jueves, 6 de febrero de 2020

Y tú, ¿quién eres?






06 de Febrero




Y tú, ¿quién eres?

¡Identifícate!
Por Riqui Ricón*
Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.  Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio (He 2.9-13).
Es hermoso y edificante encontrar en la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, escrituras como esta donde claramente se te muestra que el pagar tus pecados, el perdón y la santificación no eran, ni serán, el objetivo por el cual Jesús murió en esa cruz. Tanto pagar todos tus pecados (justificación), como el perdón y la santificación fueron requisitos necesarios para un propósito mayor: hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios. Para lo cual, también, tenías forzosamente que Nacer de Nuevo.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2.10).
Hablando acerca de los Hijos de Dios, cabe mencionar aquí que es un gran error, y totalmente contrario a la Verdad, creer que todos los seres humanos son Hijos de Dios.
Vino a lo que era suyo,  pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio el derecho de ser hijos de Dios.  Éstos no nacen de la sangre,  ni por deseos naturales,  ni por voluntad humana,  sino que nacen de Dios (Jn 1.11-13 NIV).
Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes (Ro 9.8).
Pensar que todo el mundo es Hijo de Dios significaría que no existe diferencia entre un malvado violador y asesino, y un justo, santo y perfecto. Date cuenta que dicha forma de pensar no es más que una estrategia con el propósito minimizar y denigrar la Identidad que Jesús compró para ti al costo de Su propia Vida.
En el mundo, este tipo de creencia está muy generalizada y sólo sirve para neutralizar a todo aquel que, en honor a la Verdad, comienza a creer que por medio de la muerte y resurrección de Jesús ha sido justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).
¡Ciertamente todos los seres humanos son creaturas amadas por Dios!
"Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió al mundo para condenar a la gente, sino para salvar a todos (Jn 3.16-17 BLS).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su Propio Hijo antes que perderte a ti, pero creer que todos los seres humanos son Hijos de Dios por el simple hecho de existir, anulará la distinción tan especial que Dios te ha hecho al declararte Su propio(a) Hijo(a).
Durante siglos, Satanás ha luchado con todas sus fuerzas, y recursos a su alcance (sus mentiras), tratando de evitar que los Creyentes Cristianos se enteren que en Verdad son lo que Dios dice en la Biblia que son: auténticos y legítimos Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Tú has creído que Jesús es el Cristo, el Mesías salvador de la humanidad, por lo tanto, conforme a la Palabra de Dios, haz nacido de Dios.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Nacer de Dios significa que la semilla que ahora te engendró ya no es corruptible, sino incorruptible: santa, justa y perfecta. ¡Tal y como Dios es! Todo por la Palabra infalible e inalterable de Dios.
¡El (la) viejo(a) pecador(a) que tú eras no existe más!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¡Eres una Nueva Creación! ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti. Y lo hizo con el propósito, expreso, de hacerte Su Hijo(a).
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Ahora bien, Dios es bueno y te ama a ti, así que, no te hizo Hijo(a) Suyo(a) para que vivas enfermo(a), pobre, triste, amargado(a), deprimido(a), ni fracasado(a). ¡No! ¡Nada de eso es la voluntad de Dios para tu vida!
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad (3 Jn 2-3).
Andar en la Verdad es creer a la Verdad, y ésta es que Jesucristo dio Su Vida para que tú tengas una Nueva Vida como Hijo(a) de Dios. Y como tu Padre, Él desea que seas prosperado(a) en todo, que tengas salud y una vida llena de gozo y paz
Esta es tu verdadera Identidad y el diablo hará todo lo posible para evitar que puedas obtenerla. La buena noticia es que no podrá conseguir su propósito, ya que tú sólo tienes que creer, creerle a Dios, creerle a Su Palabra, pues el justo por la fe vivirá y al que cree, todo le es posible.
Así que, tenlo por seguro, tú eres, sin lugar a dudas, un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, no encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que aceptándolo. No encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús que recibiendo la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno Amor por mí. Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo y recibo también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 6                             Heb 2 /  Gen 46.28-47.31 /  Sal 37

Hebreos 2
Una salvación tan grande






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