sábado, 16 de octubre de 2021

¡Cómo presentarte ante el justo juicio de Dios!

                                                                                                                                                                                                                                                                              <ENGLISH>




 16 Octubre 

¡Cómo presentarte ante el justo juicio de Dios!

 


¡El Juez Justo!

Por Riqui Ricón*

También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos… El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. (Apo 16. 7, 17).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña claramente que uno de los principales atributos de Dios es, ¡La Justicia!

Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros (Sal 45. 6-7).

Sobre todas las cosas, nuestro Dios es justo y dará a cada quien lo que es suyo. Por esto, no es de extrañar que, al final de los tiempos, en el Apocalipsis, el tercer ángel declare al Señor Dios Todopoderoso como justo mientras que el séptimo ángel derrama su copa diciendo: Hecho está. No olvides que el mayor acto de Justicia, por parte de Dios, la redención y justificación de TODOS los hombres, se realizó mientras Jesús entregaba Su propia vida al exclamar: ¡Consumado ES!

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra] y para fe [para creerle a Dios, creyendo Su Palabra], como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra]… Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo [por medio de creerle a Dios, creyendo Su Palabra acerca de Jesucristo],  para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre [por medio de creerle a Dios, creyendo Su Palabra], para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús [al que le cree a Dios, creyendo Su Palabra] (Ro 1. 17; 3. 21-26).

¡El Evangelio de Jesucristo son Buenas Noticias! El Hijo Único de Dios se hizo hombre y (precisamente por esto),  viviendo una vida justa, pagó el precio de TODAS tus injusticias y pecados para que tú fueses declarado(a) justo(a) por el Rey y Juez de toda la tierra.

Se consciente que cuando el diablo y todos sus secuaces comienzan a chillar que no es justo que tú puedas vivir una Vida Plena y abundante, entonces, Jesucristo tu Señor, Salvador y Redentor, siempre se adelanta y declara: ¡Claro que es justo! ¡Yo pagué el precio! ¡Yo cargué su culpa! ¡Yo pagué todos y cada uno de sus pecados!

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Amado(a), puedes estar seguro(a) que el justo juicio de Dios por TODOS tus pecados cayó sobre Jesús para que ahora tú puedas gozar de esa vida plena y abundante que Él siempre planeó para ti.

Vuelve el desierto en estanques de aguas, Y la tierra seca en manantiales. Allí establece a los hambrientos, Y fundan ciudad en donde vivir. Siembran campos, y plantan viñas, Y rinden abundante fruto. Los bendice, y se multiplican en gran manera; Y no disminuye su ganado (Sal 107.35-38).

Así que, tú eres justo(a) y Dios te bendice guardándote y protegiéndote NO por algo que tú hayas hecho o dejes de hacer sino por lo que Jesús hizo por Amor a ti al morir en esa cruz pagando TODOS tus pecados y al Vencer a la muerte resucitando de entre los muertos.

¡Es Dios quien lo hizo!

Antes de la creación del mundo, Dios decidió adoptarnos como hijos suyos a través de Jesucristo. Eso era lo que él tenía planeado y le dio gusto hacerlo (Efe 1.5 PDT).

¿Por qué es esto así? Porque Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Lo más grande y asombroso de este gran Amor con que Dios te ama es que SE MANIFIESTA EN JUSTICIA; pues no sólo te perdonó todos tus pecados nada más por amarte, sino que en cumplimiento de toda justicia primero pagó con Su propia Vida el justo castigo por cada uno de ellos.

¡Jesucristo ya pagó! Así que, tú no tienes por qué volver a pagar.

Ahora, con toda justicia, tú has sido revestido(a) con el Amor de Dios, quién te destinó de antemano para adoptarte como Hijo(a) por medio de Jesucristo, y así lo hizo de acuerdo con su voluntad y buen parecer. Dios te ha aceptado como Su amado(a) Hijo(a) porque en Cristo Jesús tú tienes redención por Su muerte, es decir, el perdón de los pecados conforme a las riquezas de su gracia, derramada en abundancia sobre ti con perfecta sabiduría e inteligencia.

Dios, con Su Palabra, te ha revelado el secreto de su voluntad, según el plan que previamente se había trazado para tu beneficio. De acuerdo con ese plan, en el momento oportuno te recogerá dondequiera que te encuentres, sea en el cielo o en la tierra, para que estés con él, unido(a) a Cristo Jesús para siempre.

Por todo esto, tú tienes parte en la herencia de Jesús, porque Dios, en su propósito soberano, te predestinó desde el principio para ser suyo(a), para que tú seas la alabanza de su gloria.

También en Cristo Jesús, tú, que escuchaste la Palabra de Verdad, la buena nueva de la salvación, y que has creído en Él, ya fuiste sellado(a) con el Espíritu Santo prometido. Este sello es la garantía de la herencia que has de recibir de acuerdo a la justicia de Dios (Efe 1.3-14).

En el mes duodécimo,  que es el mes de Adar,  a los trece días del mismo mes,  cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su decreto,  el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos,  sucedió lo contrario;  porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían (Est 9.1).

Es por todo esto que ahora tú tienes derechos divinos (ganados con toda justicia), sobre todo problema, angustia o aflicción. Sobre cualquier tribulación que como un enemigo te quiera destruir.

Les dijo que debían celebrar esos días con alegría y festejos, obsequiándose porciones de comida unos a otros y haciendo regalos a los pobres. Ese festival conmemoraría el tiempo en que los judíos quedaron aliviados de sus enemigos, cuando su dolor se convirtió en alegría y su duelo en gozo (Est 9.22 NTV).

Así que, no temas, cree solamente. Sin importar las circunstancias que estés enfrentando el día de hoy y no por tus méritos sino por la Palabra de Dios, ¡Tú eres la Justicia de Dios!

Y qué pues diremos a todo esto, si Dios está contigo, ¿quién contra ti?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en verdad estoy muy agradecido(a) por este Amor tan grande con que me has amado pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo Jesús. Cada día conozco más y entiendo mejor que, al que no conoció pecado, tu Hijo Jesús, por mí lo hiciste pecado, para que yo fuese hecho justicia Tuya en Cristo Jesús y de esta forma cambiaste mi vida radicalmente, me hiciste Nacer de Nuevo pero ahora como un(a) Hija(o) Tuya(o). Soy justa(o) y puedo vivir una vida plena y abundantes pues la Ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. ¡Gracias Jesús! Gracias, precioso Dios, sólo Tú eres el Juez Justo. Por esta justicia, me determino a vivir la Vida plena y abundante que Tú, Jesucristo, pagaste para mí al precio de Tu propia Vida. Creo y declaro, con toda justicia, qu e en todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo. Mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí como la garantía de mi herencia, que cualquiera que está en el mundo. Resisto toda enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, gozo, paz y Vida Eterna como mi derecho legítimo, obtenido con toda justicia. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 16                             Apo 16 /  Est 9-10 / Sal 107.23-43

 


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 16                             Apo 16 /  Est 9-10 / Sal 107.23-43

 

Apocalipsis

Las copas de ira

16

1Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

2Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilentea sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.

3El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.

4El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.b 5Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

8El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 9Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

10El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas,c y mordían de dolor sus lenguas, 11y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.

12El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.d 13Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; 14pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. 15He aquí, yo vengo como ladrón.e Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. 16Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.f

17El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. 18Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremotog tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. 19Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.h 20Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.i 21Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizoj como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.[1]

 

Ester

Los judíos destruyen a sus enemigos

9

1En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del mismo mes, cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían. 2Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos. 3Y todos los príncipes de las provincias, los sátrapas, capitanes y oficiales del rey, apoyaban a los judíos; porque el temor de Mardoqueo había caído sobre ellos. 4Pues Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más. 5Y asolaron los judíos a todos sus enemigos a filo de espada, y con mortandad y destrucción, e hicieron con sus enemigos como quisieron. 6En Susa capital del reino mataron y destruyeron los judíos a quinientos hombres. 7Mataron entonces a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8Porata, Adalía, Aridata, 9Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, 10diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes. 11El mismo día se le dio cuenta al rey acerca del número de los muertos en Susa, residencia real.

12Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa capital del reino los judíos han matado a quinientos hombres, y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues, es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu demanda? y será hecha. 13Y respondió Ester: Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan conforme a la ley de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán. 14Y mandó el rey que se hiciese así. Se dio la orden en Susa, y colgaron a los diez hijos de Amán. 15Y los judíos que estaban en Susa se juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susa a trescientos hombres; pero no tocaron sus bienes.

La fiesta de Purim

16En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y descansaron de sus enemigos, y mataron de sus contrarios a setenta y cinco mil; pero no tocaron sus bienes. 17Esto fue en el día trece del mes de Adar, y reposaron en el día catorce del mismo, y lo hicieron día de banquete y de alegría. 18Pero los judíos que estaban en Susa se juntaron el día trece y el catorce del mismo mes, y el quince del mismo reposaron y lo hicieron día de banquete y de regocijo. 19Por tanto, los judíos aldeanos que habitan en las villas sin muro hacen a los catorce del mes de Adar el día de alegría y de banquete, un día de regocijo, y para enviar porciones cada uno a su vecino.

20Y escribió Mardoqueo estas cosas, y envió cartas a todos los judíos que estaban en todas las provincias del rey Asuero, cercanos y distantes, 21ordenándoles que celebrasen el día decimocuarto del mes de Adar, y el decimoquinto del mismo, cada año, 22como días en que los judíos tuvieron paz de sus enemigos, y como el mes que de tristeza se les cambió en alegría, y de luto en día bueno; que los hiciesen días de banquete y de gozo, y para enviar porciones cada uno a su vecino, y dádivas a los pobres. 23Y los judíos aceptaron hacer, según habían comenzado, lo que les escribió Mardoqueo. 24Porque Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de todos los judíos, había ideado contra los judíos un plan para destruirlos, y había echado Pur,a que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar con ellos. 25Mas cuando Ester vino a la presencia del rey, él ordenó por carta que el perverso designio que aquél trazó contra los judíos recayera sobre su cabeza; y que colgaran a él y a sus hijos en la horca. 26Por esto llamaron a estos días Purim, por el nombre Pur. Y debido a las palabras de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que llevó a su conocimiento, 27los judíos establecieron y tomaron sobre sí, sobre su descendencia y sobre todos los allegados a ellos, que no dejarían de celebrar estos dos días según está escrito tocante a ellos, conforme a su tiempo cada año; 28y que estos días serían recordados y celebrados por todas las generaciones, familias, provincias y ciudades; que estos días de Purim no dejarían de ser guardados por los judíos, y que su descendencia jamás dejaría de recordarlos. 29Y la reina Ester hija de Abihail, y Mardoqueo el judío, suscribieron con plena autoridad esta segunda carta referente a Purim. 30Y fueron enviadas cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y de verdad, 31para confirmar estos días de Purim en sus tiempos señalados, según les había ordenado Mardoqueo el judío y la reina Ester, y según ellos habían tomado sobre sí y sobre su descendencia, para conmemorar el fin de los ayunos y de su clamor. 32Y el mandamiento de Ester confirmó estas celebraciones acerca de Purim, y esto fue registrado en un libro.

Grandeza de Mardoqueo

10

1El rey Asuero impuso tributo sobre la tierra y hasta las costas del mar. 2Y todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato sobre la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? 3Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje.[2]

 

 

SALMO 107.23-

 

Dios libra de la aflicción

     23     Los que descienden al mar en naves,

Y hacen negocio en las muchas aguas,

     24     Ellos han visto las obras de Jehová,

Y sus maravillas en las profundidades.

     25     Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,

Que encrespa sus ondas.

     26     Suben a los cielos, descienden a los abismos;

Sus almas se derriten con el mal.

     27     Tiemblan y titubean como ebrios,

Y toda su ciencia es inútil.

     28     Entonces claman a Jehová en su angustia,

Y los libra de sus aflicciones.

     29     Cambia la tempestad en sosiego,

Y se apaciguan sus ondas.

     30     Luego se alegran, porque se apaciguaron;

Y así los guía al puerto que deseaban.

     31     Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

     32     Exáltenlo en la congregación del pueblo,

Y en la reunión de ancianos lo alaben.

     33     El convierte los ríos en desierto,

Y los manantiales de las aguas en sequedales;

     34     La tierra fructífera en estéril,

Por la maldad de los que la habitan.

     35     Vuelve el desierto en estanques de aguas,

Y la tierra seca en manantiales.

     36     Allí establece a los hambrientos,

Y fundan ciudad en donde vivir.

     37     Siembran campos, y plantan viñas,

Y rinden abundante fruto.

     38     Los bendice, y se multiplican en gran manera;

Y no disminuye su ganado.

     39     Luego son menoscabados y abatidos

A causa de tiranía, de males y congojas.

     40     El esparce menosprecio sobre los príncipes,

Y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino.

     41     Levanta de la miseria al pobre,

Y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.

     42     Véanlo los rectos, y alégrense,

Y todos los malos cierren su boca.

     43     ¿Quién es sabio y guardará estas cosas,

Y entenderá las misericordias de Jehová?[3]

 

 



a a 16.2: Ex. 9.10.

b b 16.4: Ex. 7.17–21.

c c 16.10: Ex. 10.21.

d d 16.12: Is. 11.15–16.

e e 16.15: Mt. 24.43–44; Lc. 12.39–40; Ap. 3.3.

f f 16.16: 2 R. 23.29; 2 Cr. 35.22.

g g 16.18: Ap. 8.5.

h h 16.19: Is. 51.17.

i i 16.20: Ap. 6.14.

j j 16.21: Ex. 9.23; Ap. 11.19.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 15.8-16.21

a a 9.24: Est. 3.7.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Est 8.17-10.3

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 107.23-43

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