17 de Julio
¡Cómo puedes tú hacer que suceda un milagro el día de hoy!
¡Creyéndole
a Dios, creyendo Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Así ha dicho
Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo;
porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les
hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual
consumirá los palacios de Jerusalén (Am 2.4-5).
Las lecturas del día de hoy te
hacen notar como a veces, por estar más enfocados en los aspectos materiales de
la existencia, los creyentes pasan por alto las verdades más profundas de la
Palabra de Dios. Esto, inevitablemente, es un impedimento para una buena
relación con Dios, pues pareciera que es más importante los suplementos para la
buena vida que las razones y fundamentos que nos dan derecho a ella. Es decir,
parece ser más importante tener que comer y vestir que saber vivir.
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida,
qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de
vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un
codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo,
cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y
mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos,
o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro
Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas (Mat
6.25-33).
La
enseñanza de Jesús es clara y radical al respecto: ¡No te preocupes, ni te
angusties, por tu vida, que has de comer, ni por tu cuerpo, qué has de vestir!
¡Tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todas esas cosas! ¡Deja que Él
se haga cargo! Tú sólo busca primeramente el Reino de Dios y Su Justicia y
todas estas cosas te serán añadidas.
¡Qué grata simpleza hay en las Palabras
de Jesús! ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido? ¿No vales tú mucho más que las
aves que Dios alimenta?
Según
la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, así como los palacios de
Jerusalén (los cuales fueron consumidos por el fuego), todas las cosas, casas,
autos, alimentos, vestidos, celulares, etc., sólo son accesorios, añadiduras, y Dios,
tu Padre, sabe que tienes necesidad de ellas.
Jehová es mi pastor; nada me
faltará (Sal 23.1).
Sin
embargo, hoy tienes que saber y creer de una vez por todas que tu vida, que tú
mismo(a) vales para Dios mucho más que cualquiera o todas esas cosas juntas.
De
acuerdo al libro de Amos, Dios tuvo que consumir esas vidas materiales que son
producto de menospreciar Su Palabra y caer en el error de vivir en base a la
mentira. Lo importante a destacar aquí, lo que tenemos que aprender, no es el
haber perdido los palacios de Jerusalén, como usualmente se podría pensar o
sentir, sino el hecho de vivir en el error de la mentira en lugar del acierto
de la Verdad.
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y
ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe (Dan 10.21).
Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad… Cercano
estás tú, oh Jehová, Y todos tus
mandamientos son verdad… La suma de tu palabra es verdad,
Y eterno es todo juicio de tu justicia (Sal 119.142, 151, 160).
La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en
justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad (Mal
2.6).
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de
la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera
en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y
luego olvida cómo era. Mas el que
mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace (Sgo
1.22-25).
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido
este bien a tu siervo (2
S 7.28).
Una
y otra vez encontrarás a Dios, Tu Padre, haciéndote énfasis en que Su Palabra
es Verdad.
¿Por
qué es tan importante esto? ¿Por qué Dios se molesta tanto con las mentiras?
Porque todas las fuerzas del infierno están obrando en tu contra para que tú no
te enteres (y mucho menos lo creas), que la Biblia realmente es la Palabra de
Dios y por lo tanto es la Verdad.
La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el
SEÑOR Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios les
dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? —Claro
que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. Es
sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite
comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen,
morirán”. —¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que, en
cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el
conocimiento del bien y del mal (Gen 3.1-5 NTV).
Nunca
olvides que en el Paraíso, en el huerto de Edén, Dios le enseñó a Adán y Eva
que no comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque
si lo hacían ciertamente morirían (lo cual resultó ser la Verdad). Sin embargo,
Satanás (en forma de serpiente), contradijo la Palabra de Dios con sus mentiras
y planteó un dilema para Adán y Eva: Dios mi creador DICE una cosa y este
animalito DICE otra, ¿quién de los dos dirá la VERDAD? ¿A cuál de los dos le
voy a CREER?
Este
es el mismo dilema que vivían los israelitas en los días de Amos y en los días
de Elías.
Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo
claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si
Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra (1 R 18.21).
Vemos así, que en los tiempos de Elías
el pueblo de Israel vivía una vida de constante fracaso y derrota debido a sus
constantes dudas e incredulidad a la Palabra de Dios. A pesar de que Baal y sus
sacerdotes habían fracasado en responder con fuego para el sacrificio, Israel
calló y no respondió palabra. Como Tomás con Jesús resucitado, ellos
necesitaban ver para creer.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se
acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel,
sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que
por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este
pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de
ellos.
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el
holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en
la zanja (1 R
18.36-38).
Dado que fe es creerle a Dios creyendo
Su Palabra, podemos ver aquí que el problema es que los milagros no producen
fe. Esto es evidente pues desde que Moisés sacó al pueblo de Egipto hasta Elías
pasaron más de 600 años llenos de milagros y de la intervención sobre natural
de Dios a favor de Israel, ¡y ellos continuaban sin creerle a Dios!
De hecho, fuego descendió del cielo y
todos clamaron que Jehová era Dios, pero ni el rey Acab, ni el pueblo de Israel
se volvieron hacia Dios de todo corazón. ¡Asombroso! Hoy en día muchos dirían
que si vieran caer fuego de Dios como respuesta a sus oraciones, entonces en
verdad creerían en Dios. Pero, ¿le creerían a Dios? ¿Creerían a Su Palabra la
Biblia?
Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron. Pero
cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron;
mas él, dejando la sábana, huyó desnudo (Mar 14.50-52).
Lo mismo sucedió con Jesucristo quien
hizo gran cantidad de señales y milagros y aun así hasta sus discípulos lo
abandonaron.
¡Los milagros no producen fe!
En su sabiduría, Dios comprendió que el mundo jamás lo encontraría por
medio de la inteligencia humana, y determinó salvar precisamente a los que
creen de corazón este mensaje que el mundo tilda de tonto e insensato. Es
insensato para los judíos porque piden señales en el cielo que confirmen la
veracidad de lo que se les anuncia; y es insensato para los griegos porque sólo
confían en lo que concuerda con sus filosofías y en lo que consideran sabio.
Por eso, cuando les predicamos que Cristo que murió puede salvarlos, los judíos
se ofuscan y los griegos dicen que es tontería. Mas para los llamados, ya sean
judíos o griegos, Cristo es el gran poder de Dios que los salva, el centro
mismo del sabio plan de salvación divina (1 Co 1.21-24 BAD).
Muy probablemente tú necesites un
milagro el día de hoy. Es muy probable que este día necesites la intervención
divina en algún asunto o problema que estés enfrentando. Si este es tu caso, te
tengo buenas noticias, lo único que necesitas hacer es resolver el dilema de la
Vida: ¿Quién dirá la Verdad, tus circunstancias o Dios, tu Padre? ¿A quién le
vas a creer, a tus circunstancias o Dios, tu Padre?
¿Vas a creerle al pecado y a la
condenación y a la certeza de la muerte eterna? ¿O vas a creerle a Dios, tu
Padre, que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte
a ti y ha decretado en Su Palabra que, Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17)?
¿Vas a creer a la tristeza, la
depresión, la soledad y la falta de significado de tu existencia? ¿O vas a
creerle a Dios, tu Padre, que te ama tanto que ha hecho de ti Su propio(a)
Hijo(a) decretando en Su Palabra que, MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a BAD)?
¿Vas a creer en el dolor, los
diagnósticos, el malestar y la enfermedad que tienes que sobrellevar con
resignación por tu suerte? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, quien te dice en
Su Palabra que, Ciertamente
llevó él nuestras [tus] enfermedades,
y sufrió nuestros [tus] dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras [tus] rebeliones, molido por
nuestros [tus] pecados; el castigo de nuestra
[tu] paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros [tu] curados (Isa 53.4-5)?
¿Vas a creer en la pobreza y la escasez
de la vida miserable que te tocó vivir? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, quien te dice en Su Palabra que, Mi Dios [tu Padre], pues, suplirá todo lo que os
falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19)?
¿Vas a creer en las circunstancias y lo
malo de los tiempos que te han arrebatado el corazón de tus hijos para
llevarlos a la perdición? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, quien te jura en Su Palabra que, Y este será mi pacto con ellos [contigo],
dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti [el Espíritu Santo], y mis palabras que puse en tu boca [la Biblia],
no faltarán de tu
boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová,
desde ahora y para siempre (Isa 59.21)?
¡Sólo creyéndole a Dios, creyendo Su
Palabra, dejarás de ser derrotado(a) entre dos pensamientos y sólo así podrás
vivir la Vida Victoriosa que Cristo Jesús compró para ti!
¡Sólo la Fe produce los milagros!
Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra
de Cristo (Ro 10.17 DHH).
¡Sólo la Palabra de Dios produce Fe!
Regocijémonos en El, crezcamos en la vida cristiana y dejemos atrás
nuestra vieja y cancerosa vida con sus malicias y perversidades. Celebrémoslo
con el purísimo pan del honor, la sinceridad y la verdad (1 Co 5.8 BAD).
Así que, alégrate y crece en tu vida
cristiana. Deja atrás la vieja naturaleza pues Tú no eres más un(a) viejo(a)
pecador(a) salvo(a) por gracia. En honor a la Verdad, que es la Palabra de Dios, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo y no de una simiente que se pueda corromper sino de la incorruptible
semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
¡Tú eres el (la) amado(a) Hijo(a) de tu
Padre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora quiero agradecer Tu Gran
Amor para conmigo, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida
juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por la Vida Nueva que compraste
para mí. Gracias porque no es una vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús,
ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido
de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto
en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre.
¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy
libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy
libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de
incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo
tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu
Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a
Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi
corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de
Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia;
creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y
vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento
de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que
la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi
Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas,
absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de
Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y
la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a
este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 17 1 Co 5 / 1 R 18
/ Am 2
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