10 de MAYO
¡Cómo encarar a Dios!
¡Preciosa Sangre! ¡Bendita Promesa de Dios!
Por Riqui Ricón*
Además respondió Jehová
a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con
Dios, responda a esto… Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y
tú me responderás. ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí,
para justificarte tú? ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con voz
como la suya? (Job 40. 1-2, 7-9).
Es
interesante notar cómo aquellos que pretenden presentarse delante de Dios
abogando por sí mismos y declarando su propia justicia, no podrán siquiera
pronunciar una palabra delante de Su Presencia. Claro que, para los que aseguran
que Dios no existe, el choque de la impresión será tal, que es seguro que no
podrán articular palabra alguna delante de Él. Pero, ¿qué será de los que se
creen lo suficientemente buenos como para pretender señalarle a Dios unas
cuantas de sus muchas opiniones que tienen?
Para responder a esto sólo tenemos que acudir a la
Escritura donde encontramos que David, el amado y escogido por Dios, clamaba:
Oh
Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu
justicia. Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 142.
1-2).
Ahora bien, lo importante aquí no es señalar lo
indigno o poca cosa que el hombre es delante de Dios, sino, por al contrario, se
trata de resaltar el maravilloso Amor con que Dios te ha amado.
¿Cómo podría cualquier hombre o mujer permanecer
delante de Su Majestad si todos somos injustos, si todos hemos pecado y estamos
destituidos de la gloria de Dios?
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3. 16-17).
¡Él, el único y todopoderoso Dios, decidió amarte
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, como el precio para pagar tus
culpas y pecados, antes que perderte a ti! ¡Asombroso!
MIREN
CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de
Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la
mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 Biblia Al Día BAD).
Es por Su Amor hacia ti que Dios desea trasladarte
de tu condición de muerte eterna a Su condición de Vida Eterna. Es por Su Amor
hacia ti que Dios desea trasladarte a una Vida plena y abundante donde, en
lugar de condenación y muerte encuentres la plenitud como un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo.
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.
10).
¡Sólo los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo tienen
derecho a vivir la Vida Plena y Abundante que es la Vida Eterna!
El propósito de la muerte de Jesucristo en esa cruz,
siempre ha sido llevarte de ese estilo de vida de fracaso, desesperación,
enfermedad, pobreza, temor y muerte, hacia una Vida plena y abundante que solamente
Él te puede ofrecer.
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
Una Vida llena de luz y de amor; donde tengas la
plena certeza de quién tú ahora eres en Cristo: un(a) Hijo(a) amado(a) del
único Dios vivo y verdadero. ¡Un(a) Heredero(a) de Dios y coheredero(a) con
Cristo Jesús!
Pues han
nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará
para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 Nueva Traducción Viviente NTV).
Gracias a que tu Nuevo Nacimiento no proviene de
una simiente corruptible sino de la semilla incorruptible que es la Palabra de
Dios, ahora tú tienes una Vida totalmente Nueva, una Vida donde el pecado NADA
tiene en ti.
Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad (1 Jn
1.9).
Ahora, en Cristo Jesús, como un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, si caes en pecado, puedes correr hacia tu Padre celestial
en lugar de huir y esconderte de Él sintiéndote todo(a) condenado(a) por tus
fracasos; ahora puedes con toda confianza ir a Su Presencia y arrepentirte y
pedirle perdón, sabiendo de antemano que, por Su gran Amor con que te ama, Él
te perdona y no te condena.
Así
que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó
de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor
de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).
Por lo que Jesucristo hizo en la cruz por Amor a
ti, tienes una Naturaleza totalmente Nueva y todo el derecho a vivir una Vida
Plena donde la muerte ya ha sido vencida en ti y no tienes absolutamente nada
que temer, pues tú moriste con Jesús y juntamente con Él fuiste resucitado(a): la
muerte ya no te puede tocar.
Porque
habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col
3.3).
Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2.20).
Recuerda que la paga del pecado es muerte (eso lo
pagó Jesús por ti), pero el regalo de Dios es VIDA ETERNA en Cristo Jesús (esto
lo recibes tú al creer, al creerle a Dios, al creerle a Su Palabra).
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4. 4).
Tu situación actual es totalmente distinta a la del
pasado. Tú no eres más como todos los que están en el mundo. Hoy, tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el Espíritu Santo vive en ti y contigo. La
victoria es tuya y no tienes nada que temer. Ya no te justificas delante de
Dios, ni pretendes discutir con Él. Ahora le conoces, conoces Su Amor y le amas
como Hijo(a) que eres de Él.
Y
ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio,
recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos.*
Ahora lo llamamos «Abba, Padre»* (Ro 8.15 NTV).
Lo que te hace diferente a los que están en el
mundo no son tus acciones ni tu conducta, sino tu fe. Esto es, lo que te da la
victoria sobre tu vieja naturaleza, sobre el hombre de pecado. Lo que te hace
diferente a los que están en el mundo es que tú le crees a Dios, tú le crees a Su
Palabra, la Biblia. Lo que te hace diferente a los que están en el mundo es
creer que por la obra redentora de Jesucristo, ahora tú eres la persona que Dios
dice en la Biblia que ahora eres:
Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).
Efectivamente, la Biblia te enseña quién ahora tú
eres en Cristo Jesús, pero es hasta que lo has creído que comienzas a pensar,
hablar y actuar como tal.
Y
por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.6-7).
Antes de Nacer de Nuevo, en mi ignorancia yo creía
que tenía todo el derecho, como creatura, para confrontar a Dios. Ahora
entiendo que hay una forma, un camino, para hablar con Él cara a cara. Hoy mi
orgullo y falta de conocimiento han sido diluidos por la hermosa luz de la
Verdad:
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(por
gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).
¡Dios te justificó en la Sangre de Jesús! ¡Oh, Preciosa
Sangre! ¡Dios te dio Vida juntamente con Cristo Jesús por medio del Poder de Su
resurrección! ¡Oh, bendita promesa de Dios!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ahora entiendo que Job
pretendía ejercer un derecho que no tenía, pero anhelaba tener: hablar Contigo
cara a cara. Ahora, yo, Señor, tengo ese derecho y privilegio por la Sangre de
Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Cómo no decirte que te amo y te adoro.
Gracias por tan grande Amor. Hoy estoy delante de Tu Presencia sabiéndome Tu
Hijo(a) amado(a). Señor Jesús, creo lo que hiciste por mí en la Cruz, y recibo
todos los beneficios que Tu Sangre compró para mí: Vida Eterna, Vida Abundante,
Vida Plena. Mi Dios, yo tengo fe y sé que puedo confiar plenamente
en Tu Palabra y, por lo tanto, comprendo y creo que Tu voluntad para conmigo es
buena, agradable y perfecta. Creo y recibo este tu gran Amor que sientes por
mí. Gracias por Tu Palabra, que es la Verdad, y con la cual puedo dirigir mi
vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que adquiriste para mí al morir en esa cruz
y al resucitar de la muerte. Por todo
esto, creo y declaro que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí
no llegará, porque aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal
alguno porque Tú, Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno
no me toca. Someto todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la
Palabra de Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz
que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en
la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la
Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. Abba,
Padre, me parece que la Eternidad será corta para amarte y agradecerte lo que
hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
10 Hch 19.
23-41 /
Jue -11.34-12.15 / Job 40
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