25
de Noviembre
¡Él lo sabe
todo!
Por
Riqui Ricón*
El
Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento (2
P 3.9).
Entre más leas y medites la Palabra de Dios más te darás cuenta que Él
es bueno y que Su Amor y misericordia para contigo es Eterna e infinita.
De acuerdo a la Biblia, nunca ha sido la voluntad de Dios que alguien
termine en el infierno, ni que padezca hambre, ni enfermedad, ni ninguna de
esas otras calamidades que aquellos que no lo conocen se las atribuyen a Dios
so pretexto de un raro y obscuro propósito hacia nosotros de Su parte. Como si
Dios necesitara enviarte una aflicción para enseñarte algún tipo de lección.
La Verdad es que, ¡Dios está deteniendo el final de los tiempos no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento!
Sin hacer
acepción de personas, Dios ama a todos los seres humanos; y Él te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Jesús no
vino a condenarte, ni a castigarte, ni a probarte para ver si en verdad lo amas
o si en verdad eres justo. ¡Él lo sabe todo! ¡Él lo conoce todo! No necesita
pruebas de tu fidelidad, ni de tu amor o arrepentimiento.
Jesús te
ama y no vino al mundo a condenarte sino a salvarte. Él vino a este mundo para
darte una nueva oportunidad, pero ahora con una vida y personalidad totalmente
nuevas.
Todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios... Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1a, 4-5).
Así es, sin importar cuales sean las circunstancias que estás viviendo
el día de hoy, si tú crees que Jesús es el Cristo, el mesías salvador de la
humanidad, y si tú le has reconocido como tu Señor y Salvador, entonces ahora
tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de simiente corruptible
sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
Es creer esto, es creer la Palabra de Dios, lo único que te da la
victoria sobre el mundo y te coloca arriba de tus circunstancias en lugar de
estar debajo de ellas.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Es por Amor que el Todopoderoso Dios te llama Hijo(a), y eso es lo que
en Verdad eres: Un(a) amado(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios. Por medio de
Jesucristo, el Padre te ha hecho partícipe de la Vida Eterna, que es la Vida de
los Hijos de Dios.
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Siempre
encontrarás en la Biblia que la Voluntad de Dios para contigo es buena,
agradable y perfecta. La Vida Eterna, que ya has recibido, es, y debe ser, una
vida buena, plena y abundante. ¡Esta es tu herencia como Hijo(a) de Dios! Por
esto, Jesús detiene su venida, para que los que aún no le aceptan como Señor y
Salvador de sus vidas se arrepientan (cambien su forma de pensar), y reciban el
regalo de la Vida Eterna como Hijos de Dios.
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! (Ro 8.15).
Hoy, por
Cristo Jesús, eres un(a) Hijo(a) amado(a) del único Dios vivo y verdadero.
Puedes hablar con Él y decirle con toda confianza: Abba, Papá, Papito.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, que hermoso es poder decirte Papá, Papito. Gracias por tanto y tan
grande Amor que tienes por mí. Yo también te amo con todas mis fuerzas, mente y
con todo mi corazón. Cada día estoy creyendo más lo que dices en Tu Palabra, la
Biblia; por lo que hoy sé, que como Hijo(a) Tuyo(a), en cualquier problema,
enfermedad o adversidad, soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó,
Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. ¡Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece! Y estoy seguro(a) que, ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús
mi Señor. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy prospero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre
de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 25 2 P 3 / Jer 45-46
/ Sal 141
2
Pedro 3
El día del Señor vendrá
3
1Amados, esta es
la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro
limpio entendimiento, 2para que tengáis memoria de las palabras
que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor
y Salvador dado por vuestros apóstoles; 3sabiendo primero esto,
que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias
concupiscencias, 4y diciendo: ¿Dónde está la
promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron,
todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. 5Estos
ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra
de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua
subsiste,
6por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; 7pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la
misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición
de los hombres impíos. 8Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para
con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento. 10Pero el día del Señor
vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán
con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y
las obras que en ella hay serán quemadas.
11Puesto que
todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa
y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la
venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos,
y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13Pero nosotros
esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora
la justicia.
14Por lo cual, oh
amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados
por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 15Y tened entendido
que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado
hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16casi
en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay
algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen,
como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17Así
que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que
arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18Antes
bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Jeremías
45-46
Mensaje a Baruc
45
1Palabra que
habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro
estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías rey de Judá, diciendo: 2Así ha dicho Jehová Dios de
Israel a ti, oh Baruc: 3Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque ha
añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado
descanso. 4Así le dirás: Ha dicho Jehová: He aquí que yo destruyo
a los que edifiqué, y arranco a los que planté, y a toda esta tierra. 5¿Y
tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal
sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos
los lugares adonde fueres.
Profecías acerca de Egipto
46
1Palabra de
Jehová que vino al profeta Jeremías, contra las naciones.
2Con respecto a
Egipto: contra el ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba cerca del río
Eufrates en Carquemis, a quien destruyó Nabucodonosor rey de Babilonia, en el
año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá.
3Preparad escudo
y pavés, y venid a la guerra. 4Uncid caballos y subid, vosotros
los jinetes, y poneos con yelmos; limpiad las lanzas, vestíos las corazas.
5¿Por qué los vi medrosos, retrocediendo? Sus valientes fueron
deshechos, y huyeron sin volver a mirar atrás; miedo de todas partes, dice
Jehová. 6No huya el ligero, ni el valiente escape; al norte junto
a la ribera del Eufrates tropezaron y cayeron.
7¿Quién es éste
que sube como río, y cuyas aguas se mueven como ríos? 8Egipto como
río se ensancha, y las aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré, cubriré la
tierra, destruiré a la ciudad y a los que en ella moran. 9Subid,
caballos, y alborotaos, carros, y salgan los valientes; los etíopes y los de
Put que toman escudo, y los de Lud que toman y entesan arco. 10Mas
ese día será para Jehová Dios de los ejércitos día de retribución, para
vengarse de sus enemigos; y la espada devorará y se saciará, y se embriagará de
la sangre de ellos; porque sacrificio será para Jehová Dios de los ejércitos,
en tierra del norte junto al río Eufrates. 11Sube a Galaad, y toma
bálsamo, virgen hija de Egipto; por demás multiplicarás las medicinas; no hay
curación para ti. 12Las naciones oyeron tu afrenta, y tu clamor
llenó la tierra; porque valiente tropezó contra valiente, y cayeron ambos
juntos.
13Palabra que
habló Jehová al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor rey de
Babilonia, para asolar la tierra de Egipto: 14Anunciad
en Egipto, y haced saber en Migdol; haced saber también en Menfis y en Tafnes;
decid: Ponte en pie y prepárate, porque espada devorará tu comarca. 15¿Por
qué ha sido derribada tu fortaleza? No pudo mantenerse firme, porque Jehová la
empujó. 16Multiplicó los caídos, y cada uno cayó sobre su
compañero; y dijeron: Levántate y volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de
nuestro nacimiento, huyamos ante la espada vencedora. 17Allí
gritaron: Faraón rey de Egipto es destruido; dejó pasar el tiempo señalado.
18Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos, que como
Tabor entre los montes, y como Carmelo junto al mar, así vendrá. 19Hazte
enseres de cautiverio, moradora hija de Egipto; porque Menfis será desierto, y
será asolada hasta no quedar morador.
20Becerra hermosa
es Egipto; mas viene destrucción, del norte viene. 21Sus soldados
mercenarios también en medio de ella como becerros engordados; porque también
ellos volvieron atrás, huyeron todos sin pararse, porque vino sobre ellos el
día de su quebrantamiento, el tiempo de su castigo.
22Su voz saldrá
como de serpiente; porque vendrán los enemigos, y con hachas vendrán a ella
como cortadores de leña. 23Cortarán sus bosques, dice Jehová,
aunque sean impenetrables; porque serán más numerosos que langostas, no tendrán
número. 24Se avergonzará la hija de Egipto; entregada será en
manos del pueblo del norte.
25Jehová de los
ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: He aquí que yo castigo a Amón dios de
Tebas, a Faraón, a Egipto, y a sus dioses y a sus reyes; así a Faraón como a
los que en él confían. 26Y los entregaré en mano de los que buscan
su vida, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia y en mano de sus siervos;
pero después será habitado como en los días pasados, dice Jehová.
27Y tú no temas,
siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel; porque he aquí yo te salvaré de lejos, y
a tu descendencia de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará
y será prosperado, y no habrá quién lo atemorice. 28Tú, siervo mío
Jacob, no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo; porque destruiré a todas
las naciones entre las cuales te he dispersado; pero a ti no te destruiré del
todo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin
castigo.
SALMO 141
Oración a fin de ser guardado
del mal
Salmo de David.
1 Jehová, a
ti he clamado; apresúrate a mí;
Escucha mi
voz cuando te invocare.
2 Suba mi
oración delante de ti como el incienso,
El don de mis manos como la
ofrenda de la tarde.
3 Pon guarda
a mi boca, oh Jehová;
Guarda la puerta
de mis labios.
4 No dejes
que se incline mi corazón a cosa mala,
A hacer
obras impías
Con los que
hacen iniquidad;
Y no coma yo de sus deleites.
5 Que el
justo me castigue, será un favor,
Y que me
reprenda será un excelente bálsamo
Que no me
herirá la cabeza;
Pero mi
oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.
6 Serán
despeñados sus jueces,
Y oirán mis
palabras, que son verdaderas.
7 Como quien
hiende y rompe la tierra,
Son esparcidos nuestros huesos
a la boca del Seol.
8 Por tanto,
a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos;
En ti he
confiado; no desampares mi alma.
9 Guárdame de
los lazos que me han tendido,
Y de las
trampas de los que hacen iniquidad.
10 Caigan los
impíos a una en sus redes,
Mientras yo
pasaré adelante.
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