martes, 28 de abril de 2020

¡Cómo orar de tal forma que obtengas la Victoria!











28  de ABRIL


¡Cómo orar de tal forma que obtengas la Victoria!



¡Atendiendo primero mis pecados ocultos!
Por Riqui Ricón*
Todo mundo, hasta los médicos incrédulos, reconoce que hay un poder muy especial en la oración. Sin embargo, también tenemos la experiencia que, al parecer, no todas las oraciones funcionan. ¿Cómo puedo saber si yo estoy orando correctamente? Veamos.
Mas a los jebuseos que habitaban en Jerusalén,  los hijos de Judá no pudieron arrojarlos;  y ha quedado el jebuseo en Jerusalén con los hijos de Judá hasta hoy (Jos 15.63).
El pueblo de Israel recibió la orden expresa, por parte de Dios, de destruir por completo a los moradores de la tierra prometida y, sin embargo, no pudieron (o no quisieron) hacer lo que se les ordenaba.
Pero no arrojaron al cananeo que habitaba en Gezer;  antes quedó el cananeo en medio de Efraín,  hasta hoy,  y fue tributario (Jos 16:10 RV60).
El no obedecer (creer), esta orden de Dios tuvo consecuencias tan graves que, al final, terminaron derrotados y dispersados.
Mas los hijos de Manasés no pudieron arrojar a los de aquellas ciudades;  y el cananeo persistió en habitar en aquella tierra (Jos 17:12 RV60).
Lo interesante es que Dios no solamente les ordenó destruirlos en su totalidad sino que, además, les advirtió lo que sucedería si no lo hacían.
Guardad,  pues,  con diligencia vuestras almas,  para que améis a Jehová vuestro Dios. Porque si os apartareis,  y os uniereis a lo que resta de estas naciones que han quedado con vosotros,  y si concertareis con ellas matrimonios,  mezclándoos con ellas,  y ellas con vosotros, sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante de vosotros,  sino que os serán por lazo,  por tropiezo,  por azote para vuestros costados y por espinas para vuestros ojos,  hasta que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado (Jos 23:11-13 RV60).
Todo esto es un tipo o imagen de lo que ahora acontece en la vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues yo también tengo la orden de desechar de mi Nueva Vida todo aquello que pertenezca a la vieja naturaleza.
En cuanto a la pasada manera de vivir,  despojaos del viejo hombre,  que está viciado conforme a los deseos engañosos (Efe 4:22 RV60).
El problema de estar mezclado(a) con el mundo es que de alguna forma Satanás me engaña para que le siga dando autoridad en mi vida y así pueda anularme en mi propósito.
Así que,  hermanos,  deudores somos,  no a la carne,  para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne,  moriréis;  mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,  viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,  sino que habéis recibido el espíritu de adopción,  por el cual clamamos: ¡Abba,  Padre! (Rom 8:12-15 RV60).
 Así como el pueblo de Israel perdió el rumbo y su identidad de pueblo escogido por tolerar las formas y maneras de sus enemigos, viviendo entre ellos; de la misma forma, el tolerar el pecado en mi vida sin combatirlo activamente, permitiéndome a mí mismo hacer ciertas cosas o tener ciertas actitudes que sé que son contrarias a la Palabra de Dios, me roba mi identidad, me anula en mi propósito y entonces, mis oraciones pierden eficacia.
No os engañéis;  Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare,  eso también segará. Porque el que siembra para su carne,  de la carne segará corrupción;  mas el que siembra para el Espíritu,  del Espíritu segará vida eterna (Gál 6:7-8 RV60).
Así que, puedo ver que si no arreglo el asunto de mis pecados ocultos (los que sólo Dios y yo conocemos), le estoy dando lugar a la vieja naturaleza en vez de manifestarme como el(la) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios que ahora, gracias a Cristo Jesús, yo soy.
Pero, mientras Pedro estaba en la cárcel, la iglesia oraba fervientemente por él… Finalmente Pedro volvió en sí. «¡De veras es cierto! —dijo —. ¡El Señor envió a su ángel y me salvó de Herodes y de lo que los líderes judíos* tenían pensado hacerme!». Cuando se dio cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos, donde muchos se habían reunido para orar. Tocó a la puerta de entrada, y una sirvienta llamada Rode fue a abrir. Cuando ella reconoció la voz de Pedro, se alegró tanto que, en lugar de abrir la puerta, corrió hacia adentro y les dijo a todos: —¡Pedro está a la puerta! —¡Estás loca! —le dijeron. Como ella insistía, llegaron a la conclusión: «Debe ser su ángel» (Hch 12:5, 11-15 NTV).
¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿Por qué si estaban orando, entonces no creyeron la respuesta de Dios? Porque estaban orando en angustia y por necesidad, y no con la certeza absoluta de que Dios estaba en control y al cuidado de Su Iglesia.
»Pero ¿sabe la gente dónde encontrar sabiduría? ¿Dónde puede hallar entendimiento? Nadie sabe dónde encontrar sabiduría porque no se halla entre los vivos. “Aquí no está”, dice el océano; “Aquí tampoco”, dice el mar. No se puede comprar con oro; no se puede adquirir con plata. Vale más que todo el oro de Ofir, mucho más que el precioso ónice o el lapislázuli. La sabiduría es más valiosa que el oro y el cristal; no se puede comprar con joyas engastadas en oro fino. El coral y el jaspe no sirven para adquirirla. La sabiduría vale mucho más que los rubíes. No se puede canjear por el precioso peridoto de Etiopía.* Es más valiosa que el oro más puro. »Pero ¿sabe la gente dónde encontrar sabiduría? ¿Dónde puede hallar entendimiento? (Job 28:12-20 NTV).
La sabiduría que necesito para resolver esto y llegar a ser muy efectivo en la oración, solamente la puedo encontrar en La Biblia, pues esta es La Palabra de Dios. La certeza absoluta y la convicción que necesito para salir más que vencedor de todo problema, aflicción o enfermedad, sólo las puedo adquirir mediante la lectura y meditación de La Biblia, que es, sin lugar a dudas, La Palabra de Dios.
Y esta es la confianza que tenemos en él,  que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,  él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,  sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1Jn 5:14-15 RV60).
La manera más efectiva de orar es hacerlo conforme a la voluntad de Dios y para lograr esto, sólo es posible poniendo la Palabra de Dios en mi mente, boca y corazón. No existe forma más exitosa para orar que hacerlo con las Palabras que salieron de la Boca de Dios, esto es, La Biblia.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley,  sino que de día y de noche meditarás en él,  para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;  porque entonces harás prosperar tu camino,  y todo te saldrá bien (Jos 1:8 RV60).
Ahora bien, tengo que poner mucha atención a esto, no se trata  de rezar o leer en voz alta algunos versículos de la Biblia para luego volver a adoptar una posición de víctima ante el problema, aflicción o circunstancia que esté enfrentando, pues la oración afligida o temerosa no da ningún fruto ya que no tiene el ingrediente principal de la oración efectiva: La FE.
Pero pida con fe,  no dudando nada;  porque el que duda es semejante a la onda del mar,  que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense,  pues,  quien tal haga,  que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Stg 1:6-8 RV60).
Dado que tener la certeza de lo que espero y estar convencido de lo que aún no veo significa, creerle a Dios creyendo Su Palabra, entonces, aquí tengo que, de nuevo, el secreto de la oración efectiva se encuentra en el mantener una comunión constante con Dios, mi Padre, por medio de Su Palabra.
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra (Sal 119:9 RV60).
Además, por si fuera poco, la principal virtud de hacer de La Palabra de Dios la norma máxima de mi vida, es que me ayuda a vencer esas zorras pequeñas que echan a perder mi viña y que por tanto tiempo he tolerado, permitiéndoles afectar mi vida de oración: mis pecados ocultos.
En cuanto a la pasada manera de vivir,  despojaos del viejo hombre,  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre,  creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4:22-24 RV60)
Sólo La Palabra de Dios tiene el poder, la virtud, de renovar el espíritu de mi mente PARA QUE ASÍ, con la mente renovada, pueda yo vestirme del hombre(mujer) nuevo(a) que ahora soy: creado(a) de nuevo en justicia y santidad de la Verdad.
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, antes que nada, quiero comenzar confesando que tengo pecados ocultos y que efectivamente he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión. Tú y yo sabemos de qué trata el asunto. A Ti no te voy a engañar, ni quiero hacerlo, por eso, conforme a Tu Palabra, hoy confieso delante de Ti mis pecados, pues Fiel y Justo eres Tú, mi Dios y Padre, para perdonarme y limpiarme de toda iniquidad. Así que, recibo mi perdón y me levanto como Tu Hijo(a) Amado(a) para cumplir mi propósito en este mundo y pelear la buena batalla de la FE contra Satanás y sus mentiras. En esta hora yo declaro que yo, Riqui Ricón _________ (tu nombre aquí) soy Tuyo y Contigo, mi Señor Jesús, he vencido al pecado, el(la) viejo(a) hombre(mujer) no existe más, pues quedó clavado(a) en la cruz, y mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que está en el mundo y, por eso, ya he vencido. Resisto y echo fuera de mi vida y corazón al espíritu de duda y de temor. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a hacer de Tu Palabra, La Biblia, la norma máxima de mi existencia, pues así, nada ni nadie me pueden hacer frente en todos los días de mi vida pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Ti, Jesús, mi Rey, Señor y Salvador que me amas. ¡No dudo de lo que dice la Palabra de Dios! ¡Yo soy quién dice la Biblia que soy! Un(a) legítimo(a) y amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Estoy  bendecido(a) por Tu Palabra, Señor Jesús. Así que, nunca confesaré palabras de fracaso, ni de derrota, ni de enfermedad, ni de desánimo pues todo lo puedo en Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 28                                 Hch 12.  /  Jos 15-17  /  Job 28












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