¡Cómo tomar la decisión correcta!
¡Tan sólo di la Palabra!
Por Riqui Ricón*
Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas,
del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David (1 Sm 30.19).
La Biblia, la Palabra de Dios que
no miente, hace alusión aquí a aquella ocasión cuando David y sus hombres
perdieron todo lo que tenían. No solamente perdieron sus propiedades y
posesiones sino también a sus familias (esposas e hijos).
Aunque la historia tiene un final
feliz, lo importante es escuchar lo que Dios te quiere enseñar. ¿Cómo obtuvo
David semejante restauración y restitución? ¡Escuchando la voz de Dios y
obedeciendo a Su Palabra!
Pudiera ser
que el día de hoy estés atravesando situaciones muy difíciles y quizá estés a
punto de tomar serias decisiones. Si este fuera tu caso, ¡qué bueno que estás
haciendo este devocional! Pon atención y mira a David quien es un prototipo de
Jesucristo.
Y David se angustió mucho, porque
el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de
alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová
su Dios (1 S 30.6).
David era el
ungido del Señor y su vida para nada estuvo exenta de peligros y aflicciones.
Sin embargo, en los momentos más difíciles de su vida nunca se volvió contra
Dios, ni se deprimió, ni se compadeció de sí mismo, ni se desesperó de las
promesas de Dios, sino que se
fortaleció en Jehová su Dios. ¿Cómo podía David hacer esto?
Jesús te
enseña cómo:
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
Sin importar
cuáles sean tus circunstancias en este preciso momento de tu vida, Jesús te
enseña que puedes tener paz en medio de la aflicción si te atreves a creer; a
creerle a Él creyendo Su Palabra, la Biblia.
Pero, ¿cómo
puedes tú tener paz en medio de la aflicción? Sabiendo y CREYENDO que eres un(a) Hijo(a) Amado(a) de Dios. Sabiendo que Dios
no miente, ni se arrepiente, que todo lo que Él dice acerca de ti en Su
Palabra, Dios mismo lo va a cumplir; sabiendo que TODO lo que Dios ha hablado
acerca de ti en Su Palabra, Él mismo lo va a ejecutar.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Todo
problema o aflicción que el sistema de este mundo arroje contra ti ya ha sido
vencido con la sangre de Jesús y con Su victoria sobre el pecado y sobre la
muerte. Ahora Él vive en ti y contigo, por lo tanto tú has vencido con Él porque mayor es el que está en
ti, que el que está en el mundo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Tú eres
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y de todo problema, angustia o
enfermedad has de salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó,
Cristo Jesús.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Este día tienes
que comprender y CREER que Dios te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar todos tus pecados y
así, con toda justicia, hacer de ti Su Hijo(a) Amado(a).
Ahora, la
Verdad te permite encarar cualquier situación sabiendo que vas a vencer. No que
tal vez obtengas la victoria después de una ardua lucha. ¡No! ¡Esto no es así!
Dios, el Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y
de lo invisible, ha hablado y decretado acerca de ti que Todo lo puedes en Cristo que
te fortalece (fil 4.13) y que, Antes,
en todas estas cosas eres más que vencedor(a) por medio de aquel que te amó (Ro 8.37).
Saber esto, mejor dicho, CREER esto te permite enfocar tu mirada
no en el problema sino en el autor y consumador de la fe, quién tiene todas las
respuestas y siempre te dirá cuál es el camino que debes tomar.
Y David consultó a Jehová,
diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo:
Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los
cautivos (1 S 30.8).
¿Te das cuenta? David no se
precipitó para salir corriendo detrás de sus enemigos, ni se enfrentó a sus
amigos que hablaban de apedrearlo. Él se fortaleció en el Señor su Dios.
Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).
¿Cuál es la fortaleza de Dios, tu
Padre? ¿Cuál es el poder de Su fuerza? ¿Sus músculos? ¿Su voz tronante? ¿Sus ángeles?
No, no y no. El poder de la fuerza de Dios, en el cual tú te debes fortalecer
antes de encarar cualquier circunstancia, es Su Palabra, la Biblia.
Entrando Jesús en Capernaum,
vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús
le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor,
no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado
sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo
mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi
siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo
a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta
fe (Mat 8.5-10).
¿Te das cuenta que Jesús se
maravilló de la fe de un centurión romano? ¿Cómo obtuvo ese hombre semejante
fe? Él sabía que el poder para sanar a su criado sólo podía provenir de la
Palabra con autoridad.
La Palabra de Dios, la Biblia,
tiene toda autoridad para hacer que las cosas sucedan a tu favor.
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
¡Con Su Palabra Dios creo todo lo
que existe!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Con Su Palabra, Dios te hizo
Nacer de Nuevo y ahora eres un(a) incorruptible Hijo(a) de Dios. Todas y cada una
de las Promesas que están en la Biblia, Dios las hizo para cumplirlas en ti y
para ti.
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro 1.17).
Permíteme parafrasearlo de la
siguiente manera: Porque la buena noticia en el Nuevo Pacto en la
sangre de Jesús, es que la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, al
creer Su Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está
escrito: Mas el justo por creerle a Dios creyendo Su Palabra vivirá.
Así que, no des lugar al desánimo
ni a la depresión, pues es seguro que saldrás victorioso(a). Fortalécete en el
Señor y en el poder de Su Fuerza. Lee y medita la Palabra de Dios; escucha Su
Voz, pues la respuesta ya está a tu alcance.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Al fin y al cabo,
si Dios lo Dice, entonces Él lo va a cumplir.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy recibo
de Ti la Sabiduría y el Poder que me has otorgado por medio de Tu Hijo
Jesucristo para hacer frente a cualquier problema, angustia o enfermedad que
venga a mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí y en mí puedo
ahora resistir al espíritu de temor y de mentira que quiere amedrentarme. En ti,
Jesús, me he refugiado; No seré yo avergonzado(a) jamás. Tú me socorres y me
libras en tu justicia; Inclina hoy tu oído y sálvame. Tú, Señor, eres para mí
una roca de refugio, adonde recurro yo continuamente. Tú has dado mandamiento
en Tu Palabra para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío,
líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento. Porque tú,
oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud. En ti he
sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que
me sacó; De ti será siempre mi alabanza. Como prodigio he sido a muchos, Y tú
mi refugio fuerte. Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día.
No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me
desampares. Porque mis enemigos hablan de mí, Y los que acechan mi alma consultaron
juntamente, Diciendo: Dios lo ha desamparado; Perseguidle y tomadle, porque no
hay quien le libre. Oh Dios, yo sé que Tú no te alejas de mí; Dios mío, acude
pronto en mi socorro. Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;
Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan. Mas yo, en Ti
esperaré siempre, Y te alabaré más y más. Mi boca publicará tu justicia Y tus
hechos de salvación todo el día, Aunque no sé su número. Vendré a los hechos
poderosos de Jehová el Señor; Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola. Oh
Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta ahora he manifestado tus
maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampararás, Hasta que
anuncie tu poder a la posteridad, Y tu potencia a todos los que han de venir, Y
tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso. Tú has hecho grandes cosas; Oh Dios,
¿quién como tú? Tú, que por causa de mis pecados he visto muchas angustias y
males, En Cristo Jesús, has vuelto a darme vida, Y de nuevo me levantarás de
los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, Y volverás a consolarme. Asimismo
yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti
en el arpa, Oh Santo de Israel. Mis labios se alegrarán cuando cante a ti, Y mi
alma, la cual redimiste. Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día; Por
cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal
procuraban. Por lo tanto, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en
mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le
daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo
fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.
¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me
amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido
establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma
que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es
conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!
¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes.
Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
11 Ro 15.14-33
/
1 Sam 29 31 / Sal 71
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
11 Ro 15.14-33
/
1 Sam 29 31 / Sal 71
Romanos
15.14-33
14Pero estoy
seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de
bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los
unos a los otros. 15Mas os he
escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por
la gracia que de Dios me es dada 16para ser
ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para
que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. 17Tengo, pues,
de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. 18Porque no
osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia
de los gentiles, con la palabra y con las obras, 19con potencia
de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del
evangelio de Cristo. 20Y de esta
manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido
nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, 21sino, como
está escrito:
Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán;
Y los que nunca han oído de él, entenderán.f
Pablo se propone ir a Roma
22Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a
vosotros.g
23Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde
hace muchos años ir a vosotros, 24cuando vaya a España, iré a
vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una
vez que haya gozado con vosotros. 25Mas ahora voy a Jerusalén para
ministrar a los santos. 26Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien
hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en
Jerusalén.h 27Pues les pareció bueno, y son
deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus
bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales.i
28Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto,
pasaré entre vosotros rumbo a España. 29Y sé que cuando vaya a
vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.
30Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y
por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, 31para
que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi
servicio a los santos en Jerusalén sea acepta; 32para que con gozo
llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con
vosotros. 33Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén. [1]
1
Samuel 29-31
Los filisteos desconfían de David
29
1Los filisteos juntaron todas sus fuerzas en Afec, e Israel
acampó junto a la fuente que está en Jezreel. 2Y cuando los
príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a
mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis. 3Y
dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis
respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de
Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado
falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy? 4Entonces los
príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este
hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a
la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué
cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos
hombres? 5¿No es éste David, de quien cantaban en las danzas,
diciendo:
Saúl hirió a sus miles,
Y David a sus diez miles?a
6Y
Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha
parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna
cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas a los
ojos de los príncipes no agradas. 7Vuélvete, pues, y vete en paz,
para no desagradar a los príncipes de los filisteos. 8Y David
respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día
que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de
mi señor el rey? 9Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé que tú
eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los
filisteos me han dicho: No venga con nosotros a la batalla. 10Levántate,
pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y
levantándoos al amanecer, marchad. 11Y se levantó David de mañana,
él y sus hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los
filisteos fueron a Jezreel.
David derrota a los amalecitas
30
1Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer
día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a
Siclag y le habían prendido fuego. 2Y se habían llevado cautivas a
las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero
a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.
3Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba
quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.
4Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron,
hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. 5Las dos mujeres
de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel,
también eran cautivas.a 6Y David se
angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo
estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David
se fortaleció en Jehová su Dios.
7Y dijo David al sacerdote Abiatarb hijo de
Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a
David. 8Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos
merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente
los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos. 9Partió,
pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta
el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. 10Y David siguió
adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que
cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
11Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual
trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua. 12Le
dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego
que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua
en tres días y tres noches. 13Y le dijo David: ¿De quién eres tú,
y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y
me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo; 14pues
hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá,
y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag. 15Y le dijo David:
¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni
me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
16Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre
toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran
botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
17Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día
siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que
montaron sobre los camellos y huyeron. 18Y libró David todo lo que
los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
19Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de
hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó
David. 20Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y
trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.
21Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado
cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en
el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él
estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. 22Entonces
todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron
y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos
quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan.
23Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado
Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los
merodeadores que vinieron contra nosotros. 24¿Y quién os escuchará
en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha
de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual. 25Desde
aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
26Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los
ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del
botín de los enemigos de Jehová. 27Lo envió a los que estaban en
Bet-el, en Ramot del Neguev, en Jatir, 28en Aroer, en Sifmot, en
Estemoa, 29en Racal, en las ciudades de Jerameel, en las ciudades
del ceneo, 30en Horma, en Corasán, en Atac, 31en
Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres.
Muerte de Saúl y de sus hijos
(1 Cr. 10.1–12)
31
1Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de
Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de
Gilboa. 2Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a
Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. 3Y arreció la
batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de
ellos. 4Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y
traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y
me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces
tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. 5Y viendo su escudero
a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él. 6Así
murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos
sus varones. 7Y los de Israel que eran del otro lado del valle, y
del otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido y que Saúl y sus hijos
habían sido muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y
habitaron en ellas.
8Aconteció al siguiente día, que viniendo los filisteos a
despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte
de Gilboa. 9Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de las armas;
y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que llevaran
las buenas nuevas al templo de sus ídolos y al pueblo. 10Y
pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de
Bet-sán. 11Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los
filisteos hicieron a Saúl, 12todos los hombres valientes se
levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los
cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron
allí. 13Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en
Jabes, y ayunaron siete días. [2]
Salmos 71
Oración de un anciano
1 En ti, oh Jehová,
me he refugiado;
No sea yo avergonzado jamás.
2 Socórreme y
líbrame en tu justicia;
Inclina tu oído y sálvame.
3 Sé para mí
una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para
salvarme,
Porque tú eres mi roca y mi
fortaleza.
4 Dios mío,
líbrame de la mano del impío,
De la mano del perverso y
violento.
5 Porque tú,
oh Señor Jehová, eres mi esperanza,
Seguridad mía desde mi
juventud.
6 En ti he
sido sustentado desde el vientre;
De las entrañas de mi madre tú
fuiste el que me sacó;
De ti será siempre mi
alabanza.
7 Como
prodigio he sido a muchos,
Y tú mi refugio fuerte.
8 Sea llena
mi boca de tu alabanza,
De tu gloria todo el día.
9 No me
deseches en el tiempo de la vejez;
Cuando mi fuerza se acabare,
no me desampares.
10 Porque mis
enemigos hablan de mí,
Y los que acechan mi alma
consultaron juntamente,
11 Diciendo:
Dios lo ha desamparado;
Perseguidle y tomadle, porque
no hay quien le libre.
12 Oh Dios, no
te alejes de mí;
Dios mío, acude pronto en mi
socorro.
13 Sean
avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;
Sean cubiertos de vergüenza y
de confusión los que mi mal buscan.
14 Mas yo
esperaré siempre,
Y te alabaré más y más.
15 Mi boca
publicará tu justicia
Y tus hechos de salvación todo
el día,
Aunque no sé su número.
16 Vendré a
los hechos poderosos de Jehová el Señor;
Haré memoria de tu justicia,
de la tuya sola.
17 Oh Dios, me
enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado
tus maravillas.
18 Aun en la
vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,
Hasta que anuncie tu poder a
la posteridad,
Y tu potencia a todos los que
han de venir,
19 Y tu
justicia, oh Dios, hasta lo excelso.
Tú has hecho grandes cosas;
Oh Dios, ¿quién como tú?
20 Tú, que me
has hecho ver muchas angustias y males,
Volverás a darme vida,
Y de nuevo me levantarás de
los abismos de la tierra.
21 Aumentarás
mi grandeza,
Y volverás a consolarme.
22 Asimismo yo
te alabaré con instrumento de salterio,
Oh Dios mío; tu verdad cantaré
a ti en el arpa,
Oh Santo de Israel.
23 Mis labios
se alegrarán cuando cante a ti,
Y mi alma, la cual redimiste.
24 Mi lengua
hablará también de tu justicia todo el día;
Por cuanto han sido
avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban. [3]
f f 15.21: Is. 52.15.
g g 15.22: Ro. 1.13.
h h 15.25–26: 1 Co. 16.1–4.
i i 15.27: 1 Co. 9.11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 15.14-33). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 29.5: 1 S. 18.7; 21.11.
a a 30.5: 1 S. 25.42–43.
b b 30.7: 1 S. 22.20–23.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 28.25-31.13). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 70.5-71.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
11 Ro 15.14-33
/
1 Sam 29 31 / Sal 71
Romanos
15.14-33
14Pero estoy
seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de
bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los
unos a los otros. 15Mas os he
escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por
la gracia que de Dios me es dada 16para ser
ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para
que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. 17Tengo, pues,
de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. 18Porque no
osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia
de los gentiles, con la palabra y con las obras, 19con potencia
de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del
evangelio de Cristo. 20Y de esta
manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido
nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, 21sino, como
está escrito:
Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán;
Y los que nunca han oído de él, entenderán.f
Pablo se propone ir a Roma
22Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a
vosotros.g
23Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde
hace muchos años ir a vosotros, 24cuando vaya a España, iré a
vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una
vez que haya gozado con vosotros. 25Mas ahora voy a Jerusalén para
ministrar a los santos. 26Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien
hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en
Jerusalén.h 27Pues les pareció bueno, y son
deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus
bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales.i
28Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto,
pasaré entre vosotros rumbo a España. 29Y sé que cuando vaya a
vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.
30Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y
por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, 31para
que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi
servicio a los santos en Jerusalén sea acepta; 32para que con gozo
llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con
vosotros. 33Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén. [1]
1
Samuel 29-31
Los filisteos desconfían de David
29
1Los filisteos juntaron todas sus fuerzas en Afec, e Israel
acampó junto a la fuente que está en Jezreel. 2Y cuando los
príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a
mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis. 3Y
dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis
respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de
Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado
falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy? 4Entonces los
príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este
hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a
la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué
cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos
hombres? 5¿No es éste David, de quien cantaban en las danzas,
diciendo:
Saúl hirió a sus miles,
Y David a sus diez miles?a
6Y
Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha
parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna
cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas a los
ojos de los príncipes no agradas. 7Vuélvete, pues, y vete en paz,
para no desagradar a los príncipes de los filisteos. 8Y David
respondió a Aquis: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día
que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de
mi señor el rey? 9Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé que tú
eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los príncipes de los
filisteos me han dicho: No venga con nosotros a la batalla. 10Levántate,
pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y
levantándoos al amanecer, marchad. 11Y se levantó David de mañana,
él y sus hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los
filisteos fueron a Jezreel.
David derrota a los amalecitas
30
1Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer
día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a
Siclag y le habían prendido fuego. 2Y se habían llevado cautivas a
las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero
a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.
3Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba
quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.
4Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron,
hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. 5Las dos mujeres
de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel,
también eran cautivas.a 6Y David se
angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo
estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David
se fortaleció en Jehová su Dios.
7Y dijo David al sacerdote Abiatarb hijo de
Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a
David. 8Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos
merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente
los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos. 9Partió,
pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta
el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. 10Y David siguió
adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que
cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
11Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual
trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua. 12Le
dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego
que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua
en tres días y tres noches. 13Y le dijo David: ¿De quién eres tú,
y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y
me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo; 14pues
hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá,
y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag. 15Y le dijo David:
¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni
me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
16Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre
toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran
botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
17Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día
siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que
montaron sobre los camellos y huyeron. 18Y libró David todo lo que
los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
19Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de
hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó
David. 20Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y
trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.
21Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado
cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en
el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él
estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. 22Entonces
todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron
y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos
quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan.
23Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado
Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los
merodeadores que vinieron contra nosotros. 24¿Y quién os escuchará
en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha
de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual. 25Desde
aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
26Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los
ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del
botín de los enemigos de Jehová. 27Lo envió a los que estaban en
Bet-el, en Ramot del Neguev, en Jatir, 28en Aroer, en Sifmot, en
Estemoa, 29en Racal, en las ciudades de Jerameel, en las ciudades
del ceneo, 30en Horma, en Corasán, en Atac, 31en
Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres.
Muerte de Saúl y de sus hijos
(1 Cr. 10.1–12)
31
1Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de
Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de
Gilboa. 2Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a
Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. 3Y arreció la
batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de
ellos. 4Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y
traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y
me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces
tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. 5Y viendo su escudero
a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él. 6Así
murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos
sus varones. 7Y los de Israel que eran del otro lado del valle, y
del otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido y que Saúl y sus hijos
habían sido muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y
habitaron en ellas.
8Aconteció al siguiente día, que viniendo los filisteos a
despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte
de Gilboa. 9Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de las armas;
y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que llevaran
las buenas nuevas al templo de sus ídolos y al pueblo. 10Y
pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de
Bet-sán. 11Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los
filisteos hicieron a Saúl, 12todos los hombres valientes se
levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los
cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a Jabes, los quemaron
allí. 13Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en
Jabes, y ayunaron siete días. [2]
Salmos 71
Oración de un anciano
1 En ti, oh Jehová,
me he refugiado;
No sea yo avergonzado jamás.
2 Socórreme y
líbrame en tu justicia;
Inclina tu oído y sálvame.
3 Sé para mí
una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para
salvarme,
Porque tú eres mi roca y mi
fortaleza.
4 Dios mío,
líbrame de la mano del impío,
De la mano del perverso y
violento.
5 Porque tú,
oh Señor Jehová, eres mi esperanza,
Seguridad mía desde mi
juventud.
6 En ti he
sido sustentado desde el vientre;
De las entrañas de mi madre tú
fuiste el que me sacó;
De ti será siempre mi
alabanza.
7 Como
prodigio he sido a muchos,
Y tú mi refugio fuerte.
8 Sea llena
mi boca de tu alabanza,
De tu gloria todo el día.
9 No me
deseches en el tiempo de la vejez;
Cuando mi fuerza se acabare,
no me desampares.
10 Porque mis
enemigos hablan de mí,
Y los que acechan mi alma
consultaron juntamente,
11 Diciendo:
Dios lo ha desamparado;
Perseguidle y tomadle, porque
no hay quien le libre.
12 Oh Dios, no
te alejes de mí;
Dios mío, acude pronto en mi
socorro.
13 Sean
avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;
Sean cubiertos de vergüenza y
de confusión los que mi mal buscan.
14 Mas yo
esperaré siempre,
Y te alabaré más y más.
15 Mi boca
publicará tu justicia
Y tus hechos de salvación todo
el día,
Aunque no sé su número.
16 Vendré a
los hechos poderosos de Jehová el Señor;
Haré memoria de tu justicia,
de la tuya sola.
17 Oh Dios, me
enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado
tus maravillas.
18 Aun en la
vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,
Hasta que anuncie tu poder a
la posteridad,
Y tu potencia a todos los que
han de venir,
19 Y tu
justicia, oh Dios, hasta lo excelso.
Tú has hecho grandes cosas;
Oh Dios, ¿quién como tú?
20 Tú, que me
has hecho ver muchas angustias y males,
Volverás a darme vida,
Y de nuevo me levantarás de
los abismos de la tierra.
21 Aumentarás
mi grandeza,
Y volverás a consolarme.
22 Asimismo yo
te alabaré con instrumento de salterio,
Oh Dios mío; tu verdad cantaré
a ti en el arpa,
Oh Santo de Israel.
23 Mis labios
se alegrarán cuando cante a ti,
Y mi alma, la cual redimiste.
24 Mi lengua
hablará también de tu justicia todo el día;
Por cuanto han sido
avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban. [3]
f f 15.21: Is. 52.15.
g g 15.22: Ro. 1.13.
h h 15.25–26: 1 Co. 16.1–4.
i i 15.27: 1 Co. 9.11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 15.14-33). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 29.5: 1 S. 18.7; 21.11.
a a 30.5: 1 S. 25.42–43.
b b 30.7: 1 S. 22.20–23.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 28.25-31.13). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 70.5-71.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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