¡Cómo vencer la vieja naturaleza carnal y vendida al
pecado!
¡Renuévate en el espíritu de
tu mente!
Por Riqui Ricón*
Los sacó con plata y oro; Y no
hubo en sus tribus enfermo… Porque
se acordó de su santa palabra Dada a Abraham su siervo. Sacó a su
pueblo con gozo; Con júbilo a sus escogidos. Les dio las tierras de las
naciones, Y las labores de los pueblos heredaron; Para que guardasen sus
estatutos, Y cumpliesen sus leyes. Aleluya (Sal
105.37, 42-45).
Es la Palabra
de Dios, la Biblia, lo que mueve a tu Padre celestial para actuar a tu favor.
¡Él no olvida las promesas que ha hecho!
Entonces oí una gran voz
en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de
nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día
y noche. Y ellos le han
vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de
ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte (Apo 12.10-11).
La Victoria
sobre cualquier angustia, problema o enfermedad la obtienes mediante la
redención que obtuviste por la muerte y resurrección de Jesucristo; esto es, la
Victoria la obtienes mediante tu Identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo y declarando la Palabra de Dios sobre tus circunstancias.
Ahora bien, para conseguir la
Victoria necesitas FE, necesitas creerle a Dios, creyendo Su Palabra, y para
esto la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te enseña que debes
transformarte por medio de la renovación de tu entendimiento y así poder comprobar que la voluntad de Dios para tu
vida es buena, agradable y perfecta.
No se amolden al mundo actual,
sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta (Ro
12.2 NVI).
No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que Dios cambie su
vida con una nueva manera de pensar. Así podrán saber lo que Dios quiere para
ustedes y también lo que es bueno, perfecto y agradable a él (Ro
12.2 PDT).
No os amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes
bien, procurad que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra
personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es
la voluntad de Dios (Ro 12.2 CST).
¿Cómo se hace esto? ¿Cómo
puedes ser transformado mediante la renovación de tu entendimiento? Renovando
tu mente para que esta opere la transformación de tu personalidad. Permite que
Dios cambie tu forma y estilo de vida con una Nueva manera de pensar.
La única manera de cambiar tu
forma de pensar es pensando de una manera distinta. Toda tu vida fuiste
enseñado(a) y entrenado(a) a pensar como el mundo piensa, pero ahora tú ya no
eres de este mundo y ya no eres el (la) mismo(a) que antes eras.
Por tanto, mediante el bautismo
fuimos sepultados con él en su muerte, a
fin de que, así como Cristo resucitó por
el poder* del Padre, también nosotros
llevemos una vida nueva. En efecto, si
hemos estado unidos con él en su muerte,
sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que
lo que antes éramos* fue crucificado con él para que nuestro cuerpo pecaminoso
perdiera su poder, de modo que ya no
siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del
pecado (Ro 6.4-7 NVI).
¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios
NACIDO(A) DE NUEVO!
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
En ti se ha operado un nuevo
nacimiento que, por su naturaleza divina, no es producto de una semilla
corruptible, sino que este Nuevo Nacimiento es obra de la semilla incorruptible
que es la Eterna e Infalible Palabra de Dios.
Esto te permite saber, y
creer, que estás más que listo para cambiar tu forma de actuar y responder ante
las circunstancias, pues el(a) hombre (mujer) viejo(a) enojón(a), criticón(a),
amargado(a), resentido(a), miedoso(a), fracasado(a), pecador(a), etc., que tú
antes eras, ¡ya no existe más!
¡Dios lo dice así!
Cambia tu forma de pensar
acerca de ti mismo(a). Deja de mirarte como antes te veías y comienza a mirarte
como Dios te mira. Mírate cada día a través de la Sangre Poderosa de Cristo
Jesús, el cuál te amó y se entregó a sí mismo por ti. Mírate en el espejo de la
Verdad que es la Biblia, la Palabra de Dios.
Sólo con la mente renovada por
la Palabra de Dios puedes cambiar tu forma de ser y de actuar.
Con tu mente renovada puedes
comprender cabalmente y sobre todo creer que si Dios bendijo al pueblo de
Israel con abundante prosperidad y salud porque se acordó de Su Palabra, cuánto
más será la bendición que está sobre de ti que has recibido a Su Hijo
Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida.
Tú no eres pueblo escogido, eres
mucho más que eso, ¡eres un(a) Hija(o) Amado(a)!
En cuanto a la pasada
manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los
deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Este es el Evangelio, estas
son las Buenas Nuevas. Por la Sangre de Jesús, por Su muerte y resurrección, tú
ya has sido renovado(a), regenerado(a) y ya no eres más, la misma persona. ¡Has
sido recreado(a) según Dios, en justicia y santidad de la Verdad!
Recuerda que ahora Jesús es el
mediador de un mejor pacto establecido sobre mejores promesas.
Te preguntarás si lo que digo
es que somos más bendecidos que el pueblo de Israel. ¡Claro que sí! La
Escritura dice que,
Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con
gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro
de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
¿cómo no será más bien con gloria
el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más
abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun
lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la
gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más
glorioso será lo que permanece (2 Co 3.7-11).
Renovar tu entendimiento
significa cambiar tu forma de pensar. Significa dejar de pensar que Dios es un
juez tirano que utilizará las circunstancias de tu vida para darte una buena
lección y, en lugar de eso, comenzar a creer lo que dice la Biblia; creer que
Él es bueno, que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que
perderte a ti. Que gracias a Jesús ahora ya no eres siervo(a) sino Hijo(a).
¡Hijo(a) del único Dios vivo y verdadero!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Hay mucha diferencia entre ser el pueblo escogido a ser un(a) Hijo(a)
amado(a) de Dios.
Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta
llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de
verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce
a Dios (1 Jn 3.1 PDT).
Renovar tu
entendimiento significa hacer de la Biblia la norma máxima de tu existencia. Significa
que realmente crees que la Biblia es la Palabra de Dios y, por eso, la lees y
la meditas a cada momento, pues Lámpara
es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal
119.105)
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien, significa, ni antes,
ni después, ni de ningún otra forma.
Sólo la
Palabra de Dios tiene el poder suficiente para cambiar tu forma de pensar,
haciendo de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sólo la Palabra de
Dios tiene el poder para llevarte a la realización de una Vida próspera, plena
y abundante.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la
palabra del testimonio de ellos (Apo 12.11a).
Satanás es
un mentiroso; es homicida y padre de mentira desde el principio y lo único que
pretende es llenar TUS PENSAMIENTOS con culpabilidad y condenación; porque sabe
que si puede afectar tu forma de pensar afectará tu forma de hablar y de vivir,
PERO recuerda, tú ya le has vencido con la Sangre de Jesús y con la Palabra de tu
Dios y Padre.
Así que, alégrense
la tierra y los cielos y todo lo que hay debajo de ellos, pues, ¡No hay forma
que puedas perder! ¡Eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Exactamente
como lo dice la Biblia. ¡Aleluya!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es poder acercarme a Ti, en este día, con plena certeza de fe. Sabiendo
que soy nueva criatura, un(a) Hijo(a) Tuyo(a), que puedo renovar mi mente con
Tu Palabra y cambiar mi forma de ser y comportarme. Convencido(a) estoy de Tu
gran Amor con que me has amado. Por eso puedo declarar, con toda seguridad, que
mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que cualquier
enfermedad, problema o situación adversa. Porque lo dices en Tu Palabra, ahora
sé que en todas las cosas soy más que vencedor(a), por medio de Tu Amor, pues
TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Señor Jesús, Tú eres mi
Pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me harás descansar;
Junto a aguas de reposo me pastorearás. Confortas mi alma, Señor; guíame por
sendas de justicia por amor de Tu nombre. Yo sé que aunque ande en valle de
sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; Tu vara y tu
cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis
angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en el lugar
Santísimo, el lugar de tu Presencia, Señor Jesús, moraré por largos días. ¡Porque
Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi viejo(a) yo, murió contigo! ¡Porque Tú
vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna que Tú tienes, es la misma que
adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la muerte! ¡La muerte ya no se
enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Ahora puedo, con toda certeza
declarar que, ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo
en Cristo! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios! En el nombre
de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre
12 Apo 12
/ Est 2 / Sal 105.26-45
Apocalipsis
La mujer y el dragón
12
1Apareció en el
cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus
pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.a 2Y
estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del
alumbramiento.b 3También apareció otra señal en
el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez
cuernos,c
y en sus cabezas siete diademas; 4y su cola arrastraba la tercera
parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra.d
Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de
devorar a su hijo tan pronto como naciese. 5Y ella dio a luz un
hijo varón,e que regirá con vara de hierro a todas las
naciones;f
y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. 6Y la mujer
huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la
sustenten por mil doscientos sesenta días.
7Después hubo una
gran batalla en el cielo: Miguelg y sus ángeles luchaban contra
el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 8pero no
prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 9Y fue
lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua,h que se
llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la
tierra,i
y sus ángeles fueron arrojados con él. 10Entonces oí una gran voz
en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de
nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos,j el que los acusaba delante
de nuestro Dios día y noche. 11Y ellos le han vencido por medio de
la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron
sus vidas hasta la muerte. 12Por lo cual alegraos, cielos, y los
que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el
diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
13Y cuando vio el
dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado
a luz al hijo varón. 14Y se le dieron a la mujer las dos alas de
la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.k
15Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río,
para que fuese arrastrada por el río. 16Pero la tierra ayudó a la
mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado
de su boca. 17Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer;
y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.[1]
Ester
Ester es proclamada reina
2
1Pasadas estas
cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella
había hecho, y de la sentencia contra ella. 2Y dijeron los criados
del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer;
3y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que lleven
a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa
de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y
que les den sus atavíos; 4y la doncella que agrade a los ojos del
rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo hizo así.
5Había en Susa
residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de
Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; 6el cual había sido
transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey
de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia.a
7Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era
huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y
su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya.
8Sucedió, pues,
que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a
muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue
llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. 9Y
la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo
darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas
especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la
casa de las mujeres. 10Ester no declaró cuál era su pueblo ni su
parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase. 11Y
cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, para
saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban.
12Y cuando
llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después
de haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se
cumplía el tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis
meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres, 13entonces la
doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir
ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. 14Ella
venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las
mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía
más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por nombre.
15Cuando le llegó
a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el
tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del
rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían.
16Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes
décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. 17Y
el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y
benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona
real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti. 18Hizo luego
el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester;
y disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la
generosidad real.
Mardoqueo denuncia una conspiración contra el rey
19Cuando las
vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del
rey. 20Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había
declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo,
como cuando él la educaba. 21En aquellos días, estando Mardoqueo
sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey,
de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero. 22Cuando
Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey
en nombre de Mardoqueo. 23Se hizo investigación del asunto, y fue
hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron colgados en una horca. Y fue
escrito el caso en el libro de las crónicas del rey.[2]
SALMO 105.1-25
Maravillas de Jehová a favor
de Israel
(1 Cr. 16.7–22)
26 Envió a su siervo Moisés,
Y a Aarón,
al cual escogió.m
27 Puso en
ellos las palabras de sus señales,
Y sus
prodigios en la tierra de Cam.
28 Envió
tinieblas que lo oscurecieron todo;n
No fueron
rebeldes a su palabra.
29 Volvió sus
aguas en sangre,
Y mató sus
peces.o
30 Su tierra
produjo ranas
Hasta en las
cámaras de sus reyes.p
31 Habló, y
vinieron enjambres de moscas,q
Y piojosr
en todos sus términos.
32 Les dio
granizo por lluvia,
Y llamas de
fuego en su tierra.
33 Destrozó
sus viñas y sus higueras,
Y quebró los
árboles de su territorio.s
34 Habló, y
vinieron langostas,
Y pulgón sin
número;
35 Y comieron
toda la hierba de su país,
Y devoraron
el fruto de su tierra.t
36 Hirió de
muerte a todos los primogénitos en su tierra,
Las primicias de toda su
fuerza.u
37 Los sacó
con plata y oro;
Y no hubo en
sus tribus enfermo.
38 Egipto se
alegró de que salieran,
Porque su
terror había caído sobre ellos.v
39 Extendió
una nube por cubierta,
Y fuego para
alumbrar la noche.w
40 Pidieron, e
hizo venir codornices;
Y los sació
de pan del cielo.x
41 Abrió la
peña, y fluyeron aguas;
Corrieron
por los sequedales como un río.y
42 Porque se
acordó de su santa palabra
Dada a Abraham su siervo.
43 Sacó a su
pueblo con gozo;
Con júbilo a
sus escogidos.
44 Les dio las
tierras de las naciones,z
Y las
labores de los pueblos heredaron;
45 Para que
guardasen sus estatutos,
Y cumpliesen
sus leyes.
Aleluya.[3]
a a 12.1: Gn. 37.9.
b b 12.2: Mi. 4.10.
c c 12.3: Dn. 7.7.
d d 12.4: Dn. 8.10.
e e 12.5: Is. 66.7.
f f 12.5: Sal. 2.9.
g g 12.7: Dn. 10.13, 21; 12.1; Jud. 9.
h h 12.9: Gn. 3.1.
i i 12.9: Lc. 10.18.
j
j 12.10: Job 1.9–11; Zac. 3.1.
k k 12.14: Dn. 7.25; 12.7.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap
11.19-12.17
a a 2.6: 2 R. 24.10–16; 2 Cr. 36.10.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Est
1.22-2.23
m m 105.26: Ex. 3.1—4.17.
n n 105.28: Ex. 10.21–23.
o o 105.29: Ex. 7.17–21.
p p 105.30: Ex. 8.1–6.
q q 105.31: Ex. 8.20–24.
r r 105.31: Ex. 8.16–17.
s s 105.32–33: Ex. 9.22–25.
t t 105.34–35: Ex. 10.12–15.
u u 105.36: Ex. 12.29.
v v 105.37–38: Ex. 12.33–36.
w w 105.39: Ex. 13.21–22.
x x 105.40: Ex. 16.2–15.
y y 105.41: Ex. 17.1–7; Nm. 20.2–13.
z z 105.44: Jos. 11.16–23.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
105.26-45
RV60
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