28
de Noviembre
¡Creyéndole
a Dios!
Por
Riqui Ricón*
Cristo
nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición
de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la
promesa del Espíritu
(Gal 3.13-14).
De acuerdo
a la Palabra de Dios, que no miente, tú has sido redimido(a) de toda maldición
y ahora eres Bendito(a) del Señor.
¡Así es mi
amado(a)! Puedes gritarlo hacia los cuatro puntos cardinales: ¡Eres Libre! ¡Eres
el (la) redimido(a) de Jesús! ¡Eres Bendito(a)!
Esto es
así, no por lo que hayas hecho o puedas hacer, ni por lo que tengas que hacer
sino por lo que YA ERES en Cristo Jesús: Redimido(a) y bendito(a). ¡Tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Redimido(a)
quiere decir comprado(a) a precio de sangre para ser hecho LIBRE.
Lo
realmente asombroso es que ser hecho(a) libre no es el único propósito de tu
redención, sino que además, por la fe recibas la promesa del Espíritu [por
creerle a Dios, creyendo Su Palabra]. Y, ¿cuál es esa promesa del Espíritu que
ya has recibido por medio de tu fe en Jesús?
Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de
todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre
vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de
todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis
en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo
seré a vosotros por Dios
(Ez 36.24-28).
Esta es la
esencia del Evangelio (son buenas noticias) y este es el corazón del Nuevo
Pacto: Que mediante la Sangre de Jesús tú recibas al Espíritu Santo prometido.
Y Él, el Espíritu Santo, te fue otorgado con un propósito: Que creyéndole a Él,
creyéndole a Su Palabra, puedas recibir la identidad de Hijo(a) de Dios, pues
con la muerte de Jesucristo en la cruz fueron pagados TODOS tus pecados, y con
su victoria sobre la muerte resucitó de entre los muertos para hacer de ti
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y ahora tú puedes caminar en plena
victoria con toda la autoridad y poder de quien ahora tú YA ERES.
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra (Hch 1.8).
Tienes el
Poder del Espíritu Santo prometido y dado, como la habilitación que te permite
manifestar en esta tierra la santidad y justicia que están en ti gracias a tu Nueva
Naturaleza. Ahora puedes ser fiel testigo y embajador(a) de Jesucristo en este
mundo, haciendo las cosas que Él hizo y aún mayores.
De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Puedes
decirlo sin duda alguna: ¡Soy redimida(o) de toda maldición! ¡Soy bendecido(a)
con toda bendición! ¡Soy heredero(a) de Dios, según la promesa!
Y además,
por si todo esto fuera poco, has sido redimido(a) de la maldición de la ley,
que es toda enfermedad, la pobreza, el temor, la angustia, la violencia, la
soledad, etc.
Así que,
sin importar cuál sea tu situación el día de hoy, la Palabra de Dios prevalece
y tú puedes, sin lugar a dudas, creer y recibir tu sanidad y liberación en este
momento. ¡Dios te ama! ¡Él es tu Padre y está contigo! ¡Nunca te ha dejado, ni
te dejará!
Aunque mi padre y mi madre me
abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos (Sal 27.10
NVI).
Lo más
maravilloso de todo esto, lo más asombroso del Amor de Dios, es que no
solamente la maldición ha sido anulada sino que ahora La Bendición de Dios, tu
Padre, te pertenece y tienes todo el derecho a disfrutar de ella.
Que nuestros hijos florezcan en su
juventud como plantas bien nutridas; que nuestras hijas sean como columnas
elegantes, talladas para embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén
llenos de toda clase de cosechas; que los rebaños en nuestros campos se
multipliquen de a miles, y hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén
muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos
lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades.
¡Felices los que viven así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el
SEÑOR (Sal 144.12-15 NTV).
Entonces,
sea cual sea la situación que el día de hoy tú estés enfrentando, No
te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se
secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones
de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.
Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal 36.1-6).
Ser redimido de la maldición para recibir La Bendición de tu Dios y
Padre ES lo único que te puede hacer verdaderamente libre.
Dijo entonces Jesús a los judíos que
habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres (Jn 8.31-32).
Oremos en
voz audible:
Amado Señor
Jesús, muchas gracias por haberme redimido de la maldición para hacerme
merecedor(a) de la bendición de Abraham; entiendo y creo completamente que no
es por lo que yo haya hecho o pueda hacer sino por el Amor que me tienes.
¡Gracias, Señor! Hoy decido creer y confesar este Tu Gran Amor por mí: ¡Soy Tu
Hijo(a)! De acuerdo a Tu Palabra, la Biblia, que no miente, me hiciste Nacer de
Nuevo para ser hecho(a) conforme a Tu Imagen, Jesús. ¡Soy redimido(a) de la
maldición! ¡Vivir en la Bendición del Señor es mi derecho! Sé que en el mundo
tendré aflicciones pero yo en Ti confío y tengo paz pues de todas ellas saldré
más que vencedor(a) por Tu Palabra y por Tu Amor. Gracias, Padre. ¡Te amo con
todo mi corazón! ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz
audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 28 Gal 3.1-18 / Jer 51-52 / Sal 144
Gálatas
3.1-18
El Espíritu se recibe por la fe
3
1¡Oh gálatas
insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante
cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como
crucificado? 2Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el
Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3¿Tan
necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la
carne? 4¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente
fue en vano. 5Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace
maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con
fe?
El pacto de Dios con Abraham
6Así Abraham
creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed,
por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
8Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los
gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán
benditas todas las naciones. 9De modo que los
de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
10Porque todos
los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito
está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el
libro de la ley, para hacerlas. 11Y que por la
ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe
vivirá;
12y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá
por ellas. 13Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero), 14para
que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de
que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
15Hermanos, hablo
en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie
lo invalida, ni le añade. 16Ahora bien, a Abraham fueron hechas
las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de
muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
17Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con
Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después,
no lo abroga, para invalidar la promesa. 18Porque si la herencia
es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la
concedió a Abraham mediante la promesa.
Jeremías
51-52
Juicios de Jehová contra Babilonia
51
1Así ha dicho
Jehová: He aquí que yo levanto un viento destruidor contra Babilonia, y contra
sus moradores que se levantan contra mí. 2Y enviaré a Babilonia
aventadores que la avienten, y vaciarán su tierra; porque se pondrán contra
ella de todas partes en el día del mal. 3Diré al flechero que
entesa su arco, y al que se enorgullece de su coraza: No perdonéis a sus
jóvenes, destruid todo su ejército. 4Y caerán muertos en la tierra
de los caldeos, y alanceados en sus calles. 5Porque Israel y Judá
no han enviudado de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue
llena de pecado contra el Santo de Israel.
6Huid de en medio
de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su
maldad; porque el tiempo es de venganza de Jehová; le dará su pago. 7Copa
de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su
vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto,
las naciones. 8En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid
sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane. 9Curamos a
Babilonia, y no ha sanado; dejadla, y vámonos cada uno a su tierra; porque ha
llegado hasta el cielo su juicio, y se ha
alzado hasta las nubes. 10Jehová sacó a luz nuestras justicias;
venid, y contemos en Sion la obra de Jehová nuestro Dios.
11Limpiad las
saetas, embrazad los escudos; ha despertado Jehová el espíritu de los reyes de
Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque
venganza es de Jehová, y venganza de su templo. 12Levantad bandera
sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed
celadas; porque deliberó Jehová, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho contra
los moradores de Babilonia. 13Tú, la que moras entre muchas
aguas,
rica en tesoros, ha venido tu fin, la medida de tu codicia. 14Jehová
de los ejércitos juró por sí mismo, diciendo: Yo te llenaré de hombres como de
langostas, y levantarán contra ti gritería.
15El es el que
hizo la tierra con su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y
extendió los cielos con su inteligencia. 16A su voz se producen
tumultos de aguas en los cielos, y hace subir las nubes de lo último de la
tierra; él hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.
17Todo hombre se ha infatuado, y no tiene ciencia; se avergüenza todo
artífice de su escultura, porque mentira es su ídolo, no tiene espíritu.
18Vanidad son, obra digna de burla; en el tiempo del castigo perecerán.
19No es como ellos la porción de Jacob; porque él es el Formador de
todo, e Israel es el cetro de su herencia; Jehová de los ejércitos es su
nombre.
20Martillo me
sois, y armas de guerra; y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de
ti destruiré reinos. 21Por tu medio quebrantaré caballos y a sus
jinetes, y por medio de ti quebrantaré carros y a los que en ellos suben.
22Asimismo por tu medio quebrantaré hombres y mujeres, y por medio de ti
quebrantaré viejos y jóvenes, y por tu medio quebrantaré jóvenes y vírgenes.
23También quebrantaré por medio de ti al pastor y a su rebaño;
quebrantaré por tu medio a labradores y a sus yuntas; a jefes y a príncipes
quebrantaré por medio de ti.
24Y pagaré a
Babilonia y a todos los moradores de Caldea, todo el mal que ellos hicieron en
Sion delante de vuestros ojos, dice Jehová. 25He aquí yo estoy
contra ti, oh monte destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y
extenderé mi mano contra ti, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a
monte quemado. 26Y nadie tomará de ti piedra para esquina, ni
piedra para cimiento; porque perpetuo asolamiento serás, ha dicho Jehová.
27Alzad bandera
en la tierra, tocad trompeta en las naciones, preparad pueblos contra ella;
juntad contra ella los reinos de Ararat, de Mini y de Askenaz; señalad contra
ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas. 28Preparad
contra ella naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes,
y todo territorio de su dominio. 29Temblará la tierra, y se
afligirá; porque es confirmado contra Babilonia todo el pensamiento de Jehová,
para poner la tierra de Babilonia en soledad, para que no haya morador en
ella. 30Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, se
encerraron en sus fortalezas; les faltaron las fuerzas, se volvieron como
mujeres; incendiadas están sus casas, rotos sus cerrojos. 31Correo
se encontrará con correo, mensajero se encontrará con mensajero, para anunciar
al rey de Babilonia que su ciudad es tomada por todas partes. 32Los
vados fueron tomados, y los baluartes quemados a fuego, y se consternaron los
hombres de guerra. 33Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos,
Dios de Israel: La hija de Babilonia es como una era cuando está de trillar; de
aquí a poco le vendrá el tiempo de la siega.
34Me devoró, me
desmenuzó Nabucodonosor rey de Babilonia, y me dejó como vaso vacío; me tragó
como dragón, llenó su vientre de mis delicadezas, y me echó fuera. 35Sobre
Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion;
y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. 36Por
tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y
secaré su mar, y haré que su corriente quede seca. 37Y será
Babilonia montones de ruinas, morada de chacales, espanto y burla, sin morador.
38Todos a una
rugirán como leones; como cachorros de leones gruñirán. 39En medio
de su calor les pondré banquetes, y haré que se embriaguen, para que se
alegren, y duerman eterno sueño y no despierten, dice Jehová. 40Los
haré traer como corderos al matadero, como carneros y machos cabríos.
41¡Cómo fue
apresada Babilonia, y fue tomada la que era alabada por toda la tierra! ¡Cómo
vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones! 42Subió
el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta. 43Sus
ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra en que no morará
nadie, ni pasará por ella hijo de hombre. 44Y juzgaré a Bel en
Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones
a él, y el muro de Babilonia caerá.
45Salid de en
medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de
Jehová. 46Y no desmaye vuestro corazón, ni temáis a causa del
rumor que se oirá por la tierra; en un año vendrá el rumor, y después en otro
año rumor, y habrá violencia en la tierra, dominador contra dominador.
47Por tanto, he
aquí vienen días en que yo destruiré los ídolos de Babilonia, y toda su tierra
será avergonzada, y todos sus muertos caerán en medio de ella. 48Los
cielos y la tierra y todo lo que está en ellos cantarán de gozo sobre
Babilonia; porque del norte vendrán contra ella
destruidores, dice Jehová. 49Por los muertos de Israel caerá
Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra.
50Los que
escapasteis de la espada, andad, no os detengáis; acordaos por muchos días de
Jehová, y acordaos de Jerusalén. 51Estamos avergonzados, porque
oímos la afrenta; la confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron
extranjeros contra los santuarios de la casa de Jehová.
52Por tanto,
vienen días, dice Jehová, en que yo destruiré sus ídolos, y en toda su tierra
gemirán los heridos. 53Aunque suba Babilonia hasta el cielo, y se
fortifique en las alturas, de mí vendrán a ella destruidores, dice Jehová.
54¡Oyese el
clamor de Babilonia, y el gran quebrantamiento de la tierra de los caldeos!
55Porque Jehová destruirá a Babilonia, y quitará de ella la mucha
jactancia; y bramarán sus olas, y como sonido de muchas aguas será la voz de
ellos. 56Porque vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y
sus valientes fueron apresados; el arco de ellos fue quebrado; porque Jehová,
Dios de retribuciones, dará la paga. 57Y embriagaré a sus
príncipes y a sus sabios, a sus capitanes, a sus nobles y a sus fuertes; y
dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de
los ejércitos.
58Así ha dicho
Jehová de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente,
y sus altas puertas serán quemadas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y
las naciones se cansaron sólo para el fuego.
59Palabra que
envió el profeta Jeremías a Seraías hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba
con Sedequías rey de Judá a Babilonia, en el cuarto año de su reinado. Y era
Seraías el principal camarero. 60Escribió, pues, Jeremías en un
libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que
están escritas contra Babilonia. 61Y dijo Jeremías a Seraías:
Cuando llegues a Babilonia, y veas y leas todas estas cosas, 62dirás:
Oh Jehová, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no
quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser
asolado. 63Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una
piedra, y lo echarás en medio del Eufrates, 64y dirás: Así se
hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que
yo traigo sobre ella; y serán rendidos.
Hasta aquí son las palabras de
Jeremías.
Reinado de Sedequías
(2 R. 24.18–20; 2 Cr. 36.11–16)
52
1Era Sedequías de
edad de veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.
Su madre se llamaba Hamutal, hija de Jeremías de Libna. 2E hizo lo
malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que hizo Joacim. 3Y
a causa de la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, llegó a echarlos de su
presencia. Y se rebeló Sedequías contra el rey de Babilonia.
Caída de Jerusalén
(2 R. 24.20—25.7; Jer. 39.1–7)
4Aconteció, por
tanto, a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del
mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra
Jerusalén, y acamparon contra ella, y de todas
partes edificaron contra ella baluartes. 5Y estuvo sitiada la
ciudad hasta el undécimo año del rey Sedequías. 6En el mes cuarto,
a los nueve días del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan
para el pueblo. 7Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad,
y todos los hombres de guerra huyeron, y salieron de la ciudad de noche por el
camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y
se fueron por el camino del Arabá, estando aún los caldeos junto a la ciudad
alrededor. 8Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y
alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su
ejército. 9Entonces prendieron al rey, y le hicieron venir al rey
de Babilonia, a Ribla en tierra de Hamat, donde pronunció sentencia contra él.
10Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus
ojos, y también degolló en Ribla a todos los príncipes de Judá. 11No
obstante, el rey de Babilonia sólo le sacó los ojos a Sedequías, y le ató con
grillos, y lo hizo llevar a Babilonia; y lo puso en
la cárcel hasta el día en que murió.
Cautividad de Judá
(2 R. 25.8–21; 2 Cr. 36.17–21; Jer. 39.8–10)
12Y en el mes
quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de
Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la
guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia. 13Y quemó
la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas
las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande. 14Y
todo el ejército de los caldeos, que venía con el capitán de la guardia,
destruyó todos los muros en derredor de Jerusalén. 15E hizo
transportar Nabuzaradán capitán de la guardia a los pobres del pueblo, y a toda
la otra gente del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que
se habían pasado al rey de Babilonia, y a todo el resto de la multitud del
pueblo. 16Mas de los pobres del país dejó Nabuzaradán capitán de
la guardia para viñadores y labradores.
17Y los caldeos
quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas,
y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron todo el bronce a
Babilonia. 18Se llevaron también los calderos, las palas, las
despabiladeras, los tazones, las cucharas, y todos los utensilios de bronce con
que se ministraba, 19y los incensarios, tazones, copas, ollas,
candeleros, escudillas y tazas; lo de oro por oro, y lo de plata por plata, se
llevó el capitán de la guardia. 20Las dos columnas, un mar, y los
doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que había hecho el rey
Salomón en la casa de Jehová; el peso del bronce de todo esto era
incalculable. 21En cuanto a las columnas, la altura de cada
columna era de dieciocho codos, y un cordón de doce codos la rodeaba; y su
espesor era de cuatro dedos, y eran huecas. 22Y el capitel de
bronce que había sobre ella era de una altura de cinco codos, con una red y
granadas alrededor del capitel, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda
columna con sus granadas. 23Había noventa y seis granadas en cada
hilera; todas ellas eran ciento sobre la red alrededor.
24Tomó también el
capitán de la guardia a Seraías el principal sacerdote, a Sofonías el segundo
sacerdote, y tres guardas del atrio. 25Y de la ciudad tomó a un
oficial que era capitán de los hombres de guerra, a siete hombres de los
consejeros íntimos del rey, que estaban en la ciudad, y al principal secretario
de la milicia, que pasaba revista al pueblo de la tierra para la guerra, y
sesenta hombres del pueblo que se hallaron dentro de la ciudad. 26Los
tomó, pues, Nabuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia
en Ribla. 27Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla
en tierra de Hamat. Así Judá fue transportada de su tierra.
28Este es el
pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo: En el año séptimo, a tres mil
veintitrés hombres de Judá. 29En el año dieciocho de Nabucodonosor
él llevó cautivas de Jerusalén a ochocientas treinta y dos personas. 30El
año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán capitán de la guardia llevó
cautivas a setecientas cuarenta y cinco personas de los hombres de Judá; todas
las personas en total fueron cuatro mil seiscientas.
Joaquín es libertado y recibe
honores en Babilonia
(2 R. 25.27–30)
31Y sucedió que
en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes
duodécimo, a los veinticinco días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el
año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de
la cárcel. 32Y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono
sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 33Le
hizo mudar también los vestidos de prisionero, y comía pan en la mesa del rey
siempre todos los días de su vida. 34Y continuamente se le daba
una ración de parte del rey de Babilonia, cada día durante todos los días de su
vida, hasta el día de su muerte.
SALMO 144
Oración pidiendo socorro y
prosperidad
Salmo de David.
1 Bendito sea
Jehová, mi roca,
Quien
adiestra mis manos para la batalla,
Y mis dedos
para la guerra;
2 Misericordia
mía y mi castillo,
Fortaleza
mía y mi libertador,
Escudo mío,
en quien he confiado;
El que sujeta a mi pueblo
debajo de mí.
3 Oh Jehová,
¿qué es el hombre, para que en él pienses,
O el hijo de
hombre, para que lo estimes?
4 El hombre
es semejante a la vanidad;
Sus días son como la sombra
que pasa.
5 Oh Jehová,
inclina tus cielos y desciende;
Toca los
montes, y humeen.
6 Despide
relámpagos y disípalos,
Envía tus
saetas y túrbalos.
7 Envía tu
mano desde lo alto;
Redímeme, y
sácame de las muchas aguas,
De la mano
de los hombres extraños,
8 Cuya boca
habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de
mentira.
9 Oh Dios, a
ti cantaré cántico nuevo;
Con
salterio, con decacordio cantaré a ti.
10 Tú, el que
da victoria a los reyes,
El que
rescata de maligna espada a David su siervo.
11 Rescátame,
y líbrame de la mano de los hombres extraños,
Cuya boca
habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de
mentira.
12 Sean
nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras
hijas como esquinas labradas como las de un palacio;
13 Nuestros
graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
Nuestros
ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros
campos;
14 Nuestros
bueyes estén fuertes para el trabajo;
No tengamos
asalto, ni que hacer salida,
Ni grito de
alarma en nuestras plazas.
15 Bienaventurado
el pueblo que tiene esto;
Bienaventurado
el pueblo cuyo Dios es Jehová.
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