viernes, 8 de octubre de 2021

¡Cómo cruzar el Valle de lágrimas!

                                                                                                                                                                                                                                                                      <ENGLISH>





 08 Octubre


¡Cómo cruzar el Valle de lágrimas!

 

¡Cámbialo en una fuente de Vida!

Por Riqui Ricón *

Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila (Sal 103.1-5).

Por desconocer el alcance y significado de la Palabra de Dios, la mayoría de los cristianos conforman su salvación a expectativas sumamente limitadas y, sin querer, contradicen con sus vidas, el mensaje del evangelio, que es, ¡Buenas Noticias!

Creer que el sacrificio de Amor del Hijo de Dios en esa cruz solamente te libra del infierno para darte un lugar en el cielo gracias a que Él pago todos tus pecados, significa quedarse muy, pero muy, corto en este maravilloso plan para tu salvación.

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te anima a recordar TODOS Sus beneficios, de los cuales, el perdón de tus pecados es apenas el comienzo.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;  y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).

En Cristo Jesús tienes sanidad pues ciertamente llevo Él tus enfermedades y sufrió tus dolores y por sus heridas ya fuiste tú sanado.

El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente (Jn 10.10 CST).

En Él, y con Él, tienes derecho a una vida plena y abundante ya que, tu adversario, el diablo, sólo viene para hurtar, matar y destruir pero Jesús vino a darte vida y vida abundante.

Efectivamente, es en este plan maravilloso donde, Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.

¡Estas son Buenas Noticias! ¡No solamente has sido librado(a) del infierno para irte al cielo, sino que puedes, y DEBES, vivir en la Plenitud de Dios, en esta tierra!

para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efe 3.16-19).

La versión Palabra de Dios para Todos (PDT) lo dice así:

A él le pido que en su infinita grandeza les conceda a ustedes fortaleza interior a través del Espíritu. Pido al Padre que Cristo viva en ustedes por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra] y que su amor sea la raíz y el cimiento de su vida. Así podrán comprender con todo el pueblo santo de Dios cuán ancho y largo, cuán alto y profundo, es su amor. El amor de Cristo es tan grande que supera todo conocimiento. Pero a pesar de eso [a pesar que El amor de Cristo es tan grande que supera todo conocimiento], pido a Dios que lo puedan conocer, de manera que se llenen completamente de todo lo que Dios es (Efe 3.16-19 PDT).

Dios, tu Padre, el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila, entregó a Su único Hijo por amor a ti, ¡Para que tú seas lleno de toda la Plenitud de Dios! ¡De manera que tú te llenes completamente de todo lo que Dios es!

Esto es lo que tienes que comprender del Evangelio, que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Jesús pagó con Su muerte todos tus pecados para justificarte delante de Dios y que así Él, el Todopoderoso, pudiera perdonarte.

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Efe 1.7).

 Pero eso no fue todo, ciertamente, al morir Jesús en tu lugar, tú moriste con él; el (la) viejo(a) hombre (mujer) vendido(a) al pecado ya no existe más, ¡está muerto(a)!

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.3-4).

Pero, al resucitar, Jesucristo venció a la muerte eterna y te transmitió, por medio de la fe que es en Él, la Vida Eterna, la Vida Plena y Abundante que solamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo puede poseer.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.1-10).

Con Su muerte, Jesús pagó todos tus pecados y tú fuiste justificado(a) y perdonado(a); con Su resurrección tú fuiste santificado(a) y perfeccionado(a) para ser hecho, por la fe en Jesús, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).

¡Ahora eres un miembro de la familia de Dios, hecho(a) semejante a Cristo Jesús!

Jesús ya no es más el único Hijo de Dios sino que ahora es el primero entre muchos hermanos, de los cuales tú eres uno(a) de ellos.

Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce a Dios (1 Jn 3.1 PDT).

Así que, después de haber confesado que Jesús es el Señor y Salvador de tu vida, Dios no te dejó en esta tierra para que atravieses un valle de lágrimas y penurias y demuestres así que eres digno(a) de merecer Su gracia. ¡No! ¡De ninguna manera! Él ya lo hizo todo por Amor a ti y ahora te permite estar aquí porque eres un(a) Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo y tu estancia en este mundo tiene propósito: has sido llamado(a) a establecer Su Reino.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Ro 8.28).

Así que, aunque andes en el valle de sombra y de muerte, no temas mal alguno porque Él está contigo y lo está para hacer cumplir Su propósito en ti. Lo dice Su Palabra y esa es la verdad, eres más que vencedor(a) en Cristo Jesús.

Qué afortunado es el que se apoya en ti, el que sólo piensa en andar en tus caminos. Cuando pasa por el valle de las Lágrimas, lo convierte en un oasis bendecido por la lluvia temprana (Sal 84.5-6 PDT).

Por eso cantamos y adoramos al Rey: ¡Bendice al Señor alma mía, y bendiga todo mi ser Su santo Nombre! Esto es el Evangelio, son Buenas Noticias. No hay forma que puedas perder en esta vida pues Dios está contigo, y ¿qué vas a decir a todo esto? Si Dios está contigo, ¿quién contra ti?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, este día bendigo Tu Santo y precioso Nombre, pues me has dado Buenas Noticias y entiendo que, de acuerdo a tu Palabra, la Biblia, de todo problema, enfermedad o circunstancia saldré más que vencedor(a) por medio de Tu Amor. Así lo has establecido en Tu Palabra y primero el cielo y la tierra pasarán antes que dejes de cumplirse Tu Palabra en mi Vida. Amado Señor Jesús, te doy gracias porque con Tu sacrificio en la cruz y con Tu resurrección me trasladaste de una vida de tinieblas a Tu luz admirable; he pasado de muerte a vida: ¡He Nacido de Nuevo! No voy a temer, Señor, sino a creer y así vivir como lo que soy: un(a) Hija(o) del Rey, Libre y en victoria para compartir Tu luz a este mundo en tinieblas. Gracias Señor Jesús, te amo con todo mi corazón. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Estoy lleno de toda la plenitud de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 8                     Apo 8 /  Neh 11/ Sal 103


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 8                     Apo 8 /  Neh 11/ Sal 103

 

Apocalipsis

El séptimo sello

8

1Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. 2Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. 3Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar,a con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 5Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar,b y lo arrojó a la tierra;c y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.d

Las trompetas

6Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

7El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuegoe mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.

8El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.

10El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella,f ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. 11Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.

12El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos,g y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

13Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles![1]

 

Nehemías

Los habitantes de Jerusalén

(1 Cr. 9.1–34)

11

1Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes en las otras ciudades. 2Y bendijo el pueblo a todos los varones que voluntariamente se ofrecieron para morar en Jerusalén.

3Estos son los jefes de la provincia que moraron en Jerusalén; pero en las ciudades de Judá habitaron cada uno en su posesión, en sus ciudades; los israelitas, los sacerdotes y levitas, los sirvientes del templo y los hijos de los siervos de Salomón. 4En Jerusalén, pues, habitaron algunos de los hijos de Judá y de los hijos de Benjamín.a De los hijos de Judá: Ataías hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Mahalaleel, de los hijos de Fares, 5y Maasías hijo de Baruc, hijo de Colhoze, hijo de Hazaías, hijo de Adaías, hijo de Joiarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloni. 6Todos los hijos de Fares que moraron en Jerusalén fueron cuatrocientos sesenta y ocho hombres fuertes. 7Estos son los hijos de Benjamín:b Salú hijo de Mesulam, hijo de Joed, hijo de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maasías, hijo de Itiel, hijo de Jesaías. 8Y tras él Gabai y Salai, novecientos veintiocho. 9Y Joel hijo de Zicri era el prefecto de ellos, y Judá hijo de Senúa el segundo en la ciudad. 10De los sacerdotes: Jedaías hijo de Joiarib, Jaquín, 11Seraías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios, 12y sus hermanos, los que hacían la obra de la casa, ochocientos veintidós; y Adaías hijo de Jeroham, hijo de Pelalías, hijo de Amsi, hijo de Zacarías, hijo de Pasur, hijo de Malquías, 13y sus hermanos, jefes de familias, doscientos cuarenta y dos; y Amasai hijo de Azareel, hijo de Azai, hijo de Mesilemot, hijo de Imer, 14y sus hermanos, hombres de gran vigor, ciento veintiocho, el jefe de los cuales era Zabdiel hijo de Gedolim. 15De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, hijo de Buni; 16Sabetai y Jozabad, de los principales de los levitas, capataces de la obra exterior de la casa de Dios; 17y Matanías hijo de Micaía, hijo de Zabdi, hijo de Asaf, el principal, el que empezaba las alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración; Bacbuquías el segundo de entre sus hermanos; y Abda hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún. 18Todos los levitas en la santa ciudad eran doscientos ochenta y cuatro. 19Los porteros, Acub, Talmón y sus hermanos, guardas en las puertas, ciento setenta y dos.

20Y el resto de Israel, de los sacerdotes y de los levitas, en todas las ciudades de Judá, cada uno en su heredad. 21Los sirvientes del templo habitaban en Ofel; y Ziha y Gispa tenían autoridad sobre los sirvientes del templo. 22Y el jefe de los levitas en Jerusalén era Uzi hijo de Bani, hijo de Hasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaía, de los hijos de Asaf, cantores, sobre la obra de la casa de Dios. 23Porque había mandamiento del rey acerca de ellos, y distribución para los cantores para cada día. 24Y Petaías hijo de Mesezabeel, de los hijos de Zera hijo de Judá, estaba al servicio del rey en todo negocio del pueblo.

Lugares habitados fuera de Jerusalén

25Tocante a las aldeas y sus tierras, algunos de los hijos de Judá habitaron en Quiriat-arba y sus aldeas, en Dibón y sus aldeas, en Jecabseel y sus aldeas, 26en Jesúa, Molada y Bet-pelet, 27en Hazar-sual, en Beerseba y sus aldeas, 28en Siclag, en Mecona y sus aldeas, 29en En-rimón, en Zora, en Jarmut, 30en Zanoa, en Adulam y sus aldeas, en Laquis y sus tierras, y en Azeca y sus aldeas. Y habitaron desde Beerseba hasta el valle de Hinom. 31Y los hijos de Benjamín habitaron desde Geba, en Micmas, en Aía, en Bet-el y sus aldeas, 32en Anatot, Nob, Ananías, 33Hazor, Ramá, Gitaim, 34Hadid, Seboim, Nebalat, 35Lod, y Ono, valle de los artífices; 36y algunos de los levitas, en los repartimientos de Judá y de Benjamín.[2]

 

 

SALMO 103

Alabanza por las bendiciones de Dios

Salmo de David.

     1     Bendice, alma mía, a Jehová,

Y bendiga todo mi ser su santo nombre.

     2     Bendice, alma mía, a Jehová,

Y no olvides ninguno de sus beneficios.

     3     El es quien perdona todas tus iniquidades,

El que sana todas tus dolencias;

     4     El que rescata del hoyo tu vida,

El que te corona de favores y misericordias;

     5     El que sacia de bien tu boca

De modo que te rejuvenezcas como el águila.

     6     Jehová es el que hace justicia

Y derecho a todos los que padecen violencia.

     7     Sus caminos notificó a Moisés,

Y a los hijos de Israel sus obras.

     8     Misericordioso y clemente es Jehová;a

Lento para la ira, y grande en misericordia.

     9     No contenderá para siempre,

Ni para siempre guardará el enojo.

     10     No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,

Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.

     11     Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,

Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.

     12     Cuanto está lejos el oriente del occidente,

Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.

     13     Como el padre se compadece de los hijos,

Se compadece Jehová de los que le temen.

     14     Porque él conoce nuestra condición;

Se acuerda de que somos polvo.

     15     El hombre, como la hierba son sus días;

Florece como la flor del campo,

     16     Que pasó el viento por ella, y pereció,

Y su lugar no la conocerá más.

     17     Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,

Y su justicia sobre los hijos de los hijos;

     18     Sobre los que guardan su pacto,

Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

     19     Jehová estableció en los cielos su trono,

Y su reino domina sobre todos.

     20     Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles,

Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,

Obedeciendo a la voz de su precepto.

     21     Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos,

Ministros suyos, que hacéis su voluntad.

     22     Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras,

En todos los lugares de su señorío.

Bendice, alma mía, a Jehová.[3]

 



a a 8.3: Ex. 30.1.

b b 8.5: Lv. 16.12.

c c 8.5: Ez. 10.2.

d d 8.5: Ap. 11.19; 16.18.

e e 8.7: Ex. 9.23–25.

f f 8.10: Is. 14.12.

g g 8.12: Is. 13.10; Ez. 32.7; Jl. 2.10.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 7.17-8.13

a a 11.3–4: 1 Cr. 9.2–3; Neh. 7.73.

b b 11.7: 1 Cr. 9.7.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Neh 10.39-11.36

a a 103.8: Stg. 5.11.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 102.28-103.22


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