¡Cómo derrotar a los gigantes!
¡Con tu fe!
Por Riqui Ricón*
Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán
al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque
¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del
Dios viviente? (1 S 17.26).
Cuando Dios instruyó a Samuel para que ungiese a
David por rey de Israel le dijo, He
hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo
que yo quiero (Hch 13.22).
Tener un corazón conforme al corazón
de Dios y obedecer Su Palabra es la característica más distintiva de un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues es la esencia del ser hecho(a) de
Nuevo.
Y
les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el
corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne (Ez 11.19).
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Lo interesante aquí es comprender
que tú, sí, tú, también tienes esa misma cualidad. Lo único que hay que saber
es que, sin
fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
El simple hecho que estés
leyendo este devocional es prueba fehaciente que tienes fe (o que la estás
buscando).
Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
La forma más sencilla que he
encontrado para explicar este versículo es: fe es creerle a Dios, creyendo Su
Palabra, pues si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló,
entonces, Él lo va a ejecutar.
Dios no es
un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de
parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?
Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo
revertirlo! (Num
23.19-20 NTV).
David no venció a Goliat con
honda y piedra, lo venció con su fe en Dios al declarar a todo el pueblo de
Israel, incluyendo al propio rey Saúl, que Goliat era un incircunciso. ¿Qué
estaba diciendo David con eso? Estaba estableciendo su victoria: Ese gigante bravucón no
tiene un pacto con Dios, ¡Yo sí!
No fue su experiencia de
enfrentar leones y osos lo que le daba valor a David. De hecho, lo que le
permitía enfrentar a leones y osos era saberse dentro de un pacto con Dios,
estando consciente que Dios jamás falta a Su Palabra.
Cuando Goliat seguía sus
tácticas de temor insultando a David por sus dioses, éste no se amedrentó, no
prestó atención a las ofensas, ni a lo alto de la estatura, ni a la musculatura
del gigante, sino que se fortaleció en el Señor y en el poder de Su fuerza, poniendo sus ojos, mente y corazón en la Palabra de Dios. David se dio prisa, y
corrió a la línea de batalla contra el filisteo, declarando en voz audible: Tú
vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de
Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has
provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y
te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del
cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en
Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con
espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en
nuestras manos (1 S 17.45-47).
¿Te das cuenta? David no venció a Goliat con honda
y piedra. Lo venció con su fe, poniendo la Palabra de Dios en su boca.
Esa, precisamente, fue la instrucción que Josué
recibió de parte de Dios para entrar y poseer la tierra prometida.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
El día de hoy, Dios te está
diciendo lo mismo, haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia, ponla en
tu mente, boca y corazón porque ENTONCES
(ni antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Al igual que Josué y David, tú puedes enfrentar a
tus gigantes con la certeza de vencerlos sólo porque Dios lo ha dicho así en Su
Palabra.
Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
¿Cómo no va ser esto verdad si
el Amor que Dios siente por ti es tan grande que prefirió entregar a Su propio
Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti?
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¿Cómo no va ser esto verdad
si, de acuerdo a la Palabra de Dios, Él lo hizo con el propósito expreso de
justificarte, perdonarte y, así, establecerte como Su propio(a) Hijo(a)?
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
Dios no te ha dejado, ni te dejará. Tú eres más
especial para Dios de lo que David era, pues, a través de la muerte y
resurrección de Jesucristo, ahora tú eres el especial objeto del Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús: ni más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
Por
tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto… Pero ahora tanto mejor
ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre
mejores promesas (He 7.22; 8.6)
Éste, el Nuevo Pacto, es un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas. Tiene un fiador y una garantía.
En
él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
¡Cristo Jesús en persona es tu fiador en el Nuevo
Pacto y el Espíritu Santo es tu garantía!
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Sea cual sea la situación que estás enfrentando el
día de hoy, tú no necesitas honda, ni piedra; lo único que tienes que saber, Y CREER, es que Dios te ama y ha
comprometido Su Palabra mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo
Jesucristo, para hacer de ti una Nueva creatura, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo.
Recibe esto mediante la fe, creyendo que esto es
así sólo porque está escrito en la Palabra de Dios. Él lo ha hablado, acerca de
ti, y lo va hacer; Él lo ha dicho, respecto a ti, y lo va a ejecutar. Dios no
miente. Ahora tienes a Cristo Jesús como tu fiador y al glorioso Espíritu de
Dios como tu garantía. ¡No hay forma que puedas perder!
No
con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos (Zac 4.6).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
decirte que no importa lo que pase a mi alrededor, yo te alabare y te adoraré,
pues ahora sé lo que has hecho por mí y dentro de mí. Gracias, Señor Jesús,
porque Tú, siendo Dios, no estimaste el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando
en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Todo por amor a mí, para hacerme un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo. ¡Gracias por Tu Sangre! Con ella lavaste todos mis pecados. ¡Gracias por
Tu resurrección! Con ella venciste a la muerte y me diste la Vida Eterna.
¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! Bendito Espíritu
Santo, ¿qué te puedo decir a Ti? Que te amo. Que te adoro y cada día Te
necesito más y más. Tú eres mi amigo, mi consejero y mi ayudador. Gracias por
ser la promesa del Padre la cual Jesús dijo vendría sobre mí. Espíritu Santo,
Tú eres mi garantía, las arras de mi herencia para la redención de la posesión
adquirida. ¡No hay forma que pueda perder! ¡Todas las cosas me ayudan a bien!
Yo, _______________ (tu nombre aquí), he sido llamado(a) conforme al propósito
de Dios, mi Padre. Quien me predestino para que fuese hecho(a) conforme a la
imagen de Su Hijo, para que Jesús fuese mi hermano mayor. Dios, el Espíritu Santo, está en mí y conmigo.
Jesús, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Padre
celestial, si Tú no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí,
¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará
si soy escogido(a) de Dios? Dios es el que me justifica. ¿Quién es
el que me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, el que también
resucitó por mí, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? Como está escrito: Por causa de ti soy muerto(a) todo el
tiempo; Soy contado(a) como oveja de matadero. Sin embargo, creo y declaro que,
antes, en todas estas cosas, Yo, _______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por
medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor
y Salvador. Así que,
Satanás, tú vienes a mí con problemas y enfermedades y aflicciones; mas yo vengo a
ti en el nombre de Jesús, el Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones
de Israel, a quien tú has provocado. Dios, mi Padre, te entregará
hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través
de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa
está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Jun
2 Ro 8 / 1 Sam
17 / Sal 62
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Jun
2 Ro 8 / 1 Sam
17 / Sal 62
Romanos
8
Viviendo en el Espíritu
8
1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la
ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza
de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu. 5Porque los que son de la
carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las
cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios.
9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu
vive a causa de la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que
levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que
mora en vosotros.
12Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para
que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís conforme a la
carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis. 14Porque todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
17Y si hijos, también herederos;a herederos de
Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados.
18Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse. 19Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del
que la sujetó en esperanza; 21porque también la creación misma
será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los
hijos de Dios. 22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y
a una está con dolores de parto hasta ahora; 23y no sólo ella,
sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu,
nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza fuimos salvos;
pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos.
26Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas
el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Más que vencedores
28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos. 30Y a los que predestinó, a éstos también llamó;
y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó.
31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas
las cosas? 33¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el
que justifica. 34¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros. 35¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.b
37Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. [1]
1
Samuel 17
David mata a Goliat
17
1Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se
congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en
Efes-damim. 2También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y
acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los
filisteos. 3Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e
Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. 4Salió
entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat,
de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5Y traía un casco
de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota
cinco mil siclos de bronce. 6Sobre sus piernas traía grebas de
bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7El asta de su
lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos
siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. 8Y se paró y
dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto
en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?
Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9Si él
pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si
yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos
serviréis. 10Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al
campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11Oyendo
Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran
miedo.
12Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de
Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl
este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. 13Y los
tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los
nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el
primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama; 14y David era
el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. 15Pero David
había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en
Belén. 16Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde,
y así lo hizo durante cuarenta días.
17Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos
un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al
campamento a tus hermanos. 18Y estos diez quesos de leche los
llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma
prendas de ellos.
19Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle
de Ela, peleando contra los filisteos. 20Se levantó, pues, David
de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga
como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en
orden de batalla, y daba el grito de combate. 21Y se pusieron en
orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. 22Entonces
David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y
cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23Mientras
él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los
dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las
filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.
24Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre
huían de su presencia, y tenían gran temor. 25Y cada uno de los de
Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para
provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes
riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en
Israel. 26Entonces habló David a los que estaban junto a él,
diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el
oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que
provoque a los escuadrones del Dios viviente? 27Y el pueblo le
respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.
28Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos
hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá?
¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu
soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
29David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?
30Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el
pueblo la misma respuesta de antes.
31Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las
refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. 32Y dijo David a
Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará
contra este filisteo. 33Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra
aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de
guerra desde su juventud. 34David respondió a Saúl: Tu siervo era
pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba
algún cordero de la manada, 35salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba
de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo
hería y lo mataba. 36Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y
este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al
ejército del Dios viviente. 37Añadió David: Jehová, que me ha
librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará
de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
38Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco
de bronce, y le armó de coraza. 39Y ciñó David su espada sobre sus
vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a
Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí
aquellas cosas. 40Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco
piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que
traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
41Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su
escudero delante de él. 42Y cuando el filisteo miró y vio a David,
le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43Y
dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y
maldijo a David por sus dioses. 44Dijo luego el filisteo a David:
Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
45Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y
jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de
los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46Jehová te
entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy
los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra;
y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la
batalla, y él os entregará en nuestras manos.
48Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a
andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de
batalla contra el filisteo. 49Y metiendo David su mano en la
bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en
la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en
tierra.
50Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió
al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51Entonces
corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola
de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los
filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron. 52Levantándose
luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta
llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los
filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53Y
volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su
campamento. 54Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a
Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda.
55Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el
filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese
joven? Y Abner respondió: 56Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y
el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven. 57Y cuando David
volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo
David la cabeza del filisteo en su mano. 58Y le dijo Saúl:
Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí
de Belén. [2]
Salmos 61
Dios, el único refugio
Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.
1 En Dios
solamente está acallada mi alma;
De él viene mi salvación.
2 El
solamente es mi roca y mi salvación;
Es mi refugio, no resbalaré mucho.
3 ¿Hasta
cuándo maquinaréis contra un hombre,
Tratando todos vosotros de
aplastarle
Como pared desplomada y como
cerca derribada?
4 Solamente
consultan para arrojarle de su grandeza.
Aman la mentira;
Con su boca bendicen, pero
maldicen en su corazón.
Selah
5 Alma mía,
en Dios solamente reposa,
Porque de él es mi esperanza.
6 El
solamente es mi roca y mi salvación.
Es mi refugio, no resbalaré.
7 En Dios
está mi salvación y mi gloria;
En Dios está mi roca fuerte, y
mi refugio.
8 Esperad en
él en todo tiempo, oh pueblos;
Derramad delante de él vuestro
corazón;
Dios es nuestro refugio.
Selah
9 Por cierto,
vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;
Pesándolos a todos igualmente
en la balanza,
Serán menos que nada.
10 No confiéis
en la violencia,
Ni en la rapiña; no os
envanezcáis;
Si se aumentan las riquezas,
no pongáis el corazón en ellas.
11 Una vez
habló Dios;
Dos veces he oído esto:
Que de Dios es el poder,
12 Y tuya, oh
Señor, es la misericordia;
Porque tú pagas a cada uno
conforme a su obra.a [3]
a a 8.15–17: Gá. 4.5–7.
b b 8.36: Sal. 44.22.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 7.25-8.39). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 16.23-17.58). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
a a 62.12: Job 34.11; Jer. 17.10; Mt.
16.27; Ro. 2.6; Ap. 2.23.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 61.8-62.12). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Jun
2 Ro 8 / 1 Sam
17 / Sal 62
Romanos
8
Viviendo en el Espíritu
8
1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la
ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza
de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu. 5Porque los que son de la
carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las
cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios.
9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu
vive a causa de la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que
levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que
mora en vosotros.
12Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para
que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís conforme a la
carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis. 14Porque todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
17Y si hijos, también herederos;a herederos de
Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados.
18Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse. 19Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del
que la sujetó en esperanza; 21porque también la creación misma
será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los
hijos de Dios. 22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y
a una está con dolores de parto hasta ahora; 23y no sólo ella,
sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu,
nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza fuimos salvos;
pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos.
26Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas
el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Más que vencedores
28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos. 30Y a los que predestinó, a éstos también llamó;
y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó.
31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas
las cosas? 33¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el
que justifica. 34¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros. 35¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.b
37Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. [1]
1
Samuel 17
David mata a Goliat
17
1Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se
congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en
Efes-damim. 2También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y
acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los
filisteos. 3Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e
Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. 4Salió
entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat,
de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5Y traía un casco
de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota
cinco mil siclos de bronce. 6Sobre sus piernas traía grebas de
bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7El asta de su
lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos
siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. 8Y se paró y
dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto
en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?
Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9Si él
pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si
yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos
serviréis. 10Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al
campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11Oyendo
Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran
miedo.
12Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de
Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl
este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. 13Y los
tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los
nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el
primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama; 14y David era
el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. 15Pero David
había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en
Belén. 16Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde,
y así lo hizo durante cuarenta días.
17Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos
un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al
campamento a tus hermanos. 18Y estos diez quesos de leche los
llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma
prendas de ellos.
19Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle
de Ela, peleando contra los filisteos. 20Se levantó, pues, David
de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga
como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en
orden de batalla, y daba el grito de combate. 21Y se pusieron en
orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. 22Entonces
David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y
cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23Mientras
él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los
dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las
filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.
24Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre
huían de su presencia, y tenían gran temor. 25Y cada uno de los de
Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para
provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes
riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en
Israel. 26Entonces habló David a los que estaban junto a él,
diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el
oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que
provoque a los escuadrones del Dios viviente? 27Y el pueblo le
respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.
28Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos
hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá?
¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu
soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
29David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?
30Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el
pueblo la misma respuesta de antes.
31Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las
refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. 32Y dijo David a
Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará
contra este filisteo. 33Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra
aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de
guerra desde su juventud. 34David respondió a Saúl: Tu siervo era
pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba
algún cordero de la manada, 35salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba
de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo
hería y lo mataba. 36Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y
este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al
ejército del Dios viviente. 37Añadió David: Jehová, que me ha
librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará
de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
38Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco
de bronce, y le armó de coraza. 39Y ciñó David su espada sobre sus
vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a
Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí
aquellas cosas. 40Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco
piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que
traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
41Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su
escudero delante de él. 42Y cuando el filisteo miró y vio a David,
le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43Y
dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y
maldijo a David por sus dioses. 44Dijo luego el filisteo a David:
Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
45Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y
jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de
los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46Jehová te
entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy
los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra;
y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la
batalla, y él os entregará en nuestras manos.
48Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a
andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de
batalla contra el filisteo. 49Y metiendo David su mano en la
bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en
la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en
tierra.
50Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió
al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51Entonces
corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola
de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los
filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron. 52Levantándose
luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta
llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los
filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53Y
volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su
campamento. 54Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a
Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda.
55Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el
filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese
joven? Y Abner respondió: 56Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y
el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven. 57Y cuando David
volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo
David la cabeza del filisteo en su mano. 58Y le dijo Saúl:
Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí
de Belén. [2]
Salmos 61
Dios, el único refugio
Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.
1 En Dios
solamente está acallada mi alma;
De él viene mi salvación.
2 El
solamente es mi roca y mi salvación;
Es mi refugio, no resbalaré mucho.
3 ¿Hasta
cuándo maquinaréis contra un hombre,
Tratando todos vosotros de
aplastarle
Como pared desplomada y como
cerca derribada?
4 Solamente
consultan para arrojarle de su grandeza.
Aman la mentira;
Con su boca bendicen, pero
maldicen en su corazón.
Selah
5 Alma mía,
en Dios solamente reposa,
Porque de él es mi esperanza.
6 El
solamente es mi roca y mi salvación.
Es mi refugio, no resbalaré.
7 En Dios
está mi salvación y mi gloria;
En Dios está mi roca fuerte, y
mi refugio.
8 Esperad en
él en todo tiempo, oh pueblos;
Derramad delante de él vuestro
corazón;
Dios es nuestro refugio.
Selah
9 Por cierto,
vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;
Pesándolos a todos igualmente
en la balanza,
Serán menos que nada.
10 No confiéis
en la violencia,
Ni en la rapiña; no os
envanezcáis;
Si se aumentan las riquezas,
no pongáis el corazón en ellas.
11 Una vez
habló Dios;
Dos veces he oído esto:
Que de Dios es el poder,
12 Y tuya, oh
Señor, es la misericordia;
Porque tú pagas a cada uno
conforme a su obra.a [3]
a a 8.15–17: Gá. 4.5–7.
b b 8.36: Sal. 44.22.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 7.25-8.39). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 16.23-17.58). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
a a 62.12: Job 34.11; Jer. 17.10; Mt.
16.27; Ro. 2.6; Ap. 2.23.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 61.8-62.12). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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