¿Qué está dispuesto Dios a hacer por ti hoy?
¡Muchísimo más!
Por Riqui Ricón*
Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que
dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron
oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido (Dan 10.12).
La
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, nos afirma categóricamente que
Dios es Amor. Mas no se trata de un Amor generalizado y amorfo como sacado de
un poema romántico, sino de un Amor real y personal que comienza a ser palpable
cuando comprendes que los planes y la Voluntad de Dios para contigo son buenos,
agradables y perfectos.
Pues yo sé los planes que tengo para ustedes
—dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un
futuro y una esperanza (Jer
29.11 NTV).
Así que,
cualquiera que sea el problema, enfermedad o circunstancia que el día de hoy
estés enfrentando, tu Padre celestial te pide que no temas; que cambies ese
temor en confianza, que tengas la seguridad que Él está muy pendiente de ti
para escucharte y para responderte.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él
(Jn
3.16-17).
Lo único
que tienes que hacer es cambiar el temor por fe. Esto lo consigues creyéndole a
Dios al creer Su Palabra; lo consigues al creer que Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo para que pagara el precio de todos tus
pecados y así no perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que
permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de
veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no
comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1
BAD).
Cambias
el temor, la ansiedad y la duda por fe cuando crees que en Verdad la Biblia ES
la Palabra de Dios, y por lo tanto, ahora, por medio de Jesús, Dios te ha
declarado Su Hijo(a) amado(a), y esto es lo que en Verdad eres tú: un(a)
auténtico(a) y legítimo(a) amado(a) Hijo(a) de Dios.
El que no escatimó ni a
su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? (Ro 8.32).
Dios te
garantiza en Su Palabra que si Él no escatimo a Su propio Hijo, sino que lo
entregó por Amor a ti, entonces puedes tener la certeza, la seguridad, de que Él
te escucha y está dispuesto a responderte. Así que, ánimo, no temas, tienes en
la Palabra de Honor de Tu Padre celestial, la certeza de Su respuesta favorable
para ti. ¡Persiste en la oración de fe [creyéndole a Dios, creyendo Su
Palabra]! ¡No hay forma que puedas perder!
Y esta es la confianza que
tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en
cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos
hecho (1 Jn 5.14-15).
Entonces puedes orar y platicar
con tu Padre celestial con toda la certeza y seguridad. Y si acaso llegas a
preguntarte cómo saber la voluntad de Dios, recuerda que Él te ama y que de
acuerdo a la Biblia, que es Su Palabra de Honor, Su voluntad para contigo es
buena, agradable y perfecta (Ro 12.2).
Y salió Jesús y vio una gran
multitud, y tuvo compasión de ellos,
porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas
cosas... Entonces tomó los cinco panes y los dos
peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus
discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. Y
comieron todos, y se saciaron... Y
dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a
los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde
de su manto; y todos los que le
tocaban quedaban sanos (Mar 9.34, 41-42, 56).
Jesús viene
hoy a tu Vida con compasión y Amor para saciarte y rescatarte con Su poder.
Recuerda que, conforme a la
Palabra de Dios en Juan 3.17, Jesús no vino a tu vida a recordarte lo malo(a),
fracasado(a), pecador(a), y miserable que eres, sino todo lo contrario, Él ha
venido a ti con todo Su Amor y misericordia para salvarte y transformarte
totalmente, dotándote de una Nueva Vida, una Vida Plena, Abundante y Victoriosa,
la cual, ahora, por derecho te pertenece, pues Él la compró para ti con Su
Sangre y con Su Muerte y con Su Resurrección.
Y si la hierba del campo que
hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat 6.30-33).
¡No temas
por tu futuro!
Dios quiere que estés muy
consciente de que si Él tiene cuidado de las aves y de la hierba del campo y
que además hace mucho más por los hombres y mujeres de poca fe, cuánto muchísimo más hará por ti, que eres Su Hijo(a)
amado(a), Nacido(a) de Nuevo, un espíritu regenerado por Su Palabra, y que le
amas, y le crees y que, como si fuera poco, además tienes al Espíritu Santo en
ti y contigo.
¡Oh mi amado(a)! Estar consciente
de esto te debe maravillar y alegrar mucho, ¿o no es así? ¡Claro! Es Palabra de
Dios.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre [la
mujer] que en ti
confía. (Sal 84.12).
Así que, no temas, cree
solamente. Créele a Dios, creyendo Su Palabra. Confía en Él y Él te guardará.
Deposita todas tus cargas sobre tu Señor y Salvador, sabiendo que jamás serás
avergonzado(a) por haber creído Su Palabra, pues te aseguro que de todo
problema, enfermedad o aflicción saldrás más que vencedor(a) por medio de Su
Amor.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén (Efe 3.20-21).
Oremos en voz audible:
Amado Padre Celestial, este día
quiero darte gracias por el gran Amor con que me has amado, pues estando yo
muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Jesús. Ahora sé que
puedo entrar a Tu Presencia con toda confianza para pedir y recibir tu ayuda e
intervención en mi vida. ¡Gracias Señor! Por Ti, mi amado Jesús, tengo derecho
a una Vida Plena y Abundante y estoy dispuesto(a) a vivirla con todo mi
corazón. No dejaré que el enemigo robe lo que Tú compraste para mí. Hoy busco
Tu rostro, busco Tu reino y declaro que soy sano(o), soy libre en Jesús, soy
próspero(a) y soy dichoso(a). Nada ni nadie me puede separar del Amor de Dios
que es en Cristo Jesús el Señor de mi Vida y de mi existencia. Sobre todo
problema, enfermedad o aflicción soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que
me amó, Cristo Jesús. Me declaro arriba y no abajo, soy cabeza y no cola. Llamo
al éxito y a la victoria y resisto al fracaso. Me despojo de todo espíritu de
temor pues por Tu Palabra de Honor, Padre, ahora soy Tu Hijo(a) Nacido(a) de
Nuevo y no de simiente corruptible sino de la semilla incorruptible que es Tu
Palabra, oh Dios. Ese(a) soy yo. Sé que me amas y que cuidas de mí mucho mejor
que a las aves y a la hierba del campo, y que a los hombres de poca fe, pues yo
soy Tu Hijo(a). Estoy convencido, por Tu Palabra, que Tú harás por mí muchísimo
más abundantemente de lo que yo te pida o pueda comprender según el poder que
actúa en mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un
lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo
de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
23 Mar
6.30-56 / 2 Sam 16 / Dan
10
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
23 Mar
6.30-56 / 2 Sam 16 / Dan
10
Marcos
6.30-56
Alimentación de los cinco mil
(Mt. 14.13–21; Lc. 9.10–17; Jn. 6.1–14)
30Entonces los apóstoles se
juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían
enseñado. 31El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar
desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de
manera que ni aun tenían tiempo para comer. 32Y se fueron solos en
una barca a un lugar desierto. 33Pero muchos los vieron ir, y le
reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes
que ellos, y se juntaron a él. 34Y salió Jesús y vio una gran
multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían
pastor;g
y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35Cuando ya era muy avanzada
la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la
hora ya muy avanzada. 36Despídelos para que vayan a los campos y
aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. 37Respondiendo
él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y
compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? 38El
les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y
dos peces. 39Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos
sobre la hierba verde. 40Y se recostaron por grupos, de ciento en
ciento, y de cincuenta en cincuenta. 41Entonces tomó los cinco
panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los
panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos
peces entre todos. 42Y comieron todos, y se saciaron. 43Y
recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.
44Y los que comieron eran cinco mil hombres.
Jesús anda sobre el mar
(Mt. 14.22–27; Jn. 6.15–21)
45En seguida hizo a sus discípulos
entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre
tanto que él despedía a la multitud. 46Y después que los hubo
despedido, se fue al monte a orar; 47y al venir la noche, la barca
estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48Y viéndoles remar
con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia
de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
49Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y
gritaron; 50porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida
habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 51Y
subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran
manera, y se maravillaban. 52Porque aún no habían entendido lo de
los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
Jesús sana a los enfermos en Genesaret
(Mt. 14.34–36)
53Terminada la travesía, vinieron a
tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla. 54Y saliendo ellos
de la barca, en seguida la gente le conoció. 55Y recorriendo toda
la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos,
a donde oían que estaba. 56Y dondequiera que entraba, en aldeas,
ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le
rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le
tocaban quedaban sanos.[1]
2
Samuel 16
16
1Cuando David pasó un poco más allá
de la cumbre del monte, he aquí Siba el criado de Mefi-boset,a
que salía a recibirle con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos
doscientos panes, cien racimos de pasas, cien panes de higos secos, y un cuero
de vino. 2Y dijo el rey a Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió:
Los asnos son para que monte la familia del rey, los panes y las pasas para que
coman los criados, y el vino para que beban los que se cansen en el desierto.
3Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y Siba respondió al
rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá
la casa de Israel el reino de mi padre. 4Entonces el rey dijo a
Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mefi-boset. Y respondió Siba
inclinándose: Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.
5Y vino el rey David hasta Bahurim;
y he aquí salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei
hijo de Gera; y salía maldiciendo, 6y arrojando piedras contra
David, y contra todos los siervos del rey David; y todo el pueblo y todos los
hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda. 7Y decía
Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso! 8Jehová
te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú
has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón; y hete
aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario.
9Entonces Abisai hijo de Sarvia
dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que
me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. 10Y el rey respondió: ¿Qué
tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le
ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?
11Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha
salido de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín?
Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho. 12Quizá mirará
Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy. 13Y
mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte
delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y
esparciendo polvo. 14Y el rey y todo el pueblo que con él estaba,
llegaron fatigados, y descansaron allí.
15Y Absalón y toda la gente suya,
los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel. 16Aconteció
luego, que cuando Husai arquita, amigo de David, vino al encuentro de Absalón,
dijo Husai: ¡Viva el rey, viva el rey! 17Y Absalón dijo a Husai:
¿Es este tu agradecimiento para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?
18Y Husai respondió a Absalón: No, sino que de aquel que eligiere Jehová
y este pueblo y todos los varones de Israel, de aquél seré yo, y con él me
quedaré. 19¿Y a quién había yo de servir? ¿No es a su hijo? Como
he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.
20Entonces dijo Absalón a Ahitofel:
Dad vuestro consejo sobre lo que debemos hacer. 21Y Ahitofel dijo
a Absalón: Llégate a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la
casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre,
y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo. 22Entonces
pusieron para Absalón una tienda sobre el terrado, y se llegó Absalón a las
concubinas de su padre, ante los ojos de todo Israel.b 23Y
el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la
palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con
Absalón.[2]
Daniel 10
Visión de Daniel junto al río
10
1En el año tercero de Ciro rey de
Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era
verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo
inteligencia en la visión.
2En aquellos días yo Daniel estuve
afligido por espacio de tres semanas. 3No comí manjar delicado, ni
entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se
cumplieron las tres semanas. 4Y el día veinticuatro del mes
primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. 5Y alcé mis
ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino,a y ceñidos
sus lomos de oro de Ufaz. 6Su cuerpo era como de berilo, y su
rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y
sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el
estruendo de una multitud. 7Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión,
y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un
gran temor, y huyeron y se escondieron. 8Quedé, pues, yo solo, y
vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en
desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. 9Pero oí el sonido de
sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un
profundo sueño, con mi rostro en tierra.
10Y he aquí una mano me tocó, e
hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
11Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te
hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba
esto conmigo, me puse en pie temblando. 12Entonces me dijo:
Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a
entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras;
y a causa de tus palabras yo he venido. 13Mas el príncipe del
reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel,b
uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los
reyes de Persia. 14He venido para hacerte saber lo que ha de venir
a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
15Mientras me decía estas palabras,
estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. 16Pero he
aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi
boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me
han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. 17¿Cómo, pues,
podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la
fuerza, y no me quedó aliento.
18Y aquel que tenía semejanza de
hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, 19y me dijo: Muy amado,
no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba,
recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
20El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver
para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de
Grecia vendrá. 21Pero yo te declararé lo que está escrito en el
libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguelb
vuestro príncipe.[3]
g g 6.34: 1 R. 22.17; 2 Cr. 18.16; Zac.
10.2; Mt. 9.36.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 6.29-56). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 16.1: 2 S. 9.9–10.
b b 16.22: 2 S. 12.11–12.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 15.37-16.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 10.5: Ap. 1.13–15; 19.12.
b b 10 .13, 21: Ap. 12.7.
b b 10 .13, 21: Ap. 12.7.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dn 9.27-10.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
23 Mar
6.30-56 / 2 Sam 16 / Dan
10
Marcos
6.30-56
Alimentación de los cinco mil
(Mt. 14.13–21; Lc. 9.10–17; Jn. 6.1–14)
30Entonces los apóstoles se
juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían
enseñado. 31El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar
desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de
manera que ni aun tenían tiempo para comer. 32Y se fueron solos en
una barca a un lugar desierto. 33Pero muchos los vieron ir, y le
reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes
que ellos, y se juntaron a él. 34Y salió Jesús y vio una gran
multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían
pastor;g
y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35Cuando ya era muy avanzada
la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la
hora ya muy avanzada. 36Despídelos para que vayan a los campos y
aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. 37Respondiendo
él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y
compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? 38El
les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y
dos peces. 39Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos
sobre la hierba verde. 40Y se recostaron por grupos, de ciento en
ciento, y de cincuenta en cincuenta. 41Entonces tomó los cinco
panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los
panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos
peces entre todos. 42Y comieron todos, y se saciaron. 43Y
recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.
44Y los que comieron eran cinco mil hombres.
Jesús anda sobre el mar
(Mt. 14.22–27; Jn. 6.15–21)
45En seguida hizo a sus discípulos
entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre
tanto que él despedía a la multitud. 46Y después que los hubo
despedido, se fue al monte a orar; 47y al venir la noche, la barca
estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48Y viéndoles remar
con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia
de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
49Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y
gritaron; 50porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida
habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 51Y
subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran
manera, y se maravillaban. 52Porque aún no habían entendido lo de
los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
Jesús sana a los enfermos en Genesaret
(Mt. 14.34–36)
53Terminada la travesía, vinieron a
tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla. 54Y saliendo ellos
de la barca, en seguida la gente le conoció. 55Y recorriendo toda
la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos,
a donde oían que estaba. 56Y dondequiera que entraba, en aldeas,
ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le
rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le
tocaban quedaban sanos.[1]
2
Samuel 16
16
1Cuando David pasó un poco más allá
de la cumbre del monte, he aquí Siba el criado de Mefi-boset,a
que salía a recibirle con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos
doscientos panes, cien racimos de pasas, cien panes de higos secos, y un cuero
de vino. 2Y dijo el rey a Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió:
Los asnos son para que monte la familia del rey, los panes y las pasas para que
coman los criados, y el vino para que beban los que se cansen en el desierto.
3Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y Siba respondió al
rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá
la casa de Israel el reino de mi padre. 4Entonces el rey dijo a
Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mefi-boset. Y respondió Siba
inclinándose: Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.
5Y vino el rey David hasta Bahurim;
y he aquí salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei
hijo de Gera; y salía maldiciendo, 6y arrojando piedras contra
David, y contra todos los siervos del rey David; y todo el pueblo y todos los
hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda. 7Y decía
Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso! 8Jehová
te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú
has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón; y hete
aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario.
9Entonces Abisai hijo de Sarvia
dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que
me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. 10Y el rey respondió: ¿Qué
tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le
ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?
11Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha
salido de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín?
Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho. 12Quizá mirará
Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy. 13Y
mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte
delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y
esparciendo polvo. 14Y el rey y todo el pueblo que con él estaba,
llegaron fatigados, y descansaron allí.
15Y Absalón y toda la gente suya,
los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel. 16Aconteció
luego, que cuando Husai arquita, amigo de David, vino al encuentro de Absalón,
dijo Husai: ¡Viva el rey, viva el rey! 17Y Absalón dijo a Husai:
¿Es este tu agradecimiento para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?
18Y Husai respondió a Absalón: No, sino que de aquel que eligiere Jehová
y este pueblo y todos los varones de Israel, de aquél seré yo, y con él me
quedaré. 19¿Y a quién había yo de servir? ¿No es a su hijo? Como
he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.
20Entonces dijo Absalón a Ahitofel:
Dad vuestro consejo sobre lo que debemos hacer. 21Y Ahitofel dijo
a Absalón: Llégate a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la
casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre,
y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo. 22Entonces
pusieron para Absalón una tienda sobre el terrado, y se llegó Absalón a las
concubinas de su padre, ante los ojos de todo Israel.b 23Y
el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la
palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con
Absalón.[2]
Daniel 10
Visión de Daniel junto al río
10
1En el año tercero de Ciro rey de
Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era
verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo
inteligencia en la visión.
2En aquellos días yo Daniel estuve
afligido por espacio de tres semanas. 3No comí manjar delicado, ni
entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se
cumplieron las tres semanas. 4Y el día veinticuatro del mes
primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. 5Y alcé mis
ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino,a y ceñidos
sus lomos de oro de Ufaz. 6Su cuerpo era como de berilo, y su
rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y
sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el
estruendo de una multitud. 7Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión,
y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un
gran temor, y huyeron y se escondieron. 8Quedé, pues, yo solo, y
vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en
desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. 9Pero oí el sonido de
sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un
profundo sueño, con mi rostro en tierra.
10Y he aquí una mano me tocó, e
hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
11Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te
hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba
esto conmigo, me puse en pie temblando. 12Entonces me dijo:
Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a
entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras;
y a causa de tus palabras yo he venido. 13Mas el príncipe del
reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel,b
uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los
reyes de Persia. 14He venido para hacerte saber lo que ha de venir
a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
15Mientras me decía estas palabras,
estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. 16Pero he
aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi
boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me
han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. 17¿Cómo, pues,
podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la
fuerza, y no me quedó aliento.
18Y aquel que tenía semejanza de
hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, 19y me dijo: Muy amado,
no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba,
recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
20El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver
para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de
Grecia vendrá. 21Pero yo te declararé lo que está escrito en el
libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguelb
vuestro príncipe.[3]
g g 6.34: 1 R. 22.17; 2 Cr. 18.16; Zac.
10.2; Mt. 9.36.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 6.29-56). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 16.1: 2 S. 9.9–10.
b b 16.22: 2 S. 12.11–12.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 15.37-16.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 10.5: Ap. 1.13–15; 19.12.
b b 10 .13, 21: Ap. 12.7.
b b 10 .13, 21: Ap. 12.7.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dn 9.27-10.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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