¡Cómo no ser derrotado(a) en el Apocalipsis!
¡Eres más que vencedor(a)!
Por Riqui Ricón *
El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere,
le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de
Dios… El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte… Al que venciere,
daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la
piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo
recibe… Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad
sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán
quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga
lo que el Espíritu dice a las iglesias (Apo 2.7,11,17,26-29).
El día de hoy, la Biblia, que es la Palabra de Dios
y no miente, te pide que pongas mucha atención a lo que el Espíritu Santo está
diciendo a la Iglesia. Y ¿qué es lo que Él está diciendo? ¡Nosotros ganamos!
No importa el problema, enfermedad o circunstancia
adversa que hoy estés enfrentando, la buena noticia es que en Cristo Jesús, tú
ya ganaste.
Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro (Ro 8.37-39).
Tú has sido predestinado y capacitado por la
Palabra Dios para vencer, pues porque Cristo Jesús venció a la muerte en tu
lugar, entonces tú venciste a la muerte con Él. Y no solamente a la muerte,
sino también a la tristeza, enfermedad, amargura, odio, resentimiento, pobreza
y cualquier necesidad que pretenda robarte el gozo y la paz de saber y creer
que ahora eres un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
Porque
el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan
para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co
5.14-15).
Sólo presta mucha atención pues no es con tu fuerza
ni con tus habilidades que has vencido y vencerás, ¡es con tu FE! ¡Es
creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!
Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He
11.1).
Sólo cuando tengas la absoluta certeza de que Dios
NO miente y que por lo tanto, tú ERES exactamente la persona que Dios dice en
Su Palabra, la Biblia, que eres, entonces habrás vencido y podrás vivir,
caminar y respirar como un(a) Vencedor(a).
A la
verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación
de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los
gentiles. De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios,
la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá
por la fe.» (Ro 1.16-17 NVI).
Es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, lo que te
da acceso al Poder de Dios, pues sea cual sea el problema, enfermedad o
aflicción que estés enfrentando en este día, las Buenas Noticias del
Evangelio se te revelan hoy, al darte cuenta de cómo Dios te hace justos ante
sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de tu fe (por creerle
a Dios, creyendo Su Palabra). Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe
que el justo tiene vida».
Por lo
tanto, todos nosotros, que miramos a cara descubierta la gloria del Señor, la
reflejamos como claros espejos, y conforme a su propia imagen somos
transformados y crecemos más y más en gloria por la acción del Espíritu del
Señor (2 Co 3.18 CST).
-Al que venciere yo le
daré… y Yo haré de él (ella)… -dice el Señor en Apocalipsis-. Pero, a menos que
te mires a ti mismo(a) a través de la Biblia y utilices la Palabra de Dios como
el espejo donde adquieres tu Verdadera Identidad, no podrás vencer para recibir
lo que Cristo Jesús adquirió para ti.
Es la Biblia la que establece que, a pesar de tus
circunstancias, tú has de vencer en este mundo.
Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama
también al que ha sido engendrado por él… Porque todo lo que es nacido de Dios
vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo
de Dios? (1 Jn 5.
1, 4-5).
1. ¿Crees
que Jesús es el Cristo? Yo sé que sí. Entonces tú eres Nacido(a) de Dios. ¡Tú
eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
2. Todo(a)
Hijo(a) de Dios VENCE al mundo. No los más santos, ni los ungidos, ni los que
oran o ayunan; la escritura dice TODO Hijo(a) de Dios. Así que, efectivamente,
tú y yo vencemos al mundo. ¿Cómo?
3. Con
nuestra FE pues esta es la victoria que vence al mundo, nuestra FE. Es cuando
le CREES a Dios, creyendo Su Palabra que tú realmente comienzas a vencer.
4. Así
que: ¿Quién es el que vence al
mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Esto dice la Biblia, que es la
Palabra de Honor de Dios, quien no miente, por lo tanto, tú eres más que
vencedor por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.
¡No hay forma que puedas perder!
Ahora puedes comprender que
cuando la Escritura dice “Al que venciere” se está
refiriendo a ti. No dice que vencerás si le echas ganas o si pagas el precio o
si te sientes digna o digno. ¡No! ¡Nada de eso! ¿A quién se refiere? Al que
venciere. Y ¿quién es el que vence? El (la) que CREE que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios. Porque al que CREE TODO le es posible.
—¿Hace
cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del muchacho. —Desde
que era muy pequeño —contestó él —. A menudo el espíritu lo arroja al fuego o
al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes. —¿Cómo
que “si puedo”? —preguntó Jesús —. Todo es posible si uno cree. Al instante el
padre clamó: —¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad! (Mar
9.21-24 NTV).
Haz esta declaración
audiblemente: Yo <nombre> creo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios,
por lo tanto, de acuerdo a la Biblia que es la Palabra de Dios quien no miente,
soy una/un hija/hijo de Dios NACIDO DE NUEVO y venzo al mundo. ¡Soy más que
vencedor por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas
gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has
declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Yo, ________ (tu
nombre aquí), creo que Jesús es el Señor, el Cristo, mi Salvador. Por eso, te
estoy eternamente agradecido, Señor Jesús; porque Tu sacrificio fue completo,
perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu
Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante
que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la
Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de
vivir, despojarme del viejo(a) hombre(mujer), que está viciado conforme a los
deseos engañosos, y renovarme en el espíritu de mi mente, y
vestirme del nuevo hombre(mujer), creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad. Yo soy ese(a) que ya ha vencido, pues yo soy lo que Tú,
Dios, dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(a) amado(a). Por lo tanto, sé que
sé, y así lo declaro, que en todo problema, enfermedad o aflicción, he de salir
más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o
sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo,
pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley
del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y
de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme
con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más,
sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad
que Tú me has dado, Padre, resisto al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi
vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud,
prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! Y ya he vencido. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este
mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a).
Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la
cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a
mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que
desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi
Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las
tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré
derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre
2 Apo 2
/ Neh 3 / Sal 97
RV60
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