sábado, 4 de abril de 2020

¡Cómo poseer lo que Dios te ha entregado, lo que legítimamente es tuyo!














04  de ABRIL



¡Cómo poseer lo que Dios te ha entregado, lo que legítimamente es tuyo!





¡Lo que es tuyo!

Por Riqui Ricón*
Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes (Deu 1.21).
El temor es una fuerza espiritual tan fuerte y poderosa como la fe, pero totalmente opuesta a ésta última. La fe y el temor son como el norte y el sur; ambos se encuentran en el mismo eje y ejercen la misma influencia, sólo que son absolutamente contrarios.
Cuando las personas se acercan a mí porque están desanimadas o abatidas, o cuando yo mismo comienzo a sentir la presión del desánimo o la depresión, siempre pregunto: ¿qué voz estás escuchando? ¿La que te dice, ánimo, entra, ven sube y toma posesión de ella, no temas ni desmayes, todo lo puedes en Cristo, mayor es el que está en ti que el que está en el mundo; o la que te dice: está muy duro, es muy difícil, estás muy enfermo(a), ya no tienes fuerzas, no va a suceder, nunca va a cambiar, no tienes la capacidad, etc.?
La primera voz proviene de tu Padre, es Su Palabra, la Palabra de Dios, y produce FE en tu corazón pues sabes que Dios no miente ni se arrepiente, que TODO lo que Él dijo lo va a hacer, que TODO lo que Él habló lo va a ejecutar. La otra voz, pretende arrinconarte en un hoyo obscuro, paralizándote de miedo y depresión, con el FIRME PROPOSITO de que te apartes de Dios y de Su Palabra, todo para que no creas que eres la persona que Dios dice que eres.
- Pero, pero… Riqui Ricón, es que tú no sabes… mi situación… el problema en que estoy atorado(a)… es pecado…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Corre hacia Dios en lugar de huir de Él! Ya que siete veces cae el justo y siete veces se vuelve a levantar (Pro 24. 16). Y quiero que notes que la Escritura dice “el justo” no el pecador, y tú ya fuiste hecho(a) justo(a) por el precio de la Sangre de Jesús. Es más:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Y no solamente eres justo(a) sino que al confesarle tus pecados, tu Padre te promete el perdón y la limpieza.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros (1 Jn 1. 9-10).
Es por esto que cuando pecas, Satanás utiliza la condenación para alejarte de Dios, mientras lo que debes hacer es correr a sus brazos amorosos.
¡Los pecadores pecan! ¡Eso es lo que saben hacer y además les gusta hacerlo! Sin embargo, esta provisión para el arrepentimiento y perdón de pecados es para los justos, para las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo. Es la Palabra de Dios, la Palabra de tu Padre a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 P 1.19).
- Pero, pero… no me entiendes Riqui Ricón… llevo mucho tiempo luchando con esto… continuamente estoy cayendo… ya son muchas veces que le pido perdón a Dios…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Corre hacia Dios en lugar de huir de Él!
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete (Mat 18. 21-22).
Si Jesús nos pide que perdonemos setenta veces siete ¿acaso crees que Él no está dispuesto a perdonarte más?
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
En Cristo Jesús, en Su sacrificio de Amor, se encuentra ya la provisión para tu victoria, pues así como Él murió en tu lugar, tú moriste al pecado con Jesús; porque así como Jesús venció en tu lugar, también tú tienes la victoria en Él y con Él.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
La ley del pecado y de la muerte ya no está vigente en tu vida; ha sido anulada por una ley superior: La Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Aunque en este viejo sistema del mundo siempre tendrás aflicciones, podrás siempre enfrentarlas con paz en tu corazón, poniendo toda tu confianza en la Palabra de Dios, pues Él ya ha vencido al mundo y por lo tanto, de toda enfermedad, problema o aflicción, tú saldrás más que vencedor por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1a, 4-5).
FE es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Y es precisamente así como obtienes la Victoria.
Así que, no escuches la voz del desánimo y la derrota. Escucha la voz de tu Padre y mientras te levantas setenta veces siete (o las veces que sean necesarias), por estar cayendo en algún pecado oculto, COMIENZA A CREER que ahora eres la persona quién Dios dice que eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, NO DE SIMIENTE CORRUPTIBLE SINO DE UNA SEMILLA INCORRUPTIBLE que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Tarde o temprano, cuando menos te des cuenta, vas a creer que en verdad eres quién tú ya eres en Cristo Jesús y, entonces, el pecado ya nada tendrá en ti. ¡Esta es la Victoria que vence al mundo!
- Pero, pero… Riqui Ricón, a mí el doctor me diagnosticó cáncer… diabetes… SIDA…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Todavía no ha llegado el día, ni llegará, en que Dios falte a Su Palabra!
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias (Mat 8. 16-17).
Dios NO te va a sanar hoy, ni mañana. Él YA te sanó en Cristo Jesús. Lo que tienes que hacer es creerlo, declararlo y recibirlo (sin dudarlo en tu corazón).
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados (1 P 2. 24).
- Pero, pero… Riqui Ricón, me van a despedir… no tengo para comer mucho menos para pagar mis deudas…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Él es fiel! ¡No te ha dejado, ni te dejara!
Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan (Sal 37. 25).
Si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4. 19).
Así que, atiende a la Verdad, que es la Palabra de Dios, y no prestes más atención a las mentiras del diablo. ¡No temas ni desmayes! ¡Sube y toma posesión de lo que es tuyo!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, realmente es asombroso que, a pesar de lo que hice yo con mi vida, Tú me ames tanto que hayas preferido entregar a la muerte a Tu Hijo Jesús para pagar todos mis pecados. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí en la cruz ahora estoy justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y perfeccionado(a). Me has dado la Vida Eterna y ahora soy parte de Tu familia. Señor Jesús, solo con mi amor y gratitud eterna podré pagar lo que hiciste por mí. Estoy decidido(a) a creer y recibir este gran Amor para vivir en Tu Plenitud, de la cual tomamos todos Tus Hijos. No daré lugar al temor ni a la duda y haré de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi existencia. No escucharé las voces de fracaso, derrota y desánimo. Escucharé sólo Tu Palabra. Te escucharé sólo a Ti, mi Dios, Señor y Salvador. Yo soy lo que Tú, Todopoderoso Dios, dices que soy, ni más ni menos. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios! ¡Soy feliz! ¡Gracias Padre! Bendigo Tu Nombre y declaro que lo mejor de mi vida ya comenzó. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 4                                   Mat 26. 30-46 /  Deu 1.2 /  Job 4











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