¡Cómo seguir adelante!
¡Diga el débil: Fuerte Soy!
Por Riqui Ricón*
Y se juntaron con él todos los
afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en
amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como
cuatrocientos hombres (1 S 22.2).
Lo más hermoso y maravilloso de
la personalidad de tu Dios y Padre es su gran Amor con que Él te ama. La Biblia,
que es Su Palabra y no miente, te enseña como Él busca, preferentemente, a los
enfermos, afligidos, amargados y necesitados. Son los pecadores y no los justos
los que mueven el corazón del Padre.
Al oír esto Jesús, les dijo:
Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id,
pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio.
Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mat
9.12-13).
Es realmente asombroso pensar que
fueron tus pecados y no tus buenas acciones lo que te permitió recibir Su gran Amor.
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él (Jn 3.16-17).
Jesús no viene a tu vida para
recordarte lo malo(a), fracasado(a) y pecador(a) que eres; de eso se encarga,
todos los días, el diablo y su sistema, el mundo. Jesús viene a tu vida a cambiar
total y diametralmente esa situación en la que te encuentras. Y sólo te pide
que creas en Su Amor por ti y que creas en Su Palabra, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
David era un príncipe del ejército
de Israel, además había sido ungido para ser rey y en un momento de su vida,
como un tipo de Jesús, recibía a todos
los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en
amargura de espíritu. Fue con
ellos y no con la elite del ejército de Saúl, que David ganó todas sus batallas
y conquistó el reino para Dios.
Pues mirad, hermanos, vuestra
vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni
muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a
lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y
lo que no es, para deshacer lo que es (1 Co 1.26-28).
Así que, si te estás sintiendo
fracasado(a), frustrado(a), incompetente o de alguna forma devaluado(a), te
tengo la buena noticia que eso no es Verdad, eso sólo son tus sentimientos y
emociones que están afectados por la realidad que estás viviendo. La Verdad es
lo que Dios dice en Su palabra, la Biblia, acerca de ti. La Verdad es lo que
Dios dice en Su palabra, la Biblia, de quién tú eres para Él y cómo Él te mira
y como Él te define ante las circunstancias:
Ø En todas las cosas eres más que
vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús (Ro 8.37).
Ø Todo lo puedes en Cristo, que te
fortalece (Fil 4.13).
Ø Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y YA has vencido porque mayor es Él, que está en ti, que el
que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Ø Ya has sido sanado(a) por las
heridas de Jesús (1 P 2.24, Isa 53.5).
Ø Has sido establecido(a) para
reinar en esta vida por la sangre de Jesús (Ro 5.17, Apo 5.10).
La Palabra de Dios es el Poder de
la fuerza de Dios, con ella creó los cielos y la tierra y todo lo visible e
invisible. Así que, si Él te ha definido con Su Palabra como Su Hijo(a) Amado(a)
y victorioso(a), entonces, a pesar de tu condición o circunstancias, tú ahora
eres Su Hijo(a) Amado(a) y victorioso(a).
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo
ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose
firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la
misma clase de sufrimientos (1 P 5.8 NVI).
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Así que, deja de hacerle caso al
demonio y a su sistema de mentiras, ¡créele a Dios! ¡Créele a Su Palabra! Y
disponte a vivir la Vida Plena y Abundante que Cristo Jesús ganó para ti.
Mas ciertamente me escuchó
Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi
oración, ni de mí su misericordia… El es
quien preservó la vida a nuestra alma, Y no permitió que nuestros pies
resbalasen (Sal 66.19-20, 9).
Todo depende de tu fe, esto es,
¿a quién le estás creyendo? ¿A las mentiras del diablo que te dicen que ya no
hay remedio, que estás enfermo(a), que fracasaste, que vas a morir, etc., etc.,
o a la Biblia, que es la Palabra de Dios?
Por algo Jesús afirmó: si puedes
creer, ¡al que cree todo le es posible! Tu condición y circunstancias comienzan a cambiar en el
momento preciso que comienzas a creerle a Dios, a creer en Su Palabra, la
Biblia.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias
por el gran Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y
pecados me diste vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia soy salvo(a). Ahora
soy Tu Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo y puedo dejar atrás todas esas emociones y
pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene
en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena
y victoriosa. Por todo esto te doy gracias, Señor Jesús. Lo sé porque lo dice
la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda,
Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo
que Tú, oh Dios, deseas para mí. Tú me has escuchado y atendido a la voz de mi
súplica. Bendito eres, oh Dios, que no echaste de Ti mi oración, ni de mí Tu
misericordia. Tú eres quien preserva la vida de mi alma y no permites que mis
pies resbalen. ¡No temo más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Todo lo puedo en Cristo, que me
fortalece! ¡Yo, ___________ (tu nombre aquí), SOY un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y YA he vencido, porque mayor es Él, que está en mí, que el que está
en el mundo! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido
establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! ¡Diga el débil:
Fuerte Soy! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en
mí y conmigo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
6 Ro 11.25-36
/
1 Sam 21-22 / Sal 66
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
6 Ro 11.25-36
/
1 Sam 21-22 / Sal 66
Romanos
11.25-36
La restauración de Israel
25Porque no quiero, hermanos, que
ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles; 26y luego todo Israel será
salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.f
27 Y este será
mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.g
28Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa
de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.
29Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30Pues
como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora
habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31así
también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia
concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32Porque
Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
33¡Oh profundidad de las riquezas
de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! 34Porque ¿quién entendió la mente del
Señor? ¿O quién fue su consejero?h 35¿O quién le
dio a él primero, para que le fuese recompensado?i 36Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los
siglos. Amén.[1]
1
Samuel 21-22
David huye de Saúl
21
1Vino David a Nob, al sacerdote
Ahimelec;a
y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y
nadie contigo? 2Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me
encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te
envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto
lugar. 3Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo
que tengas. 4El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan
común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se
han guardado a lo menos de mujeres. 5Y David respondió al
sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y
anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el
viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos? 6Así
el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los
panes de la proposición,b los cuales habían sido
quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que
aquéllos fueron quitados.
7Y estaba allí aquel día detenido
delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el
principal de los pastores de Saúl.
8Y David dijo a Ahimelec: ¿No
tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis
armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. 9Y el sacerdote
respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de
Ela,c
está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala;
porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.
10Y levantándose David aquel día,
huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat. 11Y los
siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es
éste de quien cantaban en las danzas, diciendo:
Hirió Saúl a sus miles,
Y David a sus diez miles?d
12Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran
temor de Aquis rey de Gat.e 13Y cambió su
manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos,f
y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su
barba. 14Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre
es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? 15¿Acaso me faltan
locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había
de entrar éste en mi casa?
22
1Yéndose luego David de allí, huyó
a la cueva de Adulam;a y cuando sus hermanos y toda
la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. 2Y se
juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos
los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo
consigo como cuatrocientos hombres.
3Y se fue David de allí a Mizpa de
Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con
vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí. 4Los trajo, pues,
a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David
estuvo en el lugar fuerte. 5Pero el profeta Gad dijo a David: No
te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y
vino al bosque de Haret.
Saúl mata a los sacerdotes de Nob
6Oyó Saúl que se sabía de David y
de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un
tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos
estaban alrededor de él. 7Y dijo Saúl a sus siervos que estaban
alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros
el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y
jefes de centenas, 8para que todos vosotros hayáis conspirado
contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza
con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra
cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo
hace hoy? 9Entonces Doeg edomita, que era el principal de los
siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a
Ahimelec hijo de Ahitob, 10el cual consultó por él a Jehová y le
dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.b
11Y el rey envió por el sacerdote
Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que
estaban en Nob; y todos vinieron al rey. 12Y Saúl le dijo: Oye
ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. 13Y le
dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando
le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase
contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? 14Entonces Ahimelec
respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como
David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?
15¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí;
no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre;
porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña. 16Y
el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.
17Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de
él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos
está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los
siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de
Jehová. 18Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete
contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes,
y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino.
19Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a
hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo
lo hirió a filo de espada.
20Pero uno de los hijos de Ahimelec
hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David. 21Y
Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de
Jehová. 22Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel
día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la
muerte a todas las personas de la casa de tu padre. 23Quédate
conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo
estarás a salvo.[2]
Salmos 66
Alabanza por los hechos poderosos de Dios
Al músico principal. Cántico. Salmo.
1 Aclamad a
Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la
gloria de su nombre;
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios:
¡Cuán asombrosas son tus obras!
Por la grandeza de tu poder se
someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la
tierra te adorará,
Y cantará a ti;
Cantarán a tu nombre.
Selah
5 Venid, y
ved las obras de Dios,
Temible en hechos sobre los hijos
de los hombres.
6 Volvió el
mar en seco;a
Por el río pasaron a pie;b
Allí en él nos alegramos.
7 El señorea
con su poder para siempre;
Sus ojos atalayan sobre las
naciones;
Los rebeldes no serán
enaltecidos.
Selah
8 Bendecid,
pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su
alabanza.
9 El es quien
preservó la vida a nuestra alma,
Y no permitió que nuestros
pies resbalasen.
10 Porque tú
nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la
plata.
11 Nos metiste
en la red;
Pusiste sobre nuestros lomos
pesada carga.
12 Hiciste
cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el
agua,
Y nos sacaste a abundancia.
13 Entraré en
tu casa con holocaustos;
Te pagaré mis votos,
14 Que
pronunciaron mis labios
Y habló mi boca, cuando estaba
angustiado.
15 Holocaustos
de animales engordados te ofreceré,
Con sahumerio de carneros;
Te ofreceré en sacrificio
bueyes y machos cabríos.
Selah
16 Venid, oíd
todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho a mi
alma.
17 A él clamé
con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua.
18 Si en mi
corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría
escuchado.
19 Mas
ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi
súplica.
20 Bendito sea
Dios,
Que no echó de sí mi oración,
ni de mí su misericordia.[3]
f f 11.26: Is. 59.20.
g g 11.27: Jer. 31.33–34.
h h 11.34: Is. 40.13.
i i 11.35: Job 41.11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 11.24-36). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 21.1–6: Mt. 12.3–4; Mr.
2.25–26; Lc. 6.3.
b b 21.6: Lv. 24.5–9.
c c 21.9: 1 S. 17.51.
d d 21.11: 1 S. 18.7; 29.5.
e e 21.12: Sal. 56 tít.
f f 21.13: Sal. 34 tít.
a a 22.1: Sal. 57. tít.
b b 22.9–10: Sal. 52 tít.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 20.42-22.23). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
a a 66.6: Ex. 14.21.
b b 66.6: Jos. 3.14–17.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 65.13-66.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
6 Ro 11.25-36
/
1 Sam 21-22 / Sal 66
Romanos
11.25-36
La restauración de Israel
25Porque no quiero, hermanos, que
ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles; 26y luego todo Israel será
salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.f
27 Y este será
mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.g
28Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa
de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.
29Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30Pues
como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora
habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31así
también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia
concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32Porque
Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
33¡Oh profundidad de las riquezas
de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! 34Porque ¿quién entendió la mente del
Señor? ¿O quién fue su consejero?h 35¿O quién le
dio a él primero, para que le fuese recompensado?i 36Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los
siglos. Amén.[1]
1
Samuel 21-22
David huye de Saúl
21
1Vino David a Nob, al sacerdote
Ahimelec;a
y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y
nadie contigo? 2Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me
encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te
envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto
lugar. 3Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo
que tengas. 4El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan
común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se
han guardado a lo menos de mujeres. 5Y David respondió al
sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y
anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el
viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos? 6Así
el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los
panes de la proposición,b los cuales habían sido
quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que
aquéllos fueron quitados.
7Y estaba allí aquel día detenido
delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el
principal de los pastores de Saúl.
8Y David dijo a Ahimelec: ¿No
tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis
armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. 9Y el sacerdote
respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de
Ela,c
está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala;
porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.
10Y levantándose David aquel día,
huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat. 11Y los
siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es
éste de quien cantaban en las danzas, diciendo:
Hirió Saúl a sus miles,
Y David a sus diez miles?d
12Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran
temor de Aquis rey de Gat.e 13Y cambió su
manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos,f
y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su
barba. 14Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre
es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? 15¿Acaso me faltan
locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había
de entrar éste en mi casa?
22
1Yéndose luego David de allí, huyó
a la cueva de Adulam;a y cuando sus hermanos y toda
la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. 2Y se
juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos
los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo
consigo como cuatrocientos hombres.
3Y se fue David de allí a Mizpa de
Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con
vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí. 4Los trajo, pues,
a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David
estuvo en el lugar fuerte. 5Pero el profeta Gad dijo a David: No
te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y
vino al bosque de Haret.
Saúl mata a los sacerdotes de Nob
6Oyó Saúl que se sabía de David y
de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un
tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos
estaban alrededor de él. 7Y dijo Saúl a sus siervos que estaban
alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros
el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y
jefes de centenas, 8para que todos vosotros hayáis conspirado
contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza
con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra
cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo
hace hoy? 9Entonces Doeg edomita, que era el principal de los
siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a
Ahimelec hijo de Ahitob, 10el cual consultó por él a Jehová y le
dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.b
11Y el rey envió por el sacerdote
Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que
estaban en Nob; y todos vinieron al rey. 12Y Saúl le dijo: Oye
ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. 13Y le
dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando
le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase
contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? 14Entonces Ahimelec
respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como
David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?
15¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí;
no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre;
porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña. 16Y
el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.
17Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de
él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos
está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los
siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de
Jehová. 18Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete
contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes,
y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino.
19Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a
hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo
lo hirió a filo de espada.
20Pero uno de los hijos de Ahimelec
hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David. 21Y
Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de
Jehová. 22Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel
día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la
muerte a todas las personas de la casa de tu padre. 23Quédate
conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo
estarás a salvo.[2]
Salmos 66
Alabanza por los hechos poderosos de Dios
Al músico principal. Cántico. Salmo.
1 Aclamad a
Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la
gloria de su nombre;
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios:
¡Cuán asombrosas son tus obras!
Por la grandeza de tu poder se
someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la
tierra te adorará,
Y cantará a ti;
Cantarán a tu nombre.
Selah
5 Venid, y
ved las obras de Dios,
Temible en hechos sobre los hijos
de los hombres.
6 Volvió el
mar en seco;a
Por el río pasaron a pie;b
Allí en él nos alegramos.
7 El señorea
con su poder para siempre;
Sus ojos atalayan sobre las
naciones;
Los rebeldes no serán
enaltecidos.
Selah
8 Bendecid,
pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su
alabanza.
9 El es quien
preservó la vida a nuestra alma,
Y no permitió que nuestros
pies resbalasen.
10 Porque tú
nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la
plata.
11 Nos metiste
en la red;
Pusiste sobre nuestros lomos
pesada carga.
12 Hiciste
cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el
agua,
Y nos sacaste a abundancia.
13 Entraré en
tu casa con holocaustos;
Te pagaré mis votos,
14 Que
pronunciaron mis labios
Y habló mi boca, cuando estaba
angustiado.
15 Holocaustos
de animales engordados te ofreceré,
Con sahumerio de carneros;
Te ofreceré en sacrificio
bueyes y machos cabríos.
Selah
16 Venid, oíd
todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho a mi
alma.
17 A él clamé
con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua.
18 Si en mi
corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría
escuchado.
19 Mas
ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi
súplica.
20 Bendito sea
Dios,
Que no echó de sí mi oración,
ni de mí su misericordia.[3]
f f 11.26: Is. 59.20.
g g 11.27: Jer. 31.33–34.
h h 11.34: Is. 40.13.
i i 11.35: Job 41.11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 11.24-36). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 21.1–6: Mt. 12.3–4; Mr.
2.25–26; Lc. 6.3.
b b 21.6: Lv. 24.5–9.
c c 21.9: 1 S. 17.51.
d d 21.11: 1 S. 18.7; 29.5.
e e 21.12: Sal. 56 tít.
f f 21.13: Sal. 34 tít.
a a 22.1: Sal. 57. tít.
b b 22.9–10: Sal. 52 tít.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 20.42-22.23). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
a a 66.6: Ex. 14.21.
b b 66.6: Jos. 3.14–17.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 65.13-66.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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