sábado, 10 de octubre de 2020

¡Cómo disfrutar la Vida!

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10 de Octubre

¡Cómo disfrutar la Vida!

 

¡La dulzura de vivir!

Por Riqui Ricón*

A Jehová cantaré en mi vida; A mi Dios cantaré salmos mientras viva. Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová (Sal 104.33-34).

Mientras más estudies y medites la Palabra de Dios cada día, Su dulzura llenará tu vida más y más, y el canto y el regocijo comenzarán a fluir de tu interior de una forma natural, pues te darás cuenta que el plan de Dios para tu vida, no sólo es un buen plan, sino que es el mejor de todos los planes.

Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra (Sal 104. 30).

El Plan de Dios para tu Vida va mucho más allá del mero perdón de tus pecados ya que trasciende la muerte de Jesucristo en la cruz y apunta hacia Su resurrección. Es Su Victoria sobre el pecado y la muerte la que te otorga el derecho a ser llamado(a) Hijo(a) de Dios.

Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce a Dios (1 Jn 3.1 PDT).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, es la luz que guía el camino de todo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y es también el manantial, la fuente que salta para Vida Eterna, del cual surge la certeza del amor de Dios para contigo.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).

Es por todo esto que la FE viene por el oír la Palabra de Dios.

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (He 4.12).

En el sistema de este mundo, todas las personas buscan razones para enfrentar la vida con optimismo. Ante los retos que la vida les plantea, ellos buscan en las cosas bellas que les rodean la motivación para seguir adelante, como la risa de los niños, el trinar de los pájaros, el viento sobre las copas de los árboles, la cálida luz del sol al amanecer, etc. Es como si se necesitara un pretexto para estar contento o al menos cobrar ánimo para encarar los problemas.

¡Qué diferente es la situación de los que están en Cristo!

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Ahora, en Cristo Jesús, tú has sido creado(a) de Nuevo por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios. Él habló Su Palabra y tú puedes confiar en que será hecho todo lo que Él ha dicho. Y, sin importar que tipo de problemas, enfermedades o aflicciones estés enfrentando el día de hoy, ten por cierto que saldrás más que vencedor(a) de todos ellos por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Fil 4.4).

Esto es razón más que suficiente para que estés dichoso(a) y cantando: A Jehová cantaré en mi vida; A mi Dios cantaré salmos mientras viva. Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová.

Y esto, ¡en medio de tus problemas!

¡Dios jamás ha faltado a Su Palabra! Y tú, mi amado(a), lo creas o no lo creas, eres el especial objeto de Su Amor. Así está escrito.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Ahora tú estás en Cristo, le perteneces en amor y, Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación (2 Cor 5.17 CST).

¡Escrito está!

Tu vieja naturaleza tan ligada al miedo, a la duda y al fracaso ya no existe más. ¡La Biblia lo dice así! No necesitas buscar más pretextos para sobrellevar las vicisitudes de la vida, ahora tú estás sobre todas de ellas.

Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos (1 Jn 3.1a PDT).

Ahora eres tan completamente diferente a la persona que antes eras que Dios, en persona, te llama Hijo(a). Tú eres ese(a) de quien la Escritura se refiere al decir,

»El Señor te permitirá derrotar a todos tus enemigos cuando te ataquen. Ellos irán contra ti en una dirección, pero huirán de ti en siete direcciones diferentes. »El Señor te bendecirá con graneros llenos y bendecirá todo lo que hagas. Te bendecirá en la tierra que el Señor tu Dios te da. Si obedeces los mandamientos del Señor tu Dios y si vives como él quiere que vivas, él te convertirá en su pueblo santo, como te lo prometió. Entonces todas las naciones de la tierra verán que tú eres el pueblo del Señor y que él es tu protector, y te tendrán miedo. »El Señor te hará extremadamente próspero y te dará muchos hijos, tus animales tendrán muchas crías y tú tendrás muchas cosechas en la tierra que el Señor les prometió a tus antepasados que te daría. El Señor te abrirá sus riquezas y el cielo para enviarle lluvia a tu tierra en el momento preciso, y bendecirá todo lo que hagas. Tendrás dinero para prestarles a muchas naciones pero tú no pedirás prestado. El Señor te hará ir a la cabeza, no al final; siempre estarás en la cima y no en el fondo. Esto sucederá si tú escuchas los mandamientos que el Señor tu Dios te manda hoy y los obedeces cuidadosamente (Deu 28.7-13 PDT).

Si acaso estás pensando que tú no has podido guardar, ni obedecer, la Palabra de Dios, te animo a que recapacites, ¡tú ya no eres la misma persona que eras antes! Ahora, por la Sangre, muerte y resurrección de Jesucristo, tú eres, exactamente, ni más, ni menos, la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: ¡Un(a) Hijo(a) Amado(a)! ¡Nacido(a) de Nuevo! ¡Una Nueva creación!

Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.

Si puedes creer, ¡al que cree TODO le es posible!

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Así que, decídete a vivir como un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A) DE NUEVO y pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón, y prepárate a gozar y cantar con tu Señor y Salvador Cristo Jesús, pues aunque tendrás aflicciones, puedes confiar en que Dios tiene Palabra de Honor: de todos tus problemas, enfermedades y aflicciones saldrás más que vencedor(a).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ahora sé que soy libre para Alabarte y gozarme en Tu Presencia, pues Aquel que fue engendrado por Dios, Cristo Jesús, me guarda y el maligno no me toca. Gracias por amarme tanto que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, tu dijiste que el ladrón no viene sino a hurtar, matar y destruir pero que Tú viniste a mí para darme vida y vida abundante. ¡Lo creo y lo recibo! Por eso declaro que la vida plena y abundante que compraste para mí al morir en la cruz y resucitar al tercer día, es mía y está en mí. Soy una Nueva Criatura. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, de acuerdo a la Biblia, que es Tu Palabra y no miente, he sido creado(a) de Nuevo por el Espíritu Santo no de una semilla corruptible (como era yo antes) sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, Señor. Espíritu Santo, gracias por lo que has hecho y estás haciendo en mí. Te amo con todo mi corazón. Padre, me has hecho dichoso(a), mil veces feliz. ¡Tengo la vida resuelta! Yo en Ti confío. Por lo tanto, creo y declaro que estoy predestinado(a) por la poderosísima Palabra de Dios para ser próspero(a), sano(a) y saludable, ser cabeza y no cola, estar arriba y no más abajo, para vivir en esta vida como un(a) Hijo(a) del Rey. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 10                           Apo 10 /  Neh 13/ Sal 104.24-35


Apocalipsis

El ángel con el librito

10

1Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. 2Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. 4Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. 5Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, 6y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, 7sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.a

8La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. 9Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. 10Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.b 11Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.[1]

 

Nehemías

Reformas de Nehemías

13

1Aquel día se leyó en el libro de Moisés, oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios, 2por cuanto no salieron a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que dieron dinero a Balaam para que los maldijera;a mas nuestro Dios volvió la maldición en bendición.b 3Cuando oyeron, pues, la ley, separaron de Israel a todos los mezclados con extranjeros.

4Y antes de esto el sacerdote Eliasib, siendo jefe de la cámara de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías, 5y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y del aceite, que estaba mandado dar a los levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes. 6Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia fui al rey; y al cabo de algunos días pedí permiso al rey 7para volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que había hecho Eliasib por consideración a Tobías, haciendo para él una cámara en los atrios de la casa de Dios. 8Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara, 9y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso.

10Encontré asimismo que las porciones para los levitasc no les habían sido dadas, y que los levitas y cantores que hacían el servicio habían huido cada uno a su heredad. 11Entonces reprendí a los oficiales, y dije: ¿Por qué está la casa de Dios abandonada? Y los reuní y los puse en sus puestos. 12Y todo Judá trajo el diezmo del grano, del vino y del aceite, a los almacenes.d 13Y puse por mayordomos de ellos al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías; y al servicio de ellos a Hanán hijo de Zacur, hijo de Matanías; porque eran tenidos por fieles, y ellos tenían que repartir a sus hermanos. 14Acuérdate de mí, oh Dios, en orden a esto, y no borres mis misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio.

15En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de reposo,* y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, y que traían a Jerusalén en día de reposo;e* y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones. 16También había en la ciudad tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en día de reposo* a los hijos de Judá en Jerusalén. 17Y reprendí a los señores de Judá y les dije: ¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis, profanando así el día de reposo?* 18¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día de reposo?* 19Sucedió, pues, que cuando iba oscureciendo a las puertas de Jerusalén antes del día de reposo,* dije que se cerrasen las puertas, y ordené que no las abriesen hasta después del día de reposo;* y puse a las puertas algunos de mis criados, para que en día de reposo* no introdujeran carga. 20Y se quedaron fuera de Jerusalén una y dos veces los negociantes y los que vendían toda especie de mercancía. 21Y les amonesté y les dije: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde entonces no vinieron en día de reposo.* 22Y dije a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar las puertas, para santificar el día del reposo.* También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia.

23Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; 24y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo. 25Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos.f 26¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios,g y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras.h 27¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este mal tan grande de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras? 28Y uno de los hijos de Joiada hijo del sumo sacerdote Eliasib era yerno de Sanbalati horonita; por tanto, lo ahuyenté de mí. 29Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas. 30Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio; 31y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de mí, Dios mío, para bien. [2]

 

SALMO 104.24-35

 

     24     ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!

Hiciste todas ellas con sabiduría;

La tierra está llena de tus beneficios.

     25     He allí el grande y anchuroso mar,

En donde se mueven seres innumerables,

Seres pequeños y grandes.

     26     Allí andan las naves;

Allí este leviatánb que hiciste para que jugase en él.

     27     Todos ellos esperan en ti,

Para que les des su comida a su tiempo.

     28     Les das, recogen;

Abres tu mano, se sacian de bien.

     29     Escondes tu rostro, se turban;

Les quitas el hálito, dejan de ser,

Y vuelven al polvo.

     30     Envías tu Espíritu, son creados,

Y renuevas la faz de la tierra.

     31     Sea la gloria de Jehová para siempre;

Alégrese Jehová en sus obras.

     32     El mira a la tierra, y ella tiembla;

Toca los montes, y humean.

     33     A Jehová cantaré en mi vida;

A mi Dios cantaré salmos mientras viva.

     34     Dulce será mi meditación en él;

Yo me regocijaré en Jehová.

     35     Sean consumidos de la tierra los pecadores,

Y los impíos dejen de ser.

Bendice, alma mía, a Jehová.

Aleluya.[3]

 



a a 10.5–7: Dn. 12.7.

b b 10.8–10: Ez. 2.8—3.3.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 9.21-10.11

a a 13.2: Nm. 22.1–6.

b b 13.1–2: Dt. 23.3–5.

c c 13.10: Dt. 12.19.

d d 13.12: Mal. 3.10.

e e 13.15: Ex. 20.8–10; Dt. 5.12–14; Jer. 17.21–22.

f f 13.23–25: Ex. 34.11–16; Dt. 7.1–5.

g g 13.26: 2 S. 12.24–25.

h h 13.26: 1 R. 11.1–8.

i i 13.28: Neh. 4.1.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Neh 12.47-13.31

b b 104.26: Job 41.1; Sal. 74.14; Is. 27.1.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 104.24-35







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