15 de ABRIL
¿Bendición o Maldición?
¡Eres un(a) Bendito(a) de tu
Padre!
Por Riqui Ricón*
Mas
no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la
maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba (Deu 23. 5).
Todo en el Evangelio, las
Buenas Noticias de Jesucristo, se refiere al Gran Amor que Dios siente por ti.
¡Oh
profundidad de las riquezas de la sabiduría, de la ciencia y del amor de Dios! (Ro 11. 33a).
¡Qué grande es el amor de Dios
y qué maravilloso Su Plan para tu vida! Él no te desea ningún mal. Sus
pensamientos y Su Voluntad para contigo son buenos, agradables y perfectos.
Rom 12:2
NVI No se amolden al mundo actual, sino sean
transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es
la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
El propósito del sacrificio de
Su Hijo Jesucristo, además de que seas justificado(a) y perdonado(a), se cumple
cuando comienzas a vivir en la bendición en lugar de la maldición.
Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero ), para que en Cristo Jesús la
bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu (Gal 3. 13-14).
Pobreza,
enfermedad, pleitos, discusiones, enojos, miedo, temor, tristeza, depresión y
cosas semejantes a estas son producto de una vida de pecado y, por lo tanto, de
vivir bajo la maldición de la ley. Ahora bien, presta mucha atención porque
Jesucristo no sólo pagó el justo precio por tus pecados sino que se hizo así
mismo maldición para que tú y yo fuésemos redimidos (hechos libres) de toda
maldición y pudiéramos, así, vivir ahora bajo la bendición de Abraham.
¿Cuál es la
bendición de Abraham que aquí se refiere? Desde luego que incluye la riqueza
material, física y mental, pero en realidad la bendición de Abraham es algo mucho
más grande e importante que eso:
Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra (Gen 12.3).
Dios le está
diciendo a Abraham, “porque
creíste a Mi Palabra entonces te voy a proteger con Mi Palabra y además, voy a
salvar a todos aquellos que como tú, crean Mi Palabra, los voy a bendecir por
medio de ti, Abraham”.
Así fue con Abraham: «Le creyó
a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia.» Por lo tanto, sepan que los descendientes
de Abraham son aquellos que viven por la fe. En efecto, la Escritura, habiendo
previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el
evangelio a Abraham: «Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones.» Así que los que viven por la fe son
bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe (Gal 3.6-9 NVI).
Los que
viven por la fe quiere decir todos aquellos que viven creyendo que la Biblia en
Verdad es la Palabra de Dios y, por lo tanto, la escuchan, la meditan, la creen
y la ponen en práctica, a
fin de que por la fe [creyéndole
a Dios creyendo Su Palabra] recibiésemos la promesa del
Espíritu.
Así pues, por
medio de la fe, creyéndole a Dios y a lo que dice Su Palabra, puedes recibir al
Espíritu Santo que fue prometido como parte del Nuevo Pacto y quien ES el Único
que te puede hacer un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.
1a).
¡Es Verdad! Ahora eres un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes estar seguro(a) que la Bendición de tu
Padre celestial es el estilo de vida que te corresponde vivir.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos. Sí, amados míos, ahora somos hijos de Dios, y no podemos ni siquiera
imaginarnos lo que vamos a ser después. Pero de algo estamos ciertos: que
cuando Él venga seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como es (1 Jn 3.1-2 BAD).
Es el Amor
que Dios siente por ti lo que lo llevó a diseñar este Plan Perfecto para tu
redención. Porque, no lo dudes ni un momento, Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a
ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Es el Amor
que Dios siente por ti, expresado en el sacrificio de Su Hijo Jesús, lo que te
ha redimido de TODA maldición.
Sin importar
cuál sea tu condición actual, necesitas saber que no hay enfermedad, no hay
aflicción, no existe problema, ni aflicción, que por causa de la maldición del
pecado esté afectando tu espíritu, alma o cuerpo, que la Palabra de Dios no
pueda resolver.
«Porque mis pensamientos no
son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el SEÑOR—. Mis caminos
y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos
sobre la tierra! Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no
vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que
dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale
de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con
mis propósitos. Ustedes saldrán con alegría y serán guiados en paz. A su paso,
las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos
los árboles del bosque. En vez de zarzas, crecerán cipreses; mirtos, en lugar
de ortigas. Esto le dará renombre al SEÑOR; será una señal que durará para
siempre.» (Isa
55.8-13).
Está
determinado por Dios que nunca más la maldición actuará sobre tu Vida sino la Bendición
que Él ha declarado a favor tuyo.
La Biblia es la Palabra de Honor
de Dios, tu Padre, y con ella, Jehová
tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te
amaba.
Con razón el profeta Balaam terminó por declarar,
Dios
no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El
dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de
bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Núm 23.
19-20).
¡Nada ni nadie puede revocar La Bendición sobre tu
Vida! ¡Es Palabra de Dios!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas
gracias por anular TODA palabra de maldición que penda sobre mi Vida. Gracias
por haberme llamado de las tinieblas a Tu luz admirable; a mí que en otro tiempo no era
nada más que una creatura, pero que ahora soy un(a) Hijo(a) Tuyo(a); a mí que
en otro tiempo no había alcanzado misericordia, pero ahora, por Cristo Jesús, he
alcanzado misericordia. Gracias, Padre, porque me has hecho apto(a) para
participar de la herencia de los santos en luz y me has librado de la potestad
de las tinieblas, y trasladado al reino de Tu amado Hijo, en quien tengo
redención por su sangre, el perdón de TODOS mis pecados. ¡Todo por amor a mí! ¡Gracias Jesús por amarme
tanto! ¡Gracias precioso Padre celestial por haberme creado de Nuevo y darme
lugar en Tu familia como Tu Hijo(a)! ¡Gracias porque sé que Tu Voluntad para
conmigo es buena, agradable y perfecta! ¡Soy libre de toda maldición y me
determino a vivir como un(a) bendito(a) del Señor! ¡Lo dice la Biblia, que es
Tu Palabra, Dios, y yo lo creo! ¡Puedo y debo ser feliz! Resisto toda obra de
engaño y mentira con la que Satanás quiera maldecir mi vida. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo! ¡He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible, sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
15 Hch 5.
1-16 / Deu 23-24
/ Job 15
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