24 de MAYO
¡Cómo vences la iniquidad!
¡Sólo con Su Gracia!
Por Riqui Ricón*
Dice
el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable
maldad; No hay quien haga bien. Dios desde los cielos miró sobre los hijos de
los hombres, Para ver si había algún entendido Que buscara a Dios. Cada uno se
había vuelto atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no
hay ni aun uno (Sal 53.1-3).
Cuando el hombre decidió creer la palabra del
diablo en lugar de creer la Palabra de Dios, perdió su naturaleza divina
(creado a imagen y semejanza de Dios), y heredó la naturaleza pecaminosa de
Satanás. Esta naturaleza pecaminosa es lo que conocemos con el nombre de
iniquidad y se ha transmitido a todos y cada uno de los seres humanos de tal
forma que, sin la Gracia de Dios, sólo te queda vivir en tinieblas, con un
corazón corrompido y entenebrecido.
Cuando
vieron esto los cinco príncipes de los filisteos, volvieron a Ecrón el mismo
día (1 Sam 6.16).
La situación del hombre ante
Dios no es diferente hoy como lo fue en días de Samuel. Los filisteos
capturaron el Arca donde la Presencia de Dios se manifestaba. Esto lo
consiguieron no porque fueran poderosos sino porque Dios decidió dejar a Israel
por causa de estar constantemente violando el Pacto con sus pecados. Los
filisteos y sus líderes vieron y experimentaron el poder y el enojo de nuestro
Dios y Padre: Dagón su dios fue humillado y mutilado sobrenaturalmente;
vinieron tumores y mortandad sobre todos los pobladores de las ciudades donde
llevaban el Arca así como una plaga de ratones. Por todo esto, los filisteos
decidieron devolver el Arca de Dios, pero, para estar seguros de que esto no
era casualidad sino obra de la mano de Dios, pusieron el Arca sobre de una
carreta nueva a la que le uncieron dos vacas que nunca se les había puesto un
yugo y que además estaban criando y, mientras alejaban de ellas a sus
becerritos, las soltaron para ver que sucedía. Lo asombroso fue que las vacas
no respingaron por estar atadas al yugo, ni se inmutaron por haber sido
separadas de sus crías, sino que se encaminaron en línea recta, sin apartarse
ni a derecha ni a izquierda, ¡hacia la tierra de Israel!
A pesar de todas las
evidencias, ni los filisteos ni sus príncipes se convirtieron para reconocer
que Jehová era Dios. Por su iniquidad (la naturaleza del hombre vendida al
pecado), quedaron en tinieblas con sus corazones corruptos y entenebrecidos.
Y
algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían... Sabed,
pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán.
Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión
entre sí (Hch 28.24, 28-29).
La situación no fue diferente en el libro de los
Hechos, pues éste termina mostrándonos como los judíos en Roma no pudieron creer el mensaje del
Evangelio de Jesucristo.
Profesando ser sabios se
hicieron necios delante de Dios (Ro 1.22).
Al igual que con Egipto y
faraón, los filisteos y judíos vieron y experimentaron el poder de Dios y no
hicieron nada al respecto. No cambiaron su actitud hacia el único Dios vivo y
verdadero, y tampoco cambiaron sus afectos hacia sus dioses hechos de palo y
piedra por sus propias manos, ni dejaron su orgullo. ¿Qué significa esto?
Pero
ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por
la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe
en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la
fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto,
en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en
este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al
que es de la fe de Jesús (Ro 3.21-26).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y
no miente, solamente por el Amor y la Gracia de Dios sobre tu persona es que
puedes estar leyendo este mensaje, creyendo que eres quién Él dice en Su
Palabra que ahora tú eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y amado(a)
por el Padre.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti!
Es verdad, entre los seres humanos no hay uno que
sea justo, ni uno solo, pero, no es así con los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo;
ahora eres justo(a) pues, por Su Gracia y Amor, Cristo Jesús pagó por todos tus
pecados (pasados, presentes y futuros), haciendo de ti un ser justo(a) y sólo
existen dos tipos de seres justos: uno es Dios y los otros son los Hijos de
Dios.
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros
las abundantes riquezas de su gracia
en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).
Esto, mi amado(a), son buenas
noticias, noticias de gran gozo, ya que por Su sacrificio de amor Jesús no sólo
pagó el precio de todos tus pecados sino que también te justificó. Esto quiere
decir que al vencer a la muerte, Jesús te hizo justo(a) quebrando el yugo que
la iniquidad tenía sobre de ti.
Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y
de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto
era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.1-4).
Efectivamente, por la Gracia de Dios, tú ya no vives
conforme con tu carne sino que vives conforme con el Espíritu Santo que vive en
ti. Es por esto que cuando caes y pecas no te sientes bien contigo mismo(a), porque
no estás conforme. Los pecadores pecan, pues es lo que saben hacer, les gusta
hacer y no sienten ningún remordimiento por ello. Tú, como Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo tienes al Espíritu Santo como las arras de tu herencia: que la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la
muerte. ¡La iniquidad nada tiene en ti! ¡Sólo por Su Gracia!
Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).
Así que, si has pecado no huyas de Dios; no te
escondas de Su Presencia todo lleno(a) de condenación y culpa. Mejor corre
hacia Él y confiesa tu pecado pues fiel y justo es Dios para perdonarte y
limpiarte de toda maldad.
Recuerda siempre que no se trata de lo que tú
hiciste, estés haciendo o puedas hacer en el futuro sino de lo que Cristo Jesús
hizo al derramar hasta la última gota de sangre en esa cruz por Amor a ti y
derrotar al pecado y a la muerte al resucitar para hacerte libre y darte una
Nueva Vida: la Vida Eterna.
Porque la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús
ya te hizo libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡El pecado y la muerte
nada tienen en ti!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias porque cada día que
pasa creo y recibo más de tu Amor por mí. Puedo afrontar este día con la
certeza, la garantía de que todo me saldrá bien, pues Tú estás conmigo y si
Dios es conmigo ¿quién contra mí? Además, Tú has declarado en Tu Palabra que a
los que te amamos TODAS las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a Tu Propósito hemos sido llamados en Tu Amor y por Tu Amor. Sé que
todo lo puedo y que soy más que vencedor(a) pues por Tu Gracia y Amor lo has
establecido así. Precioso Jesús, que más te puedo decir sino que te amo con
todo mi ser y corazón. Gracias Espíritu Santo por vivir aquí conmigo, hagamos
de este día el mejor de nuestras vidas. Por lo tanto, creo y declaro que ante
todo problema, enfermedad o aflicción, yo, ____________ (tu nombre aquí), soy
más que vencedor(a) pues todo lo puedo en Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy libre! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y soy
libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Soy libre de la naturaleza caída y
pecaminosa del ser humano! ¡Soy libre de la iniquidad! ¡Sólo por Tu Gracia, mi
Señor Jesús! Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
24 Hch
28.17-31 / 1 Sam 6-7 / Sal 53
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