieron los dientes; dijeron: Devorémosla;
Ciertamente este es el día que
esperábamos; lo hemos hallado, lo hemos visto.
17 Jehová ha
hecho lo que tenía determinado;
Ha cumplido
su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo.
Destruyó, y
no perdonó;
Y ha hecho
que el enemigo se alegre sobre ti,
Y enalteció el poder de tus
adversarios.
18 El corazón
de ellos clamaba al Señor;
Oh hija de
Sion, echa lágrimas cual arroyo día y noche;
No descanses, ni cesen las
niñas de tus ojos.
19 Levántate,
da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como
agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus
manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
Que desfallecen de hambre en
las entradas de todas las calles.
20 Mira, oh
Jehová, y considera a quién has hecho así.
¿Han de
comer las mujeres el fruto de sus entrañas, los pequeñitos a su tierno cuidado?
¿Han de ser muertos en el
santuario del Señor el sacerdote y el profeta?
21 Niños y
viejos yacían por tierra en las calles;
Mis vírgenes
y mis jóvenes cayeron a espada;
Mataste en el día de tu furor;
degollaste, no perdonaste.
22 Has
convocado de todas partes mis temores, como en un día de solemnidad;
Y en el día
del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo;
Los que crié
y mantuve, mi enemigo los acabó.
SALMO 145
Alabanza por la bondad y el
poder de Dios
Salmo de alabanza; de David.
1 Te
exaltaré, mi Dios, mi Rey,
Y bendeciré
tu nombre eternamente y para siempre.
2 Cada día te
bendeciré,
Y alabaré tu
nombre eternamente y para siempre.
3 Grande es
Jehová, y digno de suprema alabanza;
Y su grandeza es inescrutable.
4 Generación
a generación celebrará tus obras,
Y anunciará
tus poderosos hechos.
5 En la
hermosura de la gloria de tu magnificencia,
Y en tus
hechos maravillosos meditaré.
6 Del poder
de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
Y yo
publicaré tu grandeza.
7 Proclamarán
la memoria de tu inmensa bondad,
Y cantarán tu justicia.
8 Clemente y
misericordioso es Jehová,
Lento para
la ira, y grande en misericordia.
9 Bueno es
Jehová para con todos,
Y sus misericordias sobre
todas sus obras.
10 Te alaben,
oh Jehová, todas tus obras,
Y tus santos
te bendigan.
11 La gloria
de tu reino digan,
Y hablen de
tu poder,
12 Para hacer
saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria
de la magnificencia de su reino.
13 Tu reino es
reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las
generaciones.
14 Sostiene
Jehová a todos los que caen,
Y levanta a
todos los oprimidos.
15 Los ojos de
todos esperan en ti,
Y tú les das
su comida a su tiempo.
16 Abres tu
mano,
Y colmas de
bendición a todo ser viviente.
17 Justo es
Jehová en todos sus caminos,
Y
misericordioso en todas sus obras.
18 Cercano
está Jehová a todos los que le invocan,
A todos los
que le invocan de veras.
19 Cumplirá el
deseo de los que le temen;
Oirá asimismo
el clamor de ellos, y los salvará.
20 Jehová
guarda a todos los que le aman,
Mas destruirá a todos los
impíos.
21 La alabanza
de Jehová proclamará mi boca;
Y todos
bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.
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