jueves, 17 de octubre de 2019

¡Cómo resolver el asunto del pecado!



17 de Octubre
¡El Cordero de Dios!
Por Riqui Ricón*
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.  Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra (Isa 1. 18-19).
En la meditación de este día puedo escuchar al Señor que te dice: Ven, pongamos las cosas en claro, resolvamos de una vez por todas, este asunto. ¿Son tus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son tan rojos como el carmesí? ¡Quedarán limpios como la lana! ¿Estás tú dispuesto(a) a obedecer? ¡Comerás lo mejor de la tierra!
Esto es asombroso y muy confortante, pero ¿cómo se consigue?
Pon mucha atención, pues cuando Juan el bautista vio, por primera vez, a Jesús hizo una de las declaraciones más asombrosas que se hayan escuchado jamás:
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1. 29).
Esto significa que SÍ existe una forma, que efectivamente hay una manera de quitar el pecado; no solamente limpiarlo o perdonarlo sino quitarlo, esto es, erradicarlo. Y la Biblia, que es la Palabra de Honor de Dios, es muy clara al enseñarte que esto sólo es posible por medio de Jesucristo, ¡el Cordero de Dios!
porque, como sabéis, la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es la vida eterna que nos ofrece en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23 CST).
Aunque tú fuiste un(a) pecador y estabas destinado(a) a la muerte, Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, para pagar TODOS tus pecados, antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.17-17).
De acuerdo a la Palabra de Dios, al creer que Jesús es el Hijo de Dios que murió por Amor a ti pagando el justo castigo de tus pecados y al recibirle como Señor y Salvador de tu vida, tú Naciste de Nuevo, pero no más como un ser humano común y corriente sino que ahora eres, legal y legítimamente, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Lo cual te da derecho al regalo y herencia de tu Padre celestial: ¡La Vida Eterna!
Ahora pues, a quienes pertenecemos a Cristo Jesús no nos espera ya ninguna condenación, porque la ley del poderoso Espíritu de vida que recibimos por medio de la fe en Cristo Jesús, nos libera de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2 CST).
Así que, Jesucristo, el cordero de Dios, resolvió de una vez y para siempre el problema del pecado. Tú tienes Vida Eterna y esto significa que eres libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡El pecado ya no puede enseñorearse más de ti! ¡Está vencido y debajo de tus pies!
Sabiendo esto, puedes comprender por qué la Biblia afirma que la paga del pecado es muerte pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. No solamente vida, sino VIDA ETERNA.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles (Apo 17.14).
Así es, mi amigo(a), Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y, al final de los tiempos, Satanás y sus demonio pelearán contra Él y Él saldrá vencedor porque es Rey de reyes y Señor de señores. Y tú, que estás con Él y en Él, eres llamado(a) y elegido(a) y fiel.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jn 14.6).
Como puedes ver, tú has aceptado y reconocido a Jesús como el Señor y Salvador de tu vida, por lo tanto, efectivamente, eres llamado(a) y elegido(a) y fiel.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha dado toda clase de bendiciones espirituales en los cielos a través de Cristo. También en Cristo, él nos escogió por amor antes de la creación del mundo para que fuéramos su pueblo santo, es decir, libres de pecado ante él. Antes de la creación del mundo, Dios decidió adoptarnos como hijos suyos a través de Jesucristo. Eso era lo que él tenía planeado y le dio gusto hacerlo. Dios nos eligió para que así se le honre por su grandioso amor, que nos dio gratuitamente por medio de su Hijo amado. La sangre que Cristo derramó en su muerte pagó el rescate para librarnos del pecado. Es decir, que Dios es tan generoso que perdona nuestras faltas (Efe 1.3-7 PDT).
¡Eres un(a) Hijo(a) amado(a) por Dios según el puro afecto de Su voluntad para contigo!
Ahora te toca CREER y recibir ese gran amor con que te ha amado pues tú, estando muerto(a) en pecados y en la incircuncisión de tu carne, te dio vida juntamente con Cristo Jesús,  perdonándote todos tus pecados, anulando el acta de los decretos que había en contra tuya, que te era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,  y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
¡El asunto del pecado fue totalmente resuelto por Jesús con una contundente victoria sobre la muerte! ¡Él murió y resucitó! Esta es la Vida Nueva, Esta es la Vida Eterna que ahora se te ha dado al recibirle como Señor y Salvador de tu vida. Este es el Evangelio: ¡Buenas Noticias! ¡Has Nacido de Nuevo!

Oremos en voz audible:
Gracias Señor Jesús, Tú eres el Cordero de Dios y has quitado, borrado, todos mis pecados, cargando con ellos en la cruz para triunfar ahí. Me has librado de la ley del pecado y de la muerte y ahora yo vivo bajo la ley del espíritu de Vida en Ti, mi Señor. Porque Tú vives, yo vivo. Porque Tú has vencido, yo soy más que vencedor. Ahora puedo creer y recibir este gran Amor con que me has amado haciéndome digno de recibir la Vida Eterna y abundante que, dices en Tu Palabra, yo merezco. Lo creo y lo recibo en Tu nombre Jesús.
Amado Padre celestial, ¿Qué, pues, puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará? Soy escogido(a) de Dios y eres Tú, Padre, quien ya me has justificado. ¿Quién es el que me condenará? Cristo es el que murió y pagó por mí; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por mí a cada instante. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas yo, __________ (tu nombre aquí) soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me ama. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me puede separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor.  Por lo tanto, acepto y recibo mi victoria sobre el pecado y sus consecuencias como la enfermedad, pobreza, depresión, temor y angustia. ¡Soy libre de todos ellos! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso? 
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios: 
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 17                         Apo 17 /  Isa 1-2 / Sal 108


Apocalipsis
Condenación de la gran ramera
17
1Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; 2con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. 3Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. 6Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.
7Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. 9Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, 10y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. 11La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición. 12Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. 13Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. 14Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.
15Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. 16Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; 17porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.

Isaías
Una nación pecadora
1
1Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.
4¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
5¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. 8Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.
9Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.

Llamamiento al arrepentimiento verdadero
10Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
12¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
18Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.

Juicio y redención de Jerusalén
21¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas. 22Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. 23Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios; 25y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza. 26Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.
27Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia. 28Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos. 29Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis. 30Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas. 31Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.

Reinado universal de Jehová
(Mi. 4.1–3)
2
1Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.
2Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. 3Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

Juicio de Jehová contra los soberbios
5Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová. 6Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros. 7Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables. 8Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos. 9Y se ha inclinado el hombre, y el varón se ha humillado; por tanto, no los perdones. 10Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad. 11La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.
12Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido; 13sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán; 14sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados; 15sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte; 16sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas. 17La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día. 18Y quitará totalmente los ídolos. 19Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.
20Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, 21y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra. 22Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?

SALMO 108

Petición de ayuda contra el enemigo
(Sal. 57.7–11; 60.5–12)
Cántico. Salmo de David.
     1     Mi corazón está dispuesto, oh Dios;
Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria.
     2     Despiértate, salterio y arpa;
Despertaré al alba.
     3     Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos;
A ti cantaré salmos entre las naciones.
     4     Porque más grande que los cielos es tu misericordia,
Y hasta los cielos tu verdad.
     5     Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios,
Y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.
     6     Para que sean librados tus amados,
Salva con tu diestra y respóndeme.
     7     Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;
Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
     8     Mío es Galaad, mío es Manasés,
Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi legislador.
     9     Moab, la vasija para lavarme;
Sobre Edom echaré mi calzado;
Me regocijaré sobre Filistea.
     10     ¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?
¿Quién me guiará hasta Edom?
     11     ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,
Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?
     12     Danos socorro contra el adversario,
Porque vana es la ayuda del hombre.
     13     En Dios haremos proezas,
Y él hollará a nuestros enemigos.

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