miércoles, 18 de diciembre de 2019

¡Cómo vencer sobre los problemas, la angustia y la enfermedad!



17 de Diciembre
¡Despierta, despierta y vístete de poder!
Por Riqui Ricón*

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
Estamos viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la humanidad. Nunca antes ha habido tanta necesidad de respuestas y acciones que permitan encontrar el verdadero sentido a la existencia del ser humano. El mundo clama por héroes. ¡Necesitamos héroes! Gritan con desesperación. Tratan de poner buena cara al mal tiempo, pero sus palabras se desbaratan contra las crisis económicas, la inseguridad, el desempleo, el narcotráfico, la desintegración familiar, las enfermedades, la soledad, la tristeza, la depresión y hasta con el clima, que está cambiando.
Sin embargo, ante este feo panorama, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, asegura que tú todo lo puedes en, y con, la fortaleza que te da Cristo Jesús.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
Y mientras el mundo tiembla, los creyentes, los Hijos y las Hijas de Dios Nacidos de Nuevo, tú y yo, tenemos paz y seguridad, pues sabemos en Quién hemos creído y tenemos la certeza que jamás seremos avergonzados de haber confiado en la Palabra del Señor.
Así que, ¿qué vas a decir a todo esto? Si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios (Ro 8.19).
Este es el tiempo en que tú, como un(a) Hijo(a) de Dios has de manifestarte como aquel (aquella) que TODO lo puede en y con la Unción de Jesucristo que te fortalece. ¡Este es el tiempo de creer!
Amado(a), este es el tiempo de creer que Dios no miente, ni se arrepiente, que TODO lo que Él ha dicho en Su Palabra lo va a hacer, que lo que Él habló lo va a ejecutar pues, al fin y al cabo, Su Palabra es Su mismísimo Honor y Poder.
Así que, cuando comiences a creer con todo tu corazón lo que la Biblia dice acerca de ti, entonces sabrás quien eres tú y de TODO lo que eres capaz de hacer con Él y en Él.
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19).
Si Dios te suple TODO lo que te hace falta y TODO lo puedes en Cristo; si mayor es el que está en ti que el que está en el mundo, entonces, realmente, ¿a qué le vas a temer? ¿Qué o quién te pueden atemorizar?
Alguien podría objetarme: “bueno, Riqui Ricón, eso suena muy bonito pero ojalá fuera así de fácil…” Y yo pregunto, ¿por qué? ¿A caso tu problema, necesidad o enfermedad es más real, verdadera o poderosa que la Palabra de Honor de tu Dios y Padre? ¡No, mi amado(a)! No permitas que lo aparentemente grande o complicado de tus circunstancias te desenfoquen de la Verdad y del Amor de Dios.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
Eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, y tienes muchos derechos divinos y preciosas y grandísimas promesas que Dios, tu Padre, ha establecido en Su Palabra.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.19-20).
Como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes que saber perfectamente quien ahora tú eres en Cristo Jesús y, por esto (al recibir y aceptar ésta tu nueva identidad), no existirá la más mínima posibilidad de que puedas perder en esta vida.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Antes que termine este año, sé proactivo y haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia; ponla en tu mente, boca y corazón para que así te llenes de la certeza de quién ahora tú eres y, aceptando y recibiendo tu Nuevo Nacimiento, tu Nueva Naturaleza, harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Todo esto ya está en ti. Dios, tu Padre, lo habló y Jesús, tu Señor, lo pagó para ti. No le temas a nada, cree solamente. Sábete muy bien que todo lo puedes en Cristo y que no existe problema, angustia o enfermedad de la cual no saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Pero yo revelaré mi nombre a mi pueblo, y llegará a conocer mi poder. Entonces, por fin mi pueblo reconocerá que soy yo quien le habla» (Isa 52.6 NTV).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas gracias por haberme rescatado de la vida que llevaba. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo antes que perderme a mí. Seños Jesús, gracias por pagar todos mis pecados con Tu Sangre y con Tu vida. ¡Eres maravilloso, Señor Jesús! Por éste, Tu gran Amor por mí, ahora soy apto(a) para participar de la herencia de los santos en luz. ¡Me has librado de la potestad de las tinieblas! ¡Me has trasladado al reino  de Tu amado Hijo! ¡Soy una nueva especie de ser que no existía antes! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! ¡Tengo Vida Eterna! ¡Soy eterno(a)! ¡Puedo dejar de temerle a la muerte! ¡Lo mejor de mi vida ya comenzó! Por lo tanto, me resisto a temer, sólo voy a creer. Voy a creer Tu Palabra, la Biblia, Señor Jesús. Voy a creerte a ti, amado Dios. ¡Tú suples TODO lo que me falta, conforme a Tus riquezas en gloria! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Jamás seré derrotado(a)! ¡Con Tu ayuda, Espíritu Santo, voy a vivir esa vida plena y abundante que Jesús compró para mí al precio de Su Sangre y de Su resurrección! ¡Es mi derecho! ¡Es Tu Promesa! Por lo tanto, creo y declaro que de todo problema, enfermedad o aflicción, yo, _________ (tu nombre aquí), voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante: 

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso? 
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios: 
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 17                      Fil 4   /  Ez 24  /  Isa 52


Filipenses 4
Regocijaos en el Señor siempre
4
1Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados.
2Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. 3Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! 5Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

En esto pensad
8Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. 9Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

Dádivas de los filipenses
10En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 11No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
14Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. 15Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; 16pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. 17No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. 18Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. 19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Salutaciones finales
21Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. 22Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César.
23La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

   
Ezequiel 24
Parábola de la olla hirviente
24
1Vino a mí palabra de Jehová en el año noveno, en el mes décimo, a los diez días del mes, diciendo: 2Hijo de hombre, escribe la fecha de este día; el rey de Babilonia puso sitio a Jerusalén este mismo día. 3Y habla por parábola a la casa rebelde, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Pon una olla, ponla, y echa también en ella agua; 4junta sus piezas de carne en ella; todas buenas piezas, pierna y espalda; llénala de huesos escogidos. 5Toma una oveja escogida, y también enciende los huesos debajo de ella; haz que hierva bien; cuece también sus huesos dentro de ella.
6Pues así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de la ciudad de sangres, de la olla herrumbrosa cuya herrumbre no ha sido quitada! Por sus piezas, por sus piezas sácala, sin echar suerte sobre ella. 7Porque su sangre está en medio de ella; sobre una piedra alisada la ha derramado; no la derramó sobre la tierra para que fuese cubierta con polvo. 8Habiendo, pues, hecho subir la ira para hacer venganza, yo pondré su sangre sobre la dura piedra, para que no sea cubierta. 9Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de la ciudad de sangres! Pues también haré yo gran hoguera, 10multiplicando la leña, y encendiendo el fuego para consumir la carne y hacer la salsa; y los huesos serán quemados. 11Asentando después la olla vacía sobre sus brasas, para que se caldee, y se queme su fondo, y se funda en ella su suciedad, y se consuma su herrumbre. 12En vano se cansó, y no salió de ella su mucha herrumbre. Sólo en fuego será su herrumbre consumida. 13En tu inmunda lujuria padecerás, porque te limpié, y tú no te limpiaste de tu inmundicia; nunca más te limpiarás, hasta que yo sacie mi ira sobre ti. 14Yo Jehová he hablado; vendrá, y yo lo haré. No me volveré atrás, ni tendré misericordia, ni me arrepentiré; según tus caminos y tus obras te juzgarán, dice Jehová el Señor.

Muerte de la esposa de Ezequiel
15Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 16Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas. 17Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados. 18Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado.
19Y me dijo el pueblo: ¿No nos enseñarás qué significan para nosotros estas cosas que haces? 20Y yo les dije: La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: 21Di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo profano mi santuario, la gloria de vuestro poderío, el deseo de vuestros ojos y el deleite de vuestra alma; y vuestros hijos y vuestras hijas que dejasteis caerán a espada. 22Y haréis de la manera que yo hice; no os cubriréis con rebozo, ni comeréis pan de hombres en luto. 23Vuestros turbantes estarán sobre vuestras cabezas, y vuestros zapatos en vuestros pies; no endecharéis ni lloraréis, sino que os consumiréis a causa de vuestras maldades, y gemiréis unos con otros. 24Ezequiel, pues, os será por señal; según todas las cosas que él hizo, haréis; cuando esto ocurra, entonces sabréis que yo soy Jehová el Señor.
25Y tú, hijo de hombre, el día que yo arrebate a ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el deleite de sus ojos y el anhelo de sus almas, y también sus hijos y sus hijas, 26ese día vendrá a ti uno que haya escapado para traer las noticias. 27En aquel día se abrirá tu boca para hablar con el fugitivo, y hablarás, y no estarás más mudo; y les serás por señal, y sabrán que yo soy Jehová.


       
Isaías 52 
Dios librará del cautiverio a Sion
52
1Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. 2Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
3Porque así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados. 4Porque así dijo Jehová el Señor: Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón. 5Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día. 6Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
7¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz,c del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina! 8¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion. 9Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido. 10Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.
11Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová. 12Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel.

Sufrimientos del Siervo de Jehová
13He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. 14Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, 15así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.

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