10 de ABRIL
¡Cómo vivir Pentecostés!
¡Aceptando y recibiendo
lo que Jesús ya hizo por ti!
Por Riqui Ricón*
Y de repente vino del cielo un
estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos
del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les daba que hablasen (Hch 2.2-4).
Este día la Palabra de
Dios nos relata uno de los eventos más hermosos y asombrosos en la historia de
la humanidad: la llegada del Espíritu Santo de Dios para vivir en y con el
corazón de los hombres.
El Espíritu Santo es
Dios y tú eres tan importante para Él, que Él mismo se constituyó como garantía
del Nuevo Pacto, y éste Nuevo Pacto fue prometido por Dios para restaurar la
comunión contigo.
En él también vosotros, habiendo
oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído
en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que
es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,
para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Dado que el
Antiguo Pacto fue invalidado por los continuos fracasos ante el pecado y la
incredulidad haciéndolo imposible de cumplir, entonces Dios propuso un Nuevo
Pacto donde (sólo por Amor a ti), Él se haría cargo de todo.
He aquí que vienen días, dice
Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su
mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,
aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer
31.31-34).
El Nuevo Pacto en la
Sangre de Jesús implica que Dios pondrá Su Palabra en tu mente y la escribirá
en tu corazón para que tengas un conocimiento y tal relación de intimidad con
Él que el pecado nunca más se volverá a interponer entre ustedes dos.
¡Bajo el Nuevo Pacto
nunca más volverás a desconfiar de la Palabra de Dios!
Pero, ¿cómo planeó Dios
conseguir semejante propósito?
Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros
mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
El Plan de
Redención para tu Vida es un Plan totalmente sobrenatural. Para poder llevarlo
a cabo, Dios cambiará tu corazón corrompido y malvado por uno totalmente nuevo
y que ya no se pueda corromper. Te hará nacer de nuevo como un espíritu
renacido; y pondrá dentro de ti al Espíritu Santo.
En el Nuevo
Pacto, Dios te hizo Nacer de Nuevo para que, a semejanza de Jesús, recibas como
herencia la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios y como sello de garantía de
esta tu Nueva Naturaleza divina, te dio el don, el regalo, de Su Espíritu
Santo.
Tú bien sabes que Dios te ama
tanto que prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el
precio de TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Es evidente que por ese Amor que Dios siente por
ti, y mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, ahora mismo Él te puede llamar
Su propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1).
Este asombroso milagro de
regeneración donde, por la muerte y resurrección de Jesucristo, tú pasaste de
muerte a Vida para ser hecho(a) un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo, sólo fue posible mediante la acción poderosa y concertada del Espíritu
Santo y la Palabra de Dios.
Pero cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo (Ti 3.4-5).
siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre (1 P 1.23).
¡Tú, por la fe
[por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], Naciste de Nuevo como Hijo(a) de
Dios!
Todo aquel que cree que Jesús es
el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también
al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).
¡Tú, de la
misma forma que Jesús, fuiste engendrado(a) por el Espíritu Santo y la Palabra
de Dios!
Entonces María dijo al ángel:
¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le
dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo
Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu
parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el
sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay
imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del
Señor; hágase conmigo conforme a tu
palabra (Luc 1.34-38).
Por el Espíritu
Santo y el Amor de Dios, ahora eres un(a) hermano(a) de Jesús.
Porque a los que antes conoció,
también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Por el Espíritu
Santo y el Amor de Dios, ahora eres igual a Jesús.
En esto se ha perfeccionado el
amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como
él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
El Espíritu
Santo no solamente es Dios y la garantía de tu Nueva Naturaleza divina, sino
que además es tu amigo, compañero y maestro en esta asombrosa y maravillosa
aventura que es ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
No en balde la
Escritura dice:
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
A ti sólo te
corresponde creer Su Palabra y aceptar y recibir lo que Jesús ya hizo por ti.
¡Esto es Pentecostés!
Dios, el
Espíritu Santo, ahora vive en ti y contigo. ¡Él es tu mejor amigo! ¡No hay
forma que puedas perder!
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, que asombroso y maravilloso es Tu Amor por mí. Te doy gracias
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Tu
Hijo, Cristo Jesús. ¡Y no cualquier tipo de Vida! Señor Jesús, por Tu muerte y
resurrección, ahora yo tengo todo el derecho a la Vida Eterna de un(a) Hijo(a)
de Dios. ¡Exactamente igual a Ti, mi Señor Jesús! ¡En verdad que esto es
asombroso y maravilloso! Te tengo a Ti, Espíritu Santo, viviendo en mí y
conmigo. ¡Tu Poder, Tu Amor y Tu sabiduría están a mi disposición! ¿Qué, pues,
diré a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Si Tú, Padre, no
vacilaste al entregar a Tu Hijo por mí, ¿cómo no me darás también, junto con
Él, todas las cosas? ¿Quién se atreve a acusarme si soy escogido(a) de Dios?
¡Nadie! Tú mismo, oh Dios, me has perdonado y me has puesto en muy buena estima
entre Tú y yo. ¡Me has hecho Tu Hijo(a)! ¿Quién me condenará entonces? ¿Cristo
Jesús? ¡No! Tú, Señor Jesús, fuiste el que murió por mí y el que volvió a la
vida por mí y estás en el cielo en un sitial de honor junto a Dios Padre
intercediendo por mí. ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? Si me vienen
problemas o calamidades, si me persiguen o matan, ¿es acaso que Tú has dejado
de amarme? Y si tengo hambre o necesidad, o si estoy en peligro, amenazado(a)
de muerte, ¿es acaso que Tú me has abandonado? ¡No! ¡Nada de eso! Las
Escrituras dicen que debo estar dispuesto(a) a morir en cualquier momento por
la causa de Cristo, que soy como oveja de matadero. ¿Quién me
separará del amor de Cristo? ¡Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas
estas cosas soy más que vencedores por medio de aquel que me amó. Por
lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor,
oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. Por todo esto, porque Tú, Espíritu
Santo, estás en mí y conmigo, yo, ______________ (tu nombre aquí), resisto al espíritu de
temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo lo que Tú, mi Señor y
Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad
y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el
espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y
prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has
puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En el nombre de Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
10 Hch 2.
1-13 / Deu 13-14
/ Job 10
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