11
de Octubre
¡Él
va a cumplir!
Por
Riqui Ricón*
Den gracias al Señor, invoquen su *nombre; den a conocer sus obras
entre las naciones. Cántenle, entónenle
salmos; hablen de todas sus maravillas.
Siéntanse orgullosos de su santo nombre;
alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su
fuerza; busquen siempre su rostro.
Recuerden las maravillas que ha realizado,
sus señales, y los decretos que
ha emitido. ¡Ustedes, descendientes de
Abraham su siervo! ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos! Él es el Señor, nuestro Dios;
en toda la tierra están sus decretos. Él siempre tiene presente su pacto,
la palabra que ordenó para mil generaciones. (Sal
105.1-8 NVI).
De
las muchas razones que podemos mencionar para cantar y alabar a Dios con el
corazón lleno de gratitud, la principal de todas es que, ¡Él es Dios!
Piénsalo
por un momento, cuando el Señor se manifestó a Moisés diciendo que Él era el
que ES, estableció para siempre la mejor de nuestras bendiciones, que es que en
efecto, ¡Él es Dios!
Quizá
te preguntes, ¿Y eso qué significa? Permíteme
explicarte, cuando Él dijo Yo Soy el que Soy (Ex 3.14), estaba diciendo con muy
pocas pero concisas palabras: Yo soy el único Dios Verdadero. Esto te puede parecer
muy evidente (por ahora), pero sólo recuerda que Dios le estaba hablando a
Moisés y a su generación; una generación que creció en medio de la idolatría de
un Egipto repleto de dioses falsos.
Hoy
en día (3,500 años después), no existe ninguna diferencia, Él sigue siendo el
único Dios verdadero, el creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y
lo invisible. Pero, lo verdaderamente importante para ti y para mí, lo que nos
lleva a adorarle y exaltarle con gratitud es Su principal atributo como Dios: ¡Él
NO PUEDE MENTIR!
Jehová
no es un dios humanizado, creado por el hombre a su imagen y semejanza. ¡No!
¡Nada de eso! Él es el único Dios verdadero y, aunque parezca contradictorio,
existe una cosa que el Todopoderoso no puede hacer y eso es mentir.
Aunque
quisiera hacerlo, Él no puede hacerlo. ¿Por qué? Porque, precisamente, ¡Él es
Dios! Y esta es la mayor de nuestras bendiciones.
Continúo
explicándome con un ejemplo, imagínate que hoy es un día domingo y el Señor se
apareciera hoy en medio de nosotros diciendo: Miren que hermosa noche de miércoles estamos teniendo. Tú no podrías
corregirlo diciéndole te equivocaste Señor, pues, en el preciso instante que
las Palabras hermosa noche de miércoles
salieran de Su Boca, ¿qué crees tú que sucedería? ¡Claro! En ese momento deja
de ser domingo para convertirse en miércoles por la noche. ¡Él es Dios!
Santifícalos en tu verdad; tu palabra
es verdad (Jn 17.17).
Precisamente,
porque Él es Dios, TODAS las palabras que salen de Su boca SIEMPRE se cumplen. ¡La
Palabra de Dios es La Verdad!
Así
que, regresando a nuestro ejemplo ficticio, a cambiar agendas y calendarios
pues ya estaríamos en miércoles por la noche, y aunque Él haya pretendido jugarnos
una broma y no la haya dicho en serio, Él sigue siendo Dios y todo Palabra que
sale de la boca de Dios forzosamente se va a cumplir, todo lo que Él habló se
va a ejecutar.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
¡La
Palabra de Dios tiene el Poder de Dios para hacerse cumplir a si misma!
Buenas
noticias, mi amado(a), puedes cantar, alabar y bendecir Su nombre pues Él no
puede mentir. ¡Todo lo que ha dicho es Verdad!
No quites de mi boca en ningún tiempo
la palabra de verdad, Porque en tus
juicios espero (Sal 119.43).
Por
lo tanto, ante ese problema, enfermedad o aflicción que estás enfrentando el
día de hoy, puedes dejar de angustiarte y dejar de preguntarte ¿Qué voy hacer? Tú no eres Dios. Pero, ¡Él
sí lo ES! Por lo tanto, si Él dice en Su Palabra que:
Ciertamente él cargó con nuestras
enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido,
golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y
molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz,
y gracias a sus heridas fuimos sanados
(Isa 53.4-5 NVI).
Entonces
puedes creer, y confiar, en que CIERTAMENTE Cristo Jesús llevó tus
enfermedades, sufrió tus dolores y por Sus heridas ya estás sano(a) y eres
libre de toda enfermedad. ¡Él es Dios! ¡No puede mentir! Solamente tienes que
creerle a Dios, creerle a Su Palabra y recibir confiadamente lo que por derecho
divino se compró para ti con la muerte y resurrección de Jesucristo: ¡Tu
sanidad!
Si
Él dice en la Biblia que:
Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
Entonces,
sin importar el tipo de problema, angustia o enfermedad, efectivamente, TODO LO
PUEDES. Puedes enfrentar cualquier situación porque Cristo Jesús ya te dio el
poder para hacerlo.
Si
Dios dice que:
Sabemos que nadie nacido de Dios practica
el pecado, porque Cristo, el Hijo de Dios, le protege y no permite que el
maligno le toque (1 Jn 5.18 CST).
Entonces,
porque tú eres nacido de Dios ya no practicas el pecado y eres la persona más
guardada y protegida de todo el universo. Jesucristo en persona te está
guardando y Satanás NO PUEDE tocarte. ¡Escrito está! ¡Es la Palabra de Dios!
-Pero, pero, yo no soy ese tipo de
persona -me podrías objetar- todavía hago cosas que no le agradan a Dios.
Eso
es lo que tú CREES de ti mismo(a) en base a tus acciones y circunstancias, pero
te olvidas que lo único importante y relevante es lo que Jesús hizo por Amor a
ti. Y la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, dice de ti que:
Al volverse cristiano, uno se
convierte en una persona totalmente diferente. Deja de ser el de antes. ¡Surge
una nueva vida! (2 Cor 5.17 NTV).
También
dice que tú,
porque ahora tienen una nueva vida,
vida que no recibieron de sus padres y que jamás se desvanecerá. Esta nueva
vida de ustedes es eterna, porque se la dio Cristo, el vivo y eterno Mensaje de
Dios (1 P 1.23 NTV):
Es
Palabra de Dios, y si Dios lo dice, entonces es La Verdad.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que
cree todo le es posible (Mar 9.23).
Así
que, qué más diremos a esto, si Dios dice en Su Palabra que Él te ama:
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Miren lo grande que es el amor que el
Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos
de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos
conoce, pues el mundo no conoce a Dios
(1 Jn 3.1 PDT).
Entonces,
sin lugar a dudas, ¡Dios te ama! Te ama tanto que prefirió entregar a Su propio
Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti. Te ama tanto
que ahora hasta te llama Su propio(a) Hijo(a).
¡Y
esto es lo que de Verdad eres: Un(a) Amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo!
Todo aquel que cree que Jesús es el
Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Por
todo esto, por su gran amor con que te ha amado, tienes la garantía de una Vida
Plena, ya que estando tú muerto(a) en delitos y pecados, Él te dio vida
juntamente con Cristo Jesús, por gracia eres salvo(a) –pleno(a)- (Efe 2.4-5).
Él
lo dice así en Su Palabra y esa, mi amado(a), es la única Verdad que cuenta.
La
Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, es un Pacto. El Pacto de Dios
para tu vida. Y así, vale la pena estar contentos y felices, pues estas son
excelentes noticias. Ya no dudes más, ¡Él va a cumplir Su Palabra!
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, Tú determinaste en Tu Palabra que será dichoso(a),
bienaventurado(a), mil veces feliz, el hombre o la mujer que pueda confiar en
Ti. Yo creo que estás hablando de mí. Así es, Señor, te doy muchas gracias pues
cada día te conozco más y sé que Tú no mientes, ni te arrepientes. Que lo que
has hablado acerca de mí lo vas a cumplir todo. Por esto, por Tu Palabra, por
Tu Honor, puedo vivir una vida dichosa. Sé que en el mundo tendré aflicciones
pero puedo confiar en Ti, pues Tú, Cristo Jesús, ya has vencido al mundo. Así
que, en todas las cosas soy más que vencedor por medio de Tu Amor, pues todo lo
puedo en Cristo que me fortalece. Me determino, con Tu ayuda, precioso Espíritu
Santo, a vivir este día con valentía y alegría pues me doy cuenta que Tú estás
en mí y conmigo; y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Mayor es el que está
en mí, que el que está en el mundo! ¡No hay forma que pueda perder! Hoy, me
alegro de corazón. Recurro a Ti, Señor, y al poder de Tu fuerza que es Tu
Palabra. Recuerdo las maravillas y señales que has realizado en mi vida y me
siento orgulloso de Tu Santo Nombre. Tú siempre tienes presente Tu Pacto, la
Palabra Santa que has ordenado para mi Bendición. Por eso, creo, tomo y declaro
cada una de Tus Promesas para mi Vida. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En
el nombre de Jesús. Amén.
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 11 Apo
11 / Est 1/ Sal 105.1-25
Apocalipsis
Los dos testigos
11
1Entonces me fue
dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el
templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. 2Pero
el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido
entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta
y dos meses. 3Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil
doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4Estos testigos
son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de
la tierra. 5Si alguno quiere dañarlos, sale
fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles
daño, debe morir él de la misma manera. 6Estos tienen poder para
cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía;
y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre,
y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. 7Cuando
hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará
guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. 8Y
sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual
se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue
crucificado. 9Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones
verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean
sepultados. 10Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre
ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos
profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. 11Pero
después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por
Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran
temor sobre los que los vieron. 12Y oyeron una gran voz del cielo,
que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus
enemigos los vieron. 13En aquella hora hubo un gran terremoto,
y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en
número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al
Dios del cielo.
14El segundo ay
pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.
La séptima trompeta
15El séptimo
ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los
reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará
por los siglos de los siglos. 16Y los
veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se
postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, 17diciendo: Te
damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de
venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. 18Y se
airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que
temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de
destruir a los que destruyen la tierra.
19Y el templo de
Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y
hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande
granizo.
Ester
La reina Vasti desafía a Asuero
1
1Aconteció en los
días de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta
Etiopía sobre ciento veintisiete provincias, 2que en aquellos
días, cuando fue afirmado el rey Asuero sobre el trono de su reino, el cual
estaba en Susa capital del reino, 3en el tercer año de su reinado
hizo banquete a todos sus príncipes y cortesanos, teniendo delante de él a los
más poderosos de Persia y de Media, gobernadores y príncipes de provincias,
4para mostrar él las riquezas de la gloria de su reino, el brillo y la
magnificencia de su poder, por muchos días, ciento ochenta días. 5Y
cumplidos estos días, hizo el rey otro banquete por siete días en el patio del
huerto del palacio real a todo el pueblo que había en Susa capital del reino,
desde el mayor hasta el menor. 6El pabellón era de blanco, verde y
azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en anillos de plata y columnas de
mármol; los reclinatorios de oro y de plata, sobre losado de pórfido y de
mármol, y de alabastro y de jacinto. 7Y daban a beber en vasos de
oro, y vasos diferentes unos de otros, y mucho vino real, de acuerdo con la
generosidad del rey. 8Y la bebida era según esta ley: Que nadie
fuese obligado a beber; porque así lo había mandado el rey a todos los
mayordomos de su casa, que se hiciese según la voluntad de cada uno. 9Asimismo
la reina Vasti hizo banquete para las mujeres, en la casa real del rey Asuero.
10El séptimo día,
estando el corazón del rey alegre del vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona,
Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey
Asuero, 11que trajesen a la reina Vasti a la presencia del rey con
la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza;
porque era hermosa. 12Mas la reina Vasti no quiso comparecer a la
orden del rey enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y se
encendió en ira.
13Preguntó
entonces el rey a los sabios que conocían los tiempos (porque así acostumbraba
el rey con todos los que sabían la ley y el derecho; 14y estaban
junto a él Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, siete
príncipes de Persia y de Media que veían la cara del rey, y se sentaban los
primeros del reino); 15les preguntó qué se había de hacer con la
reina Vasti según la ley, por cuanto no había cumplido la orden del rey Asuero
enviada por medio de los eunucos. 16Y dijo Memucán delante del rey
y de los príncipes: No solamente contra el rey ha pecado la reina Vasti, sino
contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las
provincias del rey Asuero. 17Porque este hecho de la reina llegará
a oídos de todas las mujeres, y ellas tendrán en poca estima a sus maridos,
diciendo: El rey Asuero mandó traer delante de sí a la reina Vasti, y ella no
vino. 18Y entonces dirán esto las señoras de Persia y de Media que
oigan el hecho de la reina, a todos los príncipes del rey; y habrá mucho
menosprecio y enojo. 19Si parece bien al rey, salga un decreto
real de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media,
para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y
el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. 20Y el decreto
que dicte el rey será oído en todo su reino, aunque es grande, y todas las
mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor. 21Agradó
esta palabra a los ojos del rey y de los príncipes, e hizo el rey conforme al
dicho de Memucán; 22pues envió cartas a todas las provincias del
rey, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su
lenguaje, diciendo que todo hombre afirmase su autoridad en su casa; y que se
publicase esto en la lengua de su pueblo.+
SALMO 105.1-25
Maravillas de Jehová a favor
de Israel
(1 Cr. 16.7–22)
1 Alabad a
Jehová, invocad su nombre;
Dad a
conocer sus obras en los pueblos.
2 Cantadle,
cantadle salmos;
Hablad de
todas sus maravillas.
3 Gloriaos en
su santo nombre;
Alégrese el
corazón de los que buscan a Jehová.
4 Buscad a
Jehová y su poder;
Buscad
siempre su rostro.
5 Acordaos de
las maravillas que él ha hecho,
De sus
prodigios y de los juicios de su boca,
6 Oh vosotros,
descendencia de Abraham su siervo,
Hijos de Jacob, sus escogidos.
7 El es
Jehová nuestro Dios;
En toda la
tierra están sus juicios.
8 Se acordó
para siempre de su pacto;
De la
palabra que mandó para mil generaciones,
9 La cual
concertó con Abraham,
Y de su
juramento a Isaac.
10 La
estableció a Jacob por decreto,
A Israel por
pacto sempiterno,
11 Diciendo: A
ti te daré la tierra de Canaán
Como porción
de vuestra heredad.
12 Cuando
ellos eran pocos en número,
Y forasteros
en ella,
13 Y andaban
de nación en nación,
De un reino
a otro pueblo,
14 No
consintió que nadie los agraviase,
Y por causa
de ellos castigó a los reyes.
15 No toquéis,
dijo, a mis ungidos,
Ni hagáis mal a mis profetas.
16 Trajo
hambre sobre la tierra,
Y quebrantó
todo sustento de pan.
17 Envió un
varón delante de ellos;
A José, que
fue vendido por siervo.
18 Afligieron
sus pies con grillos;
En cárcel
fue puesta su persona.
19 Hasta la
hora que se cumplió su palabra,
El dicho de
Jehová le probó.
20 Envió el
rey, y le soltó;
El señor de
los pueblos, y le dejó ir libre.
21 Lo puso por
señor de su casa,
Y por
gobernador de todas sus posesiones,
22 Para que
reprimiera a sus grandes como él quisiese,
Y a sus ancianos enseñara
sabiduría.
23 Después
entró Israel en Egipto,
Y Jacob moró
en la tierra de Cam.
24 Y multiplicó
su pueblo en gran manera,
Y lo hizo
más fuerte que sus enemigos.
25 Cambió el
corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo,
Para que contra sus siervos
pensasen mal.
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