viernes, 29 de noviembre de 2019

¡Cómo ser Verdaderamente Libre!



28 de Noviembre
¡Creyéndole a Dios!
Por Riqui Ricón*

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gal 3.13-14).
De acuerdo a la Palabra de Dios, que no miente, tú has sido redimido(a) de toda maldición y ahora eres Bendito(a) del Señor.
¡Así es mi amado(a)! Puedes gritarlo hacia los cuatro puntos cardinales: ¡Eres Libre! ¡Eres el (la) redimido(a) de Jesús! ¡Eres Bendito(a)!
Esto es así, no por lo que hayas hecho o puedas hacer, ni por lo que tengas que hacer sino por lo que YA ERES en Cristo Jesús: Redimido(a) y bendito(a). ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Redimido(a) quiere decir comprado(a) a precio de sangre para ser hecho LIBRE.
Lo realmente asombroso es que ser hecho(a) libre no es el único propósito de tu redención, sino que además, por la fe recibas la promesa del Espíritu [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra]. Y, ¿cuál es esa promesa del Espíritu que ya has recibido por medio de tu fe en Jesús?
Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios (Ez 36.24-28).
Esta es la esencia del Evangelio (son buenas noticias) y este es el corazón del Nuevo Pacto: Que mediante la Sangre de Jesús tú recibas al Espíritu Santo prometido. Y Él, el Espíritu Santo, te fue otorgado con un propósito: Que creyéndole a Él, creyéndole a Su Palabra, puedas recibir la identidad de Hijo(a) de Dios, pues con la muerte de Jesucristo en la cruz fueron pagados TODOS tus pecados, y con su victoria sobre la muerte resucitó de entre los muertos para hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y ahora tú puedes caminar en plena victoria con toda la autoridad y poder de quien ahora tú YA ERES.
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch 1.8).
Tienes el Poder del Espíritu Santo prometido y dado, como la habilitación que te permite manifestar en esta tierra la santidad y justicia que están en ti gracias a tu Nueva Naturaleza. Ahora puedes ser fiel testigo y embajador(a) de Jesucristo en este mundo, haciendo las cosas que Él hizo y aún mayores.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Puedes decirlo sin duda alguna: ¡Soy redimida(o) de toda maldición! ¡Soy bendecido(a) con toda bendición! ¡Soy heredero(a) de Dios, según la promesa!
Y además, por si todo esto fuera poco, has sido redimido(a) de la maldición de la ley, que es toda enfermedad, la pobreza, el temor, la angustia, la violencia, la soledad, etc.
Así que, sin importar cuál sea tu situación el día de hoy, la Palabra de Dios prevalece y tú puedes, sin lugar a dudas, creer y recibir tu sanidad y liberación en este momento. ¡Dios te ama! ¡Él es tu Padre y está contigo! ¡Nunca te ha dejado, ni te dejará!
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos (Sal 27.10 NVI).
Lo más maravilloso de todo esto, lo más asombroso del Amor de Dios, es que no solamente la maldición ha sido anulada sino que ahora La Bendición de Dios, tu Padre, te pertenece y tienes todo el derecho a disfrutar de ella.
Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades. ¡Felices los que viven así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el SEÑOR (Sal 144.12-15 NTV).
Entonces, sea cual sea la situación que el día de hoy tú estés enfrentando, No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal 36.1-6).
Ser redimido de la maldición para recibir La Bendición de tu Dios y Padre ES lo único que te puede hacer verdaderamente libre.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Oremos en voz audible:
Amado Señor Jesús, muchas gracias por haberme redimido de la maldición para hacerme merecedor(a) de la bendición de Abraham; entiendo y creo completamente que no es por lo que yo haya hecho o pueda hacer sino por el Amor que me tienes. ¡Gracias, Señor! Hoy decido creer y confesar este Tu Gran Amor por mí: ¡Soy Tu Hijo(a)! De acuerdo a Tu Palabra, la Biblia, que no miente, me hiciste Nacer de Nuevo para ser hecho(a) conforme a Tu Imagen, Jesús. ¡Soy redimido(a) de la maldición! ¡Vivir en la Bendición del Señor es mi derecho! Sé que en el mundo tendré aflicciones pero yo en Ti confío y tengo paz pues de todas ellas saldré más que vencedor(a) por Tu Palabra y por Tu Amor. Gracias, Padre. ¡Te amo con todo mi corazón! ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 28                  Gal 3.1-18   /  Jer 51-52  /  Sal 144


Gálatas 3.1-18
El Espíritu se recibe por la fe
3
1¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 2Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 5Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

El pacto de Dios con Abraham
6Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
10Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
15Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. 16Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. 17Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 18Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

   
Jeremías 51-52
Juicios de Jehová contra Babilonia
51
1Así ha dicho Jehová: He aquí que yo levanto un viento destruidor contra Babilonia, y contra sus moradores que se levantan contra mí. 2Y enviaré a Babilonia aventadores que la avienten, y vaciarán su tierra; porque se pondrán contra ella de todas partes en el día del mal. 3Diré al flechero que entesa su arco, y al que se enorgullece de su coraza: No perdonéis a sus jóvenes, destruid todo su ejército. 4Y caerán muertos en la tierra de los caldeos, y alanceados en sus calles. 5Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue llena de pecado contra el Santo de Israel.
6Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de Jehová; le dará su pago. 7Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones. 8En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane. 9Curamos a Babilonia, y no ha sanado; dejadla, y vámonos cada uno a su tierra; porque ha llegado hasta el cielo su juicio, y se ha alzado hasta las nubes. 10Jehová sacó a luz nuestras justicias; venid, y contemos en Sion la obra de Jehová nuestro Dios.
11Limpiad las saetas, embrazad los escudos; ha despertado Jehová el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehová, y venganza de su templo. 12Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed celadas; porque deliberó Jehová, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho contra los moradores de Babilonia. 13Tú, la que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, ha venido tu fin, la medida de tu codicia. 14Jehová de los ejércitos juró por sí mismo, diciendo: Yo te llenaré de hombres como de langostas, y levantarán contra ti gritería.
15El es el que hizo la tierra con su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su inteligencia. 16A su voz se producen tumultos de aguas en los cielos, y hace subir las nubes de lo último de la tierra; él hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. 17Todo hombre se ha infatuado, y no tiene ciencia; se avergüenza todo artífice de su escultura, porque mentira es su ídolo, no tiene espíritu. 18Vanidad son, obra digna de burla; en el tiempo del castigo perecerán. 19No es como ellos la porción de Jacob; porque él es el Formador de todo, e Israel es el cetro de su herencia; Jehová de los ejércitos es su nombre.
20Martillo me sois, y armas de guerra; y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré reinos. 21Por tu medio quebrantaré caballos y a sus jinetes, y por medio de ti quebrantaré carros y a los que en ellos suben. 22Asimismo por tu medio quebrantaré hombres y mujeres, y por medio de ti quebrantaré viejos y jóvenes, y por tu medio quebrantaré jóvenes y vírgenes. 23También quebrantaré por medio de ti al pastor y a su rebaño; quebrantaré por tu medio a labradores y a sus yuntas; a jefes y a príncipes quebrantaré por medio de ti.
24Y pagaré a Babilonia y a todos los moradores de Caldea, todo el mal que ellos hicieron en Sion delante de vuestros ojos, dice Jehová. 25He aquí yo estoy contra ti, oh monte destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano contra ti, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte quemado. 26Y nadie tomará de ti piedra para esquina, ni piedra para cimiento; porque perpetuo asolamiento serás, ha dicho Jehová.
27Alzad bandera en la tierra, tocad trompeta en las naciones, preparad pueblos contra ella; juntad contra ella los reinos de Ararat, de Mini y de Askenaz; señalad contra ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas. 28Preparad contra ella naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo territorio de su dominio. 29Temblará la tierra, y se afligirá; porque es confirmado contra Babilonia todo el pensamiento de Jehová, para poner la tierra de Babilonia en soledad, para que no haya morador en ella. 30Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, se encerraron en sus fortalezas; les faltaron las fuerzas, se volvieron como mujeres; incendiadas están sus casas, rotos sus cerrojos. 31Correo se encontrará con correo, mensajero se encontrará con mensajero, para anunciar al rey de Babilonia que su ciudad es tomada por todas partes. 32Los vados fueron tomados, y los baluartes quemados a fuego, y se consternaron los hombres de guerra. 33Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: La hija de Babilonia es como una era cuando está de trillar; de aquí a poco le vendrá el tiempo de la siega.
34Me devoró, me desmenuzó Nabucodonosor rey de Babilonia, y me dejó como vaso vacío; me tragó como dragón, llenó su vientre de mis delicadezas, y me echó fuera. 35Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. 36Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que su corriente quede seca. 37Y será Babilonia montones de ruinas, morada de chacales, espanto y burla, sin morador.
38Todos a una rugirán como leones; como cachorros de leones gruñirán. 39En medio de su calor les pondré banquetes, y haré que se embriaguen, para que se alegren, y duerman eterno sueño y no despierten, dice Jehová. 40Los haré traer como corderos al matadero, como carneros y machos cabríos.
41¡Cómo fue apresada Babilonia, y fue tomada la que era alabada por toda la tierra! ¡Cómo vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones! 42Subió el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta. 43Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra en que no morará nadie, ni pasará por ella hijo de hombre. 44Y juzgaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones a él, y el muro de Babilonia caerá.
45Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová. 46Y no desmaye vuestro corazón, ni temáis a causa del rumor que se oirá por la tierra; en un año vendrá el rumor, y después en otro año rumor, y habrá violencia en la tierra, dominador contra dominador.
47Por tanto, he aquí vienen días en que yo destruiré los ídolos de Babilonia, y toda su tierra será avergonzada, y todos sus muertos caerán en medio de ella. 48Los cielos y la tierra y todo lo que está en ellos cantarán de gozo sobre Babilonia; porque del norte vendrán contra ella destruidores, dice Jehová. 49Por los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra.
50Los que escapasteis de la espada, andad, no os detengáis; acordaos por muchos días de Jehová, y acordaos de Jerusalén. 51Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta; la confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la casa de Jehová.
52Por tanto, vienen días, dice Jehová, en que yo destruiré sus ídolos, y en toda su tierra gemirán los heridos. 53Aunque suba Babilonia hasta el cielo, y se fortifique en las alturas, de mí vendrán a ella destruidores, dice Jehová.
54¡Oyese el clamor de Babilonia, y el gran quebrantamiento de la tierra de los caldeos! 55Porque Jehová destruirá a Babilonia, y quitará de ella la mucha jactancia; y bramarán sus olas, y como sonido de muchas aguas será la voz de ellos. 56Porque vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y sus valientes fueron apresados; el arco de ellos fue quebrado; porque Jehová, Dios de retribuciones, dará la paga. 57Y embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus capitanes, a sus nobles y a sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.
58Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y las naciones se cansaron sólo para el fuego.
59Palabra que envió el profeta Jeremías a Seraías hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba con Sedequías rey de Judá a Babilonia, en el cuarto año de su reinado. Y era Seraías el principal camarero. 60Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia. 61Y dijo Jeremías a Seraías: Cuando llegues a Babilonia, y veas y leas todas estas cosas, 62dirás: Oh Jehová, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado. 63Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates, 64y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos.
Hasta aquí son las palabras de Jeremías.

Reinado de Sedequías
(2 R. 24.18–20; 2 Cr. 36.11–16)
52
1Era Sedequías de edad de veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Hamutal, hija de Jeremías de Libna. 2E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que hizo Joacim. 3Y a causa de la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, llegó a echarlos de su presencia. Y se rebeló Sedequías contra el rey de Babilonia.

Caída de Jerusalén
(2 R. 24.20—25.7; Jer. 39.1–7)
4Aconteció, por tanto, a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén, y acamparon contra ella, y de todas partes edificaron contra ella baluartes. 5Y estuvo sitiada la ciudad hasta el undécimo año del rey Sedequías. 6En el mes cuarto, a los nueve días del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo. 7Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y salieron de la ciudad de noche por el camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y se fueron por el camino del Arabá, estando aún los caldeos junto a la ciudad alrededor. 8Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su ejército. 9Entonces prendieron al rey, y le hicieron venir al rey de Babilonia, a Ribla en tierra de Hamat, donde pronunció sentencia contra él. 10Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus ojos, y también degolló en Ribla a todos los príncipes de Judá. 11No obstante, el rey de Babilonia sólo le sacó los ojos a Sedequías, y le ató con grillos, y lo hizo llevar a Babilonia; y lo puso en la cárcel hasta el día en que murió.

Cautividad de Judá
(2 R. 25.8–21; 2 Cr. 36.17–21; Jer. 39.8–10)
12Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia. 13Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande. 14Y todo el ejército de los caldeos, que venía con el capitán de la guardia, destruyó todos los muros en derredor de Jerusalén. 15E hizo transportar Nabuzaradán capitán de la guardia a los pobres del pueblo, y a toda la otra gente del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y a todo el resto de la multitud del pueblo. 16Mas de los pobres del país dejó Nabuzaradán capitán de la guardia para viñadores y labradores.
17Y los caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron todo el bronce a Babilonia. 18Se llevaron también los calderos, las palas, las despabiladeras, los tazones, las cucharas, y todos los utensilios de bronce con que se ministraba, 19y los incensarios, tazones, copas, ollas, candeleros, escudillas y tazas; lo de oro por oro, y lo de plata por plata, se llevó el capitán de la guardia. 20Las dos columnas, un mar, y los doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que había hecho el rey Salomón en la casa de Jehová; el peso del bronce de todo esto era incalculable. 21En cuanto a las columnas, la altura de cada columna era de dieciocho codos, y un cordón de doce codos la rodeaba; y su espesor era de cuatro dedos, y eran huecas. 22Y el capitel de bronce que había sobre ella era de una altura de cinco codos, con una red y granadas alrededor del capitel, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas. 23Había noventa y seis granadas en cada hilera; todas ellas eran ciento sobre la red alrededor.
24Tomó también el capitán de la guardia a Seraías el principal sacerdote, a Sofonías el segundo sacerdote, y tres guardas del atrio. 25Y de la ciudad tomó a un oficial que era capitán de los hombres de guerra, a siete hombres de los consejeros íntimos del rey, que estaban en la ciudad, y al principal secretario de la milicia, que pasaba revista al pueblo de la tierra para la guerra, y sesenta hombres del pueblo que se hallaron dentro de la ciudad. 26Los tomó, pues, Nabuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia en Ribla. 27Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamat. Así Judá fue transportada de su tierra.
28Este es el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo: En el año séptimo, a tres mil veintitrés hombres de Judá. 29En el año dieciocho de Nabucodonosor él llevó cautivas de Jerusalén a ochocientas treinta y dos personas. 30El año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán capitán de la guardia llevó cautivas a setecientas cuarenta y cinco personas de los hombres de Judá; todas las personas en total fueron cuatro mil seiscientas.

Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia
(2 R. 25.27–30)
31Y sucedió que en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veinticinco días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de la cárcel. 32Y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 33Le hizo mudar también los vestidos de prisionero, y comía pan en la mesa del rey siempre todos los días de su vida. 34Y continuamente se le daba una ración de parte del rey de Babilonia, cada día durante todos los días de su vida, hasta el día de su muerte.

       

SALMO 144

Oración pidiendo socorro y prosperidad
Salmo de David.
     1     Bendito sea Jehová, mi roca,
Quien adiestra mis manos para la batalla,
Y mis dedos para la guerra;
     2     Misericordia mía y mi castillo,
Fortaleza mía y mi libertador,
Escudo mío, en quien he confiado;
El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
     3     Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses,
O el hijo de hombre, para que lo estimes?
     4     El hombre es semejante a la vanidad;
Sus días son como la sombra que pasa.
     5     Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende;
Toca los montes, y humeen.
     6     Despide relámpagos y disípalos,
Envía tus saetas y túrbalos.
     7     Envía tu mano desde lo alto;
Redímeme, y sácame de las muchas aguas,
De la mano de los hombres extraños,
     8     Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de mentira.
     9     Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo;
Con salterio, con decacordio cantaré a ti.
     10     Tú, el que da victoria a los reyes,
El que rescata de maligna espada a David su siervo.
     11     Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños,
Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de mentira.
     12     Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;
     13     Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;
     14     Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;
No tengamos asalto, ni que hacer salida,
Ni grito de alarma en nuestras plazas.
     15     Bienaventurado el pueblo que tiene esto;
Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.

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