21
de Octubre
¡Salvado(a)
para reinar!
Por
Riqui Ricón*
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y
alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo,
de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al
de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal… Y oí una
gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya
no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo
hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son
fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la
Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El
que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo...
Y no habrá más maldición; y el trono
de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y
verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí
más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos
(Apo 21.10-11, 3-7; 22.3-5).
Necesitas
poner mucha atención a las lecturas Bíblicas del día hoy pues estás leyendo el
final del Libro. Y, ¿sabes una cosa? Efectivamente, la Palabra de Dios dice
claramente que al final: ¡Tú ganas!
No es
solamente el hecho de que en Cristo Jesús tú eres más que vencedor(a) en todas
las cosas, sino que, además, se revela claramente aquí, cómo el Plan de Dios,
Su deseo, siempre ha sido que el cielo venga aquí a la tierra. No es que tú te
vayas al cielo sino que, ¡Dios viene a la tierra a vivir y reinar juntamente
contigo!
La mayoría
de los creyentes piensan que lo mejor que les puede suceder es irse a vivir al
cielo, mientras que el Plan Divino, revelado en las Escrituras, es que Dios viene
a hacer morada contigo y lo más maravilloso es que desea que tú reines con Él.
Tu cuerpo mortal
será glorificado y revestido de inmortalidad para que, con todo tu ser,
espíritu, alma y cuerpo, comiences a disfrutar de la victoria que Él, el Alfa y
la Omega, el principio y el fin, adquirió para ti al PAGAR con Su Vida todos
tus pecados en esa cruz y al haber vencido al pecado y a la muerte, te hacer
partícipe de la Vida Eterna.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
El
pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, y
aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega,
como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su
pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día
de Madián… Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado
sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz
no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y
confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de
Jehová de los ejércitos hará esto
(Isa 9.2-4, 6-7).
Jesús es el
Mesías Salvador, Él es la Promesa de Dios, tu Padre, para traer salvación a
todos los hombres. Él es ese niño nacido, que nos fue dado, que tiene el
principado sobre Su hombro y cuyo nombre es, ¡Admirable! ¡Consejero! ¡Dios
Fuerte! ¡Padre Eterno! ¡Príncipe de Paz!
Date cuenta
que el precio que se pagó por ti no fue la vida de cualquier persona sino la
del unigénito Hijo de Dios. Es por esto que Jesús tiene todo el poder y la
autoridad no solamente para justificarte y darte el perdón de tus pecados, sino
también para trasladarte de las tinieblas a la luz venciendo a la muerte para
hacer de ti una Nueva Criatura al darte la Vida Eterna de los Hijos de Dios.
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2
Co 5.17).
¡Tú ya NO eres la misma persona que antes eras!
siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Has Nacido
de Nuevo de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios y ahora, Tú eres
una nueva especie de ser que no existía antes: ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo!
y
cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho
para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).
¡Por Su
Sangre tú ya fuiste redimido(a) –comprado(a) y hecho(a) libre- para Dios de
todo linaje, pueblo, lengua y nación y YA FUISTE HECHO(A) para Dios rey (reina)
y sacerdote (sacerdotisa) Y REINARAS SOBRE LA TIERRA!
Ni las
guerras, ni la violencia, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni el rencor, ni el
dolor, ni la soledad, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada te podrá separar del amor de Dios, ni de Su propósito
para tu vida, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Amado(a),
tú ya has sido apartado(a) por Dios para reinar sobre todo problema, enfermedad
o aflicción. No necesitas esperar a que Jesucristo venga por segunda vez para
comenzar a ejercer autoridad y dominio sobre toda circunstancia adversa que
estés enfrentando el día de hoy. ¡Eres un(a) Rey (Reina)!
Para
siempre se acordará de su pacto. El poder de sus obras manifestó a su pueblo,
Dándole la heredad de las naciones. Las obras de sus manos son verdad y juicio;
Fieles son todos sus mandamientos, Afirmados eternamente y para siempre, Hechos
en verdad y en rectitud. Redención ha enviado a su pueblo; Para siempre ha
ordenado su pacto; Santo y temible es su nombre (Sal 111.5b-9).
Dios no
puede mentir y Su Palabra, la Biblia, es sí y amén para los que le creen.
Jehová
es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida;
¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis
angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y
cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra
mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, es hermoso saber que me has predestinado para reinar juntamente con
Cristo Jesús. ¡Gracias! Sé que he vencido y que venceré. Me resisto a aceptar o
creer cualquier palabra o pensamiento de fracaso y de derrota. Yo soy lo que Tú
dices en Tu Palabra que soy: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para
reinar y gobernar sobre la tierra; gobernar sobre mi vida, mi salud, mis
finanzas y sobre toda circunstancia adversa. Gracias Jesús por amarme tanto que
diste Tu propia Vida para que yo, ahora, pudiera vivir una vida plena y
abundante. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu
Santo, a cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente.
Sin importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento,
creo y declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has
deseado, justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu
Palabra y esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas
emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja
naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para
vivir una Vida Plena y Victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo
porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a
vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios,
deseas para mí. Yo, _____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el
que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de
Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer
más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy
más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido
sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta
vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y
Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Está escrito! Lo
creo y lo recibo en el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 21 Apo
21-22 / Isa 9-10/ Sal 111
Apocalipsis
Cielo nuevo y tierra nueva
21
1Vi un cielo
nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi
la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3Y
oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima
de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas
pasaron.
5Y el que estaba
sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo:
Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6Y me
dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que
tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente
del agua de la vida. 7El que venciere heredará todas las cosas, y
yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8Pero
los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
La nueva Jerusalén
9Vino entonces a
mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete
plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la
desposada, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en el Espíritu a un
monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11teniendo la gloria de Dios. Y
su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe,
diáfana como el cristal. 12Tenía un muro grande y alto con doce
puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel; 13al oriente tres puertas; al
norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.
14Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce
nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15El que hablaba
conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su
muro. 16La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su
anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la
altura y la anchura de ella son iguales. 17Y midió su muro, ciento
cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18El
material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al
vidrio limpio; 19y los cimientos del muro de la ciudad estaban
adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo,
zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20el quinto,
ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno,
topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21Las doce puertas eran doce perlas; cada una de
las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro,
transparente como vidrio.
22Y no vi en ella
templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
23La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero
es su lumbrera. 24Y las naciones que hubieren sido salvas andarán
a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
25Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
26Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
27No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que
hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro
de la vida del Cordero.
22
1Después me
mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
2En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba
el árbol de la vida, que produce doce frutos,
dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las
naciones. 3Y no habrá más maldición; y el
trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4y
verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5No habrá allí
más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de
los siglos.
La venida de Cristo está cerca
6Y me dijo: Estas
palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los
profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto.
7¡He aquí, vengo
pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
8Yo Juan soy el
que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para
adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9Pero él
me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los
profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.
10Y me dijo: No
selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
11El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea
inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es
santo, santifíquese todavía.
12He aquí yo
vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra. 13Yo
soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el
primero y el último.
14Bienaventurados
los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida,
y para entrar por las puertas en la ciudad. 15Mas los perros
estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras,
y todo aquel que ama y hace mentira.
16Yo Jesús he
enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy
la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente
de la mañana.
17Y el Espíritu y
la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el
que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
18Yo testifico a
todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno
añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en
este libro. 19Y si alguno quitare de las palabras del libro de
esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y
de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
20El que da
testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven,
Señor Jesús. 21La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos
vosotros. Amén.
Isaías
Nacimiento y reinado del Mesías
9
1Mas no habrá
siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que
le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de
Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del
mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
2El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en
tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante
de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.
4Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro
de su opresor, como en el día de Madián. 5Porque todo calzado que
lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en
sangre, serán quemados, pasto del fuego. 6Porque un niño nos es
nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su
nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de
David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia
desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los
ejércitos hará esto.
La ira de Jehová contra Israel
8El Señor envió
palabra a Jacob, y cayó en Israel. 9Y la sabrá todo el pueblo,
Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón
dicen: 10Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería;
cortaron los cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros. 11Pero
Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos;
12del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena
devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su
mano está extendida.
13Pero el pueblo
no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos.
14Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo
día. 15El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que
enseña mentira, es la cola. 16Porque los gobernadores de este
pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. 17Por tanto,
el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas
tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla
despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano
está extendida.
18Porque la
maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo
espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. 19Por
la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como
pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. 20Cada
uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no
se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; 21Manasés a
Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su
furor, sino que todavía su mano está extendida.
10
1¡Ay de los que
dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, 2para apartar del
juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo;
para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! 3¿Y qué
haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando
venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria? 4Sin
mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto
ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Asiria, instrumento de Dios
5Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. 6Le
mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para
que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de
las calles. 7Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo
imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar
naciones no pocas. 8Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos
reyes? 9¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria
como Damasco? 10Como halló mi mano los reinos de los ídolos,
siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; 11como
hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?
12Pero acontecerá
que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en
Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y
la gloria de la altivez de sus ojos. 13Porque dijo: Con el poder
de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los
territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a
los que estaban sentados; 14y halló mi mano como nido las riquezas
de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de
toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.
15¿Se gloriará el
hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que
la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la
vara al que no es leño! 16Por esto el Señor, Jehová de los
ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria
encenderá una hoguera como ardor de fuego. 17Y la luz de Israel
será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos
y sus espinos. 18La gloria de su bosque y de su campo fértil
consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en
derrota. 19Y los árboles que queden en su bosque serán en número
que un niño los pueda contar.
20Acontecerá en
aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la
casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán
con verdad en Jehová, el Santo de Israel. 21El remanente volverá,
el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. 22Porque si tu pueblo,
oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la
destrucción acordada rebosará justicia. 23Pues el Señor, Jehová de
los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.
24Por tanto el
Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas
de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de
Egipto; 25mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi
enojo, para destrucción de ellos. 26Y levantará Jehová de los
ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y
alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto. 27Acontecerá
en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz,
y el yugo se pudrirá a causa de la unción.
28Vino hasta
Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército. 29Pasaron
el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó. 30Grita
en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot.
31Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen. 32Aún
vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion,
al collado de Jerusalén. 33He aquí el Señor, Jehová de los
ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura
serán cortados, y los altos serán humillados. 34Y cortará con
hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo.
SALMO 111
Dios cuida de su pueblo
Aleluya.
1 Alabaré a
Jehová con todo el corazón
En la compañía
y congregación de los rectos.
2 Grandes son
las obras de Jehová,
Buscadas de
todos los que las quieren.
3 Gloria y
hermosura es su obra,
Y su
justicia permanece para siempre.
4 Ha hecho
memorables sus maravillas;
Clemente y
misericordioso es Jehová.
5 Ha dado
alimento a los que le temen;
Para siempre
se acordará de su pacto.
6 El poder de
sus obras manifestó a su pueblo,
Dándole la
heredad de las naciones.
7 Las obras
de sus manos son verdad y juicio;
Fieles son
todos sus mandamientos,
8 Afirmados
eternamente y para siempre,
Hechos en
verdad y en rectitud.
9 Redención
ha enviado a su pueblo;
Para siempre
ha ordenado su pacto;
Santo y
temible es su nombre.
10 El
principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Buen
entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos;
Su loor
permanece para siempre.
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