17
de Diciembre
¡Despierta,
despierta y vístete de poder!
Por
Riqui Ricón*
Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece
(Fil 4.13).
Estamos
viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la humanidad. Nunca
antes ha habido tanta necesidad de respuestas y acciones que permitan encontrar
el verdadero sentido a la existencia del ser humano. El mundo clama por héroes.
¡Necesitamos héroes! Gritan con desesperación. Tratan de poner buena cara al
mal tiempo, pero sus palabras se desbaratan contra las crisis económicas, la inseguridad,
el desempleo, el narcotráfico, la desintegración familiar, las enfermedades, la
soledad, la tristeza, la depresión y hasta con el clima, que está cambiando.
Sin embargo,
ante este feo panorama, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente,
asegura que tú todo lo puedes en, y con, la fortaleza que te da Cristo Jesús.
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
Y mientras
el mundo tiembla, los creyentes, los Hijos y las Hijas de Dios Nacidos de
Nuevo, tú y yo, tenemos paz y seguridad, pues sabemos en Quién hemos creído y tenemos
la certeza que jamás seremos avergonzados de haber confiado en la Palabra del
Señor.
Así que,
¿qué vas a decir a todo esto? Si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Porque el
anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de
Dios (Ro 8.19).
Este es el
tiempo en que tú, como un(a) Hijo(a) de Dios has de manifestarte como aquel
(aquella) que TODO lo puede en y con la Unción de Jesucristo que te fortalece.
¡Este es el tiempo de creer!
Amado(a),
este es el tiempo de creer que Dios no miente, ni se arrepiente, que TODO lo
que Él ha dicho en Su Palabra lo va a hacer, que lo que Él habló lo va a
ejecutar pues, al fin y al cabo, Su Palabra es Su mismísimo Honor y Poder.
Así que,
cuando comiences a creer con todo tu corazón lo que la Biblia dice acerca de
ti, entonces sabrás quien eres tú y de TODO lo que eres capaz de hacer con Él y
en Él.
Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús (Fil 4.19).
Si Dios te
suple TODO lo que te hace falta y TODO lo puedes en Cristo; si mayor es el que
está en ti que el que está en el mundo, entonces, realmente, ¿a qué le vas a temer?
¿Qué o quién te pueden atemorizar?
Alguien
podría objetarme: “bueno, Riqui Ricón,
eso suena muy bonito pero ojalá fuera así de fácil…” Y yo pregunto, ¿por
qué? ¿A caso tu problema, necesidad o enfermedad es más real, verdadera o
poderosa que la Palabra de Honor de tu Dios y Padre? ¡No, mi amado(a)! No
permitas que lo aparentemente grande o complicado de tus circunstancias te
desenfoquen de la Verdad y del Amor de Dios.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
¡Dios te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Miren con cuánto amor nos ama nuestro
Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este
mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1
NTV).
Eres un(a)
Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, y tienes muchos derechos divinos y preciosas
y grandísimas promesas que Dios, tu Padre, ha establecido en Su Palabra.
Dios
no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El
dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de
bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.19-20).
Como
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes que saber perfectamente quien ahora
tú eres en Cristo Jesús y, por esto (al recibir y aceptar ésta tu nueva
identidad), no existirá la más mínima posibilidad de que puedas perder en esta
vida.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme
a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y
todo te saldrá bien
(Jos 1.8).
Antes
que termine este año, sé proactivo y haz de la Biblia la norma máxima de tu
existencia; ponla en tu mente, boca y corazón para que así te llenes de la
certeza de quién ahora tú eres y, aceptando y recibiendo tu Nuevo Nacimiento,
tu Nueva Naturaleza, harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Todo
esto ya está en ti. Dios, tu Padre, lo habló y Jesús, tu Señor, lo pagó para ti.
No le temas a nada, cree solamente. Sábete muy bien que todo lo puedes en
Cristo y que no existe problema, angustia o enfermedad de la cual no saldrás
más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Pero yo revelaré mi nombre a mi pueblo, y llegará
a conocer mi poder. Entonces, por fin mi pueblo reconocerá que soy yo quien le
habla» (Isa 52.6 NTV).
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, muchas gracias por haberme rescatado de la vida que llevaba. Sé
que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo antes que perderme a
mí. Seños Jesús, gracias por pagar todos mis pecados con Tu Sangre y con Tu
vida. ¡Eres maravilloso, Señor Jesús! Por éste, Tu gran Amor por mí, ahora soy
apto(a) para participar de la herencia de los santos en luz. ¡Me has librado de
la potestad de las tinieblas! ¡Me has trasladado al reino de Tu amado Hijo! ¡Soy una nueva especie de
ser que no existía antes! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no
de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive
y permanece para siempre! ¡Tengo Vida Eterna! ¡Soy eterno(a)! ¡Puedo dejar de
temerle a la muerte! ¡Lo mejor de mi vida ya comenzó! Por lo tanto, me resisto
a temer, sólo voy a creer. Voy a creer Tu Palabra, la Biblia, Señor Jesús. Voy
a creerte a ti, amado Dios. ¡Tú suples TODO lo que me falta, conforme a Tus
riquezas en gloria! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Jamás seré
derrotado(a)! ¡Con Tu ayuda, Espíritu Santo, voy a vivir esa vida plena y
abundante que Jesús compró para mí al precio de Su Sangre y de Su resurrección!
¡Es mi derecho! ¡Es Tu Promesa! Por lo tanto, creo y declaro que de todo
problema, enfermedad o aflicción, yo, _________ (tu nombre aquí), voy a salir
más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año
habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 17 Fil 4 / Ez 24
/ Isa 52
Filipenses
4
Regocijaos en el Señor siempre
4
1Así que,
hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el
Señor, amados.
2Ruego a Evodia y
a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. 3Asimismo te
ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron
juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás
colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4Regocijaos en el
Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! 5Vuestra gentileza sea
conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.
En esto pensad
8Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad. 9Lo que aprendisteis y
recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con
vosotros.
Dádivas de los filipenses
10En gran manera
me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de
lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 11No
lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que
sea mi situación. 12Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia;
en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener
hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece.
14Sin embargo,
bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. 15Y sabéis
también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del
evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en
razón de dar y recibir, sino vosotros solos; 16pues aun a
Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis
necesidades. 17No es que busque dádivas, sino
que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. 18Pero todo lo he
recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo
que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable
a Dios. 19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a
sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20Al Dios y Padre nuestro
sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Salutaciones finales
21Saludad a todos
los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. 22Todos
los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César.
23La gracia de
nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
Ezequiel
24
Parábola de la olla hirviente
24
1Vino a mí
palabra de Jehová en el año noveno, en el mes décimo, a los diez días del mes,
diciendo: 2Hijo de hombre, escribe la fecha de este día; el rey de
Babilonia puso sitio a Jerusalén este mismo día. 3Y
habla por parábola a la casa rebelde, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor:
Pon una olla, ponla, y echa también en ella agua; 4junta sus piezas
de carne en ella; todas buenas piezas, pierna y espalda; llénala de huesos
escogidos. 5Toma una oveja escogida, y también enciende los huesos
debajo de ella; haz que hierva bien; cuece también sus huesos dentro de ella.
6Pues así ha
dicho Jehová el Señor: ¡Ay de la ciudad de sangres, de la olla herrumbrosa cuya
herrumbre no ha sido quitada! Por sus piezas, por sus piezas sácala, sin echar
suerte sobre ella. 7Porque su sangre está en medio de ella; sobre
una piedra alisada la ha derramado; no la derramó sobre la tierra para que
fuese cubierta con polvo. 8Habiendo, pues, hecho subir la ira para
hacer venganza, yo pondré su sangre sobre la dura piedra, para que no sea
cubierta. 9Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de la
ciudad de sangres! Pues también haré yo gran hoguera, 10multiplicando
la leña, y encendiendo el fuego para consumir la carne y hacer la salsa; y los
huesos serán quemados. 11Asentando después la olla vacía sobre sus
brasas, para que se caldee, y se queme su fondo, y se funda en ella su
suciedad, y se consuma su herrumbre. 12En vano se cansó, y no
salió de ella su mucha herrumbre. Sólo en fuego será su herrumbre consumida.
13En tu inmunda lujuria padecerás, porque te limpié, y tú no te
limpiaste de tu inmundicia; nunca más te limpiarás, hasta que yo sacie mi ira
sobre ti. 14Yo Jehová he hablado; vendrá, y yo lo haré. No me
volveré atrás, ni tendré misericordia, ni me arrepentiré; según tus caminos y
tus obras te juzgarán, dice Jehová el Señor.
Muerte de la esposa de Ezequiel
15Vino a mí
palabra de Jehová, diciendo: 16Hijo de hombre, he aquí que yo te
quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus
lágrimas. 17Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata
tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo,
ni comas pan de enlutados. 18Hablé al pueblo por la mañana, y a la
tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado.
19Y me dijo el
pueblo: ¿No nos enseñarás qué significan para nosotros estas cosas que haces?
20Y yo les dije: La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: 21Di
a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo profano mi
santuario, la gloria de vuestro poderío, el deseo de vuestros ojos y el deleite
de vuestra alma; y vuestros hijos y vuestras hijas que dejasteis caerán a
espada. 22Y haréis de la manera que yo hice; no os cubriréis con
rebozo, ni comeréis pan de hombres en luto. 23Vuestros turbantes
estarán sobre vuestras cabezas, y vuestros zapatos en vuestros pies; no
endecharéis ni lloraréis, sino que os consumiréis a causa de vuestras maldades,
y gemiréis unos con otros. 24Ezequiel, pues, os será por señal;
según todas las cosas que él hizo, haréis; cuando esto ocurra, entonces sabréis
que yo soy Jehová el Señor.
25Y tú, hijo de
hombre, el día que yo arrebate a ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el
deleite de sus ojos y el anhelo de sus almas, y también sus hijos y sus hijas,
26ese día vendrá a ti uno que haya escapado para traer las noticias.
27En aquel día se abrirá tu boca para hablar con el fugitivo, y
hablarás, y no estarás más mudo; y les serás por señal, y sabrán que yo soy
Jehová.
Isaías 52
Dios librará del cautiverio a Sion
52
1Despierta,
despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén,
ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni
inmundo. 2Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén;
suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
3Porque así dice
Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados.
4Porque así dijo Jehová el Señor: Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo
pasado, para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón. 5Y
ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y
los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es
blasfemado mi nombre todo el día. 6Por
tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo
que hablo, he aquí estaré presente.
7¡Cuán hermosos
son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la
paz,c
del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion:
¡Tu Dios reina! 8¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente
darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a
Sion. 9Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de
Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.
10Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y
todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.
11Apartaos,
apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid
de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.
12Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá
delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel.
Sufrimientos del Siervo de Jehová
13He aquí que mi
siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en
alto. 14Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue
desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos
de los hombres, 15así asombrará él a muchas naciones; los reyes
cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y
entenderán lo que jamás habían oído.
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