sábado, 30 de octubre de 2021

¿Cuándo te avergonzará Dios?

                                                                                                                                                                                                                                                                                            <ENGLISH>




 30 Octubre  

¿Cuándo te avergonzará Dios?

 

¡Jamás serás avergonzado(a)!

Por Riqui Ricón*

Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero (Sal 119.42-43).

¿Sabías que, hasta este momento de la historia, no existe un solo ser humano que haya sido avergonzado por haber confiado, con todo su corazón, en la Palabra de Dios? Esto se debe a que la Palabra de Dios es LA VERDAD. Así que, los Hijos de Dios NACIDOS DE NUEVO, JAMÁS seremos avergonzados de haber confiado en la Biblia.

De hecho, podemos y debemos, ante todo problema y circunstancia adversa, responderle al avergonzador que confiamos plenamente en la Palabra de Dios.

Oré al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores.   Los que buscan su ayuda, estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les oscurecerá el rostro.  En mi desesperación oré, y el SEÑOR me escuchó; me salvó de todas mis dificultades.  Pues el ángel del SEÑOR es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen.  Prueben y vean que el SEÑOR es bueno; ¡qué alegría para los que se refugian en él!  Teman al SEÑOR, ustedes los de su pueblo santo, pues los que le temen tendrán todo lo que necesitan.  Hasta los leones jóvenes y fuertes a veces pasan hambre, pero a los que confían en el SEÑOR no les faltará ningún bien (Sal 34.4-10 NTV).

La Biblia es la Palabra de Dios y sabemos que Él NO PUEDE mentir, entonces, por ejemplo, si la Biblia dice que eres sano(a) por las heridas de Cristo Jesús, esa es la Verdad y cualquier enfermedad que estés padeciendo, se encuentra en tu cuerpo en contra de la Verdad y en contra de la Voluntad de Dios.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

Esta breve porción de la Escritura expresa magistralmente la voluntad de Dios para tu vida: Prosperidad en todas las cosas, salud, paz y gozo; en suma, una vida plena y abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Sin embargo, en ocasiones las personas se preguntan por qué si la Biblia es la Verdad, ellos no alcanzan a ver ni a experimentar la calidad de vida que en ella se promete. Para dar respuesta a esto, primero habría que preguntarse, ¿podría ser, habría la más remota posibilidad, que el que está equivocado seas tú y no el Señor ni Su Palabra?

Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?  (Mar 12.24).

Fe es creerle al Señor, es creerle a Su Palabra y el mayor estorbo para recibir las promesas de Dios mediante la fe es la condenación que obra a través del espíritu de temor. Me refiero a esa sensación de no ser lo suficientemente limpio, santo, digno o capaz de merecer un milagro y mucho menos el cumplimiento de una promesa de parte de Dios.

Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.  Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.8-10).

Cuánta luz puede traer a tu corazón este centurión que aunque no se sentía digno, tenía conciencia de la justicia y de la Verdad: Jesús es Dios y Su Palabra tiene todo el poder y toda la autoridad para hacerse valer y cumplirse a sí misma.

Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?(Núm 23.19 NVI).

Si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces el lo va a ejecutar.

Así que, la clave de todo es tu FE.

En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan (He 11.6 NIV).

La clave de todo es si tú le puedes creer a Dios, creyendo Su Palabra.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).

La Biblia es la Ley de Justicia, es la Ley de Verdad y en ella Dios declara que al aceptar el pago que Jesucristo hizo con Su Vida, tú recibes la justificación o perdón de todos tus pecados para que ahora puedas recibir, por la fe en Él, la plenitud de vida.

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.22-23).

No te engañes a ti mismo(a), no existe precio ni trabajo ni acción alguna que tú puedas realizar para pagar, por tus medios, lo que Él ya hizo por Amor a ti. Podrías estar intentándolo hasta el fin de los tiempos y no lo vas a lograr. La buena noticia (Evangelio), es que Dios es digno de confianza y puedes creerle para recibir en este día tu justificación y la Vida plena que legítimamente te pertenecen. ¡Dios tiene Palabra de Honor!

Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre (Isa 32.17).

Puedes estar tranquila/tranquilo, nunca serás avergonzada/avergonzado por haber CREIDO a la Palabra de Dios.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, es hermoso saber en quién he confiado  y a quién le he entregado mi vida y corazón: a Ti, precioso Dios que me has amado tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo antes que perderme a mí. A Ti que has hablado Palabras de Verdad y de Amor sobre de mí y de mi familia. Gracias, Señor, porque sé que ninguna de esas Palabras dejará de cumplirse en mi: soy amado(a) del Padre; soy más que vencedor(a); nada ni nadie me pueden hacer frente pues Tú, Señor Jesús, estás conmigo. No hay forma en que pueda perder en esta vida. ¡Jamás seré avergonzado(a) de haber creído Tu Palabra! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! ¡Gracias, Señor Jesús! Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

 

Octubre 30                             1 Tim 1  /  Isa 31-33/ Sal 119.33-64


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

 

Octubre 30                             1 Tim 1  /  Isa 31-33/ Sal 119.33-64

1 Timoteo

 Salutación

1

1Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, 2a Timoteo,a verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.

Advertencia contra falsas doctrinas

3Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, 4ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. 5Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, 6de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, 7queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.

8Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; 9conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, 11según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.

El ministerio de Pablo

12Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, 13habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidorb e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. 14Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. 15Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. 17Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

18Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, 19manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, 20de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.[1]

  

Isaías

Los egipcios son hombres y no dioses

31

1¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! 2Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los que hacen iniquidad. 3Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.

4Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león y el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado. 5Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando.

6Volved a aquel contra quien se rebelaron profundamente los hijos de Israel. 7Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras. 8Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán tributarios. 9Y de miedo pasará su fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén.

El Rey justo

32

1He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. 2Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. 3No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos. 4Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente. 5El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido. 6Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento. 7Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre. 8Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado.

Advertencia a las mujeres de Jerusalén

9Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón. 10De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá. 11Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio. 12Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la vid fértil. 13Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría. 14Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada; 15hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. 16Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. 17Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. 18Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo. 19Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida. 20Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno.

Jehová traerá salvación

33

1¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti.

2Oh Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación. 3Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú. 4Sus despojos serán recogidos como cuando recogen orugas; correrán sobre ellos como de una a otra parte corren las langostas. 5Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de juicio y de justicia. 6Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro.

7He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente. 8Las calzadas están deshechas, cesaron los caminantes; ha anulado el pacto, aborreció las ciudades, tuvo en nada a los hombres. 9Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos.

10Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido. 11Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá. 12Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. 13Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. 14Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? 15El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; 16éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.

17Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos. 18Tu corazón imaginará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba? ¿qué del pesador del tributo? ¿qué del que pone en lista las casas más insignes? 19No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas. 20Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota. 21Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave. 22Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. 23Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su mástil, ni entesaron la vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los cojos arrebatarán el botín. 24No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad.[2]

   

 

SALMO 119.33-64

 

Excelencias de la ley de Dios

He

     33     Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,

Y lo guardaré hasta el fin.

     34     Dame entendimiento, y guardaré tu ley,

Y la cumpliré de todo corazón.

     35     Guíame por la senda de tus mandamientos,

Porque en ella tengo mi voluntad.

     36     Inclina mi corazón a tus testimonios,

Y no a la avaricia.

     37     Aparta mis ojos, que no vean la vanidad;

Avívame en tu camino.

     38     Confirma tu palabra a tu siervo,

Que te teme.

     39     Quita de mí el oprobio que he temido,

Porque buenos son tus juicios.

     40     He aquí yo he anhelado tus mandamientos;

Vivifícame en tu justicia.

Vau

     41     Venga a mí tu misericordia, oh Jehová;

Tu salvación, conforme a tu dicho.

     42     Y daré por respuesta a mi avergonzador,

Que en tu palabra he confiado.

     43     No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad,

Porque en tus juicios espero.

     44     Guardaré tu ley siempre,

Para siempre y eternamente.

     45     Y andaré en libertad,

Porque busqué tus mandamientos.

     46     Hablaré de tus testimonios delante de los reyes,

Y no me avergonzaré;

     47     Y me regocijaré en tus mandamientos,

Los cuales he amado.

     48     Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé,

Y meditaré en tus estatutos.

Zain

     49     Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,

En la cual me has hecho esperar.

     50     Ella es mi consuelo en mi aflicción,

Porque tu dicho me ha vivificado.

     51     Los soberbios se burlaron mucho de mí,

Mas no me he apartado de tu ley.

     52     Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos,

Y me consolé.

     53     Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos

Que dejan tu ley.

     54     Cánticos fueron para mí tus estatutos

En la casa en donde fui extranjero.

     55     Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová,

Y guardé tu ley.

     56     Estas bendiciones tuve

Porque guardé tus mandamientos.

Chet

     57     Mi porción es Jehová;

He dicho que guardaré tus palabras.

     58     Tu presencia supliqué de todo corazón;

Ten misericordia de mí según tu palabra.

     59     Consideré mis caminos,

Y volví mis pies a tus testimonios.

     60     Me apresuré y no me retardé

En guardar tus mandamientos.

     61     Compañías de impíos me han rodeado,

Mas no me he olvidado de tu ley.

     62     A medianoche me levanto para alabarte

Por tus justos juicios.

     63     Compañero soy yo de todos los que te temen

Y guardan tus mandamientos.

     64     De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra;

Enséñame tus estatutos.[3]



a a 1.2: Hch. 16.1.

b b 1.13: Hch. 8.3; 9.4–5.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. 2 Tes 3.18-1 Ti 1.20

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 30.33-33.24

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 119.32-64


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